lunes, 28 de julio de 2014

EN DEFENSA DE UNA LEY SUPERIOR- CAPITULOS 7, 8 Y 9


  Capítulo VII
Tornando lo inmoral moral
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En su “revolución moral” subversiva, el Movimiento Ho- mosexual simplemente no puede tirar por la borda toda la mo- ralidad, puesto que éste dejaría un vacío en el alma humana. Los homosexuales deben convencerse a sí mismos y a la so- ciedad de que la homosexualidad es buena y moral. Deben crear su propia pseudo-moralidad.
La propaganda homosexual hace esto de varias maneras. Sin embargo, todos los esfuerzos giran alrededor de un eje central de raciocinio, que puede ser caracterizado como sigue:
1) Me siento atraído sexualmente por personas de mi sexo;
2) El comportamiento sexual relacionado con esta inclinación me da placer;
3) El placer es bueno;
4) Por lo tanto, la homosexualidad es buena.
En un artículo titulado “La virtud de la homosexualidad”, el escritor homosexual John Corvino ilustra esta justificación ética para la homosexualidad:
He utilizado mis cinco últimos artículos – y buena parte de mi carrera – defendiendo la homosexualidad contra varios ataques morales. Con todo, empleo a veces tanto tiempo explicando por qué la homosexualidad “no es mala” que descuido considerar porqué es positivamente buena. ¿Puedo ofrecer razones para pensar en la homosexualidad, no como simplemente tolerable, sino moralmente beneficiosa?...
Primero, la homosexualidad puede ser una fuente de placer, y el placer es una cosa buena. Con mucha frecuencia actuamos como si el placer necesitase ser ‘justificado’ por alguna razón extrínseca, y nos senti- mos culpables cuando lo buscamos por sí mismo... Esto no quiere decir que el placer es el único o el más importante bien humano. Tampoco es negar que el placer a largo plazo requiera a veces de un sacrificio a corto plazo. Pero cualquier sistema moral que no valore el placer es defectuoso por esa razón.1
Este es el hedonismo, el sistema filosófico desarrollado por el filósofo griego Epicuro que considera el placer como el principio que define la vida humana. Este hedonismo confunde placer con bien (“bueno” es lo que causa placer), o subordina el bien al placer. Esto subvierte todo el orden moral y envenena la misma fuente de la moralidad.
Una vez que la premisa falsa de la filosofía hedonista se acepta, una lógica irreversible asume el control: Si el placer puede justificar el comportamiento homosexual, también otras formas desviadas de comportamiento sexual consideradas pla- centeras se justificarían lógicamente. Esto incluye la pedofilia, la pederastia, la efebofilia, la gerontofilia, la necrofilia, el sadismo, el masoquismo, la bestialidad y muchos otros tipos de com- portamientos sexuales desviados.
Una falsa moral presupone una falsa visión del mundo
La naturaleza racional del hombre le obliga a que encuentre un significado y un objetivo para su vida. Él puede intentar huir de las profundas cuestiones filosóficas y teológicas subyacentes de la vida, pero su racionalidad lo fuerza siempre a enfrentarlas. Por eso, cada individuo, cualquiera que sea su formación, termina estableciendo o adoptando una filosofía y una teología para sí. Esta visión del universo puede ser rudimentaria o aún embrionaria, pero la naturaleza racional implacable del hombre no descansa hasta que posee esta explicación.
En esta búsqueda del significado de la existencia, el com- portamiento y las ideas se influencian mutua y profundamente y buscan la coherencia exigida por la razón. Como Paul Bourget observa en su trabajo célebre, Le Demon du Midi, “se debe vivir como se piensa, bajo pena de, más pronto o más tarde, pensar como uno ha vivido”.2
El radicalismo de la “revolución moral” homosexual con- duce de manera inevitable a un gran choque. Éste es un cho- que de dos visiones del universo, la visión cristiana del universo y una que es intrínsecamente anticristiana.
Notas
1 John Corvino, “The Virtue of Homosexuality,” Between the Lines, Feb. 7, 2003, www.indegayforum.org/authors/ corvino/corvino4.html. 2 Paul Bourget, Le Demon du Midi (Paris: Librairie Plon, 1914), Vol. 2, p. 375.

Capítulo VIII
Erotismo místico: el lado oculto del Arco Iris

¡Oh! ¿Por qué debo hablar de las cosas impropias a ser dichas?  Atenágoras de Atenas
A medida que la ideología homosexual hace incursiones en la cultura americana, las tendencias andróginas son más visibles en la sociedad. Escribiendo en el Journal of Sex Research, Margaret Schneider observa:
La revolución sexual, que comenzó en los años 60 con la aparición de la contracultura y, más tarde, com- binada con la segunda ola del feminismo, trajo el sur- gimiento de una moda así llamada de liberación sexual en Norteamérica, acompañada de un modo particular de la indiferenciación de los sexos.Poniendo como pretexto la salud mental y la igualdad de oportunidades, fue permitido a las mujeres que se comportaran un poco como hombres, mientras que los hombres fueron estimulados a comportarse un poco como mujeres. Esto fue llamado androginismo, que se refería a una combinación de características del propio sexo y del ajeno en el mismo individuo.1
Esta tendencia andrógina impregna hoy al mundo de la moda. Es el sello de la vestimenta de hombres y mujeres, se desliza en los estilos de peinarse y es destilado en perfumes, influenciando profundamente a la sociedad.2 El diseñador de modas austriaco Helmut Lang, por ejemplo, explica por qué incorpora un estilo andrógino en sus diseños: “Sabemos que las mujeres son al mismo tiempo femenino y masculino, y que los hombres son también femeninos y masculinos. Todo depende del grado en el que cada cual lo ha asumido, pero esto es así”.3
El androginismo y la ideología homosexual
Este deseo de mezclar al hombre y a la mujer en un nuevo género andrógino está en la base de la ideología homosexual. De hecho, el fundador del movimiento, Harry Hay, comienza su manifiesto de fundación la sociedad Mattachine con las palabras: “Nosotros, los andróginos del mundo…”4
El escritor homosexual Paul Varnell cuenta que Hay daba vital importancia al androginismo:
El “idealismo” de Hay tenía tres componentes: a) los gays son cualitativamente diferentes de los heterosexuales, mental, psicológica, y espiritualmen- te, no sólo por lo “que hacen en la cama”; b) la diferencia básica reside en el androginismo natural de los homosexuales, que incorpora los elementos masculinos y femeninos; y c) para ayudar a promover su acep- tación, los gays necesitan explicar la contribución que esta diferencia aporta a la sociedad.5
Michel Foucault, otro teórico homosexual, escribe:
La homosexualidad apareció como una de las formas de sexualidad cuando fue transpuesto de la práctica de la sodomía a un tipo de androginismo superior, un hermafroditismo del alma. El sodomita había sido una aberración temporal; el homosexual era ahora una especie. 6
En su estudio “Androginismo: el ideal sexual pagano”, el Dr. Peter Jones del Seminario Teológico de Westminster, en Escondido, California, relaciona el androginismo pagano al movimiento homosexual.
El Dr. Jones demuestra que era muy común en las reli- giones paganas de la antigüedad y entre los indígenas del Nue- vo Mundo, África y Australia, que la figura del sacerdote (médico/shaman) fuera andrógina, un hombre afeminado con ves- tido femenino. Esta obsesión con un ser andrógino con poderes místicos especiales continuó durante las eras cristiana y mo- derna, como se ve en los alquimistas medievales, la teosofía de la señora Blavatsky y la magia sexual de Aleister Crowley.7
El Dr. Jones cita a eruditos homosexuales que discuten esta dimensión religiosa o mística de la homosexualidad. Por ejemplo, Emily Culpepper, lesbiana y profesora asociada de religión en la Universidad de Redlands en California del Sur, afirma que los homosexuales y las lesbianas son “shamanes para una edad futura”. 8 Otra lesbiana, la autora Virginia Mollenkott, declara: “Somos embajadores de Dios”.9 J. Michael Clark, profesor homosexual en la Universidad de Emory, dice: “Algo en nuestro ser gay/lesbiano como un punto de vista existencial... pa- rece aumentar nuestras capacidades espirituales”.
El Dr. Jones comenta a respecto de la concepción espiritual andrógina del profesor Clark:
Clark se vuelve al animismo Americano nativo bus- cando un modelo espiritual aceptable.... Específicamente, para Clark, el berdache, un shaman indio americano andrógino, nacido como varón, pero que como adulto elige vivir como hembra, constituye un modelo espiritual gay deseable, porque el berdache alcanza “la reunión de las polaridades cósmicas, sexuales y morales”.10
Harry Hay vio indudablemente al berdache andrógi- no como mediador para juntar “las polaridades cósmicas, sexuales y morales”. De hecho, el interés de Hay en los berdaches andróginos y cómo podrían contribuir a la ideología homosexual era tan vivo que se trasladó a Nuevo México para investigar su pasado. 11
Radical Faeries–Rompiendo con la Cristiandad
En 1979, habiéndose mudado a Hollywood, Hay fundó los Radical Faeries. Este movimiento abrazó la visión filosófica del universo recientemente elaborada por Hay de una sociedad basada en el “conocimiento homosexual sujeto-SUJETO”. 12
Hay soñaba con una sociedad nueva fundada en esta su- perioridad andrógina de los homosexuales. 13 Esto representa una ruptura completa con la Cristiandad y el orden social basado en la Ley Natural. En su necrología de Harry Hay, Michael Bronski explica:
La base espiritual de los Radical Faeries era la misma que Hay había previsto para su sociedad original de Mattachine: la convicción de que los gay eran espiritualmente diferentes de otra gente. Estaban más en contacto con la naturaleza, el placer corporal, y la esencia verdadera de la naturaleza humana, la cual contiene al varón y a la hembra. El radicalismo espiritual de Hay tenía sus raíces en grupos religiosos disidentes británicos del siglo XVII, tales como los Diggers, los Ranters, los Quakers, y los Levelers (niveladores), que buscaron rehacer el mundo con su visión utópica, igualitaria, socialista y antijerárquica. Al contrario de sus precursores disidentes, sin em- bargo, no era un cristianismo mesiánico que condujo a Hay, sino una creencia de que la sexualidad era sagrada. 14
Rituales homosexuales neopaganos
La primera reunión del Radical Faerie – definida como una conferencia espiritual para el Radical Faeries – fue lleva- da a cabo el fin de semana del Día del Trabajo de 1979, en Benson, Arizona. La invitación a la conferencia “fue enviada como una ‘llamada’ en el sentido Sufi”. 15 Más de 200 homo- sexuales asistieron a esta experiencia espiritual llena de insinuaciones paganas. 16 “En el primer círculo de Radical Faerie de esa tarde, emergió espontáneamente el tema del paganis- mo. Invocaciones fueron dirigidas a los espíritus; bendiciones y cánticos se elevaron y bajaron”. 17
Uno de los días, unos cuarenta homosexuales desnudos realizaron un ritual del fango que podría considerarse un antibautismo. Mezclando agua con arcilla del suelo, se cubrieron con fango rojo. 18 Había algo en el ritual que evocó un pasado primitivo, tribal, enterrado hacía mucho por la civilización y, sobre todo, por el Cristianismo. Habiendo moldeado un falo enorme con barro, coronaron a un hombre cubierto de fango con hojas de laurel19 y lo levantaron
 sobre todos, entonces un “om” retumbó elevándose del amontonado y embarrado círculo. Se produjeron una armonía y un éxtasis que parecían crecer conti- nuamente. Cerca del ashram [monasterio hinduista], mientras se regaban en un bautismo sensual prolon- gado, muchos murmuraban, “Quitándose las pieles feas de ranas verdes”. Había una extraña sensación de energía en el ritual del fango.... ¿”Por qué ese pe- queño acontecimiento fue de tan gran alcance?” Me recuerdo mirando alrededor y diciendo... “Estamos en otro mundo. Hemos retrocedido en el tiempo.” 20
Timmons describe otro ritual de desnudos en la misma reunión de los Faeries Radicales:
Una procesión que iba creciendo lentamente en ca- cofonía. En el auge del griterío y del golpear catártico del tambor, algunos notaron que un toro negro se paseó tranquilamente por en medio del grupo y estu- vo parado mostrando una estrella de la tarde sobre el hombro. Algunos vieron esto como una aparición, una visión venida directamente de un antiguo friso. Otros negaron que un tal animal pudiera haber estado allí. Toro o no, todos dijeron haber experimentado una especie de éxtasis y, como cumbre de una extraordi- naria secuencia, muchos se sintieron profundamente conmovidos.21
Vicios transformados en dioses
Cuando se renuncia a la Revelación y a la Ley Natural, la sed por lo sagrado deja de buscar a Dios y persigue fantasías creadas por sus propias imaginaciones descontroladas. Crean y adoran sus propios dioses, que son generalmente una proyección mítica de sus propios malos hábitos. De ese modo, atribuyendo una dimensión religiosa a sus vicios, los “justifican”.
Los Padres de la Iglesia enseñan que el mundo Greco-Romano transformó sus vicios en dioses. Así, San Cipriano de Cartago exclama:
Este Júpiter de ellos no es más supremo en virtud que en vicio, inflamado con un amor terreno en medio de sus truenos…ahora se lanza con la ayuda de pájaros a violar la pureza de niños. Y ahora pongamos la pregunta: Quien mira estas cosas, ¿puede tener una mente sana o ser modesto? Los hombres imitan a los dioses que adoran, y para esos seres miserables sus críme- nes se convierten en su religión. (Cartas 1:8)
Efectivamente, los hombres hacen una religión de sus vicios y de doctrinas absurdas, que se reflejan en cultos absurdos. En la Antigua Grecia, por ejemplo, una enorme representación simbólica de un falo (órgano sexual masculino) era llevado en un carro en una proce- sión para adorar a Dionisio, el dios del vino y de una religión orgíaca que celebraba el poder y la fertilidad de la naturaleza. La Roma pagana tenía sus bacanales, orgías de borracheras en honra de Baco. El culto de Afrodita en Grecia y de Astartis (o Ishtar) en Mesopotamia comprendía una prostitución ritual. Bajo la influencia Cananea, esta misma práctica abominable fue introducida en Israel. Durante ese período de infidelidad del Pueblo Escogido aún el Templo de Jerusalén tenía cuartos en los que los hierodules (ritual de prostitución masculina y femenina) realizaban sus ritos.22
La búsqueda de lo espiritual
Por más que los ateos y agnósticos traten de negarlo, la naturaleza humana anhela por su verdadero fin, que es Dios. Sólo lo divino, lo infinito y lo eterno satisfacen completamente el alma espiritual del hombre.
Marshall Kirk y Hunter Madsen notan esto en su libro After the Ball. Analizando la Spiritual Conference for Radical Faeries de 1979 ellos concluyen que lo que los homosexuales quieren, “sin saberlo, es la vuelta al sentido de lo sagrado”.23 Obviamente, no es lo sagrado que viene de Dios. Más bien, es la falsa sacralidad del neopaganismo.
Creando un mundo homosexual neopagano
Harry Hay, escribiendo en Julio de 1980, diez meses des- pués de la primera reunión del Radical Faerie, explica que el se sintió con libertad para inventar nuevos ritos de transformación mágica una vez que los antiguos se perdieron después de siglos de “opresión” judío–cristiana.
Los escritos de Hay abren una ventana sobre la sociedad modelada por su visión globalizante. No sería secular sino religiosa y, como en todas las sociedades religiosas, debería existir un sacerdocio – por supuesto – homosexual. Los homosexuales serían los “mediadores”, los “berdache/shamanes”, “Embajadores de dios”. En términos cristianos, ellos serían los “pontífices” (del latín, pontifex – el que hace puentes).
Así como la Cristiandad influenció profundamente todos los aspectos de la civilización en el Occidente Cristiano, así también en la sociedad concebida por Hay todos los aspectos de la vida, del lenguaje y de la cultura estarían impregnados de un espíritu anárquico, neopagano, homosexual. Sin embargo, el mundo de Hay es diametralmente opuesto al Cristianismo.
Esto no puede ocurrir sin una radical transformación de la sociedad como la conocemos hoy. En otros términos, usando la expresión de Kirk y Madsen, la sociedad debe ser sometida a una “conversión”.
Hay afirma que su “conciencia sujeto-SUJETO” homo- sexual no es nueva. El declara que ésta era conocida en la secta islámica Sufí, y que ahora es “nuevamente revelada”, después de haber sido olvidada por largo tiempo. La visión uni- versal de Hay no es nueva. Es sólo una nueva manifestación del Gnosticismo pagano antiguo.24
La gnosis y el mito andrógino
A lo largo de los milenios, la Gnosis, o el Gnosticismo, ha sido la mayor fuente de erotismo místico. Un mito Gnóstico y ocultista que aparece en las antiguas y actuales corrientes re- ligiosas paganas afirma que en el comienzo de la Creación existía un ser que era al mismo tiempo macho y hembra. Las sectas ocultas gnósticas que tratan de subvertir el Judaísmo y el Cristianismo, por ejemplo, distorsionan el Génesis donde dice “los creó macho y hembra”, afirman que los seres humanos al co- mienzo eran andróginos.25 Dicen que una catástrofe produjo la separación de los sexos en femenino y masculino, Adán y Eva.26 Para la mitología gnóstica la “redención” del hombre consiste en reunificar ambos sexos y en restaurar al ser primero andrógino.27
Una guerra religiosa disfrazada pero real
El antagonismo entre el Movimiento Homosexual y el Cristianismo es mucho más profundo que los argumentos psi- cológicos, científicos, sociales o políticos que son frecuentemente discutidos. Harry Hay, fundador del Movimiento, deja claro que el antagonismo es religioso. Por lo tanto, queda claro que la “revolución moral” del Movimiento es parte de un inmenso esfuerzo para suplantar la Cristiandad por un misticis- mo gnóstico, neopagano, erótico.
Más que en una Guerra Cultural, Estados Unidos está sumergida en una auténtica, aunque levemente disfrazada, guerra religiosa.
Un nuevo mundo gnóstico
Al promover el androginismo, la mayor dificul- tad para el Movimiento está en explicar la obvia diferencia anatómica y psicológica entre los sexos gran problema para la ideología homosexual es explicar la diferenciación psicológica y biológica de los sexos.
Los activistas pueden usar modas y comporta- mientos para desdibujar esta distinción. Ellos pueden incluso llegar a realizar operaciones para adaptar el cuerpo y darle las características del otro sexo. Sin embargo, todas estas modificaciones accidentales no alteran la más profunda naturaleza de cada sexo: un hombre es siempre un hombre, una mujer es de todos modos una mujer, a pesar de las mutilaciones o De acuerdo con el sentido común y la filosofía tradicional, hay una clara diferencia entre la persona que conoce (el sujeto) y la cosa externa conocida (el objeto).
El universo tiene seres intelectuales que pueden conocer cosas y muchos seres individuales con una naturaleza fija, capaz de ser conocida.
De hecho, el universo consiste en innumerables seres individuados que pueden clasificarse en cuatro categorías:
1) el espíritu perfecto, que es Dios;
2) los puros espíritus, ya sean ángeles o demonios;
3) los seres humanos, que son seres compuestos - espíritu y materia, y
4) los seres irracionales y materiales, a saber, los animales, plantas y minerales.
El Movimiento sólo podría destruir la importancia de la diferenciación sexual entre el hombre y la mujer destruyendo la diferenciación de todos los seres. Para hacer esto, debe desdeñar el mundo material como irreal o, en el mejor de los casos, como una realidad transitoria. El mundo material sería una especie de excrescencia artificialmente unida a un ser espiritual. Esta es la ense- ñanza del Gnosticismo.
En esta visión gnóstica del universo, toda diferencia- ción entre los individuos - incluyendo la distinción de géneros entre hombres - es totalmente irrelevante.
adiciones que hagan a sus cuerpos. Así, el Movimiento está obligado a explicar la existencia de un ser que trasciende los sexos, haciendo la diferenciación sexual irrelevante. Esto representa el núcleo más íntimo de la ideología homosexual: ¿qué es la realidad para ellos?
Por lo tanto, los Gnósticos consideran que la dife- renciación tradicional entre el sujeto y el objeto (en el conocimiento) es absurda. No hacen ninguna distinción entre los dos, transformando todos los seres en uno, el ser espiritual colectivo.
Así, parece que, cuando el Movimiento Homosexual habla de androginismo, se refiere a uno más espiritual que físico. Utiliza androginismo como una metáfora para sugerir este estado místico que trasciende la realidad.
Para los Gnósticos, importa poco si la cópula sexual ocurre entre personas del mismo sexo o del opuesto. Pero puesto que creen que la materia encarcela este ser espiritual, están en contra de cualquier acto sexual que favorezca la procreación. Para los Gnósticos, la única cópula sexual buena es la homosexual.
Aunque algo filosóficas, estas consideraciones son necesarias para comprender la transformación radical de la sociedad prevista por Harry Hay. Su ensayo de 1980 afirma:
El mundo que heredamos es totalmente heterosexual, con una orientación de dominio tradicionalmente mas- culino... nuestra historia, nuestra filosofía, nuestra psi- cología, nuestra cultura, y el propio lenguaje de co- municación – todos tienen un concepto totalmente sujeto-OBJETO.... Los hombres y las mujeres son – sexual, emocional y espiritualmente – objetos los unos para los otros...
A todo esto, nosotros fairies (hadas), debemos ser, esencialmente, contrarios. Porque esos otros con quienes intentamos relacionarnos, comprometernos, deslizarnos dentro, mezclarnos con, son otros como yo, son SUJETOS... como YO...
No hemos aprendido hasta ahora cómo comunicar realidades de sujeto –SUJETO. Sujeto–SUJETO es una conciencia multidimensional que nunca puede ser fácilmente transmisible en el lenguaje desarrollado hetéro–varón , de dos dimensiones o binario, lengua- je en el que estamos confinados....
Debemos reexaminar cada sistema de pensamiento desarrollado hasta ahora, cada filosofía hetérovarón desarrollada sujeto-OBJETO, ciencia, religión, mitología, sistema político, lenguaje – privándolos de su base binaria sujeto –OBJETO y reinsertando la relación de sujeto–SUJETO. Enfrentado con el con- senso de amor compartido sujeto–SUJETO, todo Autoritarismo debe desaparecer…
Las hadas (Fairies) deben empezar a quitarse la piel de rana verde asquerosa de la imitación heterosexual, y a descubrir aquella otra fascinante, conscientemente ho- mosexual, no-hombre, que brilla debajo de aquella. 28
Notas
1 Margaret Schneider, review of Sissies and Tomboys: Gender Nonconformity and Homosexual Childhood, ed. Matthew Rottnekin, The Journal of Sex Research, Vol. 37, no. 3, p. 298. 2 Para una comprensión de cómo el mundo de la moda influencia profundamente a los individuos, familias y pueblos, ver Plinio Corrêa de Oliveira, Revolution and Counter-Revolution, p. 63. 3 Paco Alcaide, “The Man of the New Millenium,” www.fashionclick.com/FC26/FC26_fashion_Men03.htm. 4 “Harry Hay,” www.sciencedaily.com/encyclopedia/ Harry_Hay.
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Erotismo místico: el lado oculto del Arco Iris
5 Varnell, “Harry Hay: One Big Idea.” 6 Michel Foucault, The History of Sexuality: Volume 1 and Introduction (New York: Vintage, 1980), p. 43. Herma- frodita es una planta o animal que tienen al mismo tiem- po los órganos reproductivos del macho y de la hem- bra. 7 Peter Jones, “Androgyny: The Pagan Sexual Ideal,” Journal of the Evangelical Theological Society, Sept. 2000, pp. 453-454. 8 Emily Culpepper, “The Spiritual, Political Journey of a Feminist Freethinker,” in After Patriarchy: Feminist Transformations of the World Religions (Maryknoll, N.Y.: Orbis, 1991), p. 164, quoted in Jones, p. 456. 9 Virginia Mollenkott, Sensuous Spirituality: Out From Fundamentalism (New York: Crossroads, 1992), p. 166 10 Jones, p. 464. 11 Cf. Timmons, The Trouble with Harry Hay, pp. 194-197, 200, 233, 235-236, 286; Harry Hay, “Radical Faerie Proposals to the ‘March on Washington’ Organizing Meeting,” Will Roscoe, ed., Radically Gay: Gay Liberation in the Words of Its Founder (Boston: Beacon Press, 1996), p. 272. 12 Según se muestra más adelante en este capítulo, la “conciencia sujeto-sujeto” de Hay es una negación ra- dical de la filosofía aristotélica y del orden social y moral cristiano. Hay vio al mundo actual - los restos de la Civi- lización Cristiana - como “binarios”, o basado en “suje- to-objeto”. 13 Cf. “Excerpt from Harry Hay’s Keynote for the First Annual Celebrating Gay Spirit Visions Conference,” Nov. 1990, www.geocities.com/WestHollywood/Heights/ 5347/gsv.html. 14 Michael Bronski, “The Real Harry Hay,” The Boston Phoenix, Oct. 31-Nov. 7, 2002. (Destaques nuestros.) 15 RFD, No. 22 (Winter Solstice, 1979), p. 59, citado in Margot Adler, Drawing Down the Moon:Witches, Druids, Goddess-Worshippers, and Other Pagans in America Today (Boston: Beacon Press, 1986), p. 341. 16 Cf. Mark Thompson, “Remembering Harry,” The Advocate, Jan. 21, 2003, www.findarticles.com/cf_dls/m1589/
2003_Jan_21/96072134/print.jhtml. 17 Timmons, The Trouble with Harry Hay, p. 265. 18 Cf. ibid. 19 Drawing from contemporary accounts published in RFD magazine, Margot Adler sugiere que el hombre que fue “iniciado” no era un participante original de la Confe- rencia, sino un curioso que se encontraba presente: “una persona presente, tomada por el espíritu de la reunión, se quitó la ropa y comenzó a bajar la ribera. Inmediatamente se produjo una sensación de iniciación. Lo levantaron sobre sus hombros - su cuerpo totalmente blanco en medio de la gente cubierta de fango. Lo ba- jaron y lo cubrieron de barro. Lo levantaron nuevamen- te bien alto y comenzaron a cantar.” Adler, p. 342. 20 Timmons, The Trouble with Harry Hay, p. 267. 21 Ibid., p. 268. Margot Adler también describe este “am- plio, estructurado ritual–the Great Faery Circle. Comen- zó con una procesión de antorchas…” Ella da otros de- talles pero no menciona la “aparición”. Cf. Adler, pp. 342- 343. 22 Cf. 1 Kings 15:12; 1 Kings 22:47; 2 Kings 23:7
23 Kirk and Madsen, p. 294. 24 Cf. “The Spiritual Roots of Homosexuality,” www.spirit- alembric.com/ishvara.html. 25 El Génesis afirma que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, y después agrega que creó los dos sexos, hombre y mujer. Esto se explica mejor en el capítulo siguiente, que contiene una historia más explícita de la creación del primer hombre y narra la creación de la primera mujer (Gen. 2:7, 18-20). 26 Harry Hay presenta su versión homosexual del Géne- sis en su ensayo de 1976, “Christianity’s First Closet Case: A Study in the Application of Gay Consciousness”. Cf. Roscoe, ed., Radically Gay, pp. 218-233. 27 Cf. Holly Boswell, The Spirit of Transgender, www.homestead.com/transpirits/files/SpiritOfTG.html; Moses Gaster, s.v. “Androgynos (Hermaphrodite),” Jewish Encyclopedia, www.jewishencyclopedia.com/
view.jsp?artid=1508&letter=A. 28 Harry Hay, “Toward the New Frontiers of Fairy Vision…subject-SUBJECT Consciousness,” in Roscoe, ed., Radically Gay, pp. 258-263. (Destaques y mayúsculas en el original.)
Parte II
Respondiendo los Argumentos del Movimiento Homosexual

Capítulo IX
La verdadera finalidad del acto sexual

La noción del pecado en general, y del pecado contra la castidad en particular, se ha diluido a tal punto que es apro- piado recordar los principios del derecho natural y de la ense- ñanza católica en este delicado tema.1
La finalidad del acto sexual
Si el acto sexual no fuera agradable en sí mismo, la propa- gación de la raza humana, que depende de él, estaría compro- metida. La razón muestra claramente, sin embargo, que el fin de este acto no es el placer, sino la perpetuación de la humani- dad. Hacer del placer el motivo primario del acto sexual, subs- tituye el fin principal del acto por su corolario. Esta inversión contraría el propósito del acto mismo.
Engendrar una vida nueva trae consigo la obligación de criar al niño y cuidar de sus necesidades materiales, especial- mente su educación y la formación de su carácter. Esto no es una responsabilidad pequeña y requiere sacrificio y dedicación.
Dada la naturaleza racional del hombre, los vínculos que unen a los padres que engendran una nueva vida con sus hijos, que son los frutos de su unión, no son efímeros, como es en el caso de los animales. Entre los animales, tan pronto como el descendiente esté desarrollado, las relaciones maternales y paternales cesan generalmente, al punto que los padres y el descendiente ya no se reconocen.
Entre los hombres, por el contrario, un lazo permanente de afecto, de responsabilidad y de respeto continúa existiendo entre los padres y sus hijos adultos. Es un afecto que dura toda la vida, y aún más, ni siquiera la muerte borra la cariñosa me- moria de los corazones de los vivos.
Todo esto demuestra que sólo el amor, permanente unión entre hombre y mujer que desean tener hijos, educarlos amo- rosamente y proporcionarse ayuda mutua a través de las vici- situdes de la vida, proporciona las condiciones ideales para engendrar y educar a los hijos. Por lo tanto, las condiciones para que la cópula sexual satisfaga enteramente el fin noble establecido por el Creador se encuentran solamente en el ma- trimonio monogámico e indisoluble.2
Oponerse al fin principal del acto sexual es un pecado
Así, cualquier cosa opuesta al fin principal de la cópula sexual (procreación y la educación consiguiente de los hijos) es mala.3 En términos religiosos, es pecaminosa.
 Este propósito principal se puede frustrar de dos mane- ras. En primer lugar, esto puede ser hecho evitando artificialmente la concepción o realizando actos sexuales que son estériles por naturaleza, tal como la masturbación y la ho- mosexualidad. 4 En segundo lugar, se viola el propósito princi- pal cuando la naturaleza fecunda de la cópula sexual por sí misma se respeta, pero las partes carecen de la preocupación y de las condiciones para criar al niño correctamente. Tal es el caso de la fornicación, el adulterio, el incesto, la seducción y la violación.
Aunque cada acto directamente procurado y consumado de lujuria es un pecado mortal, algunos son más graves que otros. El adulterio es más grave que la fornicación simple; el incesto es más grave que el adulterio; y los pecados contra la naturaleza son aún más graves. Los pecados contra la natura- leza se oponen no sólo al fin de la cópula sexual, sino que además son “contrarios al orden natural del acto venéreo como conviene a la raza humana”. 5
La violencia del deseo carnal es una consecuencia del pecado original
Aunque Nuestro Señor Jesucristo redimió a la humani- dad vertiendo su Preciosísima Sangre, y el bautismo borra la mancha del Pecado Original en nuestras almas, las consecuen- cias de este pecado continúan: debilidad de la carne y rebelión de las pasiones desordenadas.
En el estado de inocencia, Adán y Eva ejercían un control total sobre sus pasiones: “Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban”.6
 Después del pecado original, sin embargo, “Y fueron abiertos los ojos de entrambos, y conocieron que estaban desnudos: entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales”. 7
El desorden del pecado original es un gran desafío para el hombre. Como San Pablo dice: “Pero veo otra ley en mis miembros, que se rebela contra la ley de mi espíritu, y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros.8 Pero con la Gracia de Dios, estas malas tendencias pueden ser su- peradas, como San Pablo proclama: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.” 9
Nuestro Señor elevó el matrimonio al nivel sobrenatural
Nuestro Señor elevó el matrimonio al nivel sobrena- tural, haciéndolo un sacramento. Él concedió gracias especiales al matrimonio, restaurándolo en su dignidad original en el Paraíso, cuando Dios unió a Adán y Eva en un santo matrimonio. El matrimonio cristiano es también un símbolo de la unión de Cristo con la Iglesia, como Santo Pablo enseña:
Maridos, amad a vuestras esposas, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó por Ella, para santificarla, limpiándola por el baño del agua con la palabra, a fin de hacer aparecer ante sí gloriosa a la Iglesia, sin que tenga mancha ni arruga ni cosa parecida. Así deben también los maridos amar a sus esposas como a sus propios cuerpos. Quien a ama a su esposa, a sí mismo se ama. Porque nadie jamás aborreció su propia carne, antes la mantiene y regala, como también Cristo a la Iglesia, puesto que somos miembros de su cuer- po. ‘En razón de esto abandonará el hombre al padre y a la madre, y se adherirá a su esposa, y serán los dos una sola carne’. Este misterio es grande, lo digo respecto a Cristo y la Iglesia.. Mas, fuera de esto, vosotros también, cada uno en particular ame así a su esposa como a sí mismo; la mujer, a su vez, que reve- rencie al marido porque somos miembros de su cuerpo. (Efesios 5:25-33).
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Por la debilidad que el pecado original dejó en el hombre, los teólogos morales han recomendado siempre un cuidado extremo para evitar ser vencidos por los deseos carnales. El Rey David es un ejemplo típico de cómo la vigilancia es impor- tante. Bajando su vigilancia y permitiéndose ser cautivado por la belleza de Betsabé, terminó pecando con ella y ordenando la muerte de su marido, Urías. En las palabras del Salvador, “Ve- lad y orad, para que no caigáis en tentación; que el espíritu está pronto, pero la carne es débil”. 10
La lujuria devasta el orden individual y social
En el plano individual, la lujuria destruye la paz de la men- te, la nobleza del alma, los deseos de las cosas del Cielo y causa la ceguera espiritual. Cuanto más uno satisface la luju- ria, cuanto más vehementemente ella arde, provoca nerviosis- mo, excitación e impaciencia y a menudo conduce a otros pe- cados e incluso al crimen. Así, la lujuria se enumera entre los siete vicios capitales. Ella alimenta el egoísmo, la inconsecuen- cia, la precipitación y la inestabilidad. A través de la lujuria se contraen y se propagan, enfermedades transmisibles sexualmente, extremamente dolorosas y a veces fatales, tales como el SIDA o la sífilis. También puede alimentar tendencias morbosas.
En la sociedad, la lujuria favorece la corrupción, fomenta la prostitución y la pornografía, torna las familias inestables, estimula la anticoncepción y el aborto y daña la educación de niños11
La castidad hace libre al hombre
La virtud de la castidad libera al hombre de la tiranía del concupiscencia, haciéndolo más apto para desarrollar actividades nobles, espirituales y consolidando su voluntad para las batallas de la vida. Santo Tomás dice:
Cuando las energías más bajas se mueven fuertemente hacia sus objetos, el resultado es que las energías más altas son obstaculizadas y desordenadas en sus ac- tos. Ahora el efecto del vicio de la lujuria es que el apetito más bajo, a saber el concupiscible, es el que busca de forma más vehemente su objeto, de modo ingenioso, que es el placer, por causa de su vehe- mencia. Por lo tanto las energías más altas, a saber la razón y la voluntad, son desordenadas del modo más lamentable posible por la lujuria. 12
El fin primario del matrimonio
El Profesor Mark S. Latkovic, del Seminario del Sagrado Corazón de Detroit, escribe:
Se dice con frecuencia que el Concilio Vaticano II desplazó el lugar tradicional de la procreación como el “fin primario” del matrimonio en favor del amor conyugal, o por lo menos en un pie de igualdad con la procreación, debilitando así la importancia de la última.
El Profesor Latkovic discrepa con que el Concilio Vaticano II realizara este cambio. Él argumenta que en la Constitución Pastoral Gaudium et Spes el Concilio “enseñó que ambos, la ‘institución del matrimonio’ y el ‘amor conyugal’ están ordenados a la procreación y a la educación de los hijos (cf. GS, 48).” 13
Fray Carlos Miguel Buela, fundador y superior General del Instituto del Verbo Encarnado, es de la misma opinión. El afirma que el Concilio reitera la ense- ñanza anterior de la Iglesia:
Aunque algunos dejan de utilizar esta terminología precisa [de Pío XII sobre los fines primarios y secun- darios del matrimonio] consagrada por el Magisterio de la Iglesia, si desean permanecer dentro de los lími- tes de la doctrina Católica se ven obligados a reco- nocer la realidad que traduce, les guste o no.
Algunos buscan en el Concilio Vaticano II un apoyo para alterar o falsificar la subordinación esencial de los fines del matrimonio, poniendo el amor antes que la procreación, es decir, haciendo del fin secundario el primario y viceversa…
La verdadera finalidad del acto sexual
En apoyo a su doctrina, la Constitución Pastoral Gaudium et Spes del Vaticano II – en su capítulo sobre la Dignidad del matrimonio y la familia – cita la Encíclica de 1930 de Pío XI Casti Connubii ¡no menos de cinco veces!
Esta encíclica es la carta fundamental del matrimonio cristiano. Y en una nota al pie de la página de su párrafo 48, hablando sobre los “varios fines” del matri- monio, Gaudium et Spes cita a San Agustín, Santo Tomás de Aquino y la encíclica Casti Connubii, que afirma explícitamente la subordinación de los fines.
Por lo tanto, si el Concilio Vaticano II cita documen- tos anteriores del Magisterio de la Iglesia es porque está confirmando simultáneamente la doctrina conte- nida en ellos. En ningún caso podría ser de otra ma- nera, porque entonces estaríamos haciendo frente a un completo absurdo e incoherencia.
Sin embargo, en oposición a tal enseñanza clara del Magisterio de la Iglesia, muchos continúan sostenien- do y enseñando la primacía del amor sobre la pro- creación.
En su estudio, Fray Buela recuerda la doctrina tradicional de la Iglesia sobre los diversos fines del matrimonio:
Los fines esenciales y complementarios del matrimo- nio son la procreación y la educación de los hijos, y la manifestación del mutuo amor. El hecho de que am- bos sean esenciales no significa que no haya una subordinación entre ellos, una vez que es imposible que una cosa (el matrimonio) tenga varios fines últimos. El fin primario esencial es la procreación y la educación de los hijos, y los fines esenciales secun- darios son “la ayuda mutua, fomento del amor recí- proco y amainar la concupiscencia”. Pío XII enseña claramente que los fines secundarios, “…aunque es- tablecidos por la naturaleza, no están en el mismo ni- vel que los primarios, y menos aún le son superiores; antes bien, le están esencialmente subordinados” …
Si el fin primario es el amor, el matrimonio pierde lo que lo constituye y le hace singularmente distinto de cualquier otro tipo de sociedad.
Si el fin primario es el amor y no la procreación y educación de los hijos, el matrimonio es despojado del status privilegiado de que goza como siendo an- terior y superior a toda sociedad –incluido el Esta- do– como es reconocido por la propia Ley Natural.
Si el fin primario es el amor, ¿en qué difiere el matri- monio de una mera “sociedad de amigos” o de una sociedad filantrópica?
Si el fin primario es el amor, ¿por qué no “lavarse las manos” de una tarea tan pesada como la educación de los hijos?14
El Canonista Javier Hervada, de la Universidad de Navarra, España, también dice que el Concilio mantuvo la doctrina tradicional sobre los fines del matrimonio. Cita Gaudium et Spes: “El matrimonio y el amor conyugal están por su naturaleza ordenados a la paternidad y a la educación de los hijos”. (No 50)
El Canonista Hervada entonces comenta: Es evidente que el acto conyugal está ordenado a la procreación. Su estructura natural no es otra que el acto de preñar a la mujer a través del uso de los ór- ganos reproductivos de la esposa.15
Notas
1 La breve visión de conjunto de este capítulo está basa- da en los argumentos dados por Santo Tomás de Aquino en la Summa Theologica, II-II, q. 153-154 y Suplemento qq. 41 et. seq.; Catechism of the Catholic Church, nos. 369-372, 1643-1651, 2360-2391. 2 La cópula marital también tiene el propósito de aumentar el amor entre los esposos y de someter la concupiscencia. Debido a su violencia, el placer carnal tiende a dominar y a subyugar la mente. Sin embargo, este efecto está normalmente ausente en el matrimonio, como San Alfonso María de Ligorio explica: “La fornicación es siem- pre mala, incluso cuando, ocasionalmente y per accidens, un fornicador pueda criar bien a sus niños. La razón es porque...es contra el derecho natural sujetar la razón a la carne, como sucede en la fornicación con el fin del placer. Pero en el matrimonio, aunque el mismo placer esté presente, Dios dispone, en su providencia especial, que no ocurra tal desorden” (D. Neyraguet, Com- pendio de Teología Moral de S. Alfonso de Ligorio [ Madrid: Viuda de Palacios e Hijos Editores, 1852], p. 236). 3 Según Santo Tomás, “un pecado, en los actos humanos, es lo que está contra el orden de la razón. Ahora, el orden de la razón consiste en ordenar todo a su fin de una manera apropiada... (y) así como el uso del ali- mento se dirige a la preservación de la vida en el indivi- duo, así el uso de los actos venéreos están dirigidos a la preservación de toda la raza humana” (S. Tomás de Aquino, Summa Theologica, II-II, q. 153. a. 2). 4 Las relaciones maritales en los casos de esterilidad na- tural resultantes de deficiencias patológicas del marido o de la esposa son legítimas porque no se está ponien- do ningún obstáculo a la cópula normal, que solamente
no puede producir sus resultados naturales por causas involuntarias o accidentales. 5 S. Tomás de Aquino, Summa Theologica, II-II, q. 154, a. 11. 6 Gen. 2:25. 7 Gen. 3:7. 8 Rom. 7:23. 9 Filipenses. 4:13. 10 San Marcos 14:38. Refiriéndose a la impureza en su tratado de moral, San Alfonso de Ligorio dice que con este vicio “más almas se hunden en el infierno, y no vacilo en decir que todos los réprobos se condenan debido a él, o por lo menos no sin él” (Neyraguet, p. 230). 11 Cf. Fr. Cornelius Damen, C.SS.R., s.v. “Lust,” Francesco Card. Roberti and Msgr. Pietro Palazzini, Dictionary of Moral Theology (Westminster, Md.: The Newman Press, 1962), p. 719. 12 Santo Tomás de Aquino, Summa Theologica, II-II, q. 153, a. 5. 13 En apoyo a esta posición, menciona al teólogo espa- ñol Ramón García de Haro. (Mark S. Latkovic, Vatican II on Love and Marriage, www.aodonline.org/aodonline- sqlimages/SHMS/Faculty/LatkovicMark/OpEds/ LOVEANDM.pdf.) 14 Fr. Carlos Miguel Buela, Los Fines del Matrimonio, in Forum of Moral Theology, Institute of the Incarnate Word, www.iveargentina.org/Foro_SAlfonso/articulos_ajenos/ fines_matrimonio.htm. (Destaques en el original.) 15 Fr. Javier Hervada, Los fines del matrimonio, www.encuentra.com/includes/ documento.php?IdDoc=2297&IdSec=411.