LOS TANQUES SE DETIENEN
En el extremo sur boanerense, los regimientos peronistas llegaron a situarse a solo 80 kilómetros de las bases revolucionarias1. Se
esperaba la embestida final para la noche del 18 al 19 de septiembre y
en base a esa suposición se adoptaron las últimas medidas defensivas
tendientes a contrarrestarla o dificultarla lo más posible. Sin embargo,
después de conferenciar con el capitán Lava, el capitán Perren tuvo la
impresión de que el ataque no se produciría ya que durante la jornada
que finalizaba (18 de septiembre), las fuerzas peronistas habían
recibido un duro castigo y la falta de combustible les impedía seguir
avanzando durante la noche. Si el Ejército pretendía atacar las bases,
primero debía apoderarse de Bahía Blanca y eso iba a resultar sumamente
difícil ya que, a esa altura, el camino a Tornquist se hallaba
obstaculizado por voladuras y demoliciones.
Esa
misma noche, las fuerzas gubernamentales detuvieron su avance. Tal como
suponía Perren, el castigo que la Aviación Naval les había propinado
había sido tremendo y los daños sufridos, sumamente graves.
En
vista de esa situación, el teniente coronel Roberto Manuel Barto,
comandante del Regimiento 1 de Caballería resolvió evacuar los puntos
que había alcanzado, retirándose hacia el norte, sumamente abatido y
desmoralizado.
En
esa situación se encontraba la unidad cuando se toparon con ella el
coronel Quinteiro y el teniente coronel Arrechea, quienes se dirigían al
pueblo de Sierra de la Ventana para entrevistarse con el comandante de la III División de Caballería, general Eusebio Molinuevo.
Arrechea
no pudo con su genio y al ver el repliegue del regimiento se presentó
ante Barto, para exigirle una explicación. Encontró a aquel desanimado y
presa de la confusión.
-Esto es un desastre - dijo - No se que tengo que hacer. Me dan una orden y al instante me llega la contraorden.
Sorprendido
y molesto a la vez, Arrechea preguntó a su camarada cuáles eran las
últimas directivas que había recibido y cuando aquel le respondió que
debía atacar Puerto Belgrano, estalló indignado.
-¡¿Y que mierda estás esperando entonces?!¡¡Atacá de una vez!!.
Pero Barto no reaccionó. Desmoralizado y confundido, continuó su repliegue llevando sus fuerzas a la estancia “La Ventana”, propiedad de Ernesto Tornquist, donde finalmente acampó.
Los
propietarios del campo vieron llegar a la columna de más de 40 camiones
y salieron al exterior para recibirla. Los vehículos se detuvieron en
torno a la edificación principal, un verdadero castillo en medio de la
pampa, edificado a principios de siglo y sin perder tiempo, conscriptos y
suboficiales arrancaron ramas y hojas de la vegetación circundante,
para cubrirlos.
Los
Tornquist invitaron a la oficialidad a alojarse en el castillo y en los
edificios del establecimiento en tanto la tropa, extenuada y congelada,
desmontaba sus tiendas de campaña en los bosques próximos y empezaba a
consumir su ración.
Quinteiro
y Arrechea, llegaron al puesto en el que Molinuevo había instalado su
Estado Mayor y lo encontraron acompañado por el coronel Martín
Barrantes, el teniente coronel Serres y el coronel Martín Garro, jefe
del Regimiento 2 de Artillería, todos ellos dentro de una precaria
edificación rural.
Los
oficiales mantuvieron un diálogo angustiante en el que los primeros
relataron con lujo de detalles los pormenores del castigo sufrido por
parte de la Aviación Naval y la considerable cantidad de muertos y
heridos que habían sufrido durante los ataques. Molinuevo, por su parte,
los puso al tanto de otro hecho grave: sus jefes de Caballería lo
habían abandonado y solo disponía del 2 de Artillería al mando de Garro,
para seguir adelante. A continuación, explicó que sus órdenes eran
atacar Puerto Belgrano y que, en vista de los últimos acontecimientos,
estaba dispuesto a escuchar opiniones.
El
coronel Garro propuso detener toda acción porque la situación en el
frente no era clara y las comunicaciones con Buenos Aires estaban
cortadas. Quinteiro por su parte explicó que al partir de Buenos Aires
se le había dado la orden de atacar y que, por consiguiente, creía que
se debía proceder sin necesidad de establecer contacto con la capital y
Arrechea, consultado por Molinuelo, se manifestó completamente de
acuerdo, agregando que, según su parecer, disponían de fuerzas
suficientes como para cumplir su cometido.
-Bien señores - dijo Molinuevo- Hemos recibido una orden y vamos a cumplirla. Atacaremos Puerto Belgrano.
Tomada
la decisión, los altos oficiales se pusieron a trabajar en el plan de
asalto y al finalizar, Quinteiro y su segundo, regresaron inmediatamente
a Pringles para alistar a sus tropas y reiniciar la marcha.
Pocos
minutos después, un AT-6 North American al mando del teniente Raúl
Fitte despegó de la Base Comandante Espora en misión de observación.
Eran las 06.30 de la mañana y los altos jefes rebeldes del comando
revolucionario estaban plenamente convencidos de que las fuerzas leales
se hallaban al menos a 30 kilómetros del perímetro defensivo y en
permanente avance, por lo que era imperioso detectar sus posiciones.
Fitte
daba por hecho que a poco de despegar, recibiría disparos desde tierra
pero, para su alivio, nada de eso ocurrió. El enemigo parecía haberse
esfumado porque no se lo veía por ninguna parte y eso fue lo que informó
por radio a la torre. Seguido por otros cazas, continuó patrullando los
alrededores hasta Tres Arroyos, Tornquist y Coronel Pringles, sin
ninguna novedad, confirmando que los alrededores de las bases se
hallaban despejados.
Tanques del Regimiento 2 de Caballería en Tornquist (Imagen: Isidoro Ruiz Moreno: La Revolución del 55, Tomo II) |
Se
despacharon otros aviones más al sur y fueron ellos quienes detectaron
indicios de que las fuerzas peronistas estaban colapsando. El primero,
un North American que irradió un mensaje indicando que había camiones
del Ejército abandonados en los alrededores de Carmen de Patagones (uno
de ellos tenía enganchado un mortero), con signos de haber sido
ametrallados y que, al parecer, el aeródromo de la histórica ciudad
estaba vacío.
Un
segundo aparato informó que en inmediaciones de Sierra de la Ventana se
hallaba abandonada una columna motorizada y otra atacada el día
anterior en cercanías de Tornquist, se aprestaba a ingresar al poblado
del mismo nombre, buscando protección. El aviador inclinó su aparato y
ametralló en picada la unidad militar, provocando su inmediata
dispersión y mientras disparaba vio otros vehículos abandonados o
destruidos en rutas y caminos adyacentes.
A
las 07.20 el Comando Revolucionario del Sur recibió información de que
un convoy integrado por una locomotora y ocho vagones-tanque había hecho
su arribo a la estación de Río Colorado, procedente de Neuquén, con la
misión de reabastecer de combustible a la Agrupación 5 de Montaña que se
encontraba allí, prácticamente inmovilizada y que en esos momentos,
transfería su cargamento. Se ordenó atacarlo de inmediato y hacia allí
partió un PBY Catalina, que al llegar al objetivo, arrojó sus bombas con
gran precisión.
La
formación fue alcanzada y sus tanques destruidos. Le siguieron otros
ataques que entre las 07.30 y las 10.20 en los que se descargaron un
total de 14 bombas y destruyeron más vagones, parte de la playa de
maniobras, el edificio de la estación y cañones enemigos entre aquella y
los lindes del pueblo, en dirección sur. El humo provocado por los
incendios alcanzó a verse desde un radio de 180 kilómetros, dentro del
cual, se hallaba la base Espora.
Para
entonces, en Neuquén, el capitán Lino Montiel Forzano, hermano del
bravo oficial que tan destacada actuación había tenido durante las
acciones de Curuzú Cuatiá, se apoderó de los cuarteles de la Agrupación 5
de Montaña reduciendo, sin incidentes, a la reserva que allí había
quedado al mando del coronel Luis Gómez Forgués. Se le plegaron poco
después, el destacamento de policía local, el aeródromo, numerosos
civiles y la emisora radial LU5, desde donde comenzó a difundir el
pronunciamiento revolucionario hacia toda la región patagónica. Sin
embargo, esa fuerza quedó inmovilizada y prácticamente aferrada a sus
posiciones cuando el Destacamento de Exploración Blindado y el VI
Batallón de Comunicaciones, manifestaron su adhesión al gobierno. De esa
manera, las fuerzas rivales del sector se neutralizaron al
inmovilizarse mutuamente.
Notas
1 El
Regimiento 3 de Infantería Motorizado, del Regimiento 2 de Artillería,
de la Escuela de Artillería Antiaérea, de los Regimientos 1 y 2 de
Caballería, del Regimiento 3 de Artillería, de la Agrupación 5 de
Montaña Neuquén, de los destacamentos blindados y del Destacamento de
Comunicaciones.
Publicado 20th January 2013 por Alberto N. Manfredi (h)