martes, 19 de junio de 2018

El guerracivilismo regresa a España con Pedro Sánchez

El guerracivilismo regresa a España con Pedro Sánchez: El Gobierno no descarta el real decreto para sacar a Franco del Valle de los Caídos

Tumba de Franco
Tumba de Franco
AD.- Es incapaz esta gentuza de domeñar el gen totalitario inseparable de los mediocres anclados en el sectarismo. Los gravísimos hechos que tienen lugar en España desde la llegada al poder de Pedro Sánchez nos traen a la memoria el libro precioso de Bernardo Gil Mugarza que lleva por título “España en llamas”.
El fuego devorador, y el humo espeso, manifiestan que se está quemando a España en su intimidad más profunda, conforme a un plan puesto en práctica, y hasta ahora con éxito. El fuego y el humo de estas semanas están siendo como un voltear de campanas que nos piden con urgencia acudir a sofocar el incendio interior que quiere que España, despedazada, desaparezca, convertida en un desierto infecundo material y espiritualmente.
 
Prosperan los países cuyos regímenes políticos, sean autoritarios o democráticos, se asientan sobre principios morales, tratan de ser fieles al orden natural y aciertan a encontrar una respuesta pragmática a los problemas que les salen al paso. Y suelen caer en yerros más o menos graves, derivados en procesos de regresión, aquellos otros que, aquejados de un rígido o exasperado ideologismo y prisioneros del arbitrismo, propenden a la imitación de recetas ajenas y a circense demagogia. España está sumida en un proceso de aguda degradación en todos los órdenes que desmiente cualquier presunción de aceptable democracia. Algunos sostienen que estamos inmersos en un nuevo 98.
O si se quiere, en la fase terminal de un proceso de agotamiento histórico que se inició con la muerte de Franco. Ya no se trata de la pérdida solo de la integridad misma de España sometida a despiece agónico tras un largo periodo atribuyendo a determinadas regiones la condición de naciones con constituciones propias enmascaradas como Estatutos? Ni tan siquiera es capaz el gobierno de mantener a salvo nuestras fronteras, convertidas en coladeros de miles de ilegales.
Evocamos en estos momentos la biografía de Trajano. Aquel genio hispanorromano condujo el Imperio a su máximo cenital lo mismo en cuanto a expansión territorial que en lo concerniente en el interior a lo que hoy consideraríamos un envidiable Estado de Derecho. No pasaría mucho tiempo sin que comparecieran los estigmas de la decadencia que ya le habían precedido. Se trata de fenómenos engañosos que se reiteran con sus lógicas peculiaridades. También los españoles los hemos vivido de alguna manera, uno de ellos en tiempos recientes. Ahora nos deslizamos con agorera aceleración por la pendiente hacia el acaso definitivo no ser de España.
Si los españoles desertamos de la misión histórica a la que nos debemos, serán ominosas las perspectivas de futuro. No puede haber futuro si se mancilla el pasado que los políticos de la democracia no han sido capaces de mejorar. De ahí el odio imperecedero a la figura de quien ocupa un lugar cada vez más cálido en nuestros corazones.
Frente a esos palpitantes recuerdos, la disolvente remembranza izquierdista del nuevo frentepopulismo. Sobre la sangre y la traición se persigue hoy desde el gobierno y sus aliados ganar la guerra revolucionaria que provocaron y perdieron hace 79 años.
El resentimiento de unos y la cobardía de otros coinciden en la pasión común por borrar toda huella del régimen de Franco en el que la mayoría de ellos crecieron y prosperaron. Era lógico que la Constitución de 1978 naciera infectada de relativismo, reverberos laicistas, añoranzas de lo peor de la República y un apenas soterrado revisionismo. Resultó así que, en vez de a una democracia, se pusieron los cimientos a una forma infrademocrática de alternancia totalitaria de partidos. Se creó un sistema de instituciones que ahí están, funcionando mejor o peor, pero casi ausencia de valores. Hasta el punto de que, a estas alturas, pueden algunos hablar de democracia sin políticos que piensen, sientan y actúen como demócratas y como españoles enterizos. Ese oneroso vacío alcanza en la actualidad términos extremos. Aniquilados los últimos valores que, aunque debilitados, todavía subsistían, las perspectivas de futuro son dantescas para España, para el Estado y para una sociedad que, desguazada de valores, asiste impasible a su destrucción.
Hay sin embargo una circunstancia que debería alimentar nuestra esperanza. Si tienen que aprobar leyes como la de la memoria histórica, si pretenden debilitar nuestras convicciones con la razón de la fuerza, si tras cuarenta años de ataques, tan demoledores como continuados, contra Franco y su obra, se ven obligados a desenfundar el revólver, es porque persiste en España un número nada desdeñable de ciudadanos que ama nuestra fe y nuestro rumbo, ama nuestro paisaje histórico y nuestras señas afectivas, ama a nuestros héroes y nuestros ideales, ama nuestra independencia intelectual y nuestra rebeldía cívica. He aquí el dramático círculo vicioso de un proceso político que, según se nos dijo, restañaría para siempre las heridas de las dos España: para vengarnos, hay que destruir su obra y cualquier cosa que nos recuerde aquella época. Pero al destruir lo más genuino y representativo de aquella España, lo que hacen es engrandecer el pasado.
Y para terminar, una pregunta nada maliciosa: ¿afectará la nueva ley de memoria histórica que pretende sacar adelante el PSOE a la familia que recuperó el trono en julio de 1969, cuando las Cortes franquistas aprobaron, con la obediencia debida, a Juan Carlos como sucesor del Caudillo “a título” de Rey? A las siete de la tarde del 23 de julio de 1969, el nuevo Príncipe heredero del general Franco introdujo su juramento con estas palabras: “Estoy profundamente emocionado por la gran confianza que ha depositado en mí Su Excelencia el Jefe del Estado…Formado en la España surgida el 18 de julio, he conocido paso a paso las importantes realizaciones que se han conseguido bajo el mando magistral del Generalísimo”.
¿Hará algo el Rey Felipe para evitar que se siga persiguiendo y criminalizando a los defensores de un periodo de nuestra historia al que su familia tanto debe?
El Gobierno prepara la salida de Franco del Valle de los Caídos
El presidente, Pedro Sánchez, está dispuesto a que el traslado de los restos del exjefe del Estado Francisco Franco  forme parte de la propuesta de reforma integral de la ley de memoria histórica que él mismo presentó el pasado diciembre. “Al principio se dijo que las heridas estaban demasiado frescas (…) Cuando pasaron los años se dijo que no merecía la pena remover una historia olvidada. Es decir, que primero era demasiado pronto y luego demasiado tarde”, declaró el socialista al presentar la propuesta. “Ignorando un pasado incómodo no se pude construir un futuro confortable”.
Desde el Ejecutivo se ha empezado a estudiar la fórmula más adecuada para transformar el Valle de los Caídos y no descartan la del real decreto, según cuenta El País.
De momento, este lunes, el secretario del área de justicia y nuevos derechos de la comisión federal del PSOE, Juan Andrés Perelló, llevará a la ejecutiva del partido, que lidera Sánchez, la propuesta de convertir, con algunas novedades, aquella proposición de reforma de la ley de memoria que plantearon desde la oposición en un “proyecto de ley” elaborado desde el Gobierno. “Eso incluye el traslado de los restos de Franco del Valle de los Caídos, que es, además, un compromiso adquirido en el último congreso socialista”, afirma Perelló.