Publicado por Revista Cabildo Nº 110
Meses Noviembre- Diciembre de 2014-3era.Época
CULTURALES
Carlos LLAMBÍAS
Los padres del "No"
Carlos LLAMBÍAS
Los padres del "No"
UNA de las penosas publicaciones de la Argentina posmoderna, ADN, suplemento de "La Nación " diario, ha publicado —hace algún tiempo atrás, no importa la data— un estudio con pretensiones de seriedad que trata sobre un tipo especial de padres de familia.
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Al parecer, un selecto grupo de periodistas, que tienen en común ser bolches, judíos o "católicos" elizabethico-piqueteros, realizaron un exhaustivo análisis estadístico de los progenitores de familias numerosas; esto es, con más de dos hijos.
Una de las características recurrentes destacadas en este estudio, es que los padres y madres de dichas familias tenían en común el saber decirles "no" a los nenes cuando éstos les pedían plata, golosinas, juguetes, salidas o caprichitos.
También otro punto notable que resultó ser común fue una tendencia generalmente antidemocrática en la conducción del hogar. O sea: respeto por la autoridad y noción de jerarquía.
Nos dimos a fabular entonces qué pasaría si dicho estudio avanzara aún más y descubriera rasgos como los siguientes:
- Imposiciones exóticas al estilo de andar limpios, con el pelo corto y peinados, vestidos decentemente y caminar erguidos, tanto para
varones como para las mujercitas.
- Exigencia de hablar en correcto castellano, sin intercalar palabrotas o procacidades de rutina.
- Obligación de estudiar, de hacer mantenimiento del jardín, reparar cosas rotas, ayudar en las tareas al padre y a la madre, sea pelando papas, cosiendo y tejiendo o haciéndose la propia cama y lavándose la propia ropa.
- Costumbre de practicar regu¬larmente los oficios religiosos, cumpliendo con los preceptos y las prácticas de la Fe; sin descuidar el tiempo para juegos y para lecturas selectas.
Seguramente todo este extraño comportamiento, sospechoso de ultraderechismo cavernícola, al decir del peruano Vargas Llosa, habría atraído las miradas de distintos funcionarios. Habrían intervenido los organismos de seguridad, siendo trasladados todos los imputados al hospital Borda para proceder a su reeducación por no haberse adaptado a la moderna sociedad sin Dios.
Los hijos de dichos anticuados matrimonios habrían sido separados de inmediato de los padres, para reeducarlos con las nuevas normas obligatorias; previéndose de que en caso de que el tratamiento reeducativo fracasase, las personas en cuestión —que a esta altura estaban atentando en contra de la seguridad del Estado— fuesen internadas por tiempo indeterminado en el penal de máxima seguridad de Marcos Paz, junto a los "represores genocidas".
Y los medios, claro, anunciarían estas sabias medidas con bombos y platillos, aduciendo que se trata de una profilaxis ecológica humana para depurar al sistema democrático de esos seres antediluvianos. Ahora sí, dirían los medios, en un clima de libertad fraterna y sin frenos, los niños podrán gozar de la droga, del sexo y del ejercicio de la delincuencia; y la sociedad toda podrá dirigirse imparable hacia el caos y la anarquía en la cual cada hombre es Dios, o sea que hace lo que le viene en gana.
Fabulando estas cosas, a partir de la lectura del precitado artículo de ADN, tomé el tren Mitre, eléctrico, desde la estación San Isidro hasta Belgrano C. La boletería estaba cerrada, los molinetes giraban sin tarjeta; esto es, sin pagar. Sentado en un banco esperé la llegada del tren, que tal como anunciaba el cartel luminoso, apareció exactamente a los diez minutos. Le comenté a mi vecino de banco mi desconcierto ante este fenómeno. Me dijo que eso de subir y no pagar era cuestión a la cual el público ya estaba acostumbrado. Otro señor me dijo que al no haber ni guardas ni policías, el día que un gobierno pretendiera cobrar boleto, los talibanes incendiarán los trenes.
Por suerte, seguro que hay otro equipo de investigadores serios de ADN o libelo análogo, que nos sabrán explicar venturosamente este fenómeno. •
