Alberto Caturelli, in memoriam (Nacionalismo Católico NGNP)
En la madrugada del martes, 4 de octubre, falleció el eminente profesor docente (1953-1993) y escritor católico argentino Alberto Caturelli
(1927-2016). Nacido en Córdoba, doctor en Filosofía por la Universidad
de Córdoba, padre de ocho hijos, publicó más de treinta libros y medio
millar de artículos. Organizó en Argentina el Primer Congreso Mundial de Filosofía Cristiana (1979), y los Congresos Católicos Argentinos de Filosofía (1981-1999). Doctor honoris causa por varias universidades, fue miembro de la Academia Pontificia Pro Vita (1996), de la Sociedad Tomista Argentina, así como de varias academias.
En la Fundación GRATIS DATE tuvimos el honor de publicar su obra Liberalismo y apostasía (Pamplona, 2008, 56 pgs.), cuyo texto íntegro puede verse aquí; es una adaptación de su publicación Examen crítico del liberalismo como concepción del mundo
(Edit. Gladius, Buenos Aires, 2008). Con esta ocasión pude apreciar en
nuestra relación epistolar su bondad, amabilidad y espíritu cristiano.
Virginia Gristelli, que le conoció y trató personalmente, nos dará en su
blog un retrato más completo.
Publico a continuación la Introducción a la citada obra Liberalismo y apostasía.
* * *
El solo término «liberalismo» arrastra consigo una equivocidad
y una confusión semántica cada vez mayor, aunque ésta no haya logrado
borrar del todo un sentido único, más o menos oculto, que es el común
denominador de todos los liberalismos. Por otro lado, me parece percibir
que, además, de los sentidos (teológico, filosófico, político-social y
económico) que implica el término «liberalismo», existe también una
«mentalidad» liberal, una suerte de talante que ha crecido sobre una
implícita doctrina y que es, frecuentemente, más poderosa que las claras
convicciones racionales.
Por eso, quizá sea menester un primer examen del término
que nos permitirá eliminar los sentidos no adecuados por un lado y, por
otro, acercarnos a sus significaciones más propias; pero no expresará
tampoco su sentido total, porque éste ha de surgir a lo largo del
desarrollo del presente estudio y será puesto de manifiesto en la
conclusión.
Por lo pronto, para comenzar por lo más obvio, debe excluirse de la actual significación de «liberalismo», la del término «liberal» en su acepción clásica según la cual «se denomina liberal al que regala “liberalmente” y sin murmurar», como dice San Isidoro (Etymologiarum,
X, 156). Este sentido, aún hoy en vigencia en ciertas expresiones del
mundo cultural hispánico, viene a identificarse con la virtud moral de
la liberalidad, que es parte de la justicia y que está
constituida por el hábito de dar, de usar con desprendimiento del
dinero (bien útil) en bien del prójimo (Sto. Tomás, STh.
II-II,117,4). De ahí se siguen ciertas expresiones referidas al
«liberal» como el hombre generoso en el dar sin esperar recompensa.
No es necesario referirnos a los derivados de las clásicas «disciplinas liberales» y
a las profesiones libres o «liberales» ya que estos términos, como los
indicados en primer lugar, no conllevan el significado de una concepción
general del mundo o de un determinado sistema socio-político.
El término «liberalismo» supone un determinado contexto histórico doctrinal del
que no puede ni debe ser aislado sin ensanchar cada vez más la
equivocidad que suele acompañarlo. En esa perspectiva, sea que el
término «liberal» provenga de las jornadas del 18-19 Brumario
cuando Napoleón disolvió la Asamblea de los Quinientos poniendo las
bases del Consulado (1799), sea que su verdadero origen haya que
buscarlo en el empirismo contractualista inglés, lo cierto es
que su significado moderno expresa mucho más que un régimen político.
Expresa una verdadera concepción general del mundo.
En tal caso, es posible hablar de un liberalismo teológico, de un liberalismo filosófico, político y económico y
aunque se encontrarán diferencias internas muy evidentes, siempre será
sencillo mostrar el común denominador esencial que a todos los une. En
consecuencia, el término «liberalismo» designará un orden de ideas, una visión de la realidad humana y social. De donde se siguen dos consecuencias inmediatas: el intento actual de designar con el término «liberalismo» una realidad distinta a la que el término expresa en su contexto histórico-doctrinal, aumentará la confusión; en segundo lugar, se comprende que no deben identificarse los términos «liberalismo» y «democracia».
Del hecho de que el liberalismo, en la
actualidad, propugne una «democracia liberal» como expresión política
genuina de su visión del mundo, no se sigue que el régimen democrático
se identifique con la democracia liberal. Por el contrario, en este
estudio me atreveré a sostener que la verdadera democracia es antiliberal y orgánica, y que el régimen liberal es antidemocrático.
* * *
Merece la pena leer íntegramente Liberalismo y apostasía,
pues con una claridad contundente muestra y demuestra el vínculo
histórico que une los dos términos. Pero cualquiera de sus obras es
valiosa: todas son profundas, claras, iluminadas por la fe cristiana y
llenas de la más amplia erudición. Pienso, por ejemplo, en su grandiosa
obra El nuevo mundo. El Descubrimiento, la Conquista y la Evangelización de América y la Cultura Occidental (EDAMEX, México 1991, 456 pgs.).
Oremos:
Suba nuestra oración, Señor, a tu presencia,
y que las alegrías eternas acojan a nuestro hermano Alberto: tú que lo
creaste a tu imagen y lo hiciste tu hijo de adopción en el bautismo,
concédele ahora entrar en posesión de la herencia prometida. Por nuestro
Señor Jesucristo. (Del Misal romano).
José María Iraburu, sacerdote
http://infocatolica.com/blog/reforma.php/1610050146-398-alberto-caturelli-in-memo
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