martes, 30 de septiembre de 2014

"Oikonomía": El testimonio de un monje ortodoxo


"Oikonomía": El testimonio de un monje ortodoxo

(Comentario del blog del P. John Zuhlsdorf)

Soy un monje de la Iglesia Ortodoxa en proceso de convertirme al catolicismo.
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He decidido hacerlo por muchas razones, la gran mayoría de ellas dogmáticas. Pero, aunque darme cuenta de la Verdad de la teología dogmática católica fue un crecimiento gradual, hubo dos cosas que de entrada me hicieron reconocer que la sabiduría doctrina del catolicismo era algo para tomar en serio. Habiendo leído a los Padres sobre cómo discernir la vocación al matrimonio o a la vida religiosa, se me hizo claro de que los Padres tenían una idea definitiva acerca del matrimonio y la sexualidad; esta idea específica les permitía recomendar la vida célibe a todos los que pudieran abrazarla e insistir que si un cristiano quería conservar un pie en este mundo, su sexualidad debía estar exclusivamente reservada al matrimonio, matrimonio que a su vez estaba dirigido a un único fin: la crianza de una descendencia dada por Dios en una unidad comprometida que formaba la base de la sociedad y que reflejaba el vínculo indisoluble entre Cristo y la Iglesia. En el contexto completo de su visión del matrimonio y el sexo, dos cosas son inevitables: primero, la contracepción es incomprensible para un matrimonio cristiano, dado que tendían a ver el matrimonio como algo bueno en sí, aunque aún como una concesión menos óptima de los deseos mundanos que sólo se justificaba para producir hijos y criarlos en la Fe; segundo, el matrimonio es necesariamente permanente mientras ambos esposos aún vivan, tanto por sus tareas y obligaciones de ley natural, como también por su carácter sobrenatural. Los ortodoxos pueden intentar enorgullecerse de una mayor fidelidad a la tradición apostólica en algunas costumbres externas (calendarios antiguos, ayunos, tiempos de genuflexión y otros que no, etc.), pero me era absolutamente claro que se habían apartado de la doctrina cristiana básica sobre el matrimonio y la sexualidad. Ésta es una cuestión de doctrina, no de mera práctica, y debería dejar perplejos a muchos ortodoxos como me pasó a mí: reconocí para mí mismo que "si el catolicismo es falso y la ortodoxia es verdadera, ¿por qué es que el catolicismo aún enseña la verdad acerca del matrimonio y la contracepción, mientras que nosotros la hemos abandonado?" Las vaguedades doctrinales que rodean el Filioque y la Infalibilidad Papal pueden ser debatidas hasta el cansancio; la clarísima enseñanza patrística y apostólica (y de la Escritura) es para siempre y excluye la anticoncepción, no puede ser debatida (al menos no por gente honesta que juega limpio). Creo que sería trágico ver al catolicismo coquetear con la idea de "oikonomía", cuando su fidelidad doctrinal es, para mí, un testimonio clarísimo de su verdadera pretensión de ser La Iglesia. Como alguien que estuvo en la Iglesia Ortodoxa, permítanme decir que este concepto de "oikonomía" ha servido para grandes abusos entre los ortodoxos para justificar todo y cada relajamiento de la disciplina canónica. Esto no es algo que el catolicismo quiera introducir. El uso correcto de "oikonomía" es "buen manejo del hogar" (que es lo que la palabra significa). Esto significa que con frecuencia la rigidez es tan parte de la "oikonomía" como la indulgencia. La manera correcta de entender esta economía está en el término latino "dispensatio", que es la forma en que siempre ha sido traducido el término griego. En latín significa "ponderar", "sacar una muestra", "cancelar una deuda". La idea es que la dispensación trata de lograr el mismo bien que la ley intentaba lograr, ponderando todas las variables en sus circunstancias particulares. Uno no simplemente “desecha" la ley; uno trata de alcanzar la intención del Legislador por otros medios. Algunas veces esto puede significar relajar la disciplina de la ley, cuando las circunstancias indican que aplicarla estrictamente causará en realidad un mayor mal a una persona particular en circunstancias particulares. Pero, obviamente, este poder de buscar alcanzar la buena intención de la ley seleccionando un camino diferente luego de ponderar todos los factores, no se extiende a la violación de la verdad o la corrupción de la moral, dado que éstas no fueron nunca la intención de la ley. Por el contrario, serían lo opuesto a la intención de la ley. ¡Católicos! Creanle a este monje ortodoxo: ¡Escapen a esta "economía" espuria que deliberadamente corrompe el significado auténtico del término! Tan distorsionada se ha vuelto la teología ortodoxa que consideran a los sacramentos no ortodoxos como inválidos siempre, pero aún así creen que pueden considerarlos válidos "por oikonomía". ¿Cómo es que un principio que permite hacer juicios prudentes en la administración de la ley canónica, tiene algo que ver con la validez o invalidez retroactiva de los sacramentos? ¿Qué bien hace esta concepción completamente confusa de la oikonomía? Conozco a un sacerdote ortodoxo, casado, que trabajó como psiquiatra; tuvo un amorío con uno de sus pacientes, lo que incluso la ley secular considera un crimen que amerita perder el derecho a practicar la medicina, sin embargo, el obispo le permitió divorciarse de su mujer, "volver a casarse" con su paciente, y regresar al servicio sacerdotal, todo en nombre de la "oikonomía". ¡Misericordia un cuerno! ¿Dónde estaba la misericordia para la esposa del hombre? ¿para los hijos? ¿para la comunidad que preferiría no tener como ministro a un mentiroso, adúltero y fornicador en esa función? ¿para la otra mujer que puede ser victimizada por su hombre ahora que sabe que sus acciones no conllevan consecuencias? A esto tiende naturalmente una idea como la de "oikonomía" y a esta forma de comprender la "oikonomía". Les digo: ¡sea anatema! Debería ser una gran vergüenza para la ortodoxia que se tolere esta traición a la fe; los católicos deberían enorgullecerse de no tener nada de esto. Es una de las razones por las que me tomé el catolicismo seriamente, y eventualmente llegué a confesarlo como la que sostiene la fe verdadera.