miércoles, 1 de julio de 2015

EL ANTICRISTO SEGÚN LACUNZA


EL ANTICRISTO SEGÚN LACUNZA

[Lacunza es un escritor católico cuya obra fue puesta en el Índice de libros prohibidos, ni más ni menos como otras lo fueron por distintos motivos a lo largo de la historia. Por ejemplo Galileo, Keppler y Copérnico que sostenían la teoría heliocéntrica ( a mi entender falsa y contraria a las Escrituras) y que nunca han sido sacados de esa lista. Pero nadie negará que las circunstancias en la actualidad han cambiado. En mi opinión es lícito hacer la epiqueya de pensar que si fueran nuestros tiempos normales en cuanto a la autoridad de la Iglesia, la prohibición hubiese desaparecido. 


De todas maneras el siguiente extracto que nos aporta un amigo lector, no se refiere a lo esencial de la obra lacunciana, que trata del Reino Milenario, sino que pueden ilustrarnos sobre una interpretación del Apocalipsis, quizás oportuna en nuestros días, y en nada contraria al dogma católico.]
No veo por que estos textos no debieran ser conocidos. Lacunza es principalmente quien me ha confirmado que Roncalli y sus sucesores fueron la segunda Bestia del capítulo XIII del Apocalipsis. Creo que he sido el primero que ha declarado que la Bestia con dos cuernos parecidos a unos de cordero pero que hablaba como dragón no podía ser más que un pseudo papa, falso profeta y la gran ramera sentada sobre la bestia escarlata embriagada de la sangre de los mártires. Son diferentes aspectos del clero apóstata que forma un cuerpo moral anti-Cristo  con su cabeza un falso papa. 
Michel Mottet
Definición del Anticristo
De “La Venida del Mesías en  Gloria y Majestad”. 
P. Manuel Lacunza S.J. 
Párrafo IV
     161. Lo primero que se entiende bien en un cuerpo moral, y lo primero que no se entiende de modo alguno en una persona singular es la definición del Anticristo. En toda la Biblia sagrada desde el Génesis hasta el Apocalipsis, no se halla esta palabra expresa y formal Anticristo, sino dos o tres veces en la epístola primera y segunda del Apóstol San Juan, y aquí mismo es donde se halla su definición. Si preguntamos al amado discípulo ¿qué cosa es Anticristo? nos responde por estas palabras: todo espíritu que divide a Jesús, no es de Dios, y este tal es un Anticristo, de quien habéis oído que viene; y que ahora ya está en el mundo (499).
     162. Os parecerá sin duda a primera vista, que yo voy a usar aquí de algún equívoco pueril, o de alguna especie de sofisma; pues a estas palabras de San Juan les doy el nombre de verdadera definición del Anticristo, siendo cierto (como decís equivocadamente) que San Juan habla aquí solo del espíritu, mas no de la persona del Anticristo. Mas si consideráis este texto con alguna mayor atención; si con la misma consideráis la explicación que se le da, se puede con razón esperar, que el sofisma desaparezca por una parte, y se deje ver por otra donde no se esperaba.
     163. Dos cosas claras dice aquí este Apóstol a todos los [282] Cristianos: Primera, que el Anticristo, de quien han oído que vendrá cuando sea su tiempo, es todo espíritu que divide a Jesús. La expresión es ciertamente muy singular, y por eso digna de singular reparo. Dividir a Jesús, según su propia y natural significación, no suena otra cosa, por más que otros digan, que la apostasía verdadera y formal de la religión Cristiana, que antes se profesaba; mas considerada esta apostasía con toda su extensión, esto es, no solamente en sentido pasivo, sino también y principalmente en sentido activo, esta es, el magisterio de doctrinas blasfemas contra Cristo. La razón parece evidente y clara por su misma simplicidad; todos los Cristianos, pertenezcan al verdadero o falso Cristianismo, están de algún modo atados a Jesús, y tienen a Jesús de algún modo atado consigo, pues la atadura de dos cosas es preciso que sea mutua. Esta atadura no es otra, hablando en general, que la fe en Jesús; la cual así como puede ser una cuerda fortísima, y realmente, lo es como una cuerda de tres dobleces, cuando la acompasa la esperanza y la caridad; así puede ser una cuerda débil e insuficiente cuando se halla sola, pues sin las obras es muerta, y así puede ser también una cuerda debilísima, y casi del todo inservible, si por alguna parte está ya tocada de corrupción. Mas, o sea fuerte o fortísima la fe en Jesús, como la que tiene un buen católico; o sea la recibida en el bautismo, como la de muchos herejes; o sea debilísima, como la que tiene un verdadero hereje, o un mal católico; todas ellas son verdaderas ataduras, que de algún modo los liga con Jesús, y forma entre ellos y Jesús cierta relación, o cierta unión mayor o menor, según la mayor o menor fortaleza de la cuerda.
     164. Ahora pues, ¿quién desata del todo a Jesús, o se desata de Jesús, que es una misma cosa? Solo es aquel que estando de algún modo atado con él, o teniendo con él alguna relación, renuncia enteramente aquella fe en que se funda esta relación; y si antes creía en Jesús, ya no cree, si antes creía que Jesús es Hijo de Dios, hecho hombre, que es el Mesías, que es el Cristo del Señor, prometido en las [283] Escrituras, etc., ya nada de esto cree, ya se burla de todo, y de las mismas Escrituras, ya se avergüenza del nombre Cristiano, esto es lo que llamamos propiamente apostasía de la religión Cristiana, la cual ninguno puede dudar que está anunciada en términos bien claros para los últimos tiempos. El Espíritu manifiestamente dice, que en los postrimeros tiempos apostatarán algunos de la fe (500), dice San Pablo, y en otra parte, que el Señor no vendrá sin que suceda primero esta apostasía (501). Esta anuncia San Pedro en todo el capítulo II de su epístola II, y en la católica de San Judas, y por abreviar, esta anuncia el mismo Jesucristo, cuando dice como preguntando: Mas cuando viniere el Hijo del Hombre, ¿pensáis que hallará fe en la tierra? (502) Pues esta apostasía de la religión Cristiana, este dividir a Jesús, cuando ya sea público y casi universal; cuando ya sea con guerra declarada contra Jesús; cuando no contentos muchos con haber desatado a Jesús respecto de sí mismos, procuren con todas sus fuerzas desatarlo también respecto de los otros, este es, nos dice el amado discípulo, el verdadero Anticristo, de quien habéis oído que vendrá (503).
     165. La segunda cosa que nos dice es, que este mismo Anticristo, de quien hemos oído que vendrá, estaba ya en su tiempo en el mundo (504), porque aún en tiempo de San Juan ya comenzaba a verse en el mundo el carácter inquieto, duro y terrible del espíritu, que divide a Jesús, ya muchos apostataban de la fe, renunciaban a Jesús, y eran después sus mayores enemigos, a los cuales el mismo Apóstol les da el nombre de Anticristo, [284] así ahora muchos se han hecho Anticristos(505), y para que ninguno piense que habla de los judíos o de los étnicos, que en algún tiempo perseguían a Cristo, y a su cuerpo místico, añade luego, que estos Anticristos habían salido de entre los cristianos; salieron de entre nosotros. Lo mismo en sustancia dice San Pablo, hablando de la apostasía de los últimos tiempos, esto es, que en su tiempo ya comenzaba a obrarse este misterio de iniquidad (506).
     166. De esta definición del Anticristo, que es lo más claro y expreso que sobre este asunto se halla en las Escrituras, parece que podemos sacar legítimamente esta consecuencia: que el Anticristo, de quien hemos oído que ha de venir, no puede ser un hombre, o persona individual y singular, sino un cuerpo moral que empezó a formarse en tiempo de los apóstoles, juntamente con el cuerpo místico de Cristo, que desde entonces empezó a existir en el mundo, y que ahora ya está en el mundo. Porque ya se está obrando el misterio de la iniquidad, que ha existido hasta nuestros tiempos, que existe actualmente, y bien crecido y robusto, y que en fin, se dejará ver en el mundo entero, y perfecto en todas sus partes, cuando esté concluido enteramente el misterio de iniquidad. Esta consecuencia se verá más clara en la observación que vamos a hacer de las ideas que nos da la Escritura del Anticristo mismo, con que nos tiene amenazados.