miércoles, 8 de agosto de 2018

LA INSOPORTABLE OSADÍA DE ALBINO

Médicas

LA INSOPORTABLE
OSADÍA DE ALBINO

Y naturalmente, políticos y medios, salieron con todo, un tal Albino les sacudía el polvo. Había dicho, en el inmaculado recinto del congreso, que el preservativo no era el mejor camino para prevenir el sida.
Parece que en el recinto, donde incapacidad y corrupción encuentran refugio, el preservativo también tendría fueros.
Que se ha creído el tipo, o acaso piensa que en el congreso  es posible decir la verdad.
No, no hay duda, Albino atrasa…
Por otra parte, hay gente malévola insinuando que alguna moneda, corrió y sigue rodando, bajo el puente de oro del látex, pero aún así, no hay derecho a que de repente un Albino cualquiera los deje pedaleando en el aire.
Que Albino se ocupe a destajo  de los miles de niños argentinos desnutridos, de esos eternos olvidados, de esas generaciones de pequeños condenados al subdesarrollo intelectual y físico, que deja a cada paso la democracia, la misma democracia con la que nos habían asegurado que se curaba y se educaba.
Por otra parte, deberíamos considerar que el ministro Rubinstein, que así como no recuerda el juramento de defender la vida, también haya olvidado la totalidad de la medicina, habida cuenta de los decepcionantes resultados del área. Si esto fuese así, Rubinstein estaría sobrando.
Tal vez Macri, afecto a la creación de ministerios podría designarlo al frente de uno nuevo, el ministerio de abortos y condones.
Mayor escándalo sucedió cuando Benedicto XVI, en el avión que lo llevó a Camerún sostuvo: “El problema del SIDA no se puede resolver simplemente con la distribución de preservativos: al contrario, existe el riesgo de aumentar el problema”.
En el descomunal revuelo ‒dentro y fuera de la Iglesia‒ originado por esas declaraciones, también se acusaba al Papa de retrógrado y anticientífico.
Sin embargo poco tiempo después, en 2009 el Dr. Edward Green –Director Científico del Proyecto de Investigación y Prevención del SIDA de Harvard– tal vez el mayor experto de ese centro, un hombre ni católico ni contrario al preservativo, afirmaba: “El Papa tiene razón. Nuestros mejores estudios muestran una relación consistente entre una mayor disponibilidad de preservativos y una mayor tasa de contagios de Sida”.
“Las evidencias que tenemos apoyan los comentarios del Papa. No podemos asociar mayor uso de preservativos con una menor tasa de Sida”.
Pasados algunos años, otros médicos, Anthony Fauci y Clifford Lane, jefes de los laboratorios de inmunoregulación y clínica respectivamente y Directores de Enfermedades Infecciosas del Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos, en Bethesda, escriben: “El único método definitivo para prevenir la transmisión sexual es la abstinencia”.
La cita tomada de la 19 edición de Harrison’s Principles of Internal Medicine, tal vez uno de los libros de mayor relevancia internacional en la materia.
Es probable que la famosa experta en abortos y condones la médica Mabel Bianco, que se retiró de la conferencia de Albino, la Fundación Huésped, Rubinstein, los funcionarios del gobierno, y sobre todo la industria del látex sigan repudiando e ignorando a Albino, a Green, a Fauci, a Lane, a Chin, a Halperin, a Epstein, a Harrison’s y a cualquier otra evidencia científica que señale que el condón puede ser parte del problema y no tanto la solución.
Nada nuevo bajo el sol, la historia dice la infinidad de veces en que las asambleas de “notables” y coros de repetidores, trataron de locos, retrógrados, e inútiles, a aquellos que proponían algo diferente al pensamiento único y oficial o que incomodaba ciertos intereses.
Pocos parecen haber escuchado el discurso de Albino, en realidad es mejor irse dando portazos, mejor las cámaras mostrando gestos de desaprobación, mejor ver funcionarios repitiendo hasta el hartazgo slogans vacíos, sensiblería pura, no más que golpes de efecto, sin otro fundamento que la  ideológía y sin otro propósito que desacreditar a otro.
Albino es una figura que sobresale y señala equívocos y en consecuencia que molesta a la mediocridad dominante. Hay que callarlo; en estos casos la difamación suele ser una bajeza utilizada.
James Chin fue jefe del Programa de Sida de la (OMS) y los doctores Edward Green y Daniel Halperin, miembros de la Agencia estadounidense para el Sida (USAID). El diario The Washington Post informa que los científicos “acumularon y publicaron buena parte de la evidencia que eventualmente forzó a las Naciones Unidas a admitir públicamente serios errores en sus números sobre el Sida”.
Edward Green opina que el modelo contra el Sida sigue siendo el escogido por Uganda. En el país africano los programas “han intentado modificar los comportamientos sexuales a un nivel más profundo”.
Según la OMS, Uganda tiene el descenso más espectacular de infectados por el Sida. El porcentaje de los últimos 17 años pasa de casi un 14% a un 5,4%. Uganda no ha basado su estrategia  contra el Sida en el uso del preservativo, sino en el rescate de la familia tradicional africana.
Vale la pena remarcar la diferencia conceptual y la contradicción entre este enfoque y el de la Fundación Huésped, con la cual Finochiaro acaba de firmar un acuerdo a fin de que diseñe el programa de educación sexual integral en los colegios de nuestro país.
No sabemos si Finochiaro, sin consultar puede firmar semejante acuerdo, pero si éste es el modelo educativo de Cambiemos, si esta libertad absoluta sin responsabilidad es la propuesta, si en definitiva el extravío del sentido de la vida y la dignidad humana es la respuesta a los problemas planteados, si los planes educativos en la Argentina  los diseñan  Planned Parenthood, Soros, Gates, el FMI, etc., bien lejos estaríamos de ser una nación, en tal situación, poco nos diferenciaría de una colonia.
ONUSIDA reconoció que “el inicio más tardío de la vida sexual y la fidelidad entre las parejas” son parte de las acciones preventivas para evitar el contagio del virus del VIH. El organismo insistió en el uso del preservativo aunque constató que “no existen fórmulas mágicas” por lo que admitió la necesidad de tomar en cuenta “patrones de conducta” como la fidelidad y el inicio tardío de las relaciones sexuales.
El tratamiento del Sida por parte de los gobiernos y los organismos internacionales no es muy diferente de un revoltijo donde pujan los intereses de las corporaciones multinacionales, las enormes campañas mediáticas que ellos financian y la extrema pobreza. No decimos que el preservativo sea inútil, sino que por sí solo, como vimos, no soluciona el problema del Sida.
Sobre todas estas cuestiones acerca de la cuales parecería estar prohibido hablar y mucho menos disentir, sobre cómo encarar un programa de educación sexual que vaya más allá del reduccionismo del preservativo, sobre como la prudencia y la salud pública aconsejan abandonar esta nivelación en lo más primario, sobre cómo se va imponiendo este totalitarismo cultural del nihilismo y de la negación de todos los límites, por ahí transita el claro mensaje de Abel Albino, un hombre de claras osadías, que aún en medio de la jauría, no vacila en llamar a las cosas por su nombre.
Miguel De Lorenzo