sábado, 29 de noviembre de 2014

¿Muchos o pocos?

¿Muchos o pocos?

Los políticos de aldea
El comentario que acompaña a esta fotografía, ¿tendrá muchos o pocos lectores?
Es lo que nos preguntamos, al entregar a la apreciación del público el cuadro del pintor alemán Wilhelm Leibl, expuesto actualmente en el Museo Oskar Reinhart, Winterthur, Suiza..

Die Dorfpolitiker (los políticos de aldea) es el título del cuadro que presenta un conciliábulo entre notables de una aldea alemana a comienzos del siglo XX.
Como se ve, la conversación en que están entretenidos comenzó hace mucho. En el instante en que el pintor sorprendió al grupo, había un silencio compuesto de reflexión y de algo de cansancio.
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Todos se callan. No con un silencio molesto, ni con un silencio que expresa el deseo de dar por terminado el conciliábulo. Muy por el contrario, ellos están ahí sentados comprendiendo que con este tipo de intervalos la reunión todavía puede demorar mucho tiempo dentro de la tranquilidad general de la aldea.
Están debatiendo temas locales, y la opinión común a la que lleguen será aceptada por todos los habitantes del pueblo. Pues esta gente sabe discordar para concordar.
Mostrando un primitivismo cultural que confina con el analfabetismo, tal vez algunos de ellos no sepan escribir y ni siquiera leer, pero todos saben -cada cual a su manera- observar, reflexionar, discordar y por fin concordar.
Por la tranquilidad del ambiente se percibe que saldrá un acuerdo sólido, estable, produciendo un contentamiento general en la aldea.
¿Opinión pública?
Sí, porque comienza por ser opinión. Basta examinar cada fisonomía para ver que cada uno tiene, a su modo, opinión formada, y mucho más que eso, un hábito de formar opiniones. Esa opinión no es prefabricada por un periódico con una tirada de miles de ejemplares cotidianos, sino que cada uno tiene dentro de sí un linotipo interior en que acaba componiendo sus propias frases, que no serán escritas, que será después dadas en la reunión.
Uno lee, los otros miran, todos reflexionan. Bastaría que hubiera un poco de cerveza entre los presentes, para que el coloquio se animase y floreciese en poco tiempo el acuerdo.
Plinio Corrêa de Oliveira
Fuente: Revista “Catolicismo