sábado, 21 de diciembre de 2013

LA TITIRITERA Y SUS "ENTRAÑAS"

 La titiritera y sus "entrañas"
 por Carlos Berro Madero
"¿Qué sensatez puede proporcionar la VORÁGINE de los cálculos matemáticos de Descartes para quien tiene TORBELLINOS en sus entrañas?" Benjamín Franklin Si alguien pensaba inocentemente que Cristina iba a "dejar hacer" a los nuevos amanuenses elegidos para "corregir lo incorregible" luego de su debacle electoral, estaba profundamente equivocado. Su gobierno, como el de Néstor, ha estado signado por un torbellino de insensateces que, puestas en perspectiva, los muestra como un par de netos perdedores en la carrera por la razón y el cálculo. En lo único que no se equivocaron fue en hacer sus "cuentitas" domésticas, para ir transfiriendo metódicamente a ellas algún "dinerillo" cuyo origen aparece hoy como muy poco transparente, como está trascendiendo a través de ciertas evidencias. Todo lo demás, incluidas las "planificaciones" de Zannini, De Vido, Moreno y Kicillof, -derrumbadas estrepitosamente-, lucen hoy como anotaciones de un cuaderno donde se hubieran registrado día a día las vicisitudes de alguna mente alterada por desórdenes neurológicos desconocidos. Lo grave de todo esto es que miles y miles de ciudadanos, que supuestamente habían aprobado sexto grado, pudieran creer en estas patrañas aritméticas del kirchnerismo que solo han servido "para que hoy podamos contar nuestras penurias" como diría Eric Hoffer. La esperanza no puede ser afirmada o denegada, es cierto, pero lo que la pone en perspectiva es que debe estar encaminada por un sendero en el que se pueda afirmar el paso. Esto no ocurrió nunca entre nosotros y de eso somos culpables todos sin ninguna duda. Esta década se ha caracterizado por el tono de una cuasi epopeya por la que los K apelaron a los sentimientos de culpa de una sociedad que no creía tener asignaturas pendientes. No hubo esperanza, SOLO VERGÜENZA. Y a partir de allí todos hemos sufrido el castigo silencioso de quienes se erigieron como fiscales de una república supuestamente "incompleta y pecadora". Sin embargo, en su alocada tarea par "reconstruir" los errores del pasado, Néstor y Cristina usaron argumentos flamígeros y viscerales ignorando lo que sostenía Nietzsche: "el corazón ardiente pretende abolir su carácter violento y salvaje, pero su pasión extrae fuego y ardor a su propia existencia; y el corazón más ardiente quiere así la abolición de su propio fundamento: el aniquilamiento de sí mismo; es decir, quiere, lisa y llanamente, algo ilógico; y demuestra que no es inteligente". El tándem "exitoso" resultó un fiasco y su gobierno se hundirá cada día más en el torbellino de sus contradicciones. Sus razonamientos han chocado con su incapacidad de juzgar y sus cultos ridículos por una épica inexistente han resultado minas inagotables de su propia perdición. Cuando leemos que los "expertos" de Wall Street pronostican a sus "clientes" de todo el mundo que la Argentina crecerá durante el 2014 al 1% o quizá nada, que el dólar "oficial" estará a 8,50 y la inflación será del 25 al 30%, tenemos el impulso de decirles: "señores, ustedes no saben la rapidez con que esta crisis se propagará entre nosotros. Los Kirchner no han dejado detrás de sí más que desolación y miseria. Vayan preparando algún mecanismo que les permita borrar a fondo estos pronósticos muy pronto: hemos quedado finalmente en manos de una titiritera que tiene sus "entrañas" repletas de ignorancia." Finalmente, queremos traer a consideración de quienes nos leen una aguda y dolorosa sentencia del joven pensador y filósofo estadounidense Lawrence Grossberg, preocupado por la política de "comunicación" social, que alguna vez hemos recordado antes de ahora y dice así: "sé que hacer trampa es malo y sé que lo que yo hago es trampa; pero las cosas son así, la realidad es así. Sabemos que la vida, con todas sus elecciones es un chanchullo, pero este conocimiento está tan universalmente aceptado que ya no hay alternativas. Todo el mundo sabe que todo el mundo hace trampa, por lo que todo el mundo hace trampa y, si no lo hiciera, sin duda sufriría por ser honesto." Tenemos la impresión de que Grossberg podría haber confirmado esto luego de viajar a la Argentina y comprobar el poco valor que le damos aquí a la verdad, la ética y la moral.