domingo, 20 de agosto de 2017

EN EL REINO DE LA GRIETA Tenemos que sanar a la Argentina


EN EL REINO DE LA GRIETA
Tenemos que sanar a la Argentina


En el Reino de la Grieta no hay crecimiento ni equilibrio. Tampoco inteligencia. El Reino de la Grieta es lúgubre e incierto, tan violento que resulta fácilmente vulnerable. En la grieta hay miopes y vanidosos, mediocres y tontos. En la Argentina, el Reino de la Grieta permanece: de unitarios y federales a conservadores y radicales, de peronchos y gorilas a mnemistas y 'progres', de kirchneristas a macristas. El inodoro es una salida. La otra, reflexionar. Esta nota ayuda:




Por LUIS ALEJANDRO RIZZI

Somos muy mediocres. O, por lo menos: nuestras acciones públicas son tan mediocres, producen resultados tan mediocres. En algunos años, algunos libros contarán -si es que hay libros todavía, si es que hay una Argentina todavía- que la nuestra fue la generación más fracasada de la historia del país. Que fuimos nosotros -no harán diferencias, hablarán de todos nosotros- los que lo llevamos a este punto. Por supuesto, la generación siguiente puede disputarnos la corona, pero creo que nos reconocerán la importancia de haber hecho camino. Y nuestra marca: la Argentina donde empezamos a vivir era tanto mejor que esta donde vamos terminando”.
Martin Caparros,
diario Clarín
30/5/2017.

Antonio Gramsci dijo que cuando lo viejo no muere y lo nuevo no nace se viven tiempos morbosos, lo que significa tiempos malsanos y nos sentimos tentados por lo desagradable, por lo mediocre y nos cautiva la sofística, que es una enfermedad del espíritu.

Recomiendo la lectura del artículo de Martin Caparros, ya que -desde una posición opuesta- coincidimos en una necesidad, él dice reinventar el país y yo más bien diría que hay que sanar o recuperar o restaurar a la Argentina de este largo tiempo de morbosidad. En el fondo creo que es lo mismo, pero con diferencias.

Caparros dice, con razón, que desde 1983, cada gobierno tuvo que deshacer lo que había hecho el anterior, pero precisamente pienso que esa es la enfermedad que padecemos, que se agrava con cada gobierno. En ese sentido, cada gobierno se cree fundador.

La palabra “reinventar” no existe en el diccionario, con razón porque lo inventado ya está, y de algún modo reinventar nos llevaría a seguir haciendo lo mismo que venimos haciendo. No es el camino.

Pienso que al país hay que sanarlo y quizás sea necesario ensayar alguna cirugía porque para una sociedad, 70 u 80 años de enfermedad o quizás más, es mucho tiempo. Es el fracaso de por lo menos 4 generaciones, es el fracaso de todos. No hay quien pueda tirar la primera piedra.

Pasa que carecemos de dirigencias. Tenemos jefes o jefas… que ejercen el mando, pero carecen de toda autoridad, nuestra enfermedad es esa, no hemos sabido formar clases dirigentes.

Es cierto también lo que dice Caparros: no nos hacemos cargo de nada, por eso somos irresponsables. No tenemos capacidad de meditación y por tanto de previsión. En vez de hacer un futuro nos empecinamos en modificar el pasado, hacemos culto de la añoranza y de ese modo sepultamos la esperanza que es sepultar el futuro.

Estamos divididos por una grieta caricaturesca, la grieta del “anti”. Hasta el PRO, que significa estar a favor de algo, su objetivo electoral es estar contra “Ella” y el objetivo de “ellos” es estar contra “Macri y el PRO".

Esa es nuestra neurosis social, porque siendo “anti” demostramos nuestra inestabilidad y nuestra incapacidad para discutir. Los anti no discuten porque no sabe dialogar, hablan idiomas diferentes. Los anti confrontan, son agonales.

Nos faltan ideas, debates –los que se han llamado como tales han sido simples sátiras o farsas de debates-, nos falta cultura.

El modo de sanar a una sociedad es aportando ideas, restaurando valores, creencias.

Quizás Caparros debió decir debemos restaurar y recuperar a la Argentina, que no es ni más ni menos que sanarla.

El gobierno tiene intenciones, pero no tiene élites.

Es otra expresión y drama a la vez de este proceso de decadencia, queremos salir pero no sabemos cómo, no tenemos buenos baquianos.

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