Periodismo para todos
EL REINADO DE SATANÁS EN EL PERIODISMO
Hoy se escribe contra todo, se discuten los dogmas más sagrados, los
principios más elementales, y se llega hasta querer impedir la defensa de la
verdad. No exagero. Nadie dirá que exploto el tema o que digo sencillamente una
novedad, cuando afirmo que se insultan por momentos las más caras esperanzas de
los cristianos; y cuando nos empeñamos en querer defendernos, se nos pretende
imponer como a San Pedro, silencio, para no herir los oídos de los mismos que,
en nombre de la libertad, se arrogaron el derecho de discutir nuestros dogmas y
hasta vilipendiarlos…
Se agazapan tras las columnas del periódico, espías que exploran la
opinión, traidores que acechan el momento oportuno para entregar el orden
social en manos de todos los incontrolados, cobardes que huyen de la verdad sin
tener ni siquiera la conciencia de la responsabilidad necesaria para confesar
errores, indolentes que prefieren traicionar un ideal antes que fatigar la
cabeza, y complotados que, cuando no pueden contemporizar con los canallas
apelan al recurso del silencio, de la reticencia infidente o la parodia impune…
El puñal de la traición, de la perfidia, de la venganza, de la sevicia, del
asalto, antes que el armero, lo puso en el corazón el periodista, con sus ideas
sin criterio moral fijo, con sus insolencias contra toda autoridad, con sus
paliativos ante las infamias manifiestamente condenables, con sus atenuaciones
ante el error vencible, con sus descripciones espeluznantes de los crímenes más
nauseabundos, con sus apologías indirectas de la sagacidad usada en los
atracos, con su patológica descripción de las delicadezas femeninas ultrajadas,
con su conspiración contra la verdad…
El periódico es el vehículo de las ideas. Si éstas son elevadas solidifican
el genio de las gentes, maduran el espíritu y acercan la pureza de las
costumbres. Pero si las ideas son subversivas, declaramos paladinamente que no
hay corruptor más criminal que el periodista. El pistolero mata el cuerpo, el ladrón
roba metales, pero el periodista corrompe costumbres. Es el peor enemigo de la
sociedad…
El subversor de las gentes usa del pretexto de la ilustración para esconder
en el fondo de sus artículos periodísticos, el fin condenable de la perversión.
No hay que confundir curiosidad con insensatez, cultura con desvergüenza,
información con difamación, encuesta periodística con presión aviesamente
interesada, aclaración con negocio de bajo fondo.
Pbro. Virgilio Filippo
El reinado de Satanás, Ed. Tor, Bs. As., 1937, págs. 55 a 58.