sábado, 18 de febrero de 2017

El desequilibrado emocional


El desequilibrado emocional 

( Nacionalismo Católico NGNP )

La emoción no debe ser predominantemente el guía que nos indique por donde caminar y cómo comportarnos. Nuestros comportamientos o acciones, aunque a veces se excedan, deben estar regidas por la razón que es quien debe indicar hasta donde el estado de ánimo debe ser expresado en cada circunstancia. 

Sabemos que no sólo no podemos vivir sin emociones sino que estas son expresión necesaria de la naturaleza humana. Hasta aquí todo el mundo de acuerdo como también que hay momentos en los que el estado emocional se nos escapa de las manos y desborda nuestra capacidad de autodominio.  Pero en cuanto una persona vive dominada por y bajo el impulso de  sus estados emocionales pasando en cuestión de minutos de la cima de la depresión a la cima de la alegría y la excitación o de la envidia a los celos o de la risa al llanto o del odio al amor, de la ira a las caricias, asistimos a un desequilibrio emocional capaz de destrozarnos y dejarnos sin saber a qué atenernos nosotros mismos ni a qué atenerse los demás.

El ser humano tiene que aprender a no vivir a merced de impulsos emocionales
que, si bien tienen siempre una explicación o una causa inmediata, son ciegosen cuanto que ciegan nuestra capacidad de razonar y ver el terreno que  pisamos. No se trata de vivir en perfecto equilibrio, privilegio de muy pocos en escasos momentos, sino de no estar a merced de dónde sople el viento. Los cambios repentinos de estado de ánimo producen importantes estragos en la personalidad del sufridor, pero además y a su paso, dejan un fuerte impacto en quienes con ellos conviven y, al reaccionar con esa labilidad emocional, les tienden a rehuir y a evitar, destrozando a su paso relaciones que se las prometían felices. La emoción no puede ser cual animal silvestre que se expresa como le viene en gana, sino un animal domesticado. Si uno quiere exponerse a vivir desequilibrado lo que tiene que hacer es dejarse llevar de su emoción y expresarse casi siempre como el impulso se lo exige. La emoción no debe ser predominantemente el guía que nos indique por donde caminar y cómo comportarnos. Nuestros comportamientos o acciones, aunque a veces se excedan, deben estar regidas por la razón que es quien debe indicar hasta donde el estado de ánimo debe ser expresado en cada circunstancia. Hay personas, sin embargo, que se mueven como si estuviesen poseídas por su estado de ánimo y cuando actúan no saben si matan o hieren, ni qué consecuencias tiene su expresión en si mismas y en aquellos que tratan.
Emocionales, sí, descontrolados y emocionalmente alterados y cambiantes, a ser posible nunca. Es un inconveniente vivir de esa manera.