NACE LA «LIGA CATÓLICA PARA LA ORACIÓN DE REPARACIÓN»
Visto que toda descripción de la crisis de
la Iglesia en sus detalles resulta penosamente redundante, y que la
extendida prevaricación de clérigos y fieles ha deformado de tal manera
el aspecto de la Sponsa Christi que ésta parece haber sido
sustituida por otra cosa -y ésta, a su vez, inverecunda y vulgar-; y
comprobado también que el mundo, sujeto al demencial desboque de la
irascible y la concupiscible, localiza con demoníaco instinto toda traza
de cristianismo para atacarlo en sus símbolos o en las personas que aún
lo encarnan, un grupo de católicos italianos congregados en un medio
digital y en una cofradía se decidieron a recurrir a uno de los pocos
instrumentos que aún nos quedan para equilibrar la acción envolvente de
las tinieblas: la oración de reparación. Y extendieron su iniciativa a
los fines de comprometer a muchos otros a participar de este tan
necesario como accesible cometido espiritual, de eficacia conocida sólo
por Dios.
Nos hacemos eco de la invitación a integrar la Liga recientemente formada, para lo que reproducimos el texto originalmente publicado en italiano por Riscossa Cristiana, y luego traducido para los lectores hispanohablantes por Chiesa e postconcilio. Instamos humildemente a aquellos lectores que lo crean conveniente a iniciar esta práctica en comunión de almas, y a notificar su adhesión a la iniciativa al correo electrónico que se indica unos párrafos más abajo. Si está muy bien que a la vista del fragor marino repitamos la jacuatoria «Domine, salva nos, perimus», no menos cumple cubrir el estruendo de las olas con palabras que recuerden y vindiquen el honor del Santo Nombre que éstas ofenden.
Nos hacemos eco de la invitación a integrar la Liga recientemente formada, para lo que reproducimos el texto originalmente publicado en italiano por Riscossa Cristiana, y luego traducido para los lectores hispanohablantes por Chiesa e postconcilio. Instamos humildemente a aquellos lectores que lo crean conveniente a iniciar esta práctica en comunión de almas, y a notificar su adhesión a la iniciativa al correo electrónico que se indica unos párrafos más abajo. Si está muy bien que a la vista del fragor marino repitamos la jacuatoria «Domine, salva nos, perimus», no menos cumple cubrir el estruendo de las olas con palabras que recuerden y vindiquen el honor del Santo Nombre que éstas ofenden.
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“Y entonces, ¿qué hacemos?”, preguntan muchos buenos católicos después de haber palpado con sus manos la crisis en que yace la Iglesia de nuestros días. “Y tú, ¿qué haces?”, preguntan otros, quizá de forma provocativa, insinuando que no sirve de nada palpar la crisis con las manos y quejarse.
De hecho, no sirve. No podemos limitarnos a quejarnos frente al vaciamiento del depósito de la fe, a las atrevidas actualizaciones de la teología y la filosofía, al hundimiento moral, a los abusos litúrgicos, a la devastación de la ascética y de la devoción, a la abjuración de la Tradición. Frente a semejante escenario, que se puede resumir en el pernicioso concepto de “apertura al mundo”, el católico tiene el deber de actuar, y de actuar como católico. Por eso, a través de Riscossa Cristiana, tenemos la intención de lanzar una iniciativa que se dirige a muchas personas que preguntan desconsoladas: “y entonces, ¿qué hacemos?”. Si la Iglesia se está cayendo a pedazos, debemos meter mano y reconstruirla: repararla. Y repararla mientras muchos –demasiados– pastores siguen con su obra demoledora. Con paciencia y tenacidad sostenidas por la virtud de la esperanza, hay que recuperar todo lo bueno, venerable y santo que los demás desechan y colocarlo de nuevo en su lugar. Y hay que hacerlo con el fin de devolverle a la Esposa de Cristo el semblante que ha tenido a lo largo de los siglos, tan repulsivo ya a los muchos enemigos que están fuera de ella como a los tantos que medran en su interior. Hay que reparar, conscientes de que cualquiera puede hacerlo con fruto y con mérito, sin pergeñar nada extravagante. La teología, la espiritualidad, la ascética y la devoción que han sido desechadas hace tiempo en el basurero de una fe fuera de moda brindan a los católicos de buena voluntad un medio simple y eficaz: la práctica de la oración de reparación, cuya aplicación a las dramáticas condiciones en que yace la Iglesia explicaremos en la parte final de esta invitación. Aquel que adhiera a esta iniciativa debe ser consciente de que hay que empezar de nuevo desde los cimientos sin contar con el aplauso de la muchedumbre. Serán sólo las pequeñas asociaciones, o incluso los fieles particulares, quienes comiencen esta labor. Después, cuando la Providencia lo disponga, se verán los frutos. Por eso, a través de Riscossa Cristiana, proponemos a los católicos de buena doctrina y buena voluntad adherir a la iniciativa de la Liga católica para la oración de reparación, que nace en este momento con el fin de restaurar los rasgos de la Iglesia de siempre a través de un medio ascético derivado de la espiritualidad y la devoción al Sagrado Corazón. Brinda su soporte organizativo otra pequeña asociación llamada Confraternita del Sacro Cuore di Gesù e del Cuore Immacolato di Maria (Cofradía del Sagrado Corazón de Jesús y del Corazón Inmaculado de María) –y también dei Sacri Cuori (de los Sagrados Corazones)–, surgida hace dos años en la Lombardía y el Véneto y de la que forman parte los que firman estas líneas. Se trata de un pequeño grupo de católicos conscientes de que sólo un retorno integral a la Tradición doctrinal y litúrgica marcará el fin de la crisis. Entre las prácticas ascéticas de esta Cofradía tendientes a la restauración de la Tradición, se cuenta la ofrenda de sufrimientos, sacrificios y oraciones como reparación de los daños causados a la Iglesia por los mismos hombres de Iglesia, eclesiásticos y laicos: esto es, substancialmente, lo que se quiere proponer en más amplia escala a través de la Liga católica para la oración de reparación. Desde un punto de vista práctico, no es nada complicado. Cualquiera, solo o en grupo junto a otros fieles, puede adherir a la iniciativa escribiendo a la dirección de correo electrónico legariparazione@email.it. De esta forma podrá registrar su adhesión y recibirá informaciones sobre eventuales actividades ya comenzadas en su zona; o bien podrá indicar su disponibilidad a constituir un punto de referencia para su propio territorio. Los organizadores tendrán la tarea y el compromiso de anudar y mantener los contactos entre los adherentes.
Esta obra de conexión es importante también porque hace falta que muchos católicos que están decididos a no ceder no se sientan aislados, creyendo ser los últimos sobrevivientes de un naufragio o pensando estar locos en un mundo de cuerdos. Esos católicos son náufragos, si queremos utilizar este símil, pero no están solos: son muchos más de lo que ellos mismos pueden imaginar. Pero, sobre todo, no están locos: sólo en tiempos de locura la salud mental parece cosa de hospital psiquiátrico. Para fortalecer los vínculos que se irán formando gracias a esta iniciativa, todos los adherentes están invitados el viernes 1 de mayo 2015 a la primera jornada de la Liga católica para la oración de reparación programada en Linarolo, provincia de Pavía. A través de Riscossa Cristiana, que seguirá teniendo en la portada de su web un espacio dedicado a esta iniciativa, será posible seguir sus desarrollos y encontrar material para la formación.
Paolo Deotto
Alessandro Gnocchi
¡Alabado sea Jesucristo!
NOTA:
Esta invitación ha sido publicada también en:
- Una Vox
La oración de reparación
Cor Iesu Sacratissimum, adveniat Regnum tuum!
Cómo practicar la oración de reparación: cada viernes (si se
puede), después de haber rezado el Acto de Ofrenda “Corazón Divino de
Jesús”* y adjuntádole la intención “en reparación de los pecados contra
tu Corazón Sacratísimo”, récese el Santo Rosario, al que seguirán las
Letanías del Sagrado Corazón de Jesús con su propia oración. Según sea
posible, cúmplase esta práctica ante el Santísimo Sacramento o
permanézcase al menos un cuarto de hora frente al tabernáculo en
adoración y expiación. En caso de particular necesidad, se sugerirán
otras formas de reparación y penitencia según el principio del agere contra.
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* Corazón Divino de Jesús, te ofrezco por mediación del Corazón
Inmaculado de María, en unión con el Sacrificio Eucarístico, las
oraciones, las acciones, las alegrías y los sufrimientos de este día, en
reparación de los pecados y para la salvación de todos los hombres y la
gloria del Divino Padre. Amén.