viernes, 5 de mayo de 2017

BERGOGLIO: ÚLTIMA ETAPA DE LA REVOLUCIÓN

BERGOGLIO: ÚLTIMA ETAPA DE LA REVOLUCIÓN

BERGOGLIO: SÓLO UNA ETAPA MÁS EN LA REVOLUCIÓNP. Ugo Carandino


Imagen de de Non Possumus

28 de abril de 2017 . El pensamiento de tantos “tradicionalistas” de hoy coincide con el lenguaje que usaba Lutero contra el Papado, cuando negaba la infalibilidad de los sucesores de Pedro y los acusaba de haberse desviado en la fe y en la moral. La causa de esta paradoja (encontrarse entre los heterodoxos en nombre de la ortodoxia) hay que buscarla en la enseñanza de aquellos que -herederos más o menos inconscientes del viejo galicanismo y seguidores (conscientes) de la Action Française- a partir de los años 70 han deformado las conciencias de los buenos católicos, sembrando la creencia de que los papas pueden errar en la enseñanza doctrinal o promulgar nocivas leyes litúrgicas (el nuevo misal, el nuevo ritual) y disciplinarias (el nuevo derecho canónico)




Este boletín, preparado a principios de Cuaresma, llegará a los oratorios de nuestro Instituto casi al final del tiempo cuaresmal, y a las casas probablemente después de la Santa Pascua. El empeño de todo cristiano de seguir fielmente la ley y el espíritu de la Cuaresma, para poder celebrar luego santamente la Resurrección del Señor, es perturbado por Bergoglio y sus seguidores, que actúan ahora descaradamente, causando daños inconmensurables en las almas. Luego están los daños “colaterales”, que afectan a los que disienten de la línea trazada por el jesuita argentino, quisiera tratar brevemente algunos de estos aspectos. 

El primero de estos daños es paradójico: disentir de los errores doctrinales de Bergoglio en nombre de la fe católica y encontrarse utilizando los mismos argumentos de los enemigos históricos de la santa Fe. Acusar a aquel que es considerado el papa legítimo, el Vicario de Cristo, la Cabeza visible de la Iglesia, de actuar contra la Iglesia, y por tanto contra Cristo mismo, es un cortocircuito que fulmina desde hace tiempo al llamado “tradicionalismo” católico

Un ejemplo entre tantos: reconocer a Bergoglio como papa (“el papa” en la variante de Maurizio Blondet, personaje que no tiene ninguna carta en regla para hablar de religión católica: basta pensar en el artículo blasfemo para con Nuestro Señor que escribió hace años y que nunca ha retractado) y acusarlo, en el ejercicio de aquello que debería ser el magisterio petrino, de engañar a las almas con su apertura ecuménica hacia Lutero, no es signo de ortodoxia católica, sino más bien de… ¡luteranismo! Alguno leerá sorprendido o fastidiado estas líneas, y sin embargo el pensamiento de tantos “tradicionalistas” de hoy coincide con el lenguaje que usaba Lutero contra el Papado, cuando negaba la infalibilidad de los sucesores de Pedro y los acusaba de haberse desviado en la fe y en la moral. La causa de esta paradoja (encontrarse entre los heterodoxos en nombre de la ortodoxia) hay que buscarla en la enseñanza de aquellos que ‒herederos más o menos inconscientes del viejo galicanismo y seguidores (conscientes) de la Action Française‒ a partir de los años 70 han deformado las conciencias de los buenos católicos, sembrando la creencia de que los papas pueden errar en la enseñanza doctrinal o promulgar nocivas leyes litúrgicas (el nuevo misal, el nuevo ritual) y disciplinarias (el nuevo derecho canónico). Evidentemente, para conservar la fe amenazada por los errores de Bergoglio, el camino no es elegir entre el lado acuerdista de Mons. Lefebvre (hoy representado por Mons. Fellay) o el lado aparentemente extremista (Mons. Williamson), sino la adhesión integral a la doctrina católica, a partir de la constatación de la Sede vacante

El segundo daño “colateral” es olvidar lo que sucedió antes de Bergoglio. Es verdad que la naturaleza humana tiende a veces a idealizar el pasado (sobre todo porque agrada pensar en cuando éramos más jóvenes …), pero no se puede deformarlo completamente. El pasado reciente de la Iglesia señala en los predecesores de Bergoglio a los personajes que han determinado el triunfo (momentáneo) del modernismo en el “seno mismo de la Iglesia”. Remito a los lectores al archivo de la revista “Sodalitium”, donde podrán seguir los pasos de la marcha devastadora de los errores modernistas. 

Quien se escandaliza ‒con razón‒ de  la estatua de Lutero en el Vaticano, no debe olvidar que es la consecuencia de las innumerables reuniones ecuménicas queridas por Juan Pablo II y Benedicto XVI con protestantes, anglicanos y cismáticos griegosEl elogio bergogliano a Lutero es el eco de los que hicieran, antes que él y mejor que él, Wojtyla y Ratzinger. ¿Bergoglio recibe constantemente la visita de delegaciones judías e islámicas en el Vaticano? Es la consecuencia de las escandalosas jornadas de Asís inauguradas por Juan Pablo II y continuadas por Benedicto XVI, así como las visitas a las sinagogas, al muro judaico de los lamentos, a las mezquitas y a otros templos acatólicos, el beso del corán (J.P. II) y la oración con los pies descalzos dirigida hacia la Meca en la mezquita azul de Estambul (B. XVI), los encuentros con las delegaciones de la masonería judía de B’nai B’rith, etc. 

¿La Amoris Lætitia? Lean las nuevas normas para “la anulación” de los matrimonios y verán cómo Wojtyla y Ratzinger ya habían desquiciado la indisolubilidad del matrimonio. ¿El momento de oración ante el cadáver de dj Fabo? Hace décadas que los funerales religiosos a los suicidas, concubinos y divorciados vueltos a casar son una práctica habitual. ¿Las vísperas anglicanas en el Vaticano? Relean el “Breve examen crítico del Novus Ordo Missæ” para recordar que es desde el primer domingo de Adviento de 1969 que un rito “protestante” (que Benedicto XVI ha definido como “rito ordinario”, y como tal ha sido aceptado por muchos “tradicionalistas”) ha sustituido al Santo Sacrificio de la Misa en casi todas las iglesias. 

Casi parece que Bergoglio sirve para “catolizar” a sus predecesores, siempre debido a la visión minimalista del papado (ya que los papas yerran en materia de fe, elijamos a los que tal vez han errado menos). A este paso, no resta más que esperar el día en que se impugnen a los futuros ocupantes de la Sede Apostólica en nombre de la ortodoxia de… ¡Bergoglio! 

Para quien lea estas líneas todavía en Cuaresma, vaya el deseo de perseverar en la oración y la penitencia y de preparar la Comunión pascual con una buena y santa confesión. Y para todos, el deseo de seguir fielmente a Cristo resucitado para participar en Su triunfo. El Resucitado ha prometido la asistencia divina a San Pedro y a (todos) sus sucesores: y entonces, en comunión con los buenos cristianos de todos los tiempos, exclamamos siempre: “¡viva el Papa!” 

P. Ugo Carandino, editorial de “Opportune Importune” nº 32, Cuaresma 2017 


Visto en Católicos Alerta