jueves, 22 de febrero de 2018

AÑO 10- CAPÍTULO 18º- EL DESESPERADO ARGUMENTO DEL "PUÑO Y LETRA"


AÑO 10

CAPÍTULO XVIII

EL DESESPERADO ARGUMENTO DEL "PUÑO Y LETRA"
 En el año 1938 se publicó todo un libro. . . . El fundador de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, Buenos Aires, Talleres Gráficos de la Penitenciaría Nacional,  1938. . . sin otra miga que ese solitario decreto (nombramiento de Segurola, que no aceptó)      y esas ocho notas, cuatro de ellas en facsímil, para demostrar que Moreno las escribió       "de su puño y letra", detalle que subrayaron como prueba terminante (sic) de que él fue el fundador de la Biblioteca. A pesar de la bulla y pretensión de novedad con que se nos había anunciado este libro,      es oportuno aclarar que más que publicación resultó una re publicación,        porque las notas que pretende alumbrar ya eran conocidas, como que habiéndolas publicado Trelles en 1879 . . . . TRELLES, MANUEL R., Revista de la Biblioteca Pública, tomo 1. . . .fueron en diversas ocasiones requeté publicadas juntas o separadas, recortadas o enteras. La precaución del fotograbado no podía agregarles nada, porque no estaba en discusión su caligrafía, sino su contenido.


Sólo se necesitaba saber leer de corrido para comprobar que de ninguna de esas notas se desprende que Mariano Moreno fuese el fundador,        pues todas ellas hacen saber a cada uno de sus destinatarios que la Junta ha resuelto establecer una Biblioteca pública. . .

Pero como cuatro de esas notas aparecen escritas de puño y letra      de Mariano Moreno, sus panegiristas han promovido una aturdidora algazara alrededor de este detalle, porque esto para ellos significa —hoo manes de Aristóteles y de Stuart Mili!) — que él fundó la Biblioteca Pública. . .

 Parece mentira que publicaciones oficiales hagan,      estas trocatintas, en un país cuyos ciudadanos no tienen blanda la mollera más allá del primer año de su vida y donde hay no menos de doscientos profesores de lógica.

Perdónennos los inventores de tan desesperado argumento,       pero ¿creen de veras que tiene alguna importancia la caligrafía de esos papeles,      cuando ella es la del secretario de la Junta, que por su empleo tenía que escribirlos de "su puño y letra"?

En aquellos tiempos en que no había máquinas de escribir,      es seguro que se encontrarán muchos documentos de letra de los secretarios de todas las instituciones, pero eso,        para un mediano sentido común no quiere decir que las iniciativas fueran suyas. A menos que pretendan hacernos creer que Mariano Moreno,      como secretario de la Junta, no comunicaba sino aquellas resoluciones de que él era autor. . .

El pobrísimo argumento del "puño y letra",       a pesar de todo,      se ha hecho, más aún se ha campaneado en forma resonante,      difundiendo en periódicos,    revistas y libros,    los costosos fotograbados y esa trivialidad es la última trinchera en que se han refugiado los panegiristas.

En el texto de esas notas no hay nada que justifique las ilusiones de los que ahora las republican.     Todo lo contrario; lo acabamos de decir, en cada una se vuelve a leer el mortificante estribillo:     la Junta ha resuelto fundar la Biblioteca. Jamás, ni de soslayo, se apunta que Mariano Moreno fundara o por lo menos hubiese acariciado la primera idea de la fundación.

Citemos de nuevo las notas, enumeradas ya en el capítulo anterior, y reproduzcamos las frases más expresivas de ellas:

1º Al gobernador de Córdoba      (sobre los libros del Obispo Orellana) "el benéfico objeto a que esta Junta los ha destinado".

2º Al administrador de Temporalidades,      pidiéndole desaloje una casa "por necesitarla el Gobierno para una biblioteca pública".

3º A Chorroarín:       "Habiéndose dispuesto por esta Junta la formación de una Biblioteca pública". . . Y en otro lugar de la misma:      "estando advertido que el Secretario Dr. D. Mariano Moreno está nombrado por la Junta protector de dicha Biblioteca.

4º Al Obispo:       "Habiendo dispuesto la Junta la formación de una Biblioteca pública".

5º A Chorroarín:    "La Biblioteca pública que ha determinado establecer la Junta. . .'

6º Al Provincial de San Francisco:     "Habiendo sido destinado el Reverendo P. Fray Cayetano Rodríguez al servicio de la Biblioteca pública. . ."    No se dice quién lo destinó,     pero es claro que debió de ser el Gobierno, pues nadie más podía tomarse tal atribución.     El Provincial contesta a la Junta y no a Moreno.

7º Al Tribunal de Cuentas:      "Necesitándose urgentemente la pieza que hace esquina en los altos de ese Tribunal de Cuentas para darle la indispensable extensión a la Biblioteca pública. . . dispondrá Vuestra Señoría que sin pérdida de momento quede totalmente franca, pues esta Junta tiene noticia. . ."

8º Este es el ampulosamente denominado:        "Un documento terminante",   que se ha volcado en bronce eterno. Está suscripto únicamente por Moreno y comienza así:     "El honroso cargo que la Excelentísima Junta me ha conferido de protector de la Biblioteca pública. . .

La respuesta del Cabildo a la nota anterior no se dirige a Moreno,      a pesar de que era su solo firmante, sino a la Junta, reconociendo así que Moreno,     por sí solo, carecía de autoridad, y empieza de esta manera:     "El señor Protector de la Biblioteca Pública . . . ha ocurrido al Cabildo..."

9º Decreto nombrando Bibliotecario,     "La Junta Provisional Gubernativa. . . ordena y manda se le reconozca (a Segurola) por Bibliotecario segundo. . ."

A descubrirnos esto se ha reducido la más vistosa y trompeteada investigación de nuestra Academia Nacional de la Historia.

Publicar estos nueve pápeles para demostrar documentalmente que Moreno fundó la biblioteca,      es confiar demasiado en que a esa clase de paneles no los lea nadie.       Pero también es arriesgarse mucho, porque alguien puede leerlos y preguntarse:       De dónde saca este buen señor que esto prueba lo que él quiere probar?

Publicarlos para demostrar la actividad devoradora, "sobrehumana" (sic) del Protector en favor de su protegida,       es peor aún, porque se documenta fotográficamente el retardo con que realizó  sus insignificantes diligencias,     que no llegan a sumar una línea de manuscrito por cada día de Protectorado.

El que cuatro de esas notas, estén redactadas de puño y letra del secretario,     no significa sino que el hombre no había abandonado totalmente sus obligaciones de secretario,      y que de tiempo en tiempo alguna nota escribía.

Con ese mismo criterio,      si hubiéramos de atribuir la paternidad de las iniciativas a los pendolistas de la Junta,     después que salió Moreno y lo reemplazaron varios otros sucesivamente en la secretaría,       por ejemplo el vilipendiado doctor Campana, diríamos que éste es el autor de cuantas medidas de gobierno existen escritas de su puño y letra.

Si Moreno no hubiera sido secretario de la Junta,      y se hallaran algunos borradores suyos con resoluciones del gobierno,     entonces sí podría pensarse que su intervención en tales casos no había sido la de un simple amanuense, sino que probablemente había inspirado la idea.

Tenemos a mano un ejemplo,       que sin advertirlo,    nos lo ha brindado el distinguido compilador de las ocho notas y un decreto.

Nos referimos al fotograbado frente a la página 31,    que contiene la renuncia de Segurola, con esta aclaración:

"Facsímil de una parte del texto de la renuncia de Saturnino Segurola en su condición de segundo Bibliotecario y decreto marginal, nombrando en su reemplazo a Luis José Chorroarín, de fecha 30 de enero de 1811, nombramiento pedido por Mariano Moreno según manifestación del propio Chorroarín".

Hay un detalle, que se les ha escapado y que tiene mucho sentido,      y es que el decreto marginal,      por el cual se nombra bibliotecario a Chorroarín,     es de puño y letra... del mismo Chorroarín.     ¿Cómo no lo han advertido y cómo no se han dado cuenta de lo que significa?

Si Chorroarín hubiera sido Secretario de la Junta,       esto es:      si por su empleo hubiese tenido la obligación de redactar los decretos,      el detalle carecería de importancia. Pero como no lo era, el haber escrito esas líneas de su propia mano,        significa que el gobierno entregaba a su arbitrio los asuntos de la Biblioteca,       lo cual revela que reconocía en el modesto sacerdote al verdadero hombre de la institución,       como que él la ideó y la organizó y la inauguró.

En cuanto a que debió a Moreno su nombramiento,       es un dato que nosotros dimos a conocer en aquel folleto que tanto escándalo produjo,     y que sin embargo ha sido aprovechado sin mencionar la procedencia.

No tenemos inconveniente en introducir una pequeña rectificación a lo que entonces dijimos,     y esperamos que ésta sea utilizada en la misma forma,     con o sin mención nuestra.

La rectificación consiste en esto:     el nombramiento que Chorroarín obtuvo por influencia de Moreno, no fue el de Bibliotecario,       sino el de Director.

En cambio el decreto marginal nombrándolo Bibliotecario,     es del 30 de enero de 1811, cuando Moreno ya no estaba en Buenos Aires.       Este nombramiento se lo debió a sí mismo, como que de su propia mano se extendió.

No se ha hallado el decreto,      muy anterior a éste designándolo Director,    pero existen numerosas referencias oficiales que lo reconocen por tal.

Fue pues,     el primer Director y también el primer Bibliotecario, ya que fray Cayetano Rodríguez nunca llegó a ser nombrado y Segurola no aceptó,       cuando con retardo lo designaron.

Los que tanto han ponderado los imaginarios desvelos de Moreno,      jamás se acuerdan de los reales servicios de Chorroarín,       que trabajó gratuitamente, pues el cargo de Director era honorario,       y en cuanto al sueldo de Bibliotecario lo destinaba a pagar la limpieza de la casa.

"En el día ejerce estos ministerios serviles un negro esclavo del Colegio llamado Antonio, que por no querer servir a su dueño,       lo traje a la Biblioteca,      en la que sirve gustoso, y lo visto y lo mantengo de cuenta del sueldo de los Bibliotecarios. . .”. . . Nota de Chorroarín al Gobierno (29 de Enero de 1812) La Biblioteca Nacional en 1937, por Gustavo Martínez Zubiría. Página 119.

En la indagación de la paternidad de la Biblioteca los morenistas hacen mucho hincapié en aquel artículo de La Gaceta, que comienza:

"Los pueblos compran a precio muy subido la gloria de las armas",       publicado el 13 de setiembre de 1810, en el cual se anunció por primera vez la fundación.

¿Por qué motivo se menciona esta pieza?

¡Porque, dicen, que la escribió Moreno!

En ese artículo,        sin embargo, volvemos a encontrar el estribillo "La Junta ha dispuesto. . .", "La Junta ha resuelto..."      y ni por asomo una insinuación que directa o indirectamente equivalga: "Mariano Moreno ha fundado o ha ideado o ha sugerido".

Léase en el párrafo 3º:         "La Junta se ve reducida a la triste necesidad de crearlo todo.

Y en el párrafo 4º:        "Ha resuelto la Junta formar una Biblioteca pública. . ."

Y en el párrafo 7º:       "La Junta ha resuelto fomentar este establecimiento.

Se nos podría alegar que no se estila en los decretos decir de quién es la idea de tal decreto. Ya lo sabemos.       Por eso decimos que para probar que la idea fue de Moreno tendrían que aportarnos otras piezas,        en vez de estas notas y artículos que nada aclaran al respecto.

Pero no las aportan,        a pesar de haberlas buscado y hasta de haberlas prometido solemnemente.

Señal de que no las han encontrado porque no existen.

Pues bien:       ese artículo de La Gaceta, del 13 de setiembre, es lo que algún ilustre historiador llama:      "el brillante decreto de Mariano Moreno". . . .LEVENE, RICARDO, La Revolución de Mayo y Mariano Moreno, tomo 2, página 255.

Ni es brillante. .

Ni es decreto. .

Ni es de Mariano Moreno. .

Añadamos que no es tampoco de la fecha que le atribuyen: 7 de setiembre.

Esta fecha, que con toda industria intentan hacer circular como fecha de la fundación de la Biblioteca, carece de toda seriedad.       Poco ha faltado, sin embargo, para que la inscribieran en bronce,       olvidando que hay dos notas anteriores,       una del 22 de agosto al gobernador de Córdoba, y otra del 2 de setiembre al Administrador de Temporalidades, pidiéndole libros a aquél ya éste una casa para la Biblioteca Pública,       que ya existía por lo menos en los papeles.

He aquí categóricas palabras del autor de la recopilación:      "El mismo día del escrito de fundación de la Biblioteca, 7 de setiembre,       Mariano Moreno redacta dos notas dirigidas al Obispo y al Rector del Colegio San Carlos". . . . LEVENE, RICARDO, El fundador de la Biblioteca Pública de Buenos Aires (Buenos Aires, 1939), página 37.

¿Pero de dónde saca el distinguido historiador que el escrito de fundación,       llamado por él mismo en algún libro "brillante decreto y en otro lugar decreto de creación,         sea del 7 de setiembre?

Se publicó en La Gaceta del 13,       pero no lleva fecha ninguna, y hoy nadie puede, sin contar demasiado con la ignorancia o la candidez de sus lectores,        afirmar que sea del día 7. . . . .  También se confunde el distinguido historiador cuando afirma que el día 7,        Moreno redactó dos notas.     Esas dos notas llevan la fecha 7, como enmienda de la 6,      puesto aquel número sobre éste,      lo cual significa que fueron redactadas el 6, y que no habiéndose despachado ese día sino al siguiente,        se les corrigió la data. También podría significar que su redactor no sabía exactamente en qué día vivía.

Hacemos esta observación inocente —pero muy al estilo de las que suelen hacer los más avisados historiadores cuando quieren ejercitar su sagacidad y asombrar al lector—, para que se vea cuan peligroso es tratar de minucias insignificantes.

Que Moreno redactara ese día dos notas       (y más adelante veremos que ese día no redactó ninguna)     no autoriza a sostener que ese mismo día escribiera también el zarandeado artículo.

En buena lógica,       nosotros, que acabamos de comprobar lo menguado de su actividad, deduciríamos lo contrario,      es decir,       que habiendo redactado dos notas con 26 líneas en total, ese día se agotó y no escribió más,       pues según el cálculo del capítulo anterior, a razón de una línea por día,         ya había realizado la labor de cuatro semanas.

Haremos, entonces, otra pregunta:        ¿Con qué propósito se pretende atribuirle fecha a un documento que no la tiene?

Responderemos de nuevo:      Hay que inventar una data cualquiera; todas serán buenas, con tal de que sirvan para suplantar la única legítima e indiscutible que podría festejar la Biblioteca, el 16 de marzo de 1812,       día de su solemne inauguración.       Como este día tiene para los morenistas el pecado de haber caído un año después de la muerte de su héroe, prefieren borrarlo,       porque su celebración pone de manifiesto que el pretendido fundador, no vio ni siquiera abrir las puertas de su fundación.

Preguntaremos también,       sin esperanza de obtener contestación:       ¿por qué a un artículo de diario se le llama brillante decreto?

La fecha y las firmas son detalles esenciales en todo decreto,     y este artículo no tiene ni fecha ni firma de nadie.       ¿Se concibe un decreto anónimo y sin fecha?

Tampoco reviste las otras formas habituales en toda disposición gubernativa,     y aunque al final se anuncie el nombramiento de dos Bibliotecarios,       eso no es más que una noticia de lo que se pensó realizar y que no llegó a realizarse.

Porque si el tal artículo hubiera sido un decreto,      brillante u opaco,       el nombramiento de Segurola dataría de allí, y no habría sido necesario hacer otro nombramiento,       de la misma persona y para el mismo cargo el 28 de diciembre, en un verdadero decreto, según antes vimos.

Aquí sí que habría tenido valor el presentar documentos de su puño y letra,       porque el autor de un artículo anónimo se descubre examinando los papeles originales.

Habría sido una oportunidad de perlas para probar con los borradores, que el artículo publicado sin fecha el 13 de setiembre era obra de Moreno.

¿Pero dónde están esos borradores?       Mucho se anunció que estaban en el Archivo General de la Nación,     preciosamente custodiados,        y se prometió por los diarios presentarlos, pero cuando llegó la hora de hacerlo,       no se acordaron más de la promesa.

No ignoramos que Manuel Moreno cita ese artículo como obra de su hermano.        Pero nadie ignora tampoco la poca confianza que merecen las invenciones del fraterno biógrafo,       que atribuye a su héroe todo aquello que se imagina puede refluir en su honor.

No sólo le atribuyó lo que era ajeno,       sino que con una fres cura enorme,       hasta adulteró el texto de artículos que reproducía,       para acomodarlos a las ideas que quería asignar al prócer. . .  Véase: VEDIA Y MITRE, MARIANO DE, Curso de Derecho Político, Biblioteca Jurídica Argentina Buenos Aires, 1929), tomo 2, página 129. GROUSSAC, PABLO, Estudios de Historia Argentina página 340 (nota). Ambos mencionan flagrantes adulteraciones de Manuel Moreno.

El fraterno biógrafo es de una generosidad sin límites para enriquecer a su hermano a costa de otros,      especialmente a costa de Belgrano,      a quien despoja de sus ideas y hasta de sus trabajos e iniciativas.

Vayamos a las pruebas.

En las dos biografías.      Vida y Memorias, página 287, y Colección de Arengas en el Foro, Prefacio, página 146,       Manual Moreno ensalza a Mariano por la idea que tuvo de fomentar el puerto denominado Ensenada de Barragán, para contrarrestar el exclusivismo de Montevideo.

Pues bien, esta idea no fue de Mariano Moreno:        fue de Manuel Belgrano, quien la propugna en un extenso artículo que apareció en dos números del Correo de Comercio, en 5 y 12 de Mayo de 1810,      antes, pues, de que existiesen ni la junta ni La Gaceta, antes también de que comenzara la sobrehumana labor gubernativa del prócer.

En las mismas dos biografías, página 248 y 141, respectivamente, el biógrafo dice que: "El Doctor Moreno sin contar con ayuda extraña ni colaboradores estableció La Gaceta de Buenos Aires. . . de que fue único editor mientras permaneció en el país".

En el capítulo 14 hemos estudiado esta impostura, que despoja a otros argentinos de una gloria cierta y justa.

A falta de documentos que demuestren quién fue el autor del escrito titulado Educación aparecido en La Gaceta el 13 de setiembre (el que llaman decreto de fundación de la Biblioteca) o debemos abstenernos de atribuirlo a nadie, o debemos estar a lo que surge de los indicios. Y los indicios, en este caso están en favor no de Moreno, sino de Belgrano.

Parece mentira que los historiadores profesionales,        tan aficionados a examinar con lupa los sucesos,       no hayan advertido la asombrosa similitud de estilo del artículo en cuestión con otros de Belgrano,       mucho más que con los de Moreno.

Precisamente, de todos los miembros de la Junta,       fue Belgrano el que dio mayores pruebas de capacidad para el periodismo, pues aparte de sus numerosos trabajos como secretario del Consulado, redactó en 1810 el Correo de Comercio. Moreno, en cambio,         nunca escribió en ninguno,       y cuenta su hermano que cuando el Virrey en 1807 lo invitó a fundar un periódico para contestar a la Estrella del Sur, que publicaban los ingleses en Montevideo, él se negó a hacerlo.       Prueba de que no tenía vocación para el periodismo. . . . . Colección de Arengas en el Foro. . . . prefacio, página 92.

Designado Belgrano por la Junta,       redactor de La Gaceta y habiendo permanecido en Buenos Aires por lo menos hasta el 22 de setiembre de 1810,     fue sin duda el autor del artículo titulado Educación,       tema que trataba a menudo.

La preocupación de Moreno nunca fue educacional,       sino política.       Entre sus escritos no hay uno solo que se refiera a tales asuntos.

Belgrano por el contrario,        no escribía jamás de política,      pero en cada número del Correo de Comercio trataba de la educación del pueblo con tal insistencia que en el número 21,       correspondiente al 21 de julio de 1810,      en la página 167 exclama:

"Nuestros lectores tal vez se fastidiarán con que les hablemos tanto de escuelas..."

Esos artículos llevan siempre como título, una sola palabra: Educación.

Y éste es precisamente el del artículo de La Gaceta,     título que nunca más volvió a estamparse allí,     lo que se comprende, porque Belgrano, que lo usaba siempre,      abandonó el periódico,      para comenzar sus campañas militares.

Así pues el tema y el título del artículo eran de la predilección de Belgrano y jamás lo fueron de Moreno.

Además el estilo en el artículo de La Gaceta es el mismo que en los artículos de Belgrano en el Correo de Comercio,        y exactamente como el del discurso que pronunció en la inauguración de ¡a Academia de Matemáticas publicado en La Gaceta del 17 de setiembre de 1810,       cuatro días después que el artículo que estamos analizando.

La misma cadencia de los párrafos,        idénticos giros, parecida estructura del razonamiento, que se inicia con una sentencia a la manera de un principio general,     del que surgirán luego diversas consecuencias. Agréguese la propensión a las imágenes y a las citas clásicas, en lo cual ambos,       Belgrano y Moreno, son de igual escuela.

Vamos a comparar el estilo de otros artículos de Belgrano, publicados por el Correo de Comercio, con el estilo del artículo Educación, aparecido en La Gaceta,

Ya hemos dicho que este título, Educación, no lo empleó nunca Moreno ni antes de ese día, ni después, como que jamás trató de asuntos educacionales.

Belgrano comienza generalmente sus artículos con una frase sentenciosa, algo hinchada, conforme al gusto de su época.

El prospecto del Correo de Comercio principia con esta imagen bélica:

"El ruido de las armas, cuyos gloriosos resultados adivina el mundo...". . . . Correo de Comercio, Buenos Aires, Real Imprenta de Niños Expósitos, 1810, tomo 1.

Es exactamente el mismo timbre del párrafo con que empieza el artículo de La Gazeta:

"Los pueblos compran a precio muy subido la gloria de las armas..."

En el artículo titulado Educación, en el Correo de Comercio (17 de marzo de 1810) Belgrano censura así a los gobiernos, que se atemorizan por la difusión de la .enseñanza:

"Hubo un tiempo de desgracia para la humanidad en que se creía que debía mantenerse al Pueblo en la ignorancia y por con-siguiente en la pobreza, para conservarlo en el mayor grado de sujeción".

Leamos ahora el segundo párrafo del artículo (atribuido a Moreno) titulado también Educación en La Gaceta:

"Los buenos patriotas lamentaban en secreto el abandono del Gobierno o más bien su política destructora que miraba como un mal de peligrosas consecuencias la ilustración de ese Pueblo".

No sólo es la similitud del estilo, es también la identidad del concepto.

Dice Belgrano en El Correo de Comercio, número del 28 de julio de 1810, página 169:

"¿Cómo es creíble que haya hombres tan insensibles a los males que padece la patria..."

Y leemos en el primer párrafo del artículo de La Gaceta:

"Insensibles los hombres a todo lo que no sea desolación y estrépito.

El reiterado empleo de los mismos giros denuncia el mismo origen.

Dice Belgrano en El Correo de Comercio, 14 de abril de 1810, artículo Educación:

"Lo presentamos al público como modelos tanto más acreedores de imitación cuanto que en uno y otro..." (Página 55).

Y en otro artículo del mismo periódico (21 de Julio de 1810) titulado asimismo Educación, Belgrano vuelve a balancear el rebuscado giro:

"Tanta más acreedora a la admiración cuanto más privado se halla de medios..."  (Página 67)

Y en el artículo de La Gaceta (atribuido a Moreno), y titulado igualmente (¡oh, casualidad!) Educación, en el segundo párrafo volvemos a encontrar:

"Una libertad tanto más peligrosa, cuanto más agradable. . . (página 234).

Belgrano emplea profusamente la palabra "establecimiento", con el significado de institución, fundación. En su discurso de apertura de la Academia de Matemáticas, la hallamos tres veces:

"Nuestro gobierno se ha apresurado a dar principio a un establecimiento". (Gaceta, página. 396).

"Sí, en este establecimiento hallará el joven. . ."Contraerse tanto como quisiera hacia este establecimiento (página 397).

 Y con igual abundancia encontramos igual expresión en el artículo de La Gaceta, atribuido al numen:

"Descuidan aquellos establecimientos. . ." (Gaceta, página 384).

"Han visto destruirse aquellos establecimientos" (Ídem).

"Fomentar este establecimiento".  (Ídem página 385).

Los términos sabiduría, sabios, buenas costumbres, usados en cada párrafo del artículo de La Gaceta, aparecen también a cada momento en los artículos de Belgrano en el Correo de Comercio; y también se tropieza en ellos con citas copiosas en latín y alusiones a la historia antigua.

La palabra ilustración, en sentido de instrucción o de cultura, Belgrano la trae con mucha frecuencia. Correo de Comercio:

"Nuestros Reyes constantemente se han empeñado en la ilustración de sus Pueblos" (página 18).

"Cuanto más privado se halla de medios de ilustrarse..." (página 55).

"Que la distingan entre todas las naciones por ilustradas que sean..." (Discurso en la inauguración de la Academia de Matemáticas).

Leamos ahora el artículo de La Gaceta: (atribuido a Moreno). "Miraba como un mal... la ilustración de este pueblo" (página 234). "Como uno de los signos de la ilustración de los pueblos" (Página 235).

"Las naciones verdaderamente ilustradas se propusieron..." (página 235)."

"Roma en los tiempos de su mayor ilustración      " (página 235).

Hay modos de escribir que son como impresiones digitales, que identifican a su autor mejor que una firma.

En resumen: "El brillante decreto de Mariano Moreno, del 7 de setiembre de 1810 creando la Biblioteca Pública. . ." (según dice un historiador).

Ni es brillante, sino enfático, lo que no es igual. Ni es decreto, sino artículo periodístico. Ni es del 7 de setiembre, pues no tiene fecha y apareció publicado el día 13.

Ni es creando la Biblioteca Pública, que ya estaba creada, como lo demuestran las notas anteriores del 22 de agosto y del 2 de setiembre, a que antes aludimos, ni es inaugurándola, pues se inauguró al año siguiente, muerto ya Mariano Moreno.

Ni es de Mariano Moreno, ¡sino de Manuel Belgrano!

El que Manuel Moreno se lo haya atribuido —y ése es el único argumento— nada prueba, porque el fraterno biógrafo se tomó el empeño de atribuir a su hermano glorias y trabajos ajenos, especialmente de Belgrano.

¡Cuán fácil les resultaría a los panegiristas rebatirnos, con solo presentar los originales "de puño y letra" de su autor!

Así lo anunciaron en resonante polémica periodística,     así lo prometieron y hasta señalaron en qué carpetas del Archivo General de la Nación estaba ese autógrafo más precioso que los originales del Corán, que trajo un arcángel a la tierra. (Dicho sea entre paréntesis, nadie creyó que cumplirían tal promesa).

Y llegado el día de exhibirlos, después de laboriosas búsquedas, sea que no los encontraran, sea que no les conviniera mostrarlos, han olvidado su promesa, contentándose con reproducir esas cuatro notas que ya habían sido publicadas por Trelles en 1879 ¡hace 80 años! y que no demuestran nada, pues si algo demostraran, todo este debate no se habría podido hacer.

Comprendemos que los morenistas no se rindan ante ninguna demostración. Los árboles les impiden ver el bosque.

El morenismo no es una fe, sino una frenética obstinación que se mantiene a despecho de todo razonamiento.

Esto no nos preocuparía,    antes bien nos resultaría divertido como un espectáculo,    si no fuese que tal actitud implica el vilipendio de los principales personajes de la historia de Mayo.