domingo, 26 de julio de 2015

Presentación del libro “Que no te la cuenten II”


Presentación del libro “Que no te la cuenten II”

Que-no-te-la-cuenten-2 (solo frente) 

Presentación del libro “Que no te la cuenten II”

Día: Jueves 30 de Julio, 20 hs
Lugar: Salón Cultural Seguros Rivadavia, José V. Zapata 351, Mendoza (Arg.)
La segunda parte de Que no te la cuenten acentúa la intención esclarecedora realizada por el P. Javier Olivera Ravasi en su primer tomo del mismo título. En la época en que vivimos, caracterizada por un bombardeo televisivo e informático deliberadamente perverso y alienante, la expresión cotidiana “que no te la cuenten” resulta para el lector un llamado de alerta para que no se trague –literalmente– cualquier noticia o abordaje de un tema ya formateado y elaborado como una golosina atractiva, pero indigesta y hasta venenosa, y muchas veces como un juicio definitivo e intocable, pero falaz, cuando hay mucho por indagar, compulsar, revisar y replantear para no admitir falsificaciones subrepticias.


Sor Lucía, la vidente portuguesa y confidente de Nuestra Sra. de Fátima conversando en 1957 con un sacerdote que la entrevistó, caracterizó los años posteriores a la segunda guerra mundial y a los actuales –añadimos–, como una época de gran confusión que alcanza a todos los estamentos sociales, cada vez con mayor agresividad, pues no sólo están confundidos voluntariamente algunos sectores del tejido social sino también los mejores, los más débiles y aún los que creemos más lúcidos y criteriosos; por eso la continuación de la serie urge para aclarar, terminar con las tergiversaciones pseudo-históricas y pseudo-científicas y proporcionar certezas necesarias con convicción y firmeza a los adolescentes y a los ingresantes a la universidad, carne de cañón para el lavado de cerebro uniformador y estupidizante, llevado a cabo por los capitostes de la cultura contemporánea.

Pero no sólo esclarece este libro y ayuda a la gente joven a descubrir verdades que conduzcan a la Verdad, frente al relativismo reinante tan bien denunciado por SS. Benedicto XVI, sino también a los adultos desinformados, con poco tiempo por razones de trabajo o por cualquier otro motivo, para actualizarse sistemáticamente, pero desconfiados porque alcanzan a percibir que les están vendiendo, a ellos y a sus hijos, gato por liebre.

Como los libros que van contra la corriente del pensamiento único son altamente polémicos, deben estar apoyados en una bibliografía calificada, rica y selectiva, que además debe ser traída a cuenta sin abrumar al lector, sin estorbar el texto básico, pero que sirva de apoyo contundente por su seriedad y veracidad. No descuide el lector las referencias a pie de página, que además lo orientan para seguir indagando los temas que le interesan; esa búsqueda laboriosa de respaldo intelectual hay que agradecérsela al P. Olivera Ravasi.

En este volumen se continúan y completan algunos temas ya aparecidos en el primero, pero sin repetición, vistos con perspectivas complementarias, como el primer capítulo del actual sobre la capacidad y destreza artística del hombre “dicho” de las cavernas; un descendiente del mono es muy difícil que hubiera burilado y coloreado un ciervo herido vuelto sobre sí como el de Peña de Candamo en Asturias, cuya perfección causa un escalofrío de asombro y nos recuerda el concepto de mímesis aristotélica como captación de lo esencial; más bien uno se pregunta si ciertas instalaciones o dibujos o manchas del llamado arte contemporáneo representan una involución poco o nada creativa o si el autor se está burlando y riéndose de espectadores que opinan como débiles mentales.

La Edad Media tan denostada mereció en el volumen I más de un capítulo, ahora en el que prologamos, el quinto se centra en la “dominada” mujer medieval que a partir del Cristianismo, es tan hija de Dios como su complementario varón y por eso puede darse el lujo de elegir su vocación, ser priora de conventos masculinos tanto como femeninos, aconsejar a reyes o emperadores, o a papas como Santa Hildegarda de Bingen o Santa Catalina de Siena. En fin, ni oprimidas ni reprimidas. Destruye también el autor dos mitos de sumisión: el del cinturón de castidad y el del derecho de pernada.

El cap. VI sobre los Templarios no tiene desperdicio; el autor realiza una historia sintética de la Orden, su rol en Tierra Santa y en Europa, su ascenso y caída; en especial la mitología surgida con su disolución papal, la supresión concreta de sus miembros y la confiscación de sus bienes por el Estado.

En Que no te la cuenten I, el descubrimiento y la conquista de América se llevaron cuatro capítulos con cuestiones muy discutidas en el haber de la leyenda negra, en el II ingresa doña Isabel la Católica con una autoridad real que todavía sigue ejerciendo a más de cinco siglos de su tránsito. El autor ha accedido a una documentación muy valiosa, la positio de su proceso canónico, iniciado en 1929, ya bastante avanzado, pese a las objeciones interpuestas para su beatificación en 1992. Lo novedoso de este capítulo es el esclarecimiento de cuatro temas claves de carácter político y social más que religioso, como son las expulsiones de los musulmanes y los judíos de la Península, incluida la cuestión de los marranos, juzgados generalmente con óptica contemporánea, ignorante de los condicionamientos concretos del s. XV; el problema de la Inquisición, donde sólo se juzgaba por herejía y apostasía a los bautizados, el de la Reforma católica de la iglesia española y el saneamiento del clero, logro con el que se adelantó al Concilio de Trento y no omitamos todo lo que conllevó el descubrimiento de América, al que el autor le dedica sabrosas páginas.

Los restantes artículos comportan temas nuevos no tocados en el primer volumen. Así el segundo es muy esclarecedor ante la propaganda actual que se insinúa proveniente de algunos cardenales que han actuado en la sesión sinodal del 2014 promoviendo una nueva pastoral separada del texto evangélico para facilitar un segundo casamiento religioso a los divorciados mediante una nulidad express concedida por tribunales diocesanos; pero el P. Olivera desenmascara el fraude de una supuesta permisión de la iglesia primitiva concediendo un segundo matrimonio con la posibilidad de comulgar desentrañando una trama mentirosa de textos mal leídos o falsificados o aviesamente interpretados.

Los caps. III y IV, estrechamente relacionados, se refieren a un tema urticante y espinoso que es necesario abordar no sólo conceptualmente sino con fundadas estadísticas: el de los bienes materiales de la Iglesia y las exigencias de la caridad con los pobres. Por supuesto que la situación de la iglesia naciente en cuanto a sus bienes materiales era distinta de la actual expandida por todo el mundo; la distinción básica de la que parte el autor es diferenciar la filantropía de los gentiles de su plenificación en la caridad cristiana, donde el bien que se hace al prójimo se lo hace por amor a Dios y anónimamente. No hubo ni hay dialéctica de lucha de clases en la opción por los pobres; la Iglesia es para todos, pobres y ricos, por eso la lectura clasista de dicha opción preferencial, rechazada por documentos papales, queda esclarecida por el autor.

La iglesia no hace con aire obras de misericordia corporales y espirituales concretadas en hospitales, leprosarios, provisión de remedios, asilos, orfanatos, hogares diversos, hospederías, escuelas, comedores, etc. para lo que necesita de donaciones y de la administración de las mismas, de lo que se encargaban antiguamente los diáconos. Y algo más: creó órdenes hospitalarias y de atención a los enfermos o de rescate de cristianos, prisioneros de los musulmanes, trinitarios y mercedarios que se intercambiaban como rehenes y lo hacían con gratuidad por amor a Dios, al que veían en el rostro del prójimo próximo. Ser rico no es ningún pecado, el pecado está en el apego a la riqueza y en su mal uso, en fin, en no hacer empleo virtuoso de la misma y también en no saber honrar al Dador de todos los bienes; para agradecer y honrar a Dios, espontáneamente en el hombre surge la necesidad de la erección del templo bello dotado con riquezas espléndidas porque la belleza de la casa de Dios alegra al pobre que se siente en ella como en su casa.

Vean las estadísticas contundentes con que se cierra el cap. III y el también concluyente cap. IV sobre los bienes de la Sta. Sede, sus inversiones en obras de caridad y sus gastos.

Ya que hablamos del Vaticano, el cap. final toca otro tema arduo y pleno de aristas: el de los papas del Renacimiento, de mundanidad notoria, destacada con insistencia por una corriente histórica, particularmente encarnizada con Alejandro VI, pontífice cuya leyenda negra comienza con sus enemigos contemporáneos, de los que se hizo eco la crítica posterior; por supuesto que su mundanidad y aspectos íntimos de su vida son o pueden ser reprobables, pero la visión política sobre los problemas de Europa, de la Iglesia y de las relaciones de la Santa Sede con los demás reinos cristianos o no cristianos de Oriente, ha sido reivindicada por la historiografía actual, que nos devuelve una visión menos miope del papa del descubrimiento que hizo de América, la bien donada.

El tomo primero lleva un prólogo exhaustivo, magnífico e inigualable redactado por el R.P. Alfredo Sáenz al que nos adherimos sin agregar nada y que también resulta adecuado y válido para este tomo. Sólo nos queda agradecer al P. Olivera Ravasi el esfuerzo, la tenacidad y la pasión puesta en este II volumen. Auguramos un III y deseamos que el futuro lector de este volumen se apasione y entusiasme por conocer las verdades aquí expuestas que le ayudarán a entrever dónde está parado en el presente, dándole elementos para discernir hacia dónde marcha la historia entre las dos venidas de Nuestro Señor Jesucristo.

Prof. María Delia Buisel