lunes, 24 de noviembre de 2014

Cardenal Karlic: ¿encubrió abuso sexual? La Justicia declaró imprescriptible la causa Ilarraz


Cardenal Karlic: ¿encubrió abuso sexual?

La Justicia declaró imprescriptible la causa Ilarraz
"El que destruye la obra de Dios termina mal"
Hace ya largo tiempo, el piadoso Arzobispo de Paraná, Mons. Adolfo Tortolo, decidió impulsar el seminario de su diócesis llamando a colaboradores de la talla del Padre Alfredo Sáenz y Alberto Ezcurra Uriburu.
El éxito acompañó sus empeños, pues de esa época gloriosa del seminario de Paraná, surgió una pléyade de sacerdotes católicos que ahora presentan batalla en distintos ámbitos de la República.
Juan Pablo II se refirió a él como "Áureo Seminario", y en una carta dirigida a Mons. Tortolo, por dos períodos elegido presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, esto dijo:
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“En realidad, las muchas obras realizadas que sería largo enumerar, donde quiera hayas ejercido el ministerio, ¿qué muestran sino que tú has sido “varón de Dios”, “hombre de la Iglesia”, por la santidad de tu vida, la experiencia pastoral, el sentido eclesial, insigne por tus dotes y celo apostólico, preocupado por las necesidades del Pueblo de Dios, por la formación del clero, por el progreso en los estudios, del régimen del Seminario Mayor y Menor, del apostolado de los laicos y del incremento de las escuelas católicas”?
El enemigo interno, que acecha constantemente cualquier rebrote de verdadera catolicidad, no podía dejar que esa magna obra continuara; de modo que, aprovechando la enfermedad del Arzobispo, influyó en la designación de Mons. Estanislao Karlic como coadjutor con derecho a sucesión y Administrador Apostólico de la diócesis desde el 19 de Enero de 1983.
Mientras el alma de Mons. Tortolo emprendía el viaje final, el 1º de Abril de 1986, Karlic quedaba automáticamente consagrado Arzobispo de Paraná. Entre las múltiples tareas que había desempeñado en su interregno, destaca con total preminencia la destrucción del "Áureo Seminario".
Cumplió su empeño a la perfección. Cuando los maestros y seminaristas vieron claro la dirección que tomaba, comenzaron a buscar refugio en la diócesis de San Rafael, cuyo obispo Mons. Kruck estaba necesitado de talentos que elevaran su seminario.
Lentamente comenzó el éxodo, que en muchos casos tiene connotaciones novelescas, con redes de apoyo entre los laicos de la ciudad de Paraná, que permaneciendo fieles a la verdad, ofrecieron sus casas y sus dineros, para que el escape tuviera éxito.
El Seminario de Paraná estaba, a los dos años de llegado el nuevo Administrador, totalmente devastado. Por ese entonces, Karlic expulsó al padre Alfredo Sáenz, alma mater  de aquella obra.
Quizá como un símbolo que sintetizara la destrucción acaecida, la habitación en la que el padre Alfredo pasara largo tiempo de meditación, oración y vigilia en sus desvelos por la formación de los futuros sacerdotes, fue entregada a un ignoto personaje, seminarista recientemente consagrado por Karlic, llamado Justo Ilarraz. Permitióse así que aquel espacio de piadosa vida, se convietiera en antro de la más diabólica corrupción.
No solamente le fue cedida la habitación del maestro, sino que, en 1985, el Coadjutor lo hizo Prefecto del Seminario Menor y Encargado de la Librería del Seminario.
Desde su puesto de Librero, Ilarraz, el nuevo "chu chu" de Karlic, expurgo la biblioteca de buenos libros, centrando su faena destructora en la Revista Mikael, obra de alto porte intelectual en la que se publicaron las ideas de las mentes más elevadas de la catolicidad argentina.
Por esas páginas desfilaron Alberto Caturelli, el padre Guillermo Furlong, Ignacio Anzoátegui, el magnífico poeta Carlos Sáenz, el padre Julio Menvielle, el filósofo alemán Josef Pieper, Mons. Tortolo, el padre Alfredo Sáenz, etc.
A propósito, es digna de encomio la labor del padre Javier Olivera Ravasi IVE, quien ha puesto en la web los treinta y tres números de Mikael (¿33 todo un símbolo?); y que nuestros lectores pueden consultar AQUÍ.
Pero el joven Ilarraz, como ya se dijo encumbrado por Karlic, no solamente aceptó destruir libros o revistas, no. Según lo que se va sabiendo, desde su puesto de Prefecto del Seminario Menor, es decir encargado de chicos adolescentes, habría roto algo infinítamente más preciado: la inocencia, y la salud moral y física de cerca de 50 chicos de entre 10 y 14 años, desde 1985 hasta 1993.
Esto dijo el abogado Milton Urrutia, quien fue pupilo de Ilarraz y lo ha querellado penalmente por corrupción agravada, el 29 de Octubre de 2012:
El lunes 22, Urrutia volvió a aquel lugar que conoció tan de cerca, el Seminario, durante la inspección judicial que ordenó el juez Grippo y de la que participaron los abogados querellantes en la causa. Subió al primer piso, abrió la puerta del cuarto del cura (el que había sido del padre Sáenz, ndPC), y miró alrededor: encontró suciedad, abandono, y el mismo escenario que dejó cuando se fue de aquel lugar, en 1993, sepultando para siempre su vocación sacerdotal. Cuando entré a ese baño, me acordé de lo que veía cuando estaba ahí: la ropa íntima del cura que la colgaba en un perchero. Pero también recordé lo que pasaba ahí adentro. En una segunda fase de su acercamiento –primero era el juego de ajedrez, la confesión, las charlas en la habitación, las caricias, los masajes-, los invitaba a bañarse con él. Y ahí, él les enseñaba a reconocer lo que era su cuerpo; el de los chicos, y el del padre Justo. Les explicaba cómo tenían que enjabonarse su cuerpo, cómo debían correrse el prepucio, y jabonárselo; había chicos que jamás nadie le había explicado eso, cómo correrse el prepucio y lavárselo. El lo hacía, el padre Justo. Y después seguía con los roces en la ducha, y los toqueteos. A algunos, también les enseñaba a masturbarse”. –Un lugar clave, entonces, es el baño. Era lo que seguía a los masajes, los besos en el cuello. El siempre tenía la excusa de los dolores en la espalda, y pedía masajes, y después lo hacía él con los chicos. Después de eso, seguía la ducha. Los secaba él mismo, y los llevaba a su habitación, y les colocaba la colonia Old Spice. En ese momento, todavía no habían llegado a la otra fase. La fase final, cuando se acostaba con los chicos en la cama; la última, la penetración. Decía que así les tomaba el espíritu y llegaban a la amistad más profunda. Era un perverso, porque no hacía todo eso con gente adulta, sino con niños, de 12 o 13 años.
Más tarde el Dr. Urrutria, renunció a la causa, luego de sufrir tres atentados con bombas caseras.
Cuando el Rector de la Catedral, padre Silvio Fariña, declaró ante la Justicia en Diciembre de 2012, quedó claro que el Arzobispo de Paraná había iniciado un sumario hacia 1993, año en que envió a su protegido Ilarraz a Roma, y que a pesar de verificar su culpabilidad, le aplicó una levísima sanción mediante un decreto sin numerar del 18 de diciembre de 1996, por el que dispuso prohibir que el cura volviera al territorio de la Arquidiócesis, así como tener cualquier tipo de comunicación con los seminaristas.



¿Cómo es posible que Karlic reconozca la culpa de Ilarraz, y al mismo tiempo archive la causa con una sanción irrisoria, dejando al culpable en libertad de seguir con los abusos en otro lado?
Si alguien dedujera que lo estaba protegiendo, nada podríamos objetarle.
Ese mismo mes el cardenal Karlic hizo las primeras y brevísimas declaraciones sobre este caso por una radio de Paraná:
—¿Está dolido por toda esta situación? –se le preguntó.
Sí, sí… dolido. Pero no quiero hablar… –respondió Karlic, intentando disculparse por la decisión de no profundizar lo que se le había preguntado.
“Siempre nos duele todo lo que está mal, todo lo que es pecado, pero debemos decir la verdad, porque la verdad nos hará libres”, indicó Karlic, según transcribió Análisis Digital. “Tenemos el deber de perdonar”, acotó luego. Más adelante insistió en que “Dios nos ama” y “debemos amar a todos; aún a nuestros enemigos; los de antes y los de siempre”

Más adelante, el 25 de Febrero de 2013, la querella pidió que el cardenal Karlic sea imputado por el delito de encubrimiento agravado, requerimiento que no fue aceptado por el Tribunal por una cuestión de procedimiento.
En Julio de 2013, el ex rector del Seminario padre Alfonso Frank, confirmó ante el Tribunal haber participado en el sumario que afectó a Ilarraz, aclarando que su intervención en el caso fue circunstancial, que después de aquella participación en la confesión de la primera víctima que se atrevió a hablar, no estuvo relacionado más con el asunto, y que no podría explicar por qué se lo llamó entonces y por qué no se lo participó más en las siguientes declaraciones de las otras víctimas.
En Agosto de 2013, la Sala I de la Cámara del Crimen de Paraná, declaró prescripta, en razón del tiempo transcurrido, la causa contra el cura Ilarraz.
Sin embargo, el 19 de Noviembre pasado, la Cámara de Casación Penal, aceptó las objeciones de los querellantes y determinó que la causa Ilarraz debe volver al Juez de Instrucción para que se siga investigando.
La acusación tiene pensado llamar al actual Arzobispo de Paraná Mons. Puigari y a los dos eméritos, Mons. Maulión y el Cardenal Karlic, a declarar como testigos.
Las víctimas de Ilarraz han hecho conocer un mensaje, luego de saberse que el juicio seguiría adelante, en el que se puede leer, haciendo referencia a la forma en que Karlic ocultó la situación:
“tenemos mucha bronca e impotencia de que, habiendo denunciado en tiempo y forma a quienes eran nuestros tutores legales, tomaron todo en sumo secreto y complicidad, haciéndonos jurar y poniendo a Dios como testigo de sus mentiras y especulaciones”. “Hasta aquí nadie ha dicho aún que Ilarraz, en contra del mismo Derecho de la Iglesia, a sabiendas de sus autoridades, el cual prohíbe que un mismo sacerdote sea el tutor, profesor, director espiritual y confesor de los niños a su cuidado, ejercía en sí todas estas funciones, cerrando así el círculo de silencio, sepultando así en secretos espirituales las aberraciones, palabras, sonrisas sarcásticas, manoseos, y fundándose en generar con los chicos una amistad inquebrantable. Una amistad profunda, pactos íntimos, mezclada de pasión, placer, bienestar, silencio, imponiendo la traición de que si se conocían públicamente sus intimaciones corporales, quedaríamos excluidos del círculo íntimo y de sus privilegios. Esto generaba temor, competencia, búsqueda de puestos privilegiados en niños que nunca habían sido preparados para esto en sus familias de campo y de trabajo, familias que con gran esfuerzo educaban en la fe, respeto, y entregaban casi de forma ceremonial, sus hijos al Seminario, para que, en primer lugar, se continuara esa maravillosa formación de futuros jóvenes comprometidos con la fe, con el trabajo, emprendedores, con sueños y proyectos, capacidades y aptitudes”. ¿Cómo hablar, cómo decir todo esto a nuestras familias ilusionadas, a todo un pueblo que nos miraba distinto, porque éramos seminaristas, futuros curas, con 12 o 13 años? Cuantas cargas en nuestras pequeñas mentes, y él, el Gaita (Ilarraz), lo sabía” Y agregaron, apuntándole, especialmente, al ex arzobispo de Paraná y actual cardenal, Estanislao Karlic (según la crónica que seguimos):
 “No les importó nada; nada le intereso del futuro de sus vidas de los que hoy son jóvenes y gritan, suplican, basta ¡!. No al abuso de menores, no a la corrupción, no al encubrimiento, no a la complicidad para reguardar honores y privilegios. No queremos más silencio, queremos palabras de aliento, esperanza, queremos reconocimiento, sacar, desinfectar este ambiente putrefacto de tibiezas y temerosas conclusiones”.
Karlic llegó a Paraná con el mandato de destruir una obra de Dios, y así lo hizo. Hoy cuando su vida se acerca al ocaso, la purpura que ostenta se ve manchada con uno de los más graves pecados que existen: el escándalo de los pequeños.
¡Qué Dios le dé la gracia del arrepentimiento y la reparación pública antes de que le llegue la hora!