viernes, 23 de diciembre de 2016

APORTES PARA UNA HISTORIA DEL CINISMO

APORTES PARA UNA HISTORIA
DEL CINISMO

Apenas unas pocas semanas atrás, Francisco concedió una entrevista a Scalfari, director del diario marxista italiano, Repubblica.

No es la primera, seguramente no será la última, habida cuenta de su manifiesto fervor por el ideario socialista.

Ahí con cierto tono solemne declaró: “Las instituciones políticas son laicas por definición y obran en esferas independientes”. “Ya le he dicho que la Iglesia no se ocupará de la política…al menos hasta que yo esté aquí”.

Hoy cuando la tinta de la Repubblica recién estaba secando, leemos en el  diario Clarín: “Lanzan un espacio político con apoyo del Papa, RIEL ‒red de industriales y emprendedores laudatistas– en la presentación los socialistas de siempre Vera-Pino Solanas-Daer-un grupo de jueces laudatistas etc etc” y por su alguno dudaba, hasta tendremos la presencia el mandadero papal, Sánchez Sorondo.

Así como existe una historia universal de la infamia, deberíamos crear otra sobre la historia universal del cinismo. Sospecho que en ella, Bergoglio no debería estar ausente.
Casi sin solución de continuidad en otro medio pudimos leer: “el pueblo tiene  tendencia a la coprofagia”.
Curiosa frase, porque es difícil negar que precisamente desde Roma se origina parte de la “copro” información. Nosotros, intentando atenuar la inmoderada expresión, optamos por llamarla información basura.
¡Un Papa populista, izquierdoso, turbiamente demagogo, afirma que al pueblo le gusta la basura!
Los días siguientes esperamos algún comentario de los medios, pero no pasó nada, ni una palabra, a los periodistas siempre tan ocupados del pueblo y su circunstancia, parecería no llamarles la atención que un papa tuviera esa idea desastrada, no ya de la masa, sino del pueblo.
Qué raro, pensé, si la escatológica-observación, hubiera tenido origen en el bando de Putin o de Trump, en ese momento ‒los sobrevivientes‒ asistirían al estallido de los medios de todo el sistema solar y los contornos.
Pero no, nadie dijo nada.
Parece innecesario aclarar que, ninguno desconce el comprometido papel de la prensa en el armado y difusión y tergiversación de información basura, pero, como no tomar en cuenta la decisiva contribución de Bergoglio a tarvés de entevistas y declaraciones en la propagación de tal confusión, como entender que sea Roma el ariete del error; como justificarlo; sería aceptable hacer como si nada pasara y no señalar a quien después de generar el daño y entregar esa información equívoca como alimento al pueblo, se queje de que el mismo pueblo la consuma.
Lamentablemente la entrevista fue más larga y hubo más declaraciones. Bergoglio: “Y lo repito. Cada uno de nosostros tiene su propia idea del bien y del mal y debe elegir seguir el bien y combatir el mal como el lo concibe. Bastaría eso para cambiar el mundo”.
Daría la impresión que no se ha dado cuenta de que eso es, precisamente lo que ocurre en el mundo contemporaneo, en el que cada uno, despreocupado de la verdad ‒tanto como parecería estar Bergoglio‒ hace lo que le parece, hace lo que cada uno decide que esta bien, a secas. Porque eso sería lo que según él “bastaría para cambiar el mundo”.
¡El mundo ya está cambiado Bergoglio y advierta el resultado! Su propuesta llega tarde y mal, por el contario habría que ensayar, no con el socialismo, sino con lo único que usted no ha probado, con la verdad.
Frente a esto el Papa Ratzinger: “La conciencia no constituye una facultad independiente e infalible; es un acto de jucio moral que se refiere a una opción responsable. La conciencia recta es una conciencia debidamente ilumnida por la fe y por la ley moral y objetiva, y supone igualmente la rectitud de la voluntad en el seguimiento del verdadero bien”.
“Oponer un magisterio supremo de la conciencia, al Magisterio de la Iglesia constituye la admisión del principio del libre examen, incompatible con la economía de la Revelación y de su trasmisión en la Iglesia” (Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo mayo 1990).
Además, en el discurso ante el IV Consistorio Teologal Extraordinario 1991: “En la concepción propia de toda la tradición cristiana, la conciencia es la capacidad de abrirse al llamamniento de la verdad objetiva, unversal e igual, para todos los que pueden y deben buscar”.
“En cambio en la concepción innovadora, de clara ascendencia kantiana, la conciencia es separada de su relación constitutiva con un contenido de verdad moral y reducida a una mera condición formal de moralidad, de esta forma la conciencia no es otra cosa que la subjetividad, elevada a criterio último del obrar”.
A La prolija y evidente similitud entre lo que Ratzinger denomina la concepción innovadora de la conciencia y la idea expresada por Bergoglio no podríamos agregar una coma.
También s. Juan Pablo II muestra su preocupación por esta cuestión fundamental en el II Congreso de Teología Moral: “…Ha sido puesta en discusión la misma doctrina cristiana de la conciencia moral, aceptando la idea de la conciencia creadora de la norma moral. De ese modo ha sido radicalmente barrido aquel vínculo de obediencia a la santa voluntad del Creador, en que consiste la misma dignidad del hombre”.
En el mismo sentido el filósofo A.Lobato O.P. “El sujetivismo autonómico de la propia conciencia, desvinculado de la verdad ojetiva y de toda fundamentación trascendente, tiende a la propia deificación, presentándose como oráculo infalible, no de la ley eterna, sino de su perosnal autosuficiencia”.
Llamativamente el Concilio Vaticano II, tan nombrado para justificar cualquier cosa, como poco leído, dice en la constitución Gaudium et Spes: “No pocas veces sucede que la conciencia yerra por ignorancia invencible, sin que por eso pierda su dignidad, lo cual no se puede decir, cuando el hombre no se preocupa gran cosa por conocer la verdad y el bien, y la concienciencia se pone así al borde de la ceguera por la costumbre del pecado”.
Verdaderamente preocupado lo vuelve a aclarar s.Juan Pablo II insistiendo en que “Este punto merece hoy atención especial. No os asimiléis –enseña el Apóstol– a la mentalidad de este mundo, sino renovaos por la transformación de la mente” (Rom. 12, 2). En los juicios de nuestra conciencia anida siempre la posibilidad de errar.
“La consecuencia que se deduce de tal error es muy seria; cuando el hombre sigue su propia conciencia equivocada, su acción no es recta, no pone en acto objetivamente lo que está bien para la persona humana, y ello por el mero hecho de que el juicio de la conciencia no es la última instancia moral”.


“Por tanto no es suficiente decir al hombre: “sigue siempre tu conciencia”. Es necesario añadir enseguida y siempre: pregúntate si tu conciencia dice la verdad, o falsedad, y trata de conocer la verdad incansablemente”.
Podríamos prolongar las citas sin otro sentido que la fatiga, ya que en este caso,  a través de los Papas, el Concilio V II y autores citados, la doctrina católica queda  clara y suficientemente expuesta.
Tal vez Francisco no haya frecuentado suficientemente la doctrina, tal vez no la comparta, tal vez su pensamiento sea otro, tal vez no piense solo actue de acuerdo a su postura descalificadora de la inteligencia, tal vez crea que es justa esta subtitución fraudulenta de la verdad, no lo sabemos y probablemente no lo sepamos nunca, porque difícilmete lo explique, y porque hoy puede decir esto y mañana aquello, cambiando o inventando palabras de acuerdo a lo que le parezca o convenga.
Por lo mismo después de alguna de sus conversaciones, y entrevistas surgen como de la nada “aclaradores”, voceros ad hoc, que explican “que fue mal interpretado”, “que no es lo quiso decir” etc. De hecho ya apareció alguno diciendo que el director del diario italiano fue a la entrevista sin grabador y que además no tomó notas (¿ ? ) por lo cual puede haber errores en la trascripción…
Pero vayamos más allá y admitamos, no sin esfuerzo, que Scalfari además de marxista, como reportero es desastroso, y no anota, ni graba, ni tiene memoria. Pero la autoridad verdadera no necsita aclaración. Porque la autoridad define, pone límites a lo impreciso, a lo ilimitado.
Otro punto que destaca en la entrevista, es el referido al “proselitismo” porque así parece que el Papa llama a la evangelización. Proselitismo vendria a ser en el diccionario Bergoliano, trasmitir el mensaje de Cristo y en su opinión: “el proselitismo es una solemne tontería”.
En lugar de eso propone: “es necesario conocerse y hacer crecer el conocimiento del mundo que nos rodea. La escucha de los deseos, de las desilusiones, de la angustia, de la esperanza”. Naturalmente el periodista no repreguntó a que esperanza se refería, ¿esperanza en qué? ¿En los bosques del amazonas? ¿En evitar el calentamiento global? ¿En el ecumenismo? Vaya uno a saber…
Hay más, hay demasiado, pero para terminar valga esta dudosa joya: “este es el inicio de esa Iglesia con una organización no vertical, sino horizontal”.
Fue entonces, cuando como en una pesadilla, creí entrever  hacia donde iban las cosas, incansable, desmañadamente arrastradas por Bergoglio hacia el caos. Alimentados solo de error y confusión, enmarañados en “enlodamientos igualitarios ‒clamaba C Peguy‒ para que nadir sobresalga”, un verdadero infierno habitado por hombres incapaces de pensar, un mundo, sin virtudes, con una Iglesia que se ocuparía de todo menos de Cristo y de la salvación, atribulada más por la extinción de los panda, que por la extinción de los católicos, una Iglesia  horizontal, nivelada bien a ras del suelo.
Miguel De Lorenzo