La experiencia y la observación demuestran claramente que las pasiones que acabamos de enumerar y describir, no se manifiestan en todos los hombres con la misma facilidad ni con el mimo grado de energía. La causa principal de esta variedad encuéntrase en la variedad de complexión o temperamento que domina en cada individuo, determinando en éste una propensión mayor o menor a ciertos movimientos de la sensibilidad afectiva.
Los temperamentos cuyo predominio relativo se considera como la razón suficiente de esta variedad de predisposiciones naturales a determinadas pasiones, suelen reducirse a cuatro, que son: el linfático o flemático, el melancólico, el sanguíneo y el bilioso o colérico.
A) El linfático o flemático es el resultado y recibe su denominación del predominio del sistema linfático.
a) Caracteres físicos: los individuos en quienes predomina notablemente este temperamento, suelen tener el cuerpo alto y grueso; los miembros, y especialmente la cara, presentan formas redondeadas. Son tardos y pesados en sus movimientos; su semblante carece de expresión, por lo general; los ojos presentan un color más o menos azulado; el color general es blanco.

b) Caracteres morales: los linfáticos, ni reciben, ni retienen con viveza las impresiones, tanto externas, como internas. La reacción sobre las impresiones externas, lo mismo [267] que las sensaciones y afecciones resultantes, son débiles y pasajeras. Su imaginación es fría y carece de energía y viveza. Suelen ser propensos a los placeres de la mesa, y sobre todo se distinguen por una inclinación pronunciada al descanso y ocio, rehuyendo todo ejercicio intenso de la actividad del cuerpo y alma. La pereza, la gula y la ociosidad, vienen a ser las manifestaciones características de este temperamento.
B) Melancólico se dice el temperamento del individuo en el cual predomina o se halla desarrollado sobre los demás el sistema venoso y del hígado.
a) Caracteres físicos: por lo regular son de estatura aventajada, pero delgados y secos de cuerpo. La cara suele ser larga y angulosa, y su color pálido con tintes de amarillento. Los ojos inquietos y hundidos, y de color más o menos negro. Sus movimientos externos son por lo común pausados y arreglados, caminan despacio, siendo además bastante frecuente que los individuos sujetos a este temperamento lleven el cuerpo más o menos encorvado. Sus venas se distinguen por la plenitud y especie de tumefacción que presenta ordinariamente.
b) Caracteres morales: los melancólicos convienen con los linfáticos en tener cierta indiferencia respecto de las cosas externas, pero se distinguen de los mismos por parte de la sensibilidad interna, la cual en los melancólicos es muy enérgica y vigorosa. Así es que se distinguen por la profundidad de sus concepciones, en virtud de la fijeza y atención que acompañan sus actos, concentrando las sensibilidad interna y la actividad intelectual sobre los objetos con gran fuerza y perseverancia. La intensidad y fijeza con que se pegan, por decirlo así, a los objetos, son causa de que algunas veces vean en estos más de lo que hay, o los vean bajo formas extrañas, o trasladen al mundo externo las concepciones de su razón o las representaciones de la imaginación. Por esta razón los melancólicos están más expuestos que otros a incurrir en errores sistemáticos, a dejarse llevar de alucinaciones, y adoptar o inventar teorías extrañas y peregrinas: hasta en las [268] acciones ordinarias de la vida social propenden a apartarse del camino ordinario y trillado de los demás.
Las pasiones de los melancólicos son vigorosas, intensas y profundas, como lo son sus concepciones y su sensibilidad interna; pero no se manifiestan con facilidad, quedando como encerradas y comprimidas en el interior; de donde resulta que cuando causas o circunstancias determinadas las obligan a manifestarse exteriormente, su explosión es vehemente y violenta. La sociedad y las diversiones tumultuosas tienen poco atractivo para el melancólico, que apetece más bien la soledad. Sus odios y venganzas suelen ser profundos, tenaces y perseverantes, buscando con obstinada paciencia y con fría astucia los medios de satisfacer aquellas pasiones. Finalmente, la obstinación y pertinacia en su propio parecer, la propensión a la sospecha, a los celos, la envidia, y sobre todo a la tristeza, constituyen otros tantos rasgos característicos del temperamento melancólico.
C) Sanguíneo se apellida el temperamento resultante del predominio relativo del sistema arterial y pulmonar.
a) Caracteres físicos: el cuerpo de los sanguíneos se distingue ordinariamente por su estatura regular y por la belleza y proporción de todos sus miembros, belleza y proporción que van acompañadas de movimientos expresivos, ordenados y fáciles o naturales. Sin embargo, el cuerpo de los sanguíneos propende con bastante frecuencia a cierto grado de obesidad, principalmente con el transcurso de los años, para lo cual se prestan también las formas redondeadas y llenas de sus miembros. Suelen ser de rostro hermoso y agradable en sus proporciones: tienen el color más o menos encarnado, los ojos vivos y expresivos, con el cuello más o menos corto algunas veces.
b) Caracteres morales: obsérvase en los sanguíneos grande facilidad y movilidad de impresiones y sensaciones: así es que pasan continuamente de un objeto a otro, de una sensación o afección a otras, y aun a las contrarias, como de la alegría a la tristeza, del llanto a la risa, &c. Buscan y apetecen las diversiones tumultuosas, la compañía de los amigos, [269] los placeres de la mesa y de la sensualidad, la poesía, la música, los bailes, los teatros. Son propensos y fáciles para la benevolencia, el amor, la compasión, la liberalidad, y con especialidad para la confianza y la audacia; porque obrando más por imaginación que por razón y reflexión, no se detienen en calcular los peligros y dificultades. La inconstancia, la irascibilidad, la vanidad y la propensión a la sensualidad, son las pasiones y vicios que más caracterizan el temperamento sanguíneo.
D) El temperamento bilioso o colérico resulta del predominio de la bilis y del desarrollo del sistema nervioso: razón por la cual algunos le dan el nombre de nervioso-bilioso.
a) Caracteres físicos: el cuerpo de los individuos en quienes predomina este temperamento, no es alto, ni grueso, sino antes bien pequeño, delgado y enjuto, pero acompañado de un desarrollo relativamente notable por parte del sistema muscular y de las venas que se presentan abultadas. El color suele ser de un pálido oscuro y verdoso: los cabellos negros, y los ojos vivos y penetrantes. Los movimientos son rápidos y continuos, y sus miembros se hallan sujetos a una especie de inquietud, y algunas veces a movimientos repentinos y convulsivos.
b) Caracteres morales: dotados de exquisita sensibilidad y de profundo o penetrante ingenio, los biliosos suelen distinguirse por la profundidad y extensión de sus conocimientos, principalmente en las ciencias abstractas y metafísicos. Tienen aptitud para las especulaciones elevadas y difíciles, y son tenaces y obstinados en sus propósitos y determinaciones, las cuales van acompañadas de una firmeza de carácter que puede degenerar en pertinacia y obstinación. Propenden a las cosas altas y difíciles, a la excelencia y dominio sobre los demás, a la fama, al lujo, las distinciones, los honores. La soberbia, el orgullo y la ambición, son las pasiones y vicios a que propenden naturalmente los individuos sujetos a este temperamento.
Observaciones
1ª Lo que se acaba de consignar acerca de los caracteres [270] de los cuatro temperamentos, solo tiene aplicación completa con respecto a aquellos individuos, en los cuales predomina de una manera muy notable y casi absoluta alguno de ellos, lo cual se verifica rarísima vez; pues lo ordinario es que se hallen combinados, y por decirlo así, mezclados de tal manera, que ninguno predomine en grado notable, siendo difícil alguna vez hasta señalar el predominio de alguno. Puede decirse que las combinaciones posibles y las modificaciones individuales de los temperamentos son tan numerosas como las del semblante y figura; y así como entre millones de hombres encontramos algunos más o menos parecidos, pero ninguno completamente semejante, no de otro modo observaremos entre millares de individuos, algunos más o menos semejantes en el temperamento, pero pocos, o ninguno, que ofrezca completa identidad.
2ª Lo que se ha dicho acerca de los caracteres morales de los diversos temperamentos, y con especialidad acerca de los vicios y pasiones correspondientes a los mismos, debe entenderse de la inclinación o propensión natural, pero no de los actos; porque estos se hallan siempre sujetos a la voluntad, la cual por medio de su energía natural, y haciendo uso de los medios que la Religión suministra, puede no solo cohibirlos, sino ejecutar los contrarios. Más todavía: la voluntad auxiliada por la Religión puede, por medio de la repetición, formar hábitos contrarios más o menos vigorosos, que pueden modificar profundamente aquellas propensiones o inclinaciones naturales, y hasta neutralizar completamente su influencia.
Añádase a esto, que el temperamento puede modificarse y hasta trasformarse completamente bajo la influencia de la educación, estado, profesión, alimentos, climas, edad y otras causas análogas.
Corolario
Infiérese de lo expuesto en estos tres artículos, que si bien las pasiones consideradas en sí mismas, secundum se, o como simples movimientos de la sensibilidad afectiva, no pertenecen al orden moral, entran en este orden en cuanto [271] subordinadas a la razón y la voluntad en el hombre. Y no solo bajo este punto de vista constituyen una perfección del hombre, sino también con especialidad porque cooperan a su desarrollo intelectual y moral. El hombre sin pasiones sería una estatua de piedra; carecería de energía y de estímulos para realizar el bien moral e intelectual.