“Verás que todo el mentira,
verás que nada es amor,
que al mundo nada le importa…
¡Yira!… ¡Yira!…
Aunque te quiebre la vida,
aunque te muerda un dolor,
no esperes nunca una mano,
ni una ayuda, ni un favor.”
“Yira yira” (Fragmento) Tango, Enrique Santos Discepolo.
La
reinserción argentina en la consideración de los países democráticos
del mundo es una noticia digna de destacarse. Tal vez las medidas
económicas y financieras permitan finalmente terminar con nuestra
“eterna postración”.
Nada puedo opinar al respecto, mi ignorancia
me lo impide, sólo deseo el mayor de los éxitos a nuestras autoridades,
será -supongo- en beneficio de todos los argentinos.
Pero no puedo callar mi absoluta incomprensión de ciertas actitudes de quienes rigen nuestro destino.
Una
de ellas es la continua comedia de llevar “engañados” a los altos
magistrados del mundo que nos visitan, a rendir homenaje a los perversos
terroristas asesinos traidores a la Patria. Como un triste vodevil se
agolpan frente al Río de la Plata y con fingida emoción proceden a tirar
flores al agua, encabezados por nuestros funcionarios. Son las mismas
altas autoridades que, una vez retornados a sus países, no trepidan en
continuar su feroz lucha contra el terrorismo… Y acá se prestan a
homenajearlos…
Tampoco soporto la hipócrita disposición que obliga
a mencionar en las comunicaciones oficiales a los falsos 30.000
desaparecidos y la “dictadura Cívico Militar”, menos aún el hecho de que
eficientes funcionarios hayan sido desplazados por dudar de la
mercenaria cifra.
Y si de mentiras e hipocresía estamos hablando
no podemos olvidar las “desclasificaciones” de documentos que han hecho
distintas potencias respecto de lo sucedido en nuestra Patria a partir
del 24/03/76…. Documentos que reciben, eufóricas, nuestras autoridades.
Hasta el mismísimo Vaticano nos ha revoleado esos archivos. Pero todos
callan respecto a lo sucedido a partir de 1960 y la sangrienta actuación
de los terroristas traidores a la Patria.
El Presidente Macri
recibe los archivos en un silencio absoluto, jamás se le ocurrió
preguntar, por ejemplo: “Don Obama, ¿No tiene ningún archivo del ‘60 al
’76?” Parece que nuestros funcionarios vivieron tres lustros bajo un
felpudo.
Otro baldón de la larga lista de nuestras “Vergüenzas” lo
constituye la suspensión y el escarnio sufrido por una maestra riojana
quien, en su clase de Formación Ciudadana, pretendió recordar a “las
víctimas caídas en manos de la guerrilla” en Formosa. La inmediata
denuncia de los padres de un alumno sirvió para su injusto castigo.
Ninguna
autoridad se solidarizó con Fernanda Megías, una argentina valiente que
honra la docencia. Felizmente ninguna “orga” de los Derechos Humanos
para los Terroristas pidió que se le diera a beber la cicuta.
Es
mucho lo que he escrito sobre nuestros presos políticos y su triste
situación. Encarcelados en crueles mazmorras ancianos de más de 80 y 90
años, violando toda norma jurídica, privados de atención médica
razonable, muertos en vida cuyo pecado fue defender nuestra República
cumpliendo órdenes de su Comandante en Jefe, el General Juan Perón. En
aquellos años la ciudadanía y muchos políticos de renombre (hoy llamados
a cobarde silencio) clamaban a coro la intervención de las FFAA;
derrotada la guerrilla apátrida, entregado el poder en elecciones
libres, la misma ciudadanía mira para otro lado olvidando aquellos años.
El cinismo, la cobardía y la amnesia suelen ir tomados del brazo.
Y
dejo para el final dos hechos de un mismo y purpúreo origen: Por un
lado el silencio papal ante esta flagrante violación a los derechos
humanos. Su indiferencia resulta repugnante al recordar los afectos
brindados a una criminal como Milagro Sala y el cariño hacia su
frecuente visita, doña Hebe. Evidentemente, la militancia tiene sus
propias reglas que los ciudadanos de a pie no llegamos a comprender.
Y
finalmente causa repulsa, comprobar que el nuevo Vicario Castrense
dedica su tiempo a reunirse con Avruj, Carlotto y demás enemigos de
nuestras Fuerzas Armadas y no dispone ni siquiera de treinta segundos
para consolar a nuestros presos políticos, pese a que el prólogo de la
Constitución Apostólica Spirituali Militum Curae afirma: “La asistencia
espiritual de los militares es algo que la Iglesia ha querido cuidar
siempre con extraordinaria solicitud…”
No nos sorprendamos si este cura emprende un viaje a Jujuy para visitar a Milagro Sala, las líneas están bajadas en tal sentido…
“Aunque te quiebre la vida,
aunque te muerda un dolor,
no esperes nunca una mano,
ni una ayuda, ni un favor.”