Más allá del feminismo y de su lucha de sexos que ha sustituido a la lucha de clases, más allá del animalismo y del transexualismo; más allá de todo ese inmenso circo, hay dos elementos esenciales que dan “sentido” —en fin…: así sea el sentido del sinsentido— al conjunto del fenómeno que hoy nos ocupa aquí.
Esos dos elementos que parecen contradictorios, pero que en realidad se complementan, pues buscan lo mismo son: por un lado, la autonomía del sujeto; por otro lado, la destitución o deconstrucción del sujeto y de cualquier instancia instituyente. La autonomía del sujeto implica, dicho de manera simple y contundente que las cosas son y el mundo es… porque y de la manera como a los hombres les da la santa y real gana que sean.