miércoles, 21 de noviembre de 2012

CUANDO PERON LOGRO JUNTAR A RUCCI CON MONTONEROS

DEL BLOG DE: CEFERINO REATO

17 de Noviembre de 2012

Hace cuarenta años, Juan Domingo Perón volvía al país de un exilio de más de 17 años culminando una maniobra política de alto nivel en la que el viejo general había podido conducir a los distintos sectores que conformaban su heterogéneo movimiento: a los sindicalistas, encabezados por José Ignacio Rucci y Lorenzo Miguel; a la Juventud Peronista hegemonizada por Montoneros; a los políticos, y a los nacionalistas, tanto civiles como militares, entre otros.
Estas alas, en especial los sindicalistas y los montoneros, cobijaban proyectos políticos distintos pero aquel 17 de noviembre de 1972 estuvieron todos juntos detrás del regreso de Perón a la Argentina y del retorno del país a la democracia (las elecciones serían el 11 de marzo de 1973).
Era un Perón distinto al que había dejado el país en 1955: más experimentado, más “sabio”, más ecuménico, había dejado atrás aquel eslogan intemperante “Para un peronista no hay nada mejor que otro peronista” por el más inclusivo “Para un argentino no hay nada mejor que otro argentino”.
Una de las anécdotas que circulan sobre aquel vuelo charter de Alitalia que lo trajo de regreso cuenta que, cuando el comandante anunció que habían entrado en territorio argentino, varios de los pasajeros comenzaron a cantar la Marcha Peronista, pero Perón los interrumpió: “La Marcha no, compañeros, porque divide; mejor cantemos el Himno Nacional”.
Ese Perón, que luego se abrazó con Ricardo Balbín sepultando años de enfrentamientos con el radicalismo, no fue comprendido por buena parte de sus seguidores; por ejemplo, por Montoneros, que a los seis meses entró en una disputa fatal con Perón por la conducción del peronismo y del país.
Perón era, como decía, “un león herbívoro”, que hablaba de evolución y no de revolución; Montoneros creía, en cambio, que la apertura electoral y el retorno a la democracia eran apenas una etapa para llegar a la revolución socialista por lo cual no debían abandonar del todo la lucha armada.
Como explicó Mario Firmenich en una recordada exposición a fines de 1973, los líderes montoneros no conocían a Perón y no se habían dado cuenta de la diferencia fundamental que los separaba: “Nosotros somos socialistas y él no”.
La disputa con Perón, que derivó en el asesinato de Rucci, fue negativa para el país y para Montoneros. La paradoja es que antes, Montoneros había acertado cuando postergó la lucha armada para ponerse en la primera fila del reclamo por el regreso de Perón y el retorno a la democracia. Esa opción por la política, inusual en un grupo guerrillero, hizo que muchísimos jóvenes se incorporaran a Montoneros. Un capital que luego dilapidó, literalmente, cuando el fusil le ganó a la política.