Un israelí estalla: «Sionismo es racismo.Este país está acabado y es una vergüenza. Somos una vergüenza.»
«Para ellos los derechos humanos son antisemitas. Justo
ellos, que son los primeros antisemitas del planeta, los que se burlan
del que no vive en Israel y lo consideran infrahumano. Ellos son los que
utilizan la historia del pueblo judío como excusa para asesinar. Y todo
para crear un país tan insulso, tan falto de creatividad, de humanismo,
de literatura, de imaginación. Ellos son los que crearon un país en el
que los militares son héroes culturales. (…) Este país está acabado y es
una vergüenza. Somos una vergüenza.»
Uriel Kon, un argentino radicado en Israel, hizo públicas sus
diferencias con la política contraofensiva en la Franja de Gaza.
Plazademayo.com reproduce su texto.
Vergüenza bronca e impotencia. Eso es lo que siento al vivir dentro o
a un costado de la sociedad israelí: en su gran gran mayoría se trata
de un cúmulo de individuos que han sufrido un lavado de cerebro
sistemático, desde chiquitos. Cerebros lavados y lavadores de cerebros
profesionales; victimarios que de alguna manera lograron desarrollar un
mecanismo de autoconvencimiento, una completa insensibilidad frente al
sufrimiento del otro – todo esto combinado con un sentimiento de
superioridad indeleble, paradójicamente mezclado con ignorancia,
vulgaridad y un racismo virulento. El racismo y la discriminación,
aplicados tanto en el plano personal como institucional.
Una sociedad como la israelí, que nunca quiso ni busco la paz, esta
destinada a a desaparecer. Tal es el destino final de las democracias
étnicas.
Hablar se torna peligroso
Los diarios y los sitios en la web de noticias en hebreo, narran la
guerra de manera tal que cualquier duda sea eliminada. Las noticias se
enuncian como pequeñas piezas de discurso adoctrinador, que es repetido
como mantra en el bar, en el café, en las universidades, de padres a
hijos, de oficiales a soldados. Es así que no hay huecos en el
imaginario local, casi no existe la izquierda ni la critica: abolidos.
La autocrítica es traición. La mirada de odio y de placer del sabra
israelí ante los ataques por tierra y los bombardeos, es evidente.
Hace unos minutos me encontré con un amigo argentino. Coincidimos en
que es imposible hablarle a la mayor parte de los sabras. Sus miradas
cambian, los ojos giran, cambian de órbita hacia adentro; parecen
zombis. Su amargura y rudeza son innatas, pero se potencian con el odio.
Para ellos la guerra, todas las guerras israelíes son morales, no se
las pudo evitar. Son guerras impuestas por el enemigo. Ellos son el
oasis de oriente medio, son el milagro, son los elegidos. O a la ney
matogrosso: son la rosa de Hiroshima.
Disparan y lloran. Lloriquean mientras matan y construyen nuevos
asentamientos en los territorios ocupados. Ellos no quieren matar pero
matan. Quieren la paz en la guerra. Y se lo creen!
A no confundirse los que visiten Tel-Aviv, mundo de mini shorts, pop
americano y multisexualidad. Debajo del pastito cuidado, de la gente
paseando perros o andando en patín, detrás de la literatura local de
medio pelo a la que le gusta leerse en tramas infantiles o dramitas
cotidianos, detrás de boutiques divinas y el mundillo tanto corporativo
como artístico, se esconde una perversidad guerrera, una santificación
de la muerte propia y ajena, y se rinde culto al eterno consenso sobre
la conquista y la opresión.
Pero este palabrerío tan adjetivado quería ser solicitada: solicito a
mis amigos coles, a los que de alguna manera se criaron – como yo –
dentro de las comunidades judías en Latinoamérica, con ese dejo de
izquierda idish, con determinada alegría de vivir rodeados de seres
humanos diferentes, seducidos por la diversidad – que llego el momento
de desdecirnos de manera rotunda de Israel: separar por fin el judaísmo
de la doctrina nacional de este país acabado. A contrapelo de lo que
aprendimos en la escuela – sionismo es racismo. Sionismo es también una
forma de antisemitismo. El prototipo de ario israelí fracaso, y en su
fracaso, como durante las ultimas semanas del nazismo en la guerra,
quiere borrarnos a todos – quiere volar todos los puentes. Quieren morir
en el odio automático y la pasión erótica por la guerra.
No apoyar mas a Israel. No aportar dinero que el dinero estuvo y
estará destinado a plantar bosques sobre pueblos palestinos destruidos.
Que el dinero va para seguir construyendo la infraestructura de los
asentamientos en los territorios ocupados y así anular cualquier plan de
división territorial. Que el apoyo es utilizado para matar gente,
asesinar chicos, probar nuevas armas, criar nuevos soldaditos zombis,
carentes de ideas independientes.
Mirar a la cara a esta gente, y más en época de guerra, da miedo. Son
rostros de gente que tiene nauseas cuando se utiliza la combinación de
palabras “derechos-humanos”. Para ellos los derechos humanos son
antisemitas. Justo ellos, que son los primeros antisemitas del planeta,
los que se burlan del que no vive en Israel y lo consideran infrahumano.
Ellos son los que utilizan la historia del pueblo judío como excusa
para asesinar. Y todo para crear un país tan insulso, tan falto de
creatividad, de humanismo, de literatura, de imaginación. Ellos son los
que crearon un país en el que los militares son héroes culturales. un
país en el que las mujeres, para recibir igualdad de derechos, se
convierten e imitan a los hombres. La mujer liberada es la mujer-hombre,
la que abandona sus atributos para entrar en las guildas masculinas. Su
mundo interior es el que se negó a imaginar un territorio pacifico, en
el que la vida, la creación y la alegría, reemplacen al erotismo de la
violencia.
¿Cómo vivo en este país? ¿Cómo conciliar con la idea de que mis
impuestos aporten de alguna manera a la manutención de un sistema
opresor y antidemocrático? Esas son cosas que me vengo preguntando hace
bastantes años. En una época tenia la idea narcisista e inocente, de que
algo podría cambiar, y que yo podría contribuir a ese cambio. Pero la
unica solucion viable es la re-emigracion, acto de por si complicado,
aunque no imposible. Creo que se acerca la materializacion de ese acto.
Este país esta acabado y es una vergüenza. Somos una vergüenza. No
quiero vivir con la vergüenza a la que me llevaron mis decisiones de
adolescente.
Visto en : Eternity