domingo, 19 de febrero de 2017

ALFABETOS – ANALFABETOS

ALFABETOS – ANALFABETOS
     
Comentario nacionalista al artículo que más abajo reproduzco: Es habitual  que los liberales identifiquen pobreza con ignorancia y también ignorancia con analfabetismo, y a los profesionales universitarios con sapiencia, inclusive con valores morales. Este era el dogma  principal de los unitarios, ahora generalizado en el vulgo, por el liberalismo ¡los que tenían poder, estudios o integraban alguna logia, estaban iluminados por las “luces”!. Aquí sospechamos que se respiraba un malsano aire calvinista: los seres predestinados, son necesariamente adinerados y poderosos,  y   necesariamente  instruidos; este desatino, que tanto males causó y causa a nuestra patria. provocó que al criollo, por las buenas o por las malas, había que atiborrarlo de liberalismo, para  acallar su dignidad,  amansándolo.

Según este “dogma”, entonces,  la delincuencia existe por falta de una “iluminada”  instrucción,  y una “cultura”; liberal, por supuesto. ¡Los niños y los jóvenes son rebeldes porque no concurren  a las escuelas de Sarmiento! Esto es lo que  pregonan constante y unánimemente  los medios periodísticos.¡Que sarcasmo enviarlos  a esos antros sin Dios y sin Patria! La instrucción es un medio, que puede dar cultura y moral o desordenar la inteligencia; ¡y la de Sarmiento desordena y envilece! La cuestión fundamental es lo que se mete en la cabeza de los alumnos; es fácil  imaginarse como reaccionarán  si  fundamentalmente los saturan con  evolucionismo, materialismo y ateísmo y amoralidad. . Por lo cual, el grandísimo mal que hizo Sarmiento a la niñez y a la  juventud fue crear muchas de esas escuelas laicas y antipatrióticas. O sea escuelas perniciosas. Lo que es motivo de adoración masónica, si de verdad  creó tantas como cuentan sus adulones.  es un baldón nacional. Lamentablemente ¡ni en los colegios religioso, luego del Vaticano II, educan  religiosa y patrióticamente!

La instrucción en Argentina, en poder de la masonería, con Sarmiento, Wilde, etc.; y luego la Reforma universitaria, están basadas en un liberalismo extremo y totalitario, negador   absolutamente de valores religiosos y patrióticos, o sea es atea y cipaya; excluyendo la enseñanza de principios filosóficos y  morales, egresaban  sujetos que, si no han mamado esos valores en su casa, con una instrucción no solo amoral, y esto res más grave aún,  con el   sentido común desvirtuado,  desconociendo la filosofía elemental,  basada en los principios fundamentales de la inteligencia,  quedan imposibilitados de  ordenar su vida moral, y  propensos a la violencia, al vicio y al delito, tal cual les sucede  a la mayoría de la juventud en nuestros días.
Actualmente el alfabeto-analfabeo respecto a los valores indispensables de la vida y de la inteligencia cundió en todos los estamentos sociales. Se puede ser, y en la argentina sarmientista se es alfabeto, o sea instruido, pero  analfabeto por carecer de los conocimientos mencionados.

Para aquellos   que le  agradan los números, el señor Mario Gorostarzu, escribió ”Instrucción y Moral” en el libro ”La enseñanza nacional” (Espasa Calpe, 1940), basándose en estadísticas oficiales, corroborando que la mayor cantidad de delitos son provocados por jóvenes instruidos, “ilustrados”, sobre los analfabetos. ¡Y contra hechos no valen argumentos!.  Aunque se refiere  a acontecimientos ocurridos hacia principios del siglo XX, hoy día comprobamos plenamente la verdad de su apreciación. El delirante sanjuanino fundó escuelas, pero escuelas masónicas, que según el Padre Castellani, forman, a lo sumo, empleados públicos irresponsables, incapacitados, desordenados  para manifestar un criterio y decisiones propias. Los resultados están a la vista; estudiantes universitarios que se hicieron montoneros y terrorista, profesionales sin vocación y políticos corruptos, y un pueblo en general también degradado.  La democracia liberal desamparó a la juventud. Por lo que es tan   difícil encontrar jóvenes con criterio propio  para platicar seriamente; pues están entregados a la indolencia del  2dolce far niente”. A continuación el artículo del señor Gorostarzu:
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INSTRUCCIÓN Y MORAL
C
uando el Estado ejercita su función interina  y no propia, le toca educar y no instruir, porque además de las razones hasta aquí expuestas, de la sola instrucción se derivan  graves males para el individuo y la sociedad.
      Don Nicolás Salmerón, hablando  ante el Congreso de España, decía en 1895, con profunda verdad: “La instrucción en ciertos límites, cuando no va acompañada de la educación  y de la formación entera del hombre. Es dañosa y perjudicial.
      Ya había escrito Smiles: “La cultura de la inteligencia ejerce poca acción sobre la conducta moral. Vemos hombres instruidos, cultos, literatos, que no tienen  en manera alguna buena conducta y que son derrochadores, borrachos y viciosos. De ahí se infiere que la educación  debe basarse en los principios de la religión y de la moral”. Y en el artículo  sobre  “educación” el Diccionario Enciclopédico Hispano Americano agrega estas oportunísimas palabras:”Si con esmero se cultiva  el organismo y la inteligencia; pero se olvida el sentimiento, la educación moral, las fuerzas física e intelectual desarrolladas darán sus frutos: la generación así educada será fecunda para el mal y para el vicio”.
      Henri Robert  en sugerente artículo publicado  en el Fígaro de París, daba en 1911 la voz de alarma a la Francia liberal, en medio de la fiebre de persecución a la escuela religiosa, que ésta continúaba desarrollando diciendo: “Podéis contar aún con un poderoso factor en el aumento de la criminalidad infantil: ¡La ausencia de toda idea religiosa!.

      Y en efecto, la escuela laica, fundada por Julio Ferry, en 1882, para organizar la “humanidad sin Dios”, en 1897 producía doble número de criminales menores de 16 años que los adultos, y en 1905 las estadísticas arrojaban cifras tan espantosas que el Ministro Guyot-Dessigne no consistió que se publicaran sin previa  notificación, con todo lo que resultaron 35.000 niños y niñas condenados en sólo un año! Y en 1912 de 100 niños condenados en París, 98 pertenecían a las escuelas laicas y sólo 2 a las católicas; como de 100 niños presos en “La petite Roqueste”, 80 procedían de las escuelas del Gobierno y 11 de las religiosas y libres.
      El profesor ruso Kovalevsky decía en el Tercer Congreso Internacional de Educación, celebrado en Brusellas (1910): “La criminalidad no disminuye en modo alguno; ni siquiera podemos felicitarnos de que se estacione; antes bien crece en tales términos que la escala de su crecimiento sobrepuja a la del aumento de población del globo terrestre”.
      “El crimen y las infracciones a la ley  van en aumento –escribe J. Alfredo Conwell en “Manhoods Morning”, argumentando contra el desgraciado ensayo de implantación de la escuela neutra oficial en Norte América-, “Los criminales de todo género no sólo son numerosos, sino que se multiplican  en proporción más rápida que la población. El reclutamiento para las legiones del crimen se hace en su mayor parte entre los jóvenes”. Según el censo que cita este autor, se hallaban en las distintas penitenciarias de los Estados Unidos, 82.329 presos, de ellos más de la mitad jóvenes. Igual proporción se manifestaba sobre los 7.386 asesinos que entre aquellos se contaban. Y en varias casas de corrección se hallaban recluidos además 14.846, menos de los cuales 11.535 eran varones.
      Es  que como ha dicho Guizot, sin el freno religioso “no queda sino la lucha por la vida, las necesidades inmediatas,  los instintos impulsivos; todo lo que surge por sí mismo en el niño; y todo eso, sin freno, arrastra inevitablemente a la taberna, al lupanar, a la cárcel, y con frecuencia al cadalso”.
Veamos como todo ello es una verdad innegable también entre nosotros.
A pesar de las dificultades que para realizar un estudio conciente del problema presenta la falta de estadísticas serias  y prolijas, cuando no la absoluta falta de ellas, -pues empezando por la Dirección General de Estadística, que no publica nada referente a la criminalidad infantil, y siguiendo por los Tribunales de la Capital, que no la llevan en ninguna forma; y continuando por la Policía, que sólo la tiene regular desde 1914; y terminando por la Biblioteca Nacional, que carece de las colecciones completas de las Memorias de la Penitenciaría Nacional, de los volúmenes del Anuario de la Municipalidad, como de otras publicaciones pertinentes; y anotando de paso el hecho increíble de que el Ministerio de Justicia no tenga datos de la Oficina respectiva, y que las cifras de la sección del Consejo Nacional de Educación están en desacuerdo con trabajos que publican empleados del mismo-; el autor ha logrado formar cuadros y  registrar cifras a través de un paciente y prolijo trabajo, realizado en la larga repulsa de las obras publicadas en el país por autores nacionales, y a través de los datos que ha podido compilar en la heterogénea serie de publicaciones oficiales: memorias carcelarias, policiales, municipales, ministeriales, mensajes, etc. etc., con lo que puede presentar en estas páginas el lenguaje elocuente de los números.

     [Resumo a continuación los numerosos datos de los cuadros;  los comentarios, cuando son reducidos, están escritos en cursiva, y son autoría del blog, pero manteniendo fielmente el mensaje del señor Gorostarzu. Por supuesto, loe cuadros y comentarios completos los encontrará quien le interese en el libro anotado en el encabezamiento].

CANTIDAD  DE  DELINCUENTES  INFANTILES.
Año 1890:  menor de 16 años   87;  hasta 20 años:   570..
Año 1900:     “     “          “   : 424;     “     “     “   :   880.
Año1919:      “     “   “     “   : 540 ;    “     “     “   : 2.024.

      Además de la progresión que en él se registra en el desarrollo ascendente de la criminalidad infantil, hay un dato que llama profundamente la atención. Es el enorme aumento que se nota entre los años 1890 y 1900.
En un trabajo laureado por la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Buenos Aires, Don Roberto Gache cita a este respecto la opinión  autorizada del distinguido catedrático Dr, Antonio Dellepiane, quien hizo notar a aquel  la concomitancia que a su juicio explica ese fenómeno, en el hecho de que la actual ley de Educación Común, dictada en 1884, sustituyendo a la anterior educación religiosa, correlaciona la modificación  en el aumento anotado de la delincuencia infantil.
Suscribimos el acertado juicio, pues a quien pretendiera negarlo aduciendo que ese aumento sólo obedece al correspondiente de la población de la Capital Federal, le responderemos con las siguientes cifras:

RELACIÓN  DE  LA  POBLACIÓN  Y  LA  DELINCUENCIA  INFANTIL..
Año 1890.  Población: 568.744.  Delincuencia:   657.-   Proporción:  0,115
   “   1900         “         821.293.         “            1.304.-          “           0,158.

No es entonces aventurada la opinión que sustentamos.
Pero observemos todavía  como se ha desarrollado en Buenos Aires la obra de la enseñanza primaria, para poder deslindar responsabilidades y dar a cada factor lo que en justicia le corresponde. El siguiente cuadro nos habla muy elocuentemente:

LA  ENSEÑANZA  PRIMARIA  EN  BUENOS  AIRES.
Año  1890.  Alumnos en escuelas oficiales:   30.774.-  En escuelas particulares:   18.001.-
   “   1919:         “        “        “             “  :  945.128.-   “        “               “      : 112.422.-

Aquí surge también un detalle harto significativo, entre los varios que hemos de ir  comentando. Y es que, entre 1890 y 1900, la cifra de los concurrentes a las escuelas oficiales sube de 30.774.- a 69.409.-, o sea un 2,25 de aumento, mientras que en las particulares sólo se pasa de 18.001.-  a 24.551.-  o sea 1,36 de aumento, lo que representa sobre la totalidad de alumnos para las primeras el 73,74% de concurrencia sobre el 26,26% para las segundas.
No hay que ser muy práctico en apreciaciones estadísticas para comprender hasta que punto  es lícito afirmar que la población criminal en los menores recolecta sus delincuentes entre los escolares de la enseñanza oficial.
Pero, tal vez, se le ocurriera a alguien argumentar  en contra con el socorrido prejuicio del analfabetismo, pues desde la famosa frase de Víctor Hugo: “cada escuela que se abre es una cárcel que se cierra”, hay muchos que siguen creyendo  que la criminalidad  está en relación directa con la falta de instrucción.
Pues bien, véase lo que nos enseñan los datos de la estadística. Sobre 57.198.- delincuentes condenados en el decenio comprendido entre de 1904 a 1913, sólo tenemos 5.998 analfabetos contra 51.191.- instruidos.
Según los datos de la memoria de la Penitenciaría, correspondiente al año 1894, sobre 23.039 condenados desde el 1º de junio de 1877 hasta el 31 de diciembre de 1893, hubo 14.542 instruidos. Y en los tres años siguientes hallamos estas cifras:

MENORES  DELINCUENTES:
Año   1894.  condenados:    234.-   Instruidos:   157.-
   “    1895.          “         :   190.-           “       :  118.-
   “    1896.           “        :   331.-           “       :  198.-

Y para desvanecer toda duda y adquirir la certeza de que la instrucción no es valla para el delito, sino todo lo contrario, observemos este  cuadro:

LA  DELINCUENCIA  INFANTIL  Y  EL  ANALFABETISMO.
Año   1911.  delincuentes:   932.-    analfabetos: :  234.-
   “     1912:          “            984.-            “         :  256.-
  “     1913.             “      1.075.-            “        :    236.-

Como se ve, tenemos siempre una enorme mayoría de delincuentes menores instruídos sobre los analfabetos. Sobre 952 delincuentes en 1911 encontramos 698 alfabetos contra 234 analfabetos; en 1912, sobre 984 pertenecen 728 a la primera categoría y 256 a la segunda; y en 1913, sobre 1.075, la cifra de los instruidos arroja 839 en contra de sólo 236 analfabetos.
Veamos, por ejemplo, las últimas cifras correspondientes a 1910. Las tomamos de la reciente publicación, que acaba de hacer la Jefatura de Policía, y aunque no abarca los totales de la delincuencia, pues sus números deberías ser sumados con los de otras reparticiones, como la Correccional de Mujeres, que obran por separado, ellas nos bastarán al objeto de este estudio.
Con sus datos hemos compilado los dos cuadros siguientes,

(Luego de estos cuadros, que no reproduzco, continúo con el texto del señor Gorostarzu, que los analiza:]

Interpretemos las cifras, ya que como elocuentemente lo ha dicho Rümelin, a los números hay que “abrirles la boca”:
Tenemos las siguientes comprobaciones sobre el toral de delincuentes  que figuran en los cuadros anteriores: 
1-               El 75% sabe leer y escribir; es decir que no pertenece a la clase analfabeta. Esos 4.964 instruidos han pasado en consecuencia por las aulas escolares.
2-               El 70,83% ha cometido el delito en “estado normal”; vale decir  que sabía lo que hacía.  Esos  4.687 delincuentes concientes, son individuos instruidos, en consecuencia.
3-               El 92,53% está comprendido hasta la edad de 50 años, a cuyo límite alcanza la generación instruida para la escuela oficial creada por Ley de 1884, siendo verdaderamente impresionante el hecho de que la mayoría de los delincuentes arroje sus cantidades entre  los 16 y 30 años, vale decir, en los períodos más próximo al alejamiento de las aulas.
4-               El 46,57% ha vivido su infancia  en “casas de vecindad”; pero aunque la estadística no lo determina, podemos conjeturar como resultado de nuestras observaciones personales en las visitas que hemos efectuado a los establecimientos carcelarios, que la enorme mayoría de los delincuentes ha vivido después también en inquilinatos, lo que nos da derecho a elevar el porcentaje éste a una cifra que oscila entre el 89% y el 92%; lo que equivale a demostrar  como influye sobre la criminalidad la falta de cultura moral. Pero, aunque no tomando más que las cifras de los cuadros que comentamos, comprobaremos como la escuela oficial, puesto que sólo a ella ha podido concurrir  ese elemento, no ha ejercido acción benéfica, reformadora del ambiente en que iniciaron su vida los 3.079.-, que figuran en las casillas correspondientes.
5-               El 44,36% es argentino nativo, lo que quiere decir que ha pasado en su totalidad por nuestra escuela oficial.  Esta afirmación se robustece con las cifras que da en el trabajo que acaba de publicar el señor Jorge Meneclier, pues prueba  que la inscripción escolar da en la Capital 95,06% pata el niño argentino, mientras  para el extranjero que vive entre nosotros la proporción es sólo de  un 69,19%;  y en la República es para el primero  de 56,28% y de un 42,76% para el segundo. Puede afirmarse entonces que  el mayor número de analfabetos  que se registra en los cuadros  de la criminalidad corresponde al extranjero.
6-               El 84,67% de los suicidas son instruidos. En los 509 casos que registra la estadística, llegamos a estas alarmantes comprobaciones: a) 59,92% oscila entre los 10 y los 20 años de edad; b) el 44,80% sólo llega a los 25 años; c) el 22,20% representa menores de 20 años ¡Es de todas las lecciones que nos dan los números la más amarga! ¡Niños jóvenes, -nótese que hay 24 menores de 16 años y 89 de 16 a 20 años, quitándose la vida voluntariamente! ¿Qué han aprendido en las aulas escolares? ¿Es esa la robustez física para la lucha, el despejo intelectual para la comprensión de la vida y la fortaleza moral para sobrellevar el dolor, con la que la escuela pública forma a  nuestros niños? ¡Las cifras así lo dicen!
7-               El 83,86% pertenece a la categoría de “hijos legítimos”, lo que prueba que los hogares a que pertenecen no han sabido educarles. ¡Y es claro! ¡Tampoco sus padres fueron educados, sino instruidos!

Conviene sobre este último aspecto continuar nuestras incursiones en le campo de la estadística, porque es verdaderamente expresivo lo que vamos a encontrar en ella.
Tomamos las cifras del Anuario Estadístico de la Municipalidad y de la Curia Eclesiástica:

MATRIMONIOS.
Año  1887;   Civiles:    3.428.- ;   Religiosos:   3.424.-;    Católicos:   3.399.-
   “    1900;        “  :     5.496.- :           “       :  4.438.-;          “       :  4.330.-
   “    1919;         “ :   13.477- ;            “       :  6.918-;          “       :   6.782.-

¿Cómo no han de salir delincuentes infantiles de una escuela sin religión y de hogares constituidos sin moral?
Así va el país precipitándose  hacia el abismo de la inmoralidad, que va ganando todas las costumbres públicas y privadas.
Díganlo si no las plagas de las enfermedades que se originan en la crápula, y confírmelo el dato asombroso que nos brinda la ebriedad en Buenos Aires, que sólo en el año pasado  registra 768 menores de 20 años de edad.
Apena ver el número de niños idiotas, paralíticos, sifilíticos, raquíticos y tarados en la mil formas que la herencia  acredita su origen congénito, que vienen a la vida con el sello de la degradación paterna.
En su inmensa mayoría son hijos de padres instruidos.
Y como nota terriblemente alarmante, por lo que significa para el porvenir de nuestro país, que tiene que cifrar en la población de sus inmensas extensiones casi desiertas, la esperanza de su poderío y engrandecimiento.
Véase todavía en el siguiente cuadro la marcha descendente de la:

NATALIDAD  EN  BUENOS  AIRES.
Año   1887.   Población:     366.000.-    Nacimientos:    15.939.-     Proporción:  4,35.-
   “     1900.          “      :     821.293.-            “         :     38.978.-              “      :  3,87.-
   “     1919           “     :  1. 658.269.-            “        :      40.157.-              “      :  2,42.-

Dígasenos ente los hechos revelados por la estadística, si no estamos dentro de la verdad, al afirmar que ellos son  los resultados perniciosos de nuestra escuela pública, a base de instrucción,  en lugar de formar a sus alumnos en los severos principios de una sana educación.
¡Ah, cuanta verdad exclamaba ese Víctor Hugo, a que tan afectos suelen ser los liberales, sin saber imitarle en lo que tuvo de leal y sincero: - “Se debería conducir ante los tribunales a los padres que envían a sus hijos a escuelas en que no se enseña religión. ¡Desde que se quiere proscribir la enseñanza religiosa, la creo más necesaria que nunca!.”+