martes, 29 de enero de 2013

CFK. REDEFINIR LA MATRIZ PRODUCTIVA O PERECER EN EL INTENTO

La Presidente de la Nación, Cristina Fernández Wilhelm de Kirchner -ya no es novedad- ha trabajado intensamente desde 2007 en adelante para homologar la ambición de su desaparecido esposo, esto es, neutralizar todo factor de poder con potencialidad declarada y/o clandestina para torcer la agenda del Estado Nacional. Algunos ejemplos de esta operatoria ya se han visto y, entre ellos, pueden citarse:
* La recurrente contaminación propagandística del espectro militar, por la vía de la perpetuación del enjuiciamiento o la amenaza del mismo bajo cargos de "lesa humanidad" en perjuicio de lo actuado por su personal en el pasado, y advirtiendo al elemento presente sobre la necesidad de respetar el "orden constitucional" actual.
* El ataque premeditado contra la Iglesia Católica Apostólica Romana, en la forma de acusaciones de complot destituyente, en consonancia con la variable castrense. Complementado con la provocación y la agitación rentada desde el gobierno, y motorizada por el activismo de extracción gay/progresista.
* La denuncia contra el polo productivo agropecuario y su sindicalización bajo la etiqueta de "oligarquía", en tanto la Casa Rosada continúa aceitando la maquinaria del asistencialismo populista con fondos surgidos de la liquidación de divisas del sector.
* El esmerilamiento programado -en las usinas de comunicación oficiales y paraoficiales- de los medios periodísticos de capital privado, bajo la premisa de que conjugan sus intereses financieros con los espacios antes citados para mordisquear los tobillos del subsistema de poder.
* La estigmatización mediática a priori de magistrados probos, con el fin de congelar cualquier posible intento de judicialización de actos, cuando menos, comprometidos, perpetrados por la primera mandataria. Medida que viene acompañada de la potenciación de la presión sobre jueces que adhieren al librillo ideológico del modelo y sus personeros.
* La destrucción -sin miramientos- de los postulados enunciados desde cualquier manifestación ciudadana que observe carácter espontáneo, sindicándolos como portadores de un contenido y una substanciación elitistas. Aspecto en cuyo análisis servirá fundamentar que CFK se las arregló para mitigar los efectos devueltos por las demostraciones del 13S y el 8N observados durante 2012.
Sin embargo -y a contramano de lo que pudiera pensarse-, el principal motivador de estas iniciativas no reposa necesariamente en la inquina o el odio, sino en Cristina Kirchner, junto a Basher al-Assadla construcción a consciencia de un imperativo categórico: el regenteo a cuentagotas del miedo, manufacturado convenientemente para paralizar al potencial oponente y forzarlo a permanecer en stand by. De tal suerte que la agenda de Balcarce 50 pueda continuar con sus fases de implementación, sin el incómodo surgimiento de obstáculos.
Asimismo -y como también es de público conocimiento-, la infiltración de la órbita estatal (llámese AFIP, UIF, Fuerzas Armadas y de Seguridad, Inteligencia, oposición política, gremios, y otras reparticiones públicas, etcétera) por parte del camporismo o de comisarios políticos declaradamente cristinistas viene a cumplir con el objetivo de mantener a raya a los sectores anteriormente referidos. Aún cuando puede declamarse que el éxito obtenido por el Frente Para la Victoria y sus aliados en este campo ha sido de alto impacto, también es lícito argüir que, a pesar de haber 'minimizado' el radio de acción de la vereda de enfrente, lo que el Gobierno Nacional logra es unificar a la totalidad del espectro. Este mecanismo de defensa natural, por ejemplo, acusa simbiosis en la prefiguración del nacimiento de una incipiente liga de gobernadores que pugna por su derecho constitucional de hacerse con las cuotas correspondientes de coparticipación federal. Bloqueadas -como nunca antes- por la propia Administración, a criterio de someter a intendentes y gobernadores.
Empero, la faena publicitaria y la reformulación cultural antojadiza que corporiza el cristinismo se encuentran, todavía, bastante lejos de completar su círculo. Conforme lo ordenaba la doctrina maoísta en su invitación a la revolución permanente, el subsistema hoy en control de la Argentina exige obsequiarse dos novedosas construcciones. La primera de ellas consiste en el remate definitivo del control de la opinión pública en el ámbito del Internet (Fibertel terminará por convertirse en la presa más codiciada por la Presidente, iniciado el mes de febrero). La segunda coincidirá con una suerte de borrón y cuenta nueva de la economía: aún sin reconocer el perjuicio provocado por la inflación, fuentes allegadas a Ricardo Echegaray en AFIP e íntimos del circuito cercano a Amado Boudou en Economía han dejado filtrar que se analiza, por estos momentos, lanzar el esperado billete de doscientos pesos. El efecto buscado coincidiría con paliar la escasez de unidades de cien, por cuanto cada vez son necesarias bastantes más de ellas para Muammar Khadafy con CFKhacer frente a las erogaciones cotidianas de la ciudadanía. En una segunda etapa, otra opción bajo concienzudo estudio tiene que ver con la eventualidad de poner punto final al peso, para dar nacimiento al "Federal". El ex Vicepresidente de la Nación, Julio Cobos, ha sido la primera voz pública que se refirió al tema.
Sucede que el billete de Eva Perón acusa un rechazo importante no solo de parte de la gente de a pie, sino también de parte de los propios comerciantes que, en su mayoría, prefieren no aceptarlo. El ya intolerable acopio de ceros en el día a día, el desprecio observado en desmedro del papel impreso con el rostro de Evita (que, a fin de cuentas y en la práctica, no es más que un bono al estilo LECOP o Patacón), la escuálida disponibilidad de billetes en los cajeros automáticos y el propio crecimiento de los precios parecen preparar la antesala para el alumbramiento de una nueva denominación. Expectativa que -se estima, puertas adentro del Gobierno Nacional- no solo sería de utilidad para simplificar operaciones comerciales sino para, en el proceso, dotar de una original pincelada al hedonismo autorreferencial de la fruición kirchner-cristinista. Emulación ideológica para la cual, previo a 2003, no existió nada ni remotamente similar a sí misma. El Año Cero de Pol Pot y su Khmer Rouge vuelven a colarse en los ensayos que ilustran sobre la realidad nacional.
El enfriamiento de la economía que se anticipara oportunamente desde esta columna cobra forma en las paritarias que -por disposición directa de Cristina Kirchner- no deben tratarse más allá del 25%. Y hace cuestión de horas, la propia jefe de estado sugirió boicotear a todos aquellos proveedores que remarcan los precios de sus mercaderías; sin importar -claro está- que se trate de productos de primera necesidad. En forma complementaria, el método seleccionado para que los sindicatos protoopositores no alcen la voz contra la violenta escalada de precios al consumidor consistirá en apretar desde la Rosada con los pasivos exhibidos por esos gremios: la Presidente jugará con firmeza para asfixiarlos financieramente. Reposan en sus manos CFK en Louis Vuittonlos estados contables (A y B) de cada uno de ellos y dispone del capital suficiente como para enfrentarlos y empujarlos a la bancarrota. A aquellas extracciones sindicales mejor posicionadas desde los libros -caso Camioneros-, la terapia consistirá en empujar a sus cabecillas hacia la condena social y, luego, los tribunales. Hugo Moyano, por citar un ejemplo, está siendo investigado por su supuesto accionar anticomunista en décadas pasadas en Mar del Plata (en connivencia -se señala- con fuerzas de la Policía Bonaerense y el propio Ejército Argentino), y un sinnúmero de recetas se elaboran con el propósito de convertirlo en picadillo.
Muy lejos de la consideración de analistas que invitan a percibirla fuera de la carrera por el 2015, Cristina Elisabet Fernández Wilhelm -viuda de Kirchner- aspira a volver a sucederse. Su enredada psiquis juguetea con la seguridad de que el arco político opositor jamás osará destituírla por la vía del juicio político, y que la ciudadanía jamás se movilizará en pos de desalojarla. Para ello -y como apuntábamos párrafos más arriba-, es imperativo que el Estado que ella encarna monopolice la totalidad de la actividad económica, anotándose el efecto de reducir la participación del sector privado en el Producto Bruto a su mínima expresión. Cerrando este círculo -computa ella-, nada podrá detenerla.
Solía recordar el autor y ex político del Partido Liberal canadiense, Michael Ignatieff: "Todas las guerras tienen por objetivo la impunidad".