miércoles, 24 de septiembre de 2014

Semana... ¿del estudiante?

Semana... ¿del estudiante?

Por Fernando Jaramillo
Por nuestros días nos encontramos con un fenómeno juvenil local digno de ser atendido, pues incumbe a las costumbres y a las conductas de nuestros jóvenes, adultos del mañana.
“Semana del estudiante”… ¿Qué es esto?
Algún ingenuo podrá pensar de que se trata de jornadas estudiantiles académicas…; otro, de competencias intercolegiales de cuestiones relacionadas con el saber y con la cultura.... Otro, de que, luego de haberse cumplido una parte del ciclo lectivo, las instituciones compensan a los alumnos con los mejores promedios becándolos con viajes de estudio a los mejores lugares históricos y culturales de Europa, por ejemplo… Pero no. Nada que ver.
 Lamentablemente, si pudiéramos resumir esta semana en una palabra, diríamos -usando un término juvenil-: “joda”. Y descontrol. Sino ¿cómo se justifica el increíble despliegue policial y las medidas municipales que se adoptan para esta semana? Con las consiguientes declaraciones policiales acerca de los operativos respectivos que son para  “preservar a los chicos de conductas delictivas y contravencionales” (http://www.mediamza.com/Lectura.asp?id=99757).
Lo peor de todo es que los jóvenes no organizan dicha semana por sí solos, sino que la organizan junto con los mayores y adultos, con el aval de colegios, padres y municipio. ¿Y las consecuencias cuáles son? Jóvenes abatidos por el vicio y la corrupción, que asisten a las escuelas para todo menos para estudiar y aprender…
Entonces ¿Semana del estudiante? O ¿Semana del atorrante?
¡Pobre juventud! Está siendo conducida por caminos que llevan a la perdición. La juventud está llamada al heroísmo y al esfuerzo superador de dificultades que templen el carácter, que maduren la personalidad y que sirvan de experiencia para poder encarar el día de mañana la responsabilidad de formar familias y comunidades.
¿Y dónde radica el problema? De modo superficial, en los fines de la educación. Una escuela no ya educadora, sino inclusiva, contenedora, permisiva, desautorizada… Y de modo más profundo: en la sociedad irreligiosa de hoy, que sin el Decálogo de Dios, sin una moral definida, soltada a la suerte y al capricho de la libertad y la autonomía absolutas de cada sujeto, engendra en potencia al hombre light, al decir de Enrique Rojas.
Recordemos finalmente,  que el joven tiene un cúmulo de vitalidad enérgica contenida dentro suyo que debe ser explotada y bien encauzada para que madure en la adultez. Y que los adultos deben encargarse de propiciarles ocasiones de esfuerzo, de sacrificio, de heroicidad, ayudándoles a proponerse metas y objetivos sublimes y presentándoles buenos arquetipos que sea una locura no lanzarse a imitarlos…
Algo para rematar: ni hablar del negocio que significan los festejos estudiantiles para los dueños de los lugares donde se hospedan los jóvenes durante esta semana.
 Que Dios bendiga a nuestros jóvenes y suscite vocaciones de buenos padres y educadores.