viernes, 5 de mayo de 2017

Gran Bretaña lo dispuso y Macri lo permite: Héroe de guerra procesado en prisión.

Gran Bretaña lo dispuso y Macri lo permite: Héroe de guerra procesado en prisión.

......quizas a fuerza de insistir ...alguien...se dará cuenta de la "ignorancia" ( y porque no: cobardia y mala fe) que impera en el poder judicial.- 
Saludos
​​
En​ique Stel: ayer Héroe de Guerra, hoy… procesado en prisión
Abr 3, 2017
http://davidrey.com.ar/wp-content/uploads/2017/04/Enrique-Stel.jpg


Escribe: Carina Emilce Faur (*)

Enrique Stel es Coronel y Veterano de la Guerra de Malvinas. A partir de 1979 perteneció a las fuerzas de élite de la República Argentina y luchó en la guerra integrando la Compañía de Comandos 602. Recibió del Congreso de la Nación Argentina la Condecoración “A los Bravos de Malvinas” y el Ejército Argentino lo condecoró con la Medalla “Al Heroico Valor en Combate”. Además le otorgó una mención distinguida por su desempeño en la guerra.
Arriesgó su vida infiltrándose detrás de las líneas enemigas, ayudó a sus camaradas espiritual, emocional y físicamente para sobrellevar la pesada carga de este hecho traumático. Después de la rendición argentina, estuvo como Prisionero de Guerra de los Ingleses durante un mes, en un frigorífico de la Bahía de San Carlos en condiciones climáticas adversas, durmiendo en el piso, comiendo una vez al día y duchándose una vez por semana.
Hoy este hombre se ha convertido en una simple y lamentable estadística en el sistema de los “Derechos de Algunos Humanos”. Detenido injustamente cuando ya se encontraba presentado en la causa, imputado por “haber sido” y no “por hacer” (derecho penal de autor) y encarcelado por el simple hecho de “pertenecer” al Ejército Argentino.  Procesado sin fundamento alguno, sin pruebas, sin lógica ni relación circunstanciada de acción, causa, resultado. Imputado por una cosa y procesado por otra, hoy lleva tres años privado de libertad en una cárcel común y la Cámara Federal de Apelaciones de Bahía Blanca omitió dolosamente verificar la afectación a su derecho de defensa, y lo que es peor aún, a un debido proceso legal.
Enrique Stel tenía 20 años a la fecha de los hechos que se investigan, era Subteniente del Arma de Comunicaciones y se desempeñaba como jefe de sección de la Compañía Alámbrica del Batallón de Comunicaciones 181. Por ese cargo se lo imputó, pero se lo proceso por otro, por ser jefe de sección de una Compañía de Infantería dedicada a la lucha antisubversiva. Es decir, se le asignó intempestivamente la pertenencia al Arma de Infantería y automáticamente se asoció a este Arma con el desarrollo de actividades ilícitas. Un dislate jurídico.
Cualquiera que conozca un poco la estructura orgánica del Ejército, sabe muy bien que un militar no puede desempeñar funciones de un arma a la que no pertenece (ni por capacidades adquiridas ni por cuadro organizacional). Por otro lado, lo procesan por hechos de los que no hay ningún elemento material que demuestre su participación (ninguna víctima lo menciona, ni por nombre ni por apariencia física. Cabe aclarar que las denuncias en muchos casos fueron realizadas entre los años 2009 y 2014). La imputación de esos hechos sólo se produce por la mera dimensión temporal, tornando automática la culpabilidad sólo por esto (es decir, la coincidencia de las fechas en que ocurrieron esos sucesos con el período de tiempo en el que Enrique Stel estuvo desempeñando funciones en una Sección Alámbrica de una Compañía de Comunicaciones).
En síntesis, lo procesaron por una función que nunca desempeñó, en un Arma a la que nunca perteneció y por hechos de los cuales no hay elementos que permitan demostrar de modo alguno que participó en la consecución de los mismos.
Es importante destacar que esta investigación surge 40 años después y obviando el hecho significativo de que jamás fueron impugnados sus ascensos a Mayor, Teniente Coronel y Coronel durante la democracia, siendo que en esas oportunidades su legajo personal fue analizado por todos los organismos de Derechos Humanos y la Comisión de Acuerdos del Senado.

Cuando fue prisionero de guerra de los ingleses durante el conflicto de Malvinas lo aceptó y lo comprendió perfectamente, son las reglas de la guerra. Esta situación no puede aceptarla ni comprenderla

¿Cómo es posible que continuemos, como dice el Dr. Gil Lavedra, efectuando “imputaciones por presuntos delitos de lesa humanidad de un modo ligero, sin la correcta verificación de la alta probabilidad de que concurran los requisitos que caracterizan a tales delitos”? Lamentablemente hay muchas distorsiones y confusiones, en parte por ignorancia y en parte por mala fe. Esto tan simple que escribo es sistemáticamente negado por quienes deben hacer justicia, tal vez porque necesitan incrementar los números estadísticos y justificar el inmenso flujo de dinero generado por este sistema donde ser parte de las Fuerzas Policiales, de Seguridad o Armadas es casi automáticamente equivalente a ser delincuente, argumento que viola las normas jurídicas más elementales, entre ellas, el principio de la responsabilidad penal individual y el principio de la presunción de la inocencia.
¿Cómo un hombre que ha dedicado su vida a las causas humanitarias puede estar procesado por delitos como los que se le imputan? Un ser humano no pierde su esencia. O es bueno, o es malo y las acciones a lo largo de la vida van reflejando esa naturaleza. En el caso de mi esposo, ha reflejado ser un hombre de bien, con actos heroicos y acciones trascendentes. Ha vivido momentos desagradables y nunca se ha quejado. En la guerra de Malvinas lo dieron por muerto al punto que le rezaron una misa por su eterno descanso, caminó a sabiendas entre campos minados para cumplir con su misión, sabiendo que un paso en falso podía ser el último. En Zagreb vivió el bombardeo del año 1995, enfrentó la presión de los serbios cuando custodiaba los convoyes humanitarios del ACNUR y del ACNUDH que intentaban llegar a la población civil sitiada en Bosnia Herzegovina… Sus acciones humanitarias le valieron tres condecoraciones por sus servicios a la paz de Naciones Unidas.
Juntos hemos recorrido 16 países investigando algunos de los crímenes más atroces de los cuales puede ser capaz el ser humano y hemos trasmitido a nuestros alumnos la importancia de vivir en la diversidad, respetando al otro más allá de las diferencias. Nunca pensamos que justamente él, uno de los primeros militares argentinos que por convicción se especializó en Derecho Internacional Humanitario – y el primer oficial que en la historia del Ejército Argentino fue becado por la Escuela Internacional para el Estudio del Holocausto YadVashem para capacitarse en la temática de la Shoá en Jerusalén – hoy estuviera en una celda, esperando poder demostrar su inocencia, por delitos que jamás deberían haberle imputado. Cuando fue prisionero de guerra de los ingleses durante el conflicto de Malvinas lo aceptó y lo comprendió perfectamente, son las reglas de la guerra. Esta situación no puede aceptarla ni comprenderla.
Lo que más me preocupa, más allá de esta situación personal, es nuestra deshumanización como Nación, nuestra premura en condenar sin saber, nuestra pérdida de valores y principios, nuestra ponderación invertida de cuestiones elementales. Me preocupa el odio alimentado con una fuerte estructura que no nos conduce a nada bueno. Me preocupa la injusticia.
No creo que nadie piense que los responsables de los crímenes más atroces vividos en nuestro país no deban ser condenados, pero es importante que lo hagamos respetando el principio de legalidad, cuidando “celosamente la categoría excepcional de delito de lesa humanidad y los procesos en los que se aplica.”
Sólo espero que Dios nos de la fortaleza para seguir luchando en este sistema perverso donde inocentes pagan por culpables. Lo triste de todo esto es que los años no son infinitos, que nuestro tránsito en la tierra es limitado y que lo que hacemos con nuestro tiempo tiene que ser bueno, constructivo, no estéril. Siento que estamos perdiendo un tiempo valioso en esta lucha desigual cuando podríamos hacer cosas valiosas y trascendentes.
Tres razones me llevaron a escribir esta nota: uno, la fecha de conmemoración de los Veteranos de Guerra de Malvinas, otra, la triste realidad de que el 12 de marzo de este año Enrique Stel cumplió tres años de detención en flagrante violación al principio de excepcionalidad de la prisión preventiva y, por último, el inicio de la Semana Santa, un tiempo donde, como cristianos, debemos purificar nuestra alma y ofrecer nuestro sufrimiento a Dios para acompañar la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Desde la Guerra de Malvinas mi esposo lleva consigo un Rosario que con el tiempo se ha deteriorado. Su fiel amigo lo sigue acompañando. Los hombres pueden abandonarnos, Dios jamás nos abandona.
(*) Esposa de Enrique Stel

Maria E. Viñas <dramev@gmail.com>

18 abr. (hace 10 días)


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