viernes, 27 de mayo de 2016

MUY BIEN MONSEÑOR; PERO... ¿NO SE OLVIDÓ ALGO?

MUY BIEN MONSEÑOR; PERO... ¿NO SE OLVIDÓ ALGO?

26 de mayo de 2016


He tenido mucha expectativa por la homilía del Arzobispo de Buenos Aires Monseñor Poli, en ocasión de un nuevo aniversario del nacimiento de la Patria.


En esta oportunidad era la primera vez en que un presidente en ejercicio concurría a nuestra Catedral, luego de la arbitraria ruptura de esa tradición por parte de los deleznables KK, al comienzo de su gestión.
Las palabras duras y valientes de Monseñor Jorge Bergoglio, en aquella ocasión y en nombre del magisterio de la Iglesia, generaron en dichos individuos (as) una reacción caprichosa y soberbia, que indicaba el camino hacia la tiranía aberrante que vivimos y soportamos posteriormente y a la que el Cardenal enfrentó sin doblegarse.
 


La Patria por entonces, intentaba recuperarse de los sucesivos fracasos de incapaces gobiernos anteriores, los cuales, particularmente el menemato, habían potenciado a una clase política mendaz, corrupta e irresponsable, que se asentó en nuestras instituciones especialmente a partir de la reinstauración de la democracia.

Los KK tomaron el testimonio y afán de la reconstrucción nacional que como fuerza vital impulsaba al pueblo a estar ilusionado y esperanzado.

Circunstancias internacionales de excepción parecían indicar la factibilidad de que aquellos propósitos se cumplieran y el país renaciera. Pero al fin y al cabo fue una nueva oportunidad pérdida como tantas a lo largo de nuestra historia.


El entonces presidente transitorio conocido hoy como Dr. Frankestein, dio a luz a un monstruo, que demostró a lo largo de su periplo gubernamental y el de su consorte, que era posible superar con creces las barbaridades que nos habían llevado al default moral y material en el año 2001, por la acción de los mediocres gobiernos anteriores

Pero ese desaprensivo Dr. recibió "suculentos reconocimientos y agradecimientos", por sus servicios a los ignotos políticos que llegaron desde el lejano sur. Así son la mayoría de los dirigentes políticos de ésta maleable sociedad argentina. Como suele decirse comúnmente, no dan puntada sin nudo.

Todos sabemos y si aún no nos hemos dado cuenta es porque sintonizamos otra emisora, que la tremenda corrupción instalada, potenciada por arbitrarias y caprichosas decisiones, ejecutada por una superestructura en permanente evolución maléfica, administrada por ineptos, obsecuentes y cipayos funcionarios ad hoc, produjo un desfalco monumental de ilusiones y valores y un vaciamiento inédito de capacidades materiales.


Entre otros disvalores se sembró la pobreza e indigencia de millones de argentinos, la licuación de la cultura y la traición a los mandatos de los Padres de la Patria. Y la Argentina soñada por aquellos prohombres comenzó a desintegrarse.

Monseñor Poli nos habló ayer "de la necesidad de unidad y encuentro de los argentinos" exhortó a que "la dirigencia se comprometa a servir y no ser servida y a dejar de lado toda mezquina ambición".

Luego insistió sobre la necesidad de erradicar la pobreza y la posibilidad de que todo argentino pueda tener "tierra, techo y trabajo". Más tarde comentó la frialdad de las estadísticas que se contraponen a realidades angustiantes de la gente que más sufre.

Nadie puede objetar algo de lo que expresó durante cuarenta largos minutos.

Como balance yo diría que fue claro y cuidadoso en su referencia y abordó como queda demostrado temas sensibles y necesarios, que en definitiva no difieren en nada a la prédica de la Iglesia en las últimas décadas.

Obviamente en su discurso primó la prudencia antes que la exhortación decidida y valiente como acostumbraba Monseñor Bergoglio en sus tiempos de confrontación, incluyó ciertas frases hechas y en definitiva no fue magistralmente convocante como muchos esperábamos.

Como católico decidido y absolutamente confiado en la sabiduría del Altísimo desearía que nuestra Iglesia adopte en estas circunstancias en las que se debate la prevalencia de la paz, de la unidad, la justicia y la existencia misma de la comunidad nacional una actitud clara, concreta y decidida.

No son tiempos de ambigüedades, retóricas elegantes y acciones no comprometidas. A Dios rogando y con el mazo dando. Son tiempos de lucha y ejemplo personal y colectivo. Al diablo con las especulaciones políticas y la decisión de no desagradar a las autoridades de turno.

Desgraciadamente no es la visión que tengo y espero de nuestros actuales dignatarios.


"Por los frutos los has de conocer" y realmente pienso que su casi indiferencia al desbarrancamiento de nuestra sociedad, obedece a muchas miradas al costado y hasta signos de obsecuencia implícitos.

"La Iglesia Argentina será lo que deba ser o si no no será nada"

Siempre espero de las magnas y frecuentes reuniones de nuestros obispos en las cuales por lo visto se pasan horas discutiendo,  algo más que tres o cuatro páginas de discursos retóricos y de allí al próximo mes y nuevamente "horas de deliberaciones" para otro papelito.



Si fueran funcionarios públicos les diría; produzcan algo concreto; para eso les pagamos. Pero como son personas elevadas por sobre el común y orientadores de nuestra hermosa religión expreso con todo respeto; ¡¡¡¡necesitamos más de Uds.!!!; sacrificio, no solo valentía discursiva o solemnidad en los actos de fé, ejemplo de humildad, liderazgo espiritual cierto y evidente, lucha sin desmayos contra la injusticia, la traición y la mentira.

Practiquemos la misericordia con aquellos que reconozcan sus culpas pero no por ello dejemos de olvidar el daño que han causado y el genocidio producido por sus ambiciones desmedidas. ¡¡¡Debe imponerse la justicia a rajatabla y cuanto antes!!!! Y ello no significa perder la dimensión espiritual de la vida humana. El mismo Jesucristo sacó a latigazos a los mercaderes del templo.

Monseñor Poli se ha olvidado en sus cuarenta minutos de reflexiones,  de la corrupción que agobia a nuestras instituciones y ha sido adoptada como metodología por la mayoría de los políticos asociada a la impunidad y la falacia.

Ha mencionado el efecto o sea el drama de  los pobres que cada vez crecen más en número y mueren constantemente por olvido, hambre y enfermedades. ¡¡¡Pero no ha querido referirse a las causas!!!!. Una de ellas sino la principal es la conocida, tolerada y hasta impulsada corrupción que tiene nombres, apellidos, hechos, lugares, circunstancias  y responsabilidades. Todo ello por supuesto avalado por una justicia que responde con desparpajo a los mismos patrones de conducta.

Tampoco se ha referido a la delincuencia en sus diversos matices y especialidades, sostenida por la complicidad de los funcionarios que han creado una estructura ideal para su fomento y desarrollo.


Por supuesto y porque parece ser "religiosamente incorrecto", el drama de nuestros presos políticos, sin derechos humanos, ni interés manifiesto de la Iglesia hacia el sufrimiento que viven ellos y sus familias. Es una falencia indignante de quienes son nuestros dignatarios. Para aquellos no parece existir misericordia. Prima el temor "al qué dirán". Y si eso es cierto no puedo sentir adhesión hacia quienes transforman las enseñanzas del Señor en una mera mercancía de conveniencia.

El padre Francisco ha de recibir mañana a la deleznable Bostafini y en seis oportunidades en audiencias privadas lo ha hecho con  Kretina. Quizás ha intentado ejercer su misericordia con "algunos mercaderes del templo". Espero que su látigo resulte igual de efectivo que el de Jesucristo. Hasta ahora los hechos han demostrado lo contrario.

Por lo menos, así, lo veo yo.

El Soldado Desconocido
Ayer un resumen de homilía de Monseñor Aguer que me hizo llegar un camarada. Como dice el título desgraciadamente debemos reconocer que hay obispos y de los otros.





NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.