NACIMIENTO E HISTORIA DE LA SECTA CONCILIAR
LA IGLESIA EN MANOS ENEMIGAS HISTORIA DEL NACIMIENTO DE LA IGLESIA DEL NOVUS ORDO
Antes de cualquier decisión del Concilio Ecuménico Vaticano II, Paulo VI proclamó en las Naciones Unidas, el 4 de Octubre de 1965, el liberalismo religioso, calificado en ese entonces por los sacerdotes fieles a la Iglesia Católica, de sustancialmente contrario a la ortodoxia, el magisterio y la jerarquía legítima de todos los papas del “pre-concilio”.
Se añade que la proclamación de ese liberalismo religioso tiene entre otros antecedentes el Sínodo de Pistoya, cuyos errores fueron rechazados por Su Santidad Pío VI en su bula Actuorum Fidei, el 28 de Agosto de 1794.
Ese
modernismo que públicamente proclamó Paulo VI, los sacerdotes fieles a
la Tradición Católica lo señalan como corriente que se nutre de Lutero y
su reforma protestante, la misma que cobró extraordinaria virulencia
durante los siglos XVII y XVIII, a la que los del conciliábulo “progresista” del Vaticano II robustecieron con la “religión antropocéntrica”que inventó Teilhard de Chardin.
Se
llegó a mencionar por parte de las mismas fuentes, que la proclamación
de Paulo VI en la ONU -complementada por el pontífice con su visita al “Mediato Room” o cámara de reflexión de las potentes mafias de esotéricos que
se reparten en el mundo a costa de la independencia de naciones en
desarrollo, por la que debe pasar todo miembro en el curso de su
afiliación-, está en línea con el liberalismo que encontró profeta en Lamennais: es decir, en la “revolución del hombre contra Dios” , en el que “en vez que Dios juzgue al hombre, es el hombre el que juzga a Dios”.
Al pronunciarse Paulo VI por el liberalismo religioso en la ONU se declaró no sólo heredero de Lamenais, sino también de Freud -al implantar una liturgia que va al sentimiento más que al pensamiento- y de Marc Sangnier, precursor de la “democracia cristiana” y utópico estructurador del “socialismo y del ateísmo para países cristianos”
Paulo VI, se identificó con su liberalismo en materia de Fe lanzado al mundo desde las Naciones Unidas, como
discípulo de Jacques Maritain -“el santo de la iglesia montiniana”- teórico del “humanismo integral” combatido por Su Santidad Pío XII, porque fue elestructurador del plan piloto de una “sociedad sin Dios con animación cristiana”.
La incompatibilidad del
liberalismo religioso proclamado por Paulo VI en la ONU y el Magisterio
de la Iglesia Católica ejercido por la jerarquía eclesiástica legítima,
pudo advertirse, principalmente, en los siguientes documentos
pontificios, producto de una intensa lucha doctrinaria de más de 130 años.
Mirari Vos, agosto 15 de1832 de Gregorio XVI. Qui Pluribus, noviembre 9 de 1846, Nostis et Nobiscum, diciembre 8 de 1849; Singulari Quidem, agosto 10 de 1863; Incredibili, septiembre 17 de 1863; Quanta Cura y Silabo –síntesis
de 32 alocuciones, cartas y encíclicas del propio Pío IX- con catálogo
con 80 proposiciones erróneas que se rechazan, expedidos el 8 de
diciembre de 1864. Todo ésto en el pontificado de Pío IX.
De León XIII, Aeterne Patris, Inmortale Dei y Libertas Praestantissimu. Asimismo, de Pío X,Lamentabilis Sane Exitu, julio 17 de 1907; Pascendi Dominici Gregis, septiembre 8 de 1907; Praestantias, novienbre 8 de 1907; Conium Rerum, agosto 21 de 1909; carta de rechazo a “Le Syllon” -de Marc Sagnier- y Juramento Antimodernista.
De Pío XI, encíclicas Cristo Rey, Qua Primas, diciembre de 1925; Mortalium Animos, enero 6 de 1928. De Pío XII, Mistici Corporis, junio 29 de 1943; Mediator Dei, noviembre 20 de 1947;Hauretis Aquam, mayo 16 de 1956; Humani Generis, agosto 15 de 1950.
¿Cómo fue que Paulo VI anunció al mundo su “revolución de octubre” al pronunciarse por el liberalismo religioso sin que se haya producido una respuesta en defensa de los principios siempre sostenidos?
¿De que habría de sorprenderse más. De la proposición en la ONU por Paulo VI o del silencio de los obispos?
Quizá muchos creyeronque se trataba de una conquista de la Iglesia el que Paulo VI hablara desde la ONU. No se pensó que aquello era el inicio de la más bestial ofensiva contra la Iglesia Católica del “preconcilio”, y que “una nueva iglesia democrática” en gestación, había iniciado su periodo de alumbramiento.
¿Puede
haber algo más destructivo para la Iglesia Católica y su Jerarquía
legítima que el liberalismo religioso que acaba con el concepto
de Religión Única y Verdadera, ya que el libre albedrío permite que cada
quien se fabrique la religión que más se acomode a su gusto y
conveniencia?
¿Cómo
fue que pudo ocurrir ésto? ¿Temor? ¿Complicidad? ¿Obediencia mal
entendida? ¿Pereza mental y falta de real apego a los principios
sostenidos que impidieron claridad para no ver, o para no permitir la
conjura?
Como quiera que sea, siete años –de 1959 a 1965-,
de transitar por los caminos de las reformas del Vaticano II -que los
entendidos afirman que se orientó al cisma- fueron muchos por lo pronto,
para las traicionadas enseñanzas de la Iglesia Católica.
Sin defensores -en esos momentos- a la vista, el tobogán en que el “progresismo”embarcó a la catolicidad imprimió velocidad a los cambios que dieron nacimiento a la “nueva iglesia montiniana”.
Calculó bien Paulo VI -su
éxito radicó en que era un gran calculador entre los seducidos por los
cambios y los reducidos por la obediencia-, en relación a pronunciarse
en la ONU por el liberalismo religioso.
Después del 4 de Octubre en Manhattan, ante la ausencia de voces opositoras, dió el siguente y definitivo paso, al promulgar en el Concilio, el 7 de diciembre de 1965, la“LIBERTAD RELIGIOSA”, y la “CONSTITUCIÓN PASTORAL SOBRE LA IGLESIA, EN EL MUNDO DE NUESTROS DIAS”, y al pronunciar su “DISCURSO DE GLORIFICACIÓN AL HOMBRE QUE SE HACE DIOS”.
Paulo VI, poseedor de una habilidad pasmosa y de un equipo de “PROGRESISTAS”
que le sirvieron maravillosamente y al que fue secundado eficazmente
para la obtención de los cambios en la Iglesia, se hizo del control
desde antes de ser nombrado cardenal por Juan XXIII.
Es de sobra conocido que Paulo VI fue el inspirador del discurso que Juan XXIIIpronunció el 11 de Octubre de 1962, en el que se contiene la irrupción del nuevo lenguaje que culminó en el triunfo del “progresismo” sobre la Iglesia “preconciliar”.
A la muerte de Juan XXIII, la habilidad de Paulo VI se manifestó al propiciar el fortalecimiento de la facción “progresista”, mientras se hacía creer a cada quien que estaba con ellos.
La enigmática actuación del “progresismo” hasta
antes del 7 de diciembre de 1965 se explica porque el éxito de todo
infiltrado depende de la habilidad con que sepa ocultar sus verdaderas
intenciones y sus auténticas emociones. El difícil desempeño de tal
forma de penetrar al objetivo que se quiere destruir desde dentro,
supone suprema destreza, un ejercicio tal de la voluntad, que los
sentimientos y proyectos no afloren y que hasta se sepa fingir, en aras
de la consumación del engaño, amor a lo que se odia.
El 7 de agosto de 1972, vista la gravedad de la “autodemolición” en el catolicismo, monseñor Marcel Lefebvre que
habría de significarse como defensor de la Iglesia Católica frente al
“progresismo” que cobró fuerza en el Concilio, pronunció una conferencia
en París, donde ya revelaba la angustiosa situación a que se había
llegado a la Institución fundada por Jesucristo.
De aquella conferencia salieron puntos medulares que produjeron una respuesta de alentadores alcances.
El
6 de octubre de 1972, en la Ciudad de México, el R. P. Noel Barbará,
uno de los directores de la “Alianza Mundial por la Iglesia Católica
Romana” y director del periódico “Forts dans La Foi”, hizo un llamado a
los sacerdotes tradicionalistas para que no cooperaran con la “autodemolición”.
El neomodernismo, dijo, ha tomado del marxismo su ideología, y, sobre todo, su “práctica” y que de esa manera, la herejía se convirtió en “herejía eficaz”, contagiosa,
instalada en el mismo seno de la Iglesia, y sin negar aparentemente
ningún dogma, los niega todos, los corroe todos, imponiendo en todas
partes sus novedades.
Expresó que “…
el Papa Paulo VI ha cometido un abuso de autoridad de una gravedad
excepcional, cuando construye un rito nuevo de la Misa sobre una
definición de la Misa, que ha dejado de ser católica…”
Para
ese entonces, finales de 1972, el vuelco en la Iglesia tenía
manifestaciones alarmantes: cooperación con el comunismo, alteración de
la liturgia al grado de hacerla semejante a la protestante, eliminación
de los elementos tradicionalistas del clero, apoyo a los marxistas de
sotana, degradación del sentido jerárquico, etc. y como signo muy
inquietante también, la proliferación de sacerdotes antaño conocidos por
sus virtudes, preocupados ahora por apetitos carnales que han sido la
causa de la defección de miles. Para ese entonces se calculaba tan solo
en 1972, más de 4,000 renuncias a las órdenes sagradas, para unirse en
matrimonio, en muchos casos, hasta con monjas.
El 27 de octubre de ese mismo año, Jean Madirán, el conocido intelectual francés, denunció que “dentro
de la “nueva iglesia” de Paulo VI, los niños cristianos no son ya
educados, sino envilecidos por los métodos, prácticas y las ideologías
que prevalecen, muy frecuentemente en la sociedad eclesiástica”.
Pidió a Paulo VI “que
devuelva las Sagradas Escrituras, el Catecismo y la Misa, porque
estamos cada vez más privados de ellos, por arte de una burocracia
colegial, despótica e impía, que pretende, con razón o sin ella, pero
que pretende de todos modos, sin ser desmentida, imponerse en nombre del
Vaticano II y de Paulo VI”.
Madirán señaló en esa fecha que “los nuevos catecismos oficiales no enseñan ya los tres conocimientos necesarios para la salvación” y acusó que “las Sagradas Escrituras fueron falsificadas por las versiones obligatorias que pretenden imponer la nueva liturgia protestante”.
La Iglesia, acusó Madirán, “es ahora como un país sometido a una ocupación extranjera”.
Afirmaba: “un
partido, que cuando ha alcanzado el éxito se ha revelado cruel y
tiránico, domina diabólicamente la administración eclesiástica. Este
partido, actualmente dominante, es el del sometimiento al mundo moderno,
de la colaboración con el comunismo, de la apostasía inmanente. Posee
casi todos los puestos de mando y reina sobre los cobardes por la
intimidación y sobre los débiles por la persecución”.
Cuando
la infiltración alcanza el éxito con la conquista de los puestos de
mando en terrenos del enemigo, entonces ya con la posesión de la fuerza
del adversario, aflora el verdadero sentir del conjurado y revestido de
impunidad por el control que alcanzó, el odio a su víctima, largamente
contenido para no exteriorizarlo,adquiere matices implacables.
La
eficacia de la técnica de tales hijos de las Tinieblas -más zagaces que
los hijos de la Luz-, adquiere insospechados poderes destructivos
mientras los miembros de la institución infiltrada no lleguen al
convencimiento de que el más terrible enemigo que se tiene es el propio
jefe.
En la hora de su triunfo, los “progresistas” son implacables contra
todo lo Católico y no escatiman su odio a quienes permanecen fieles a
la Iglesia fundada por Cristo, en tanto que, impunes por el alto puesto
de mando que conquistaron, hasta alardean del amor que profesan a lo
anticatólico, seguros de ser dueños de la situación y de alcanzar la
destrucción del catolicismo.
Los
sacerdotes fieles al Magisterio Eclesiástico de la Iglesia Católica de
siempre, hicieron notar que después de la adopción de los documentos del
7 de diciembre de 1965 en las aulas conciliares, la victoria de la “nueva iglesia” quedaba consumada y cualquier maniobra para borrar a la “iglesia de antes” podría
esperarse, sobre todo porque la oposición estaba derrotada y
desprovista de un guía que la encauzara en la reivindicación.
Con
la sesión del 7 de diciembre de 1965, quedó atrás el Paulo VI enigma,
que desde la muerte de Juan XXIII a la reanudación del Concilio- más de
14 meses-, permitió que el “progresismo” se fortaleciera, mientras aparentaba neutralidad.
Del Paulo VI del discurso del 20 de septiembre de 1963 en que llevó al concilio “a no promulgar decisiones dogmáticas”, ni “fórmulas solemnes”, a “no hacer de nuestra fe motivo de polémica con los hermanos separados”, surgió el “miembro del partido” que lanzó ataques frontales al patrimonio de la Tradición Católica.
Del Paulo VI que después del discurso que proclamó a la Virgen María “Madre de la Iglesia“, con lo que hizo concebir esperanzas a los tradicionalistas no avisados, promulgó su “Eclessiam Suam” , “que no quiere revestirse de un carácter solemne y propiamente doctrinario”, en la que “tampoco se quiere proponer enseñanzas determinadas”, surgió el pontífice cuyos hechos lo ubicaron a la cabeza de los autodemoledores.
El calvario de quienes defendieron a la Iglesia Católica de acuerdo con el Magisterio de la Iglesia del “preconcilio” sigue siendo interminable.
De
aquel entonces cabe recordar que el Cardenal Ottaviani fue reducido al
silencio cuando el año 1966 señaló 10 graves errores que tenían vía
libre después del concilio.
La
Misa Católica de San Pio V producto del Concilio Dogmático de Trento
recibió mortal ataque, al designar Paulo VI a los protestantes Georges, Koneth, Jasper, Sephard, Smith y Max Turian, para sustituirle por un nuevo rito luterano.
El
30 de Octubre de 1969, los cardenales Alfredo Ottaviani y Antonio
Bacci, acusaron al Papa Paulo VI de haber permitido una reforma casi
herética de la misa. La acusación se hizo pública un mes antes de la
entrada en vigor del nuevo rito. Desde entonces, muchas plegarias fueron
omitidas, otras como las de la consagración del Pan y del Vino sufrieron modificaciones y se permitió a las mujeres desempeñar “un papel en la misa”.
La
respuesta a la petición de los cardenales para que fueran suspendidos
los cambios, fue un insólito ataque del Vaticano en manos “progresistas”.
El
odio a lo católico y el amor a lo anticatólico, se evidencia, asimismo,
con la negativa de Paulo VI a recibir a los catolicos
tradicionalistas que estuvieron toda la noche a las puertas del Vaticano
para pedir que permitiera la Misa de San Pío V. El amor a lo
anticatólico, quedó evidente unas horas después, al recibir a los
guerrilleros comunistas del Africa en audiencia especial.
Asimismo, en carta enviada al Obispo de Troyes, el 2 de enero de 1973, para ser enviada por la vía jerárquica a Roma, el Abbé Georges de Nantes, pidió ser recibido por Paulo VI, para entregarle un documento acusándolo de herejía, cisma y escándalo.
Naturalmente,
el Abbé no fue recibido . Todo lo contrario, fue retirado por la
policía, con métodos fascistas que Paulo VI dijo repudiar, pero que
empleó contra los católicos tradicionalistas.
En uno de los párrafos de la carta del Abbé se afirma:
“Pretendemos
demandar, según derecho, contra las actuaciones y opiniones de Vuestra
persona libre y falible, que nos parece, desde hace unos diez años, la
causa principal y constante de la “autodemolición” de la Iglesia, el
juicio soberano de Vuestro propio y personal magisterio, infalible en
doctrina y sin apelación de cualquier cuestión de disciplina
eclesiástica. Porque si nosotros estamos obligados a someternos y a
escuchar y respetar al Papa, tenemos también el derecho sagrado y
capital, de tener un Papa Católico”
1.- La
carta del Abbé Georges de Nantes fue publicada en el numero 64 de “La
Contre-Reforme Catholique au XXe Siécle”, de enero de 1973,con domicilio
en Maison Saint Josepth, 1026 St Parres les Vaudes, France.
El
abbé de Nantes sosyenía que Pablo VI, apóstata, hereje, escandaloso y
cismático, debía ser declarado depuesto por el clero romano (los
Cardenales). «Es su deber [de quien constata los errores de Pablo VI]
presentar esta acusación ante la Iglesia. Primero, advirtiendo al propio
Papa; luego, apelando (…) al magisterio infalible de este Papa o, a
falta de éste, al Concilio. Formalmente, compete al clero de Roma y
fundamentalmente a los cardenales y obispos, sufragáneos del Obispo de
Roma, el cometido de conducir a término una misión tan peligrosa como
urgente, para la salvación de la Iglesia». «Tal acción -escribía- (…)
tiene preeminencia sobre cualquier otro desvelo y constituye la más alta
caridad, puesto que el Pez -ICTUS- se pudre desde la Cabeza si no se le
quita la función suprema al hombre ya muerto». En esta perspectiva, vio
en la carta de aprobación de los Cardenales Ottaviani y Bacci al Breve
Examen Crítico del Novus Ordo Missae (1969), la iniciación del proceso
canónico contra Pablo VI. Con este objetivo, el 10 de abril de 1973
elevó a Pablo VI un Liber Accusationis en el que Giovanni Battista
Montini es acusado de apostasía, herejía y cisma. En ese contexto,
solicitó a los Obispos (y especialmente, si bien sin nombrarlo, a Mons.
Lefebvre) que rompieran la comunión con Pablo VI. «Queda todavía el
último remedio, heroico, el único que tema aquel que concientemente y
con pertinacia ha invertido el sentido de su misión divina y apostólica.
Hace falta que un Obispo, también él sucesor de los Apóstoles, miembro
de la Iglesia docente, hermano del Obispo de Roma y como él ordenado al
bien común de la Iglesia, rompa su comunión con él hasta que no haya
dado pruebas de su fidelidad al oficio del Sumo Pontificado»
El odio a lo católico y el amor a lo anticatólico fue el signo característico de “la nueva Iglesia Montiniana” -como acertadamente la designó el Padre Saénz Arriaga– y el caso del cardenal Josef Mindszenty, paladín de la Iglesia Católica y mártir de la fe por su prolongado martirio -ocho
años de cautiverio en cárceles comunistas de Hungría y 15 de refugio en
la embajada de los Estados Unidos en la capital húngara- es elocuente y corrobora dramáticamente lo afirmado.
Hungría: El heroico Cardenal Mindszenty
En
sus memorias, el cardenal Mindszenty afirma que tuvo que salir de
Hungría el 28 de septiembre de 1971, porque su persona obstaculizaba la
política de Paulo VI de apertura al comunismo.
Al
declarar vacante el título de primado de Hungría y arzobispo de
Esztergom, cardenal Mindszenty, Paulo VI no solo faltó a su promesa de
no hacerlo sino que “cedió visiblemente a las presiones del Estado comunista de mi país”,
afirma el mártir. Es evidente, cabe subrayar , que monseñor Montini
siente disgusto con los católicos fieles a su Credo y que gustaba de
hacer causa común con los enemigos de la Iglesia para comunizar al
mundo.
Por
otra parte, el sincretismo promarxista de Paulo VI, se hizo evidente
una vez más con la denuncia del padre Michel André en la publicación
francesa “Introibo” del mes de junio de 1976.
En
esa ocasión, el padre André reveló que los más cercanos colaboradores
de Paulo VI están afiliados a la masonería mundial a fin de utilizarla
para los planes de la “nueva iglesia conciliar” favorables al
expansionismo de la Revolución Mundial Comunista.
Las revelaciones del padre André señalan concretamente lo siguiente:
Cardenal Jean Villot, secretario de Estado del Vaticano, afiliado a la masonería el 6 de septiembre de 1966.
Cardenal Leo Suenens, primado de Bélgica, afiliado a la masonería el 15 de julio de 1967.
Cardenal Hugo Polletti, vicario de Paulo VI en Roma, afiliado a la masonería, el 17 de febrero de 1969.
Cardenal
A. Lienard iniciado en la masonería en 1912 en Cambrai. Visitó las
logias de París. En 1919 fue nombrado visitador del tercer grado. En
1920 fue elevado al grado 30, séptima clase.
Monseñor
Casaroli, embajador de Paulo VI y responsable de la sustitución del
cardenal Mindszenty, afiliado a la masonería el 28 de septiembre de
1957.
Cardenal Baggio, se inició en la masonería el 14 de agosto de 1957.
Monseñor M. Pasquale, secretario particular de Paulo VI, se afilió a la masonería el 28 de abril de 1958.
Monseñor
A. Bugnini, el estructurador de la “nueva misa” y reformador de la
liturgia protestante en la Iglesia Católica, afiliado a la masonería el
23 de abril de 1963.
Virgilio Noé secretario del cardenal Knox de la Congregación de Ritos, se afilió a la masonería el 3 de abril de 1961.
Monseñor Virgilio Levi, responable de Radio Vaticano, se afilió a la masonería el 4 de julio de 1950.
Ser
fiel al ideal que se abraza es virtud del hombre limpio que honra a su
Patria y a su Credo con la congruencia de pensamiento y acción al
servicio de los suyos. Reptar entre dos aguas y servir a fines extraños
da la condición de serpiente, jamás la de águila.
En
su numero 47 del mes de agosto de 1971, ” La Contra-Reforme Catholique
au XXe Siclé”, afirmaba que si Pío X fue canonizado por la pureza de su
doctrina y su fuerza de alma en defender la Fe Católica… “Paulo VI será un día declarado anatema… Es el gran corruptor de la Iglesia del Siglo XX“.
Cualesquiera que sean las circunstancias en el presente, el futuro de la Iglesia Católica es el triunfo sobre sus enemigos.
Porque
también los seglares somos Iglesia en cuanto que a ella pertenecemos
como sus hijos, estamos en la obligación ineludible adherirnos a la
Verdad para servirla.
En
la presente hora de confusión no debemos olvidar la regla infalible:
Por sus frutos los conoceréis y los frutos de la Iglesia “conciliar” anunciada
al mundo por Paulo VI desde las Naciones Unidas aquél 4 de octubre de
1965, para sustituirla por la Iglesia Tradicional están a la vista.
No
puede haber más que una Iglesia Santa, Católica y Apostólica, de lo
cual se desprende que el añadido “conciliar” es una aberración para
autodemoler, en cuanto que la Iglesia Católica fundada por Cristo se
apoya en tres pilares inconmovibles: La Sagrada Escritura, La Tradición y
El Magisterio de la Iglesia. Estas tres bases son inseparables.
Los
frutos de la Iglesia “conciliar”, “progresista”, “liberal”,
“dialogante”, “aperturista”, “democrática”, etc. están a la vista.
En apretada síntesis de esos frutos puede citarse lo siguiente:
En
Francia, por ejemplo -según sondeos de la Alianza Mundial por la
Iglesia Católica-, en 1961, antes del Concilio, el 34 por ciento de los
católicos franceses iban a Misa. En 1968, sólo acudió el 25. En 1971,
después del “Novus Ordo Missae” de Paulo VI, descendió al 22 y en 1974,
el porcentaje se redujo al 16 por ciento.
Igual panorama se observó en España y en general, en Iberoamérica.
En
lo que a seminarios se refiere, el sondeo reveló que en 1963 ingresaron
a los seminarios galos 917 seminaristas, a diferencia de 1974 en que
hubo tan sólo 155. En Madrid -continúa el estudio-, fue suprimido el
Seminario menor, para sustituirlo por un centro eclesia l“aggiornado”. Muchos de sus alumnos ni siquiera acudían a la misa, en tanto que en el Seminario mayor había 80 alumnos, nada más.
Datos del “Aggiornamenti Sociali”,
de febrero de 1975, informaban que de 1962 año en que fue abierto el
Concilio a 1972, el número de sacerdotes secularizados fue de 21,320,
cifra sin precedente.Los motivos para las masivas deserciones, apunta
son “dificultades relativas a la fe”. ¡Vaya frutos de la Iglesia
“conciliar”, “liberal”, “democrática”, “sincretista”, etc., que aún
pretende prevalecer sobre la Iglesia Católica de siempre.
Entre
1970 y 1974, de acuerdo con análisis de la agencia Kippa -mayo 3 de
1975-, las instituciones religiosas femeninas perdieron el 24.6 por
ciento de sus miembros. Muchas de las monjas
secularizadas contrajeron matrimonio con sacerdotes también “conciliarizados”.
Después del Concilio y la “iglesia democrática” en
el mundo católico fue común que los sacerdotes colaboraran con el
comunismo. En 1974 en Francia, con la asistencia del cardenal Marty, de
París, la “Juventud Obrera Católica” al clausurar su
Congreso Internacional en ese año, tuvo como invitado distinguido al
secretario general del Partido Comunista Francés. Terminó la misa con la
Internacional entonada por los feligreses, en medio de una selva de
puños en alto.
El cardenal Marty afirmaba en ese entonces que “la Misa es simplemente el memorial de la Pasión”. No hay por tanto, sacrificio, con lo que el arzobispo de París, predicaba una doctrina protestante.
Otro fruto de la Iglesia Conciliar es la “Relation” leída
en el Sínodo de los Obispos de 1971, en donde se confundió el
sacerdocio ministerial con el ministerio sacerdotal, con lo que se negó
el Sacramento del Orden, en contradicción al Concilio de Trento que
definió que si alguien dijera que la Sagrada Ordenación no es verdadera
sea anatema.
Se
propagó por doquier la doctrina errónea sobre la naturaleza de la
Iglesia, sobre la Fe, sobre la Revelación. Fue el inicio de la negación
de los principios morales que se redujeron a “mero subjetivismo”.
Suprimieron los confesionarios, la unción de los enfermos, los sufragios
de difuntos, se despreció la confesión individual.
Se inició también la negación de dogmas como el relativo a la infabilidad papal manifestada en el Concilio de Trento. etc.
Ahora
bien, para cumplir su misión la Iglesia necesita de sacerdotes
debidamente formados para el desempeño de su sacerdocio ministerial,
porque fuera de la Iglesia Católica que tiene como pilares, La Sagrada
Escritura, La Tradición y El Magisterio, no hay Redención posible.
Debe reiterarse que, como hijos de la Iglesia Católica, nuestro deber es buscar la Verdad y seguirla.
La Regla de Oro, es: “por sus frutos los conoceréis”.
Analizados
los frutos del Concilio Ecuménico Vaticano II, se llega al
convencimiento de que la parodia de “Iglesia” que está en el Vaticano,
no es la verdadera Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo, sino
una pseudo-iglesia formada por enemigos de la Fe, quequieren conducir a
los fieles por caminos de perdición.
Tomado de: Crónica del Fin de los Tiempos
Visto en Católicos Alerta