lunes, 26 de agosto de 2013

FAMILIA FELICES, ECONOMIA SANA

Familias felices, economía sana (Podcast)

Del 15 al 18 de mayo últimos tuvo lugar en la ciudad de Sydney, en Australia, el 7° Congreso Mundial de las familias, que reunió especialistas, líderes políticos y religiosos, activistas y padres de familia del mundo entero. Todos ellos preocupados por la evolución reciente de la familia y de las políticas públicas que la afectan.
El tema específico del Congreso de este año fue “Una familia feliz hace una economía sana” y algunas de las presentaciones de expertos tuvieron como foco el impacto del debilitamiento de la familia en el actual declive económico.
En este programa vamos a conversar con José Antonio Ureta, que participó del Congreso Mundial de las familias de Sydney representando a Acción Familia de Chile.
Estimado Don José Antonio, ¿podría primero explicarnos cuál es el origen de este Congreso Mundial de Familias?
Con mucho gusto. El Congreso Mundial de Familias resultó de un encuentro en Moscú, después del derrumbe de la Unión Soviética, entre un líder pro-familia americano, el Dr Allan Carlsonn del Centro Howard para la Familia, la Religión y la sociedad, de los Estados Unidos y un disidente ruso. Los dos convinieron en que, para restaurar la sociedad civil en Rusia, había que comenzar por restaurar su célula básica, que es la familia.
De ahí surgió la idea de juntar a los mejores especialistas de Occidente sobre el tema de la familia, para transferir el conocimiento a los activistas pro-familia de los antiguos países comunistas.
El primer congreso se realizó en Praga en 1997 y hubo, poco después, otro en Varsovia. Pero, como los problemas que afectaban a la familia en los antiguos países comunistas eran los mismos que la afectaban, en los propios países occidentales. Se comenzaron a realizar también en Occidente.
Por esta razón se han realizado congresos también en Ginebra, México, Amsterdam y Madrid. Este año fue en Sydney, con el objetivo de sensibilizar al Extremo Oriente, que también está muy afectado por la crisis de la familia y en particular por el descenso y envejecimiento de la población.
¿De qué se discute en esos foros?
De todo lo que afecta la familia y del modo de reforzarla. Es una experiencia transversal, dónde se escucha la opinión de psicólogos, sociólogos, antropólogos, economistas, religiosos, juristas, educadores y, especialmente, padres y madres de familia y jóvenes que vienen a contar sus experiencias.
¿Cuál fue la tónica de esta última sesión?
La relación entre la salud de la familia y la salud de la economía.
Existe una relación directa de causalidad entre el vigor de la familia y el vigor del desarrollo económico.
¿Hubo alguna exposición que a Ud. le llamó particularmente atención?
En esa cuestión del impacto de la familia en la prosperidad material de las naciones tal vez la mejor fue la del Dr. Patrick Fagan, un irlandés padre de 8 hijos, que trabajó primero como psicólogo infantil y terapeuta de la familia en Canadá y después emigró para los Estados Unidos y se especializó en estudios estableciendo la relación entre la sexualidad, el matrimonio y la práctica religiosa. Fue consejero de varios senadores y en la Casa Blanca y hoy dirige el Departamento de investigaciones sobre la Religión y la Familia en el Consejo de Investigación de la Familia, un centro de pensamiento de Washington.
Su ponencia se llamaba “Familias sólidas construyen sociedades fuertes”.
¿Cuál era la tesis central del Dr. Fagan?
La tesis principal es que invertir en la familias es como invertir en la agricultura. Para que, al final del proceso de maduración, la cosecha sea buena es necesario que la semilla sea buena. En el caso de la familia, la calidad de la semilla depende de la calidad del matrimonio y la estabilidad de su unión.
De los 4 factores de crecimiento económico – el crecimiento poblacional, el capital humano, la tecnología y el capital financiero – los dos últimos han sido muy estables en Occidente, pero son los dos primeros, – el crecimiento poblacional, el capital humano- es dónde se han producido las variaciones más importantes, con gran impacto negativo en las tasas de crecimiento económico.
Por ejemplo, en materia de población en los Estados Unidos, el promedio de hijos por pareja bajó en 130 años de 2.3 a 1.4, o sea por abajo del nivel de reemplazo que es de 2.1 Pero esa tasa varía en función de varios factores y los estudiosos han descubierto que el factor más influyente es el de la práctica religiosa. Mientras los matrimonios que asisten regularmente a oficios religiosos tienen un promedio de hijos de 3.6; los que nunca van a la iglesia tienen solamente 1.2.
Esa relación familia religión, después tiene una incidencia enorme en el crecimiento económico, porque, por causa de la caída brutal de la población y porque, en su conjunto, las nuevas generaciones son menos calificadas que la de sus padres y abuelos, la contribución humana al Producto Interno Bruto ha decrecido.
La conclusión del Dr. Fagan es que una madre en el hogar cuidando de sus hijos realiza una mayor contribución a la economía que si ella entrase a participar en el mercado de trabajo.
¿Y cuál es el impacto de ese factor en el conjunto de la economía?
Simplemente enorme! Por un lado, las estadísticas prueban que un hombre casado que vive con su esposa tiene una productividad promedio 27% superior a la de un soltero. Todos los gráficos muestran que, a partir de los años 1960, en Estados Unidos, por causa de la disminución del casamiento y el aumento de la cohabitación y del divorcio, hubo una caída dramática de la productividad.
Hay estudios que prueban que el divorcio es responsable por haber reducido la tasa de crecimiento anual de Estados Unidos en 1/6 cada año!
¿Las mujeres tienen algún papel en todo eso?
Claro que sí, porque en gran medida depende de ellas la estabilidad del matrimonio. Mientras una mujer que ha tenido como única pareja su marido tiene 80% de posibilidades de que su unión sea estable, la que tuvo otra pareja sexual previamente al matrimonio tiene un chance de apenas 54% de no divorciarse después de los 30 años, o sea es casi cara o sello.
El verdadero amor y la fidelidad están desapareciendo y, con eso, los niños son los que pagan el pato.
En realidad, la castidad y la monogamia fueron uno de los mayores regalos que el Cristianismo le hizo a la Humanidad. Por eso que la restauración de la castidad y del matrimonio tradicional son una condición fundamental para un boom económico.
Sin hablar de las consecuencias en la otra vida…
Claro, pero lo interesante es ver que los beneficios y los perjuicios comienzan en esta vida. Nuestro Señor ya lo dijo: “Buscad primero el Reino de Dios y su justicia y todo lo demás os será dado por añadidura”.
El tiempo se nos está acabando. Ud. podría entonces resumir el mensaje final del 7° Congreso Mundial de las Familias?
En definitiva, el mejor modelo de sociedad, la que tiene mejores condiciones para prosperar materialmente, es aquél en que las familias están basadas en el matrimonio estable de los padres, tienen muchos hijos y van regularmente a la iglesia, porque en ese caso todas las piezas del puzle entran en su lugar.
O sea, que todo depende de dos amores, que en realidad son uno solo: el amor de Dios y el amor del prójimo por amor de Dios.
Muchas gracias por darnos esta entrevista.
Por el contrario, yo les agradezco la oportunidad que me han dado de compartir con los auditores de su programa las informaciones de primera mano que más me impresionaron en el Congreso Mundial de las Familias en el que me honré de representar a Acción Familia.

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