Jaime aseguraría que CFK precipitó el final de su esposo dándole whisky y salamines mientras convalecía
Cuando Néstor Kirchner asumió como presidente en mayo del 2003, dos
dirigentes de la provincia de Buenos Aires que habían trabajado en Santa
Cruz sabían que en el área de Transporte había una caja importante,
porque lo escucharon al futuro Eternauta que iba a desarrollar
la red ferroviaria y hacer todo lo contrario a Carlos Menem, quien dijo
la famosa frase “ramal que para, ramal que cierra”, y así lo declaró
Ricardo Jaime en el juicio oral de la tragedia de Once. Los dirigentes
citados son Carlos “Cuto” Moreno y Dante Dovena, que aspiraban al cargo
de Secretario de Transporte. Pero Kirchner sorprendió con la designación
de Jaime, un agrimensor cordobés que se fue en los ‘90 al sur y que se
convirtió rápidamente en el compañero de juergas del entonces
gobernador. Ambos tenían caracteres similares, eran jodones y entradores
y les gustaban las mujeres sureñas con la que salían de fiesta juntos.
Así fue que Jaime llegó a director general de escuelas provincial, una
especie de ministro de educación. El gobernador tenía por entonces dos
apasionados romances, uno con la esposa de un importante hotelero de El
Calafate y después con una jueza penal del pueblo de puerto San Julián,
con la cual tuvo un hijo natural. Según fuentes santacruceñas, cuando el
Eternauta salía de travesuras, le decía a Cristina que se iba a
tomar whisky con Jaime y otros amigos. De ahí que la actual presidente
le dedicara un particular odio a ese personaje cordobés que
supuestamente lo incitaba a su marido a meterle los cuernos, lo cual no
era verdad.
Una dieta mortal
Al gobernador realmente le gustaban las bebidas, las mujeres y el
juego pero luego de aguantarse su odio durante muchos años la presidente
logró inventarle una acusación de supuesto acoso sexual a Jaime y
Kirchner lo deportó a su tierra natal, Córdoba, donde ocupó el cargo de
Subsecretario de Educación de José Manuel de la Sota con un perfil
bajísimo. Como dijimos cuando Kirchner ya como presidente se acordó de
su viejo amigo de juergas y lo nombró Secretario de Transporte con total
autonomía de su jefe Julio de Vido y estallaron rápidamente los
primeros escándalos de corrupción en el transporte Jaime decía: “si
Néstor me llama es para tomar un café”. Tal era la confianza que tenía
por el respaldo total y absoluto de su jefe, quien respetaba a los
funcionarios que más caja hacían. Esto explica que tanto de Vido como
Jaime fueran los preferidos, especialmente éste, quien recaudaba todos
los días de los colectivos y trenes de la capital y conurbano. Como
señaló la ex secretaria del ex presidente, Miriam Quiroga, en un
programa de Jorge Lanata, Jaime le llevaba a una valija todos los días.
En el juzgado federal que tramita la causa declararon un montón de
funcionarios, entre ellos Alberto Fernández que, como Jefe de Gabinete,
tenía un despacho al lado de Kirchner. Obviamente ninguno vio nada, por
lo cual esa causa está cajoneada, porque no se pueden probar las valijas
que Jaime le llevaba al Eternauta. Cuando el 27 de octubre del 2010 Néstor Kirchner fallece y se convierte en el Eternauta, la situación de Miriam Quiroga y Ricardo Jaime estaba sellada.
En privado, este último responsabilizaría a CFK de que dejó morir a
su marido. Se refiere a que, después de los incidentes cardíacos que
Kirchner sufrió en marzo y octubre del 2010, cuando él recibía visitas
en Olivos ponía sobre la mesa salamines picados gruesos y Johnnie Walker
etiqueta azul, una combinación explosiva para un enfermo cardíaco. El
que traía los salamines y el Johnnie Walker era Eduardo Carbone, el ex
jefe de la custodia de Cristina, ahora puesto en disponibilidad por la
Policía Federal y que ella nombró luego secretario presidencial.