viernes, 28 de junio de 2013

ANGELES: EL RATING DE LOS CAIDOS

 
Desde comienzo de este año asistimos a un fenómeno creciente y excesivamente dinámico en el público de medios de comunicación. Una expresión de la que parece no se toma dimensión ni se comprende.

Pareciera que este público hoy ya no “come cuentos” y está dispuesto a condenar a la muerte mediática a todo aquel que no esté ni de un lado ni del otro. Ni del lado de la gente, o sea de su público, o sea de sus clientes. Y obviamente también, a condenar a quienes se identifican como neutrales en estos tiempos. Muestra de esto es el repudio televisivo a artistas, el esquivo rating de los neutrales, y hasta la falta de pantalla de quien hace unos meses era el amo del encendido y hoy parece ser sólo el dueño de un pasado exitoso.

Por repudio o neutralidad, la gente los está expulsando de sus televisores, es decir de sus hogares.

En el marco de este fenómeno, las noticias (falsas o no) del crimen de Ángeles Rawson se consumen con una vertiginosa avidez de manera sostenida con la única expectativa cierta de exculpar al portero.

Como un misterio insondable, los medios insisten: Qué hay detrás de este caso? Qué encubre el portero? Que fuerza oculta lo amenaza?

Nuestra sociedad descree de la dirigencia política, oficialista y opositora, de los jueces, de los fiscales.  Y de los medios, de los periodistas, también…En este particular el público dejó de ser espectador para empezar a ser protagonista del contenido.  La opinión pública dejó de ser la opinión de los medios, y vemos que no hay ofertas para esta demanda de certezas y credibilidades. En este devenir, es lógico pensar que pronto ese público empezará también a jugar de ciudadano.

Puede verse que estamos dejando atrás la candorosa, hipócrita y cómoda ingenuidad (la misma que fue el germen del actual cinismo imperante) para pedir la cabeza de un Barrabás que otorgue a los poderes del Estado al menos un atisbo de la credibilidad que jamás han tenido.

En este caso, podrán condenar al portero, pero nadie creerá en su culpabilidad, ni en las pruebas, ni en objetividades; todo lo contrario.


 Viviana Padelin