Un Papa con mala salud y presionado, muertes de banqueros sospechosas,
un inquietante director del Instituto para las Obras Religiosas (IOR),
el Banco del Vaticano, teorías conspiratorias, documentos
confidenciales, versiones falsas del Vaticano en torno a últimos
momentos del pontífice, la no realización de autopsia y embalsamamiento
precipitado, especulaciones más o menos fundamentadas...En el mismo año
de la muerte de Juan Pablo I, 1978, había sido asesinado el primer
ministro de Italia, Aldo Moro, líder de la Democracia Cristiana. Un
cóctel de difícil digestión que ayuda a provocar sospechas aunque no
hubiera sido asesinado.