miércoles, 4 de abril de 2018

“La situación es intolerable. No sólo es posible, sino necesario criticar al Papa”


CORRISPONDENZA ROMANA
 

Cardenal Burke: “La situación es intolerable. No sólo es posible, sino necesario criticar al Papa”

«Lo sucedido con la última entrevista concedida a Eugenio Scalfari durante la Semana Santa supera todo lo tolerable», ha declarado el cardenal Raymond Leo Burke en una entrevista a Ricardo Cascioli aparecida en La nuova bussola quotidiana el pasado 4 de abril.
«Que un ateo pretenda anunciar una revolución en la enseñanza de la Iglesia Católica, afirme hablar en nombre del Papa, y niegue la inmortalidad del alma humana y la existencia del infierno ha suscitado un escándalo tremendo, no sólo para muchos católicos, sino también para numerosos laicos que respetan la Iglesia Católica y sus enseñanzas aunque no las compartan”, declaró el cardenal estadounidense, uno de los cuatros firmantes de los dubia en 2016. «Es más, la respuesta de la Santa Sede a la reacción de escándalo que se ha producido en todo el mundo ha sido en extremo insuficiente. En lugar de reafirmar claramente la verdad sobre la inmortalidad del alma humana y el infierno, el mentís se limita a decir que algunas de las palabras citadas no son del Papa. No dice que el Sumo Pontífice no esté de acuerdo con las ideas erróneas, e incluso heréticas, expresadas por dichas palabras, ni que las repudie por ser contrarias a la fe católica. Jugar de esta manera con la fe y la doctrina, al nivel más alto de la Iglesia, es con razón causa de escándalo entre los pastores y los fieles.»


A una pregunta de Cascioli sobre el silencio de sus pastores, el cardenal Burke responde: «La situación se ha visto agravada por el silencio de tantos obispos y cardenales que comparten con el Sumo Pontífice el deber de velar por la Iglesia universal. Algunos se han limitado a permanecer en silencio. Otros fingen que no reviste la menor gravedad. Y otros propagan fantasías sobre una nueva Iglesia, una Iglesia que emprende un rumbo totalmente novedoso, soñando, por ejemplo, con un nuevo paradigma para la Iglesia o una conversión radical de la praxis pastoral de la misma, haciéndola de nueva planta. También hay promotores entusiastas de la supuesta revolución en la Iglesia Católica. Los fieles que perciben la gravedad de la situación reaccionan con perplejidad ante la falta de dirección doctrinal y disciplinar por parte de sus pastores. Y para los que no entienden la gravedad de la situación, esa falta los deja confundidos y vulnerables a errores peligrosos para su alma. Muchos que han entrado en plena comunión con la Iglesia Católica tras haberse bautizado en una comunión eclesial protestante porque dichas comunidades abandonaron la fe apostólica sufren intensamente con esta situación: se dan cuenta de que la Iglesia Católica está siguiendo el mismo camino de abandono de la fe. Esta situación me lleva a reflexionar cada vez más sobre el mensaje de la Virgen de Fátima, que nos advierte del mal –peor aún que los gravísimos males originados por difusión del comunismo ateo– que supone la apostasía de la fe en el seno de la Iglesia. El número 675 del Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que “Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes”, y que “La persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra desvelará el misterio de iniquidad bajo la forma de una impostura religiosa que proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el precio de la apostasía de la verdad.”»
El cardenal Burke señala posibles iniciativas: «Ante semejante situación los obispos y cardenales tienen el deber de anunciar la verdadera doctrina. Al mismo tiempo, deben orientar a los fieles para que ofrezcan reparaciones por las ofensas a Cristo y las heridas infligidas a su Cuerpo Místico, la Iglesia, cuando la fe y la disciplina no son debidamente salvarguadadas y promovidas por los pastores. El gran canonista del siglo XIII Enrico da Susa el Ostiense, ante la grave situación de cómo corregir a un romano pontífice que actúa de modo contrario a como le obliga su cargo, afirma que el colegio cardenalicio es de facto un mecanismo de control de los errores papales. Si el Papa no ejerce bien su oficio por el bien de las almas, no sólo es posible sino incluso necesario criticarlo. Esa crítica debe ajustarse a las enseñanzas de Cristo sobre la corrección fraterna (Mt.18, 15-18). Primero, el fiel o pastor debe expresar su crítica en privado para que el Pontífice pueda enmendarse. Si el Papa se niega a corregir su gravemente deficiente manera de enseñar o actuar, la crítica debe hacerse pública, porque de ella depende el bien de la Iglesia y del mundo. Algunos han criticado a quienes han expresado públicamente críticas al Sumo Pontífice, como si se tratara de una manifestación de rebeldía o desobediencia, pero pedir –con el respeto debido al cargo–la corrección de una confusión o error no es un acto de desobediencia, sino de obediencia a Cristo, y por tanto también a su Vicario en la Tierra.»
Emmanuele Barbieri
(Traducido por Bruno de la Inmaculada para Adelante la Fe)
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