El fiel reflejo de lo que fuimos.
Por Martín Lasa
Es
innegable que Ernesto Sábato fue un intelectual, escribió solo tres
novelas de las cuales una es muy buena, otra buena y la tercera
mediocre, en ese orden y en esa cronología, varios ensayos solo algunos
buenos, e interactuó con personas de lo más calificadas del país y del
mundo, como por ejemplo Jorge Luis Borges y esto no es decir poco, con
el tiempo se descubre su infinita envidia hacia Borges, pero ese es otro
tema. Como pintor fue mejor que como escritor, y esta es una opinión
personal, y no olvidar que también fue un gran científico. No fue un
hipócrita, ya que siempre (con todo lo cambiante que fue) supo tomar
posturas por más radicales que fueran y me consta que se jugó por ellas
en algunos casos. Así que intelectualmente podemos decir que fue alguien
admirable.
Pero esto no basta para calificar de manera absolutamente positiva y cantarle loas. Con ese criterio deberíamos admirar también a un depravado como Foucault o a un dictador como Chávez, incluso a Stalin, ya que inteligencia no se le puede negar, pero no exageremos tanto.
Bueno,
habría que ver otros puntos sin duda. Fue una persona atormentada por
sus fantasmas, de niño tuvo una infancia triste y algo violenta, el
llamarse Ernesto lo llevo a tener un sin número de pesadillas, ya que
así se llamaba su hermano mayor que acababa de morir. Y fue forjado una
personalidad resentida que lo llevo a tomar ideologías y posturas
resentidas también.
Terriblemente
contradictorio, y podría nombrar miles pero en honor a la síntesis solo
nombrare un ejemplo, en un almuerzo con el general Videla le pidió “un
baño de sangre” y lo elogio en su persona, para posteriormente redactar
el prólogo del Nunca Mas, libro más recomendado que leído y casi nunca analizado con objetividad.
Nunca
condeno los crímenes del comunismo, y una persona como Sábato es
imposible que los desconociera. En su vida privada fue una persona
increíblemente dañina, a su mujer Matilde la engaño en innumerables
oportunidades y la hizo sufrir de manera imperdonable, fue una persona
con una moral casi nula, vamos a decir casi. A sus hijos los hizo pasar
por necesidades afectivas y de todo tipo. Enalteció a inmundos asesinos
como el Che Guevara y criticó y elogió a cualquiera según su estado de
ánimo. No solo traiciono a su familia, si no que a todo el que se uniera
con él en cualquier causa política, intelectual o artística, que
generalmente esas causas, si bien siempre ligadas a la ideología de
izquierda, variaban según la temporada y el ánimo de Sábato.
Lo conocí
en marzo de 1999, después de escribirle una carta, me llamo e invito a
su casa y charlamos 3 largas horas. Tenía cierta admiración por su
persona, producto de la propaganda mediática y de mi afición a la
literatura fantástica, a pesar de que ideológicamente sabía que estaba
en las antípodas y para ser sincero no estaba tan informado como puedo
estar el día de hoy, ese llamado e invitación me lleno de curiosidad y
con mis poco más de 20 años no podía perderme el encuentro. En su casa
me mostró los cuadros, y me contó anécdotas sobre Berni, la charla se
centró en las artes plásticas, ya que fue el motivo de la reunión. Pero
recuerdo que me fui con la sensación de haber conocido una persona
atormentada por su pasado, una persona que había sido víctima de su
propia forma de vida y su propia ideología, “pobre viejito” pensé al
salir. Vi a un hombre lleno de resentimiento y veneno, sin ninguna
solución, creyendo que toda sociedad que avanza es mala por el solo
hecho de avanzar, palabra que a él no le gustaba y consideraba
contradictoria. Con el paso del tiempo fui entendiendo que lo que le
pasaba no era más que una consecuencia de lo que había sido toda su
vida, su desprecio por la familia, por la sociedad y por el dinero o lo
material, fue lo que lo llevo a despreciarse a sí mismo. El aspecto y la
expresión de sus gestos solo me infundían el sufrimiento de una anciano
que lo único que tenía en su alma era dolor, frustración y tormento (no
creo que mucha culpa).
Estoy
absolutamente convencido que la apariencia estética y los gestos que
marcan el rostro con los años son el fiel reflejo del alma de cada
persona. Y en Sábato lo fue.
Lo que
reflejamos en el aspecto es lo que somos interiormente y lo que somos
interiormente es probable que esté relacionado con el respeto,
compromiso y amor que le brindamos a nuestros seres queridos.
Se puede vivir muchos años sin valores, Sábato vivió casi 100, el problema es como.