domingo, 15 de enero de 2017

6.1. El Infanticidio: evolución histórica

6.1. El Infanticidio: evolución histórica

 
A lo largo de la historia el infanticidio ha sido una práctica tradicional de diferentes culturas. Fue practicado tanto por los fenicios, los cartagineses así como los romanos y los chinos.
En la actualidad, en los países con mayores poblaciones del mundo, China e India, donde esta legalizado el aborto, la coincidencia de tres situaciones, los avance médicos que permiten determinar el sexo del futuro hijo, la situación de legalización del aborto y una 'preferencia cultural' por los hombres – habría que determinar si esto corresponde a un tipo de machismo-, ha llevado a que el número de mujeres disminuya y sean mas abortados embriones y fetos femeninos. Particularmente en la India, investigadores calculan que de 1985 a 2005, 10 millones de posibles futuras mujeres han sido selectivamente abortadas. El censo de 2001 en la India reveló que “faltaban” cincuenta millones de mujeres, yendo en contravía a la tendencia mundial donde el número de mujeres supera ligeramente al de hombres. Se dice en la India "es más probable que un bebé no llegue a nacer si es una niña". Por otra parte, la aplicación de la política de un solo niño en China en 1979, incrementó la población masculina pues llevó a que aumentara la proporción del sexo masculino, pues los padres intentaban engañar y evitar la ley mediante el aborto preferencial o el abandono de las hijas no deseadas.


En consecuencia, en la India está prohibido realizar ecografías para determinar el sexo del feto, pues, dado que el aborto es legal, muchas mujeres se ven obligadas a abortar si el feto es una niña porque, supuestamente, “una hija no podrá cuidar de sus padres cuando envejezcan, porque será la causa del empobrecimiento de la familia al tener que pagar una dote en su boda, porque será considerada un huésped en su propia casa hasta el día en que la abandone para casarse, porque el prestigio de la madre y su posición en la familia sólo se verán consolidados si el que nace es un varón o porque se cree que son los varones quienes pueden realizar los ritos funerarios por sus padres.” El aborto e infanticidio selectivo hacia futuras mujeres, podría tener una influencia en la relación hombres-mujeres que se elevó de 117:100 según datos del 2002.
Fuera de estos dos países, no se han reseñado otros casos significativos de países donde el aborto tenga tales implicaciones discriminatorias sobre las mujeres donde preferencialmente fetos o embriones de sexo femenino sean abortados (Sex-selective abortion) o bebes mujeres recién nacidas sean abandonadas y discriminadas en razón a su sexo.

Sobre el infanticidio se puede decir que de hecho en las sociedades preindustriales, debido a los peligros que afrontaban las madres al practicar el aborto, las mujeres preferían muchas veces destruir al recién nacido en vez del feto y que el infanticidio de hijos legítimos e ilegítimos se practicó normalmente en la antigüedad, que el de los hijos legítimos se redujo sólo ligeramente en la Edad Media, que se siguió matando a los hijos ilegítimos en Europa hasta entrado ya el siglo XIX, que el infanticidio se practicó sobre los niños con defectos congénitos y más sobre las niñas. Las principales víctimas eran los niños fruto de uniones ilícitas, irregulares y transitorias, los hijos de «madres solteras» y prostitutas.
En la mayoría de los casos los infanticidios no se cometían por métodos directos tales como estrangular al recién nacido, ahogarlo, abandonarlo o golpear su cabeza sino por métodos indirectos tales como dejarlos morir de hambre lentamente, descuidarlos física y psicológicamente y permitir que ocurran «accidentes». Es posible que la forma más corriente de infanticidio fuera simplemente no dar alimento al niño por descuido o deliberadamente. En todas las sociedades, como en la europea de los primeros siglos de la Edad Media, siempre operaron factores de selección u omisión en detrimento de las niñas, a las que no se daba gran valor en esas sociedades predominantemente militares y agrícolas, y sobre los minusválidos y retrasados mentales, que eran considerados como engendros, criaturas de otro poderoso enemigo de los niños, el Demonio, ya fueran ilegítimos o legítimos.
A las niñas se las valoraba en muy poco, y las instrucciones de Hilarión a su esposa Alis (I a. C) son típicas en cuanto a la franqueza con que se hablaba de estas cosas: « Si, como puede suceder, das a luz un hijo, si es varón consérvalo; si es mujer, abandónala». Consecuencia de ello fue un notable desequilibrio con predominio de la población masculina característico de Occidente hasta bien entrada la Edad Media, época en que probablemente se redujo mucho el infanticidio de hijos legítimos. Tener dos hijos no era raro, tres se daban de cuando en cuando, pero prácticamente nunca se criaba a más de una hija. El infanticidio de hijos ilegítimos no influye en la tasa de masculinidad de la población, puesto que generalmente son víctimas los niños y las niñas.
En la Antigüedad los niños eran arrojados a los ríos, echados en muladares y zanjas,»envasados» en vasijas para que se murieran de hambre y abandonados en cerros y caminos. En la Edad Media europea algunas veces se practicaba el lanzamiento del niño fajado. Los médicos se quejaban de que los padres rompían los huesos a sus hijos pequeños con la «costumbre» de lanzarlos como pelotas. Las nodrizas decían a menudo que los corsés, en que iban embutidos los niños eran necesarios porque sin ellos no se les podía « lanzar de un lado a otro». Los médicos denunciaban también la costumbre de mecer violentamente a los niños pequeños « que deja a la criatura atontada para que no moleste a los encargados de cuidarla». Por esto empezaron los ataques a las cunas en el siglo XVIII.
Hasta el siglo IV, ni la ley ni la opinión pública veían nada malo en el infanticidio en Grecia o en Roma. Los grandes filósofos tampoco. Aristóteles escribió: «En cuanto al abandono o la crianza de los hijos, debe haber una ley que prohíba criar a los niños deformes, pero por razón del número de hijos, si las costumbres impiden abandonar a cualquiera de los nacidos, debe haber un limite a la procreación». El se practicaba a todo niño que no fuera perfecto en forma o tamaño, o que llorase demasiado o demasiado poco, o que fuera distinto de los descritos de las obras ginecológicas sobre « Como reconocer al recién nacido digno de ser criado» (Sorano de Efeso), generalmente se le daba muerte.
En Roma el infanticidio no fue declarado punible con la pena capital hasta el año 374, con lo cual, por supuesto, no se puso fin a esta práctica cuando el cristianismo pasó a ser la religión del Estado. Posterior a esto fue común la práctica de infanticidio «accidental»: niños asfixiados bajo el peso de los adultos. Aunque las primeras representaciones pictóricas de la cuna datan del siglo XIII, en formas más simples seguramente se venía utilizando desde mucho antes. Desde los comienzos de la Edad Media las leyes y los libros penitenciales dan testimonio de las tentativas de impedir que se abandone a los niños y que se les asfixie echándose sobre ellos en la cama, sea intencionadamente o no; en el siglo IX se dicta la primera prohibición concreta de la costumbre de acostar a los niños en la cama de los padres. El uso de este mueble fue una cuestión de vida o muerte, como se desprende de numerosas amonestaciones de las autoridades eclesiásticas, cuyo objeto era que no se acostara a los niños en la cama de los padres para evitar el riesgo de asfixia bajo el peso de los adultos. En una serie de esas exhortaciones que se extienden a lo largo del siglo XIII, varios obispos instaban a que se mantuviera a los niños en la cuna por lo menos hasta la edad de tres años.
Como la ceremonia del bautismo representaba también la recepción del niño en la comunidad cristiana, este precepto, y la insistencia del bautismo público en una iglesia quizá tuvieran por objeto asimismo acabar con las prácticas encaminadas a lograr que el niño no pudiera sobrevivir.
El sacrificio ritual de los niños fue costumbre entre los celtas de Irlanda, los galos, los escandinavos, los egipcios, los fenicios, los moabitas, los amnonitas y en determinados períodos los israelitas. Incluso en Roma, el sacrificio de niños se practicaba clandestinamente. Plinio el Viejo habla de hombres que trataban de conseguir « el tuétano de la pierna y el cerebro de los niños pequeños». Los griegos y los romanos eran en realidad una isla en un mar de naciones que seguían sacrificando niños a los dioses, práctica a la que los romanostrataron en vano de poner fin.
El abuso sexual de los niños y jóvenes es una constante en la historia. Las sociedades basadas en la esclavitud y la servidumbre abusaron sexualmente de niñas y niños.
En Roma antigua un hombre libre podía elegir entre las esclavas nacidas bajo su techo a una joven y liberarla y educarla para que fuese su concubina. Nada más alcanzar los doce años, recibía la condición legal de concubina, de la misma manera que a esta edad, la joven nacida libre y comprometida por su padre antes de los doce años, recibía el estatus legal de esposa legítima.
Ya bajo la influencia del cristianismo con arreglo al derecho canónico, las edades mínimas para contraer matrimonio eran los doce años para las muchachas y los catorce para los chicos, y parece que muchos se casaban o al menos se prometían más jóvenes. La expectativa de vida en esas sociedades estaba entre los treinta y los cuarenta años de edad.
Las prácticas sexuales basadas en el poder llevaron a los romanos a crear un conjunto de reglas que establecía distinciones en lo relativo al amor entre los hombres. Los amos utilizaban lo mismo a las niñas que a los niños que de ellos dependían, y además los autores cristianos nos cuentan que los niños expuestos a este tipo de abusos eran criados para ser prostituidos desde muy temprana edad. Los romanos, al igual que los griegos, pensaban que en la pederastia la posición pasiva, de amado, debía tener unos límites temporales que empezaban en la pubertad y terminaban más tarde o mas temprano a una edad poco precisa. Esta consideración valía únicamente para los erömenoi que eran ciudadanos. La posición pasiva en las relaciones homosexuales era generadora de infamia para los ciudadanos; era una posición de esclavo, Fue un homosexualismo limitado a la edad.
El poder de los amos y señores hizo que no pocas veces cuando un joven esclavo resultaba atractivo y agradable, el amo decidía a veces prolongar esta época de gracia castrándolo, recurriendo para esto a los servicios de los médicos que muchas veces también eran esclavos, o servidores sometidos a los señores: « Ya que en contra de nuestra voluntad - escribía el médico Heliodoro - algunos hombres prepotentes nos obligan a menudo a hacer eunucos.» 94. La otra posibilidad, dice, es ponerlos en un banco y cortarles los testículos. Muchos médicos de la Antigüedad hacen referencia a esta operación, y Juvenal dice que habían de hacerla con frecuencia. En todos los jardines se veía un Príapo, con un gran pene en erección y una hoz que simbolizaba la castración. Y aunque Constantino promulgó una ley contra los castradores, la práctica se extendió tan rápidamente bajo sus sucesores que muy pronto los nobles mutilaban a sus hijos para facilitar su carrera política. Algunos amos querían retrasar lo más posible la aparición de rasgos viriles y de la actividad sexual masculina en sus jóvenes y queridos esclavos , a los que sin embargo no querían castrar. Marcelo, el médico galo del siglo V, da algunas recetas para impedir la madurez sexual. El empleaba medios puramente mágicos y químicos - o mecánicos para impedir la actividad sexual, como la infibulación.
La práctica sexual con los niños no era la fellatio, sino la cópula anal. Marcial decía que al sodomizar a un muchacho debe uno «abstenerse de excitar las ingles manoseándolas. La Naturaleza ha dividido al varón: una parte ha sido hecha para las mujeres, otra para los hombres. Usad vuestra parte». En la Antigüedad se decía con frecuencia que la cópula con niños castrados era especialmente excitante: los niños castrados eran los «voluptates» preferidos en la Roma imperial y a los niños se les castraba «en la cuna» y se les llevaba a lupanares para que gozaran de ellos hombres que gustaban de la sodomía con los niños castrados.
Pablo de Egina, médico de la llamada medicina bizantina de la sociedad esclavista de Bizancio, describió el método comúnmente utilizado para castrar a los niños pequeños: «Como a veces nos vemos obligados en contra de nuestra voluntad por personas de alto rango a llevar a cabo la operación. Ésta se efectúa por compresión, el niño aún de tierna edad, es metido en una vasija con agua caliente, y después, cuando las partes se ablandan en el baño, hay que apretar los testículos con los dedos hasta que desaparecen».
En el Medio Oriente la castración se practicaba a los jóvenes que luego irían a cuidar los harenes de los jefes. En la India todavía se practica entre ciertos jóvenes seguidores de una diosa.
En la antigüedad, el niño vivía sus primeros años en un ambiente de manipulación sexual.
Esta tradición de castrar a los niños se prolongó hasta los tiempos modernos en Europa ya no sólo con el propósito de abusar sexualmente de los niños sino explotarlos económicamente como sucedió con los famosos cantantes castrati y como práctica médica para «curarles » de diversas enfermedades.
La circuncisión masculina como práctica ritual se practicó y se practica todavía en muchas culturas, mucho más que la clitoridectomía. Esta última se practicó en Europa del siglo XIX en un momento en que el terror, incubado en las creencias de ciertos sectores cristianos, a la masturbación femenina estaba en apogeo. Fue a comienzos del siglo XVIII, y como culminación del empeño de controlar los abusos cometidos con los niños, cuando los padres empezaron a castigar severamente a sus hijos por masturbarse y los médicos empezaron a difundir el mito de que la masturbación daba origen a la locura, la epilepsia, la ceguera y causaba la muerte.
En el siglo XIX esta campaña llegó a extremos increíbles. Médicos y padres aparecían a veces ante el niño armados de cuchillos y tijeras, amenazándole con cortarle los genitales; la circuncisión, la clitoridectomía y la infibulación se utilizaban en ocasiones como castigo, y se prescribían toda clase de dispositivos restrictivos, incluso moldes de yeso y jaulas con púas.
En Occidente, el ataque más brutal al clítoris- la clitoridectomía o extirpación en la práctica nunca se llevó a cabo hasta las famosas y pronto condenadas operaciones antimasturbatorias de la década de 1870.
En Europa desde la Antigüedad hasta por lo menos finales del siglo XIX, para explicar dentro de un claro etnocentrismo ciertas diferencias con los otros pueblos, se pensaba que en las mujeres egipcias y, más en general, en las que vivían en climas cálidos, el clítoris era de un tamaño anormalmente grande.
Hoy todavía los europeos y las europeas viajan a los países cálidos del Tercer Mundo en busca de turismo sexual.
La desfloración femenina se conoció en culturas diferentes a las descritas entre los indígenas prehispánicos colombianos. En la India y en ciertas tribus africanas, las adolescentes eran desfloradas en una ceremonia especial, sirviéndose de una representación simbólica del lingam (pene) de Shiva, un objeto diseñado a propósito para este efecto, o sentándose sobre el lingam de una estatua de Shiva. La ceremonia tenía lugar a menudo ante toda la tribu y era ocasión de grandes celebraciones. En algunas tribus, una mujer ya de edad se encargaba de efectuar la desfloración de las vírgenes.

Dr. Hugo Armando Sotomayor Tribín. Médico Pediatra. Profesor de Historia de la Medicina y de Antropología Médica de la Facultad de Medicina de la Universidad Militar «Nueva Granada»