domingo, 27 de marzo de 2016

REVISTA CABILDO Nº 36-MAYO2004- EDITORIAL: EL GRAN CANALLA

 Publicado por Revista Cabildo Nº35
Mes de Mayo 2004-3era.Época
 REVISTA CABILDO Nº 36-MAYO2004
EDITORIAL
EL GRAN CANALLA
 
 HAN ido y venido por todas partes -con las múltiples posibilidades que hoy permite la técnica- las oprobiosas fotografías de las torturas infligidas por los norteamericanos a los prisioneros iraquíes. Como un eco trágico de lo que con absoluta lenidad viene efectuando en Guantánamo, el gobierno de los Estados Unidos ha exportado y corroborado una vez más su conducta inmoral, su estilo vejatorio, su pertinaz atropello de toda dignidad, razón o decoro. Parecíanos obvio que ante tan resonada violación de humanos derechos, su primer adalid en estas pampas sureñas anatematizara al torturador y genocida Bush. 

Ordenando que de él y de sus secuaces no quedara un solo cuadrito sin descolgar. Parecíanos igualmente obvio que tamaño terrorismo de Estado se llevara las gárrulas condenas de la roja caterva kirchnereana. Al fin de cuentas -se recordará- por mucho menos de esto (unas viejas tomas de comandos argentinos entrenándose voluntariamente para resistir posibles interrogatorios violentos) el presidente paralizó el estío, lanzando sus habituales vituperios montoneriles contra nuestras Fuerzas Armadas. La reacción oficial, sin embargo, fue la de apoyar a Bush, viajando a sus feudos, reconciliándose con sus banqueros, y obedeciendo su perentorio reclamo de enviar tropas a Haití para cohonestar una de las habituales correrías imperialistas de Washington. Calló Verbistky, el del corazón en Cuba y el salario en la Ford Foundation. Calló Bonasso, el del cogote ancho y la sesera corta. Calló Duhalde, el de museos memoriosos y hemipléjicas amnesias. Mutismo unánime y abyecto al que llamaremos hoy primera canallada.
Pero el mentado viaje a los Estados Unidos debía incluir otro ritual del sometimiento, y dócilmente se aprestó a protagonizarlo el presidente. Consistió el mismo en agasajar y ser homenajeado por el Comité Judío Americano, ante cuyos estrados se definió sin sonrojos en "combate contra el terrorismo", a la par que activamente inserto en otra lucha, ésta "por los desaparecidos". El detalle es que la nación matriz a la que dicho Comité responde es socia activa, torturadora legal y primera beneficiaría de la política de terror disparada desde la Casa Blanca: como es otro detalle que no menos terrorífica y sangrienta fue la causa propiciada por el grueso de los desaparecidos, algunos de los cuales, curiosamente, hoy son funcionarios de quien con tanta desaprensión se expide sobre batallas y causas. Para que nada faltara en tan cabalista entorno, sumó a la verborrea el argumento mendaz de "las víctimas de origen judío de la dictadura", cuya recta lectura debería ser el de los victimarios marxistas de procedencia hebraica armados contra la patria argentina. Confusión mental, moral e ideológica a la que llamaremos segunda canallada.
 De regreso al pago -y en un claro indicio de quiénes y cómo ajustan nuestras ya prietas cinchas- comenzó la rígida campaña estatal de premios y de castigos dirigida contra el común usuario de gas y de luz. Súpose entonces que, en adelante, quien mezclare las aguas frías con las cálidas durante la ducha o chisguete matutino será un reo de lesa humanidad, y sospechoso de traición todo el que dejare una lamparilla encendida. Años de im-previsión e indolencia, fieras campañas privatizadoras en su momento aplaudidas, descontroladas evasiones de fondos, malversaciones de los caudales públicos y fu¬nestas desaprensiones del bien común concreto, derivan ahora en este ruin apriete a lomo qualunque. El invierno que habrá que pasar superará al del proverbial ingeniero. Von Mises y Carlos Marx vuelven a estrecharse diestras y siniestras manos. A lo que llamaremos tercera canallada.
Quede la enunciación de la cuarta para el final, tal vez en razón de su relevancia. Se sigue llamando inseguridad social a la inmoralidad generalizada, usada como ariete y laboratorio por los nuevos cuadros subversivos. Se sigue culpando a las fuerzas policiales, cargándolas con todo el odio popular que se desvía así de su verdadero cauce. Se siguen buscando razones económicas y sociológicas del delito, ocultando las causas profundas que son de índole espiritual y religiosa. Se siguen lanzando inarticuladas propuestas oficiales en las que campean desde los errores garantistas hasta los claros intentos de sovietización de las instituciones armadas, y en el colmo de la persecución al sentido común, las izquierdas paragubernamentales descalifican y agravian a las muchedumbres que, tras el dolor de un padre como emblema, han tomado la calle para reclamar elementales resguardos, más allá de que algunos de ellos resulten confusos o inapropiados. La canallada es aquí no querer advertir que una comunidad a la que le han arrancado el temor de Dios, cae asfixiada y putrefacta en lo que Pió XII llamaba el acostumbramiento al mal en una atmósfera social viciosa.
Sólo los virtuosos pueden frenar el avance de estas públicas y emponzoñadas lacras. Sólo los que tengan la excelencia empecinada para servir al Bien, a la Verdad y a la Belleza. Sólo los nobles, que seguirán mereciendo tal nombre en tanto sepan morir por custodiar la Cruz y la Bandera. Sólo los señores dispuestos a vivir en una tierra soberana, donde no lleguen las ordenanzas de un gringo rufián, de un verdugo israelí, islámico o marxista. Sólo los hidalgos que se prodiguen por el legítimo bienestar de sus hermanos. A esto llamaban los antiguos aristocracia, con la misma naturalidad con que se sabía que la democracia es la corrupción de la república. •
Antonio CAPONNETTO