viernes, 31 de octubre de 2014

Clase media opositora: el peligro de vivir en un Tupper

Clase media opositora: 
el peligro de vivir en un Tupper
Por JUAN SALINAS BOHIL
@salinasbohil
(30/10/2014.- Bs. As.) Hace unos meses los opositores se ufanaban en afirmar que el kirchnerismo tenía fecha de vencimiento: esto es, a fines del 2015. Luego, que al oficialismo cada vez le costaba más reunir los votos necesarios para probar leyes. Fueron los mismos que pronosticaban su inevitable y pronta caída gracias al motín del campo en 2008, o un principio de fin de ciclo en el 2009. 
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También los caceroleros del 8N y posteriores, manejados a control remoto desde la Casa Rosada a la manera de Juan Carlos Blumberg, creyeron que iban a lograr un cambio en las políticas oficiales. Como el Mayo 68, el kirchnerismo absorbió a todos estos alborotadores de papel maché y los incorporó al sistema. A su sistema. Pruebas al canto.
La principal y por momentos única diferencia entre el oficialismo y la llamada oposición es que el primero gobierna. Así, a secas. Y en territorios feudales como Argentina existe una sola manera de hacerlo. Los opositores se quejan amargamente de lo que, en realidad, no pueden hacer y harían si estuviesen en el poder. De hecho, todas las “variantes” políticas argentinas son casi idénticas: estatistas, dirigistas, inflacionarias, garantistas, antimilitares, socialistas. Por ende, se encuentran mancomunadas en mayor o menor medida, abierta o solapadamente con el kirchnerismo al aprobar diversas leyes y designaciones como fue, por caso, la de Alejandra Gils Carbó, Procuradora General de la Nación , que en el Senado recibió 63 votos favorables contra sólo tres en contra. De más está decir que ahora los opositores braman en siete idiomas contra la elegida.
La política se hace en la calle, con la gente., bajo el sol o con el agua a la cintura, con los inundados. Pero como la mayoría de los opositores son abogados, estos creen que el Congreso es un estudio jurídico y presentan escrito tras escrito en los tribunales como si con eso fuese a lograrse algo. O un set de televisión a los que son habitué.
No se puede ser un poco opositor, porque al aprobar “algunas” políticas oficiales, de inmediato se forma parte del elenco oficialista. Es el típico caso de los “independientes” que lo son hasta que dejan de serlo.
Sin propuestas que lo diferencien del gobierno y, primordialmente sin dirigentes con un mínimo de carisma, los opositores bailan el ritmo que, como buena bastonera, indica la Presidente.
Ahora, histéricamente, le piden a Cristina que muestre su título de abogada. Y si lo presenta, ¿qué van a hacer? ¿A dónde se van a ocultar? Y si no, ¿la van a deportar?
¿Qué proponen? ¿Cómo lo van a hacer? ¿Cómo van a pagar el capital de la deuda externa? ¿Cómo van a pagar la deuda interna? ¿Con las inversiones extranjeras que piden desaforadamente sabiendo que Argentina ha duplicado su compromiso con los acreedores y no tiene capacidad de repago?
¿Y qué van a hacer, por ejemplo, cuando destrocen el monumento a Roca como hicieron con el de Colón? ¿Presentar un pedido de informes? ¿Oponerse estando sentados en sus bancas?
Mientras, la clase media mira la realidad que no entiende por televisión o se sumerge en el combo de las redes sociales sin comprender que “la revolución no está en el teclado”.
Que siga participando. Es gratis.
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