1.6. La revolución sexual
En esos años se aceptan y se extienden los
anticonceptivos, con ellos la sexualidad parece por fin haberse separado
por un medio científico del peso de la fecundidad que pasaría a quedar
al arbitrio autónomo de la pareja. "Lo serio" de la sexualidad puede ser
eliminado por un proceso técnico, de suerte que el significado
procreativo de la misma pasaría a ser electivo y el único sentido
intrínseco que le quedaría sería la comunicación afectiva o física. Con
este contenido la sexualidad misma pasa a ser una realidad que cabe en
un proyecto utilitario. La divisa de la revolución sexual en este
momento es la de la superación de la familia: ¡La familia ha muerto! Se
promueve la emancipación del joven a la edad más temprana posible para
vivir de modo individualista, fuera de todo tipo de vínculos estables
que según una idea extrema de libertad le encerrarían en un mundo
insufrible. En cambio, se proclama la bondad de una promiscuidad sexual
que se presenta como fuente de liberación frente a toda inhibición.
Dentro
del ámbito eclesial se vive de un modo muy dramático la polémica
suscitada por la encíclica Humanae vitae que envuelve a los episcopados y
los clérigos de forma muy directa, con el escándalo de un rechazo sin
precedentes. Se acepta y se promueve por parte de miembros cualificados
de la Iglesia una nueva interpretación de la sexualidad en diálogo con
el mundo desde la concepción de la denominada "nueva moral" según el
paradigma de la "autonomía teónoma". La consecuencia inmediata de la
revolución sexual dentro de la Iglesia es un número enorme de
secularizaciones de sacerdotes y religiosos con un impacto devastador en
los fieles.
Queda en la sociedad la provocación de una mística del "amor libre" como liberación de toda norma sexual y social, la única regla aceptada es la espontaneidad del deseo. Comienza con la exaltación del impudor sexual, en él se centra externamente la liberación de los afectos de la situación de lo que se interpreta como una consecuencia interior de la represión exterior de la sociedad. El efecto que se produce es una extensión sistemática de la pornografía en los medios de comunicación social.
La consecuencia de todo este enorme impacto es que se separa de un modo culturalmente efectivo el sexo de la fecundidad. Esta última pasa a entenderse como una dimensión electiva que el hombre puede poner o quitar de la sexualidad, algo que queda al arbitrio humano.
Queda en la sociedad la provocación de una mística del "amor libre" como liberación de toda norma sexual y social, la única regla aceptada es la espontaneidad del deseo. Comienza con la exaltación del impudor sexual, en él se centra externamente la liberación de los afectos de la situación de lo que se interpreta como una consecuencia interior de la represión exterior de la sociedad. El efecto que se produce es una extensión sistemática de la pornografía en los medios de comunicación social.
La consecuencia de todo este enorme impacto es que se separa de un modo culturalmente efectivo el sexo de la fecundidad. Esta última pasa a entenderse como una dimensión electiva que el hombre puede poner o quitar de la sexualidad, algo que queda al arbitrio humano.