miércoles, 29 de noviembre de 2017

Fuerzas "Des" Armadas (Informe 2011)

ARA SAN JUAN: FUERZAS "DES"ARMADAS Y CORRUPCIÓN

“Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no osa pensar es un cobarde”. Sir Francis Bacon
"Al Nuevo Orden Mundial entraremos inermes con las manos en la nuca, caminando de rodillas y ninguna duda que seremos pobres, dependientes y excluídos." Coronel Mohamed Alí Seineldín
"La democracia será el “disfraz” detrás del cual se ocultará la peor Dictadura Totalitaria (con actitudes demagógicas circenses), que neutralizará las sanas y justas aspiraciones hacia la Grandeza de la Patria". Coronel Mohamed Alí Seineldín


Tripulantes del submarino ARA San Juan: mártires de un sistema perverso

Por Irma Argüello (1)

No quiero esperar el resultado de la búsqueda del ARA San Juan entre olas y profundidades del Mar Argentino para hacer esta reflexión. Es que el desenlace, cualquiera sea, seguramente empañará por la euforia o la pena lo que debemos verdaderamente reconocer, y es la tragedia que viven las Fuerzas Armadas en la Argentina.

Los tripulantes del ARA San Juan ya eran mártires antes de ese 15 de noviembre en que se establece el último contacto. Es un martirio que viene desde lejos y que va desde el desprecio y aprensión de la sociedad hacia los "milicos" hasta la crónica falta de presupuesto y capacitación para operar con la dignidad que todo gran país le debe a sus Fuerzas Armadas.

Lo que tenemos hoy es el resultado de años y años de una campaña sistemática de destrucción de la moral y del equipamiento, de pretender atribuirle a cada uno de sus cuadros el total de las culpas de los graves errores cometidos por unos pocos "iluminados" en aquellos gobiernos militares que terminaron hace ya 35 años. Sería equivalente a que Alemania, tras la posguerra, hubiera seguido alimentando el rencor hasta los 80. No fue así, dieron una vuelta de página, que aquí nunca ocurrió, y los resultados están a la vista en términos de posición en el mundo.

Esta erosión intencional, esta destrucción sin prisa y sin pausa, está hoy patéticamente ilustrada por la absoluta incapacidad de nuestras fuerzas de rastrear a nuestros compatriotas marinos por medios propios, necesitando de la ayuda generosa de países a los que frecuentemente denostamos. Ante la indiferencia y la crítica "explicable", aunque injustificable por parte de nuestra sociedad, hoy actúan en la búsqueda los "piratas" del Reino Unido y los "imperialistas" de los Estados Unidos, junto con efectivos bien entrenados y equipados de Chile y Brasil.

Nuestros compatriotas militares

Nadie hoy abraza la carrera militar para volverse rico o para tener reconocimiento social, todo lo contrario, el que lo hace enfrenta indignidades y privaciones, entonces ¿por qué lo hacen? La respuesta es sencilla, porque en su corazón anida una vocación, viven sentimientos nobles y resuenan los ejemplos de aquellos que en el pasado hicieron de nuestra Argentina un gran país. Lo hacen también por el sueño de que lo vuelva a ser, aportando ellos su pequeño granito de arena.

Del otro lado encuentran todo tipo de dificultades: equipamiento obsoleto o defectuoso como en este caso, indolencia y falta de idoneidad, por decir lo menos de los que han sido puestos allí para mandar, no por ser los más aptos, sino los más funcionales a este sistema perverso.

Me refiero no solamente a civiles sino también, lamentablemente, a militares. Así y todo estos valientes han seguido adelante poniendo todo de sí. Una vez conocí a un capitán de un buque de la Armada que contó en confidencia que cada vez que llegaba a puerto tenía que ir él mismo a la ferretería para comprar de su bolsillo las cosas imprescindibles que hacían falta.

Ese pequeño ejemplo de los que hay miles encierra atrás desinversión y una situación presupuestaria crítica en la que los salarios se llevan más del 70% del presupuesto militar, que es menos del 1% del PBI ( mientras que en Brasil es 1,4% y en Chile, de 1,9%). Esto se ha traducido en aviones y buques que no vuelan ni navegan por falta de mantenimiento, personal sin las horas de entrenamiento imprescindible pero, sobre todo, en la falta de un plan estratégico de largo plazo y de una gestión adecuada de los recursos, en la cual se privilegien los intereses nacionales y los cuadros operativos, frente a las burocracias indolentes y los ideólogos de las relaciones "cívico-militares". La ley de reestructuración militar de 1998, promovida por el ex ministro de defensa Horacio Jaunarena, intentó revertir el deterioro, pero aun aprobada, nunca se cumplió.

Así llegamos a este momento que debe ser considerado un punto de inflexión para nuestras Fuerzas Armadas, ya que de no cambiar la situación, no solo los incidentes —que no son accidentales— continuarán, sino que se llegará a una destrucción irreversible, por más que ahora se inyecte presupuesto.

Lo primero que debemos preguntarnos es si la Argentina necesita Fuerzas Armadas, y la respuesta inmediata es sí. A los que hablan de Costa Rica como un ejemplo idealizado de Estado sin esta necesidad, cabe responder que de ninguna forma podemos compararnos con el país centroamericano. La realidad, y no la utopía, nos grita que hay mucho por proteger en nuestra Argentina, dadas las condiciones de inseguridad global y la situación geopolítica de América del Sur.

La segunda pregunta es si conviene a los intereses nacionales tenerlas así como las tenemos hoy, y la respuesta es no. En un momento crucial de la historia argentina y como parte de ese plan sistemático, se intentó dividir lo indivisible en los Estados modernos, como son la Defensa y la Seguridad de la nación. A través de leyes que encorsetaron su acción, se las redujo al único destino de defender el país de amenazas de otros estados, una situación muy improbable hoy en día.

Ante la falta de este tipo de hipótesis de conflicto, las instituciones militares perdieron su razón de ser y con ello, su moral. Sin embargo, no es que la Argentina, como todo país, esté exenta de amenazas. Por el contrario, pero son de índole diferente. Mientras debatimos el rol de nuestras Fuerzas Armadas, nuestras fronteras, sin la radarización imprescindible, sin los controles terrestres y sin una ley de derribo adecuada, son porosas al narcotráfico, al tráfico de personas y a cualquier tipo de comercio ilícito. Tal situación, sumada a la corrupción en pequeña y gran escala instalada en nuestra sociedad, también nos hace particularmente vulnerables a las operaciones del terrorismo transnacional, cosa que ya se ha comprobado. Mientras tanto, nuestros mares son depredados casi sin control por pesqueros ilegales atraídos por las riquezas de nuestra biodiversidad, casi excepcional en el mundo. Hoy necesitamos plantear la seguridad a los jefes de Estado que asistirán a la reunión del G-20 del año próximo, y para ello tendremos que recurrir a la protección aérea de otros Estados.

El drama que estamos viviendo con el ARA San Juan y su tripulación descubre crudamente esta realidad, una realidad que debemos afrontar aquí y ahora, desde un cambio conceptual y de la legislación hasta el ordenamiento y reasignación de prioridades en nuestras Fuerzas, con una visión moderna, la de aquellos países a los que les va bien. No hay mucho por inventar, se sabe en el mundo cómo se hace, basta que nos lo propongamos en positivo, neutralizando por fin este sistema perverso que se ha instalado entre nosotros desde hace largo tiempo. Solo así toda esta angustia tendrá algún sentido.

Antes de aflorar los restos de ARA San Juan, aparecieron señales de la corrupción que lo hundió

Por Rubén Lasagno (2)



– ¿Y si el ARA San Juan fue otra víctima de la corrupción K?, fue la nota que realicé el día 21 de este mes, cuando aún no había trascendido el incidente acústico que prácticamente decretó la muerte de los 44 tripulantes y la destrucción del submarino, que aún no pudo ser localizado.

Allí predecíamos, siguiendo la lógica práctica, lo que a nuestro criterio podría haber pasado con el buque: los negociados realizados alrededor del escalón de mantenimiento, llevado a cabo por la banda que gobernó el país en la década pasada, podrían estar íntimamente ligados al incidente. Todo era teoría y especulación, teniendo como base la experiencia empírica que nos llevó a construir la frase: detrás de una necesidad, para el kirchnerismo siempre hay un gran negocio. La nave necesitaba ser reparada en el escalón de “media vida” y los responsables políticos vieron el filón y hacia allí se largaron. Lo recubrieron con discursos fáciles y los llenaron de relato K y así lo volvieron al mar; hasta el miércoles 15.

Retomamos nuestra nota, por los indicios aparecidos en el diario Clarín de ayer, donde el matutino expresa que, tras la denuncia de un familiar de los tripulante, comenzaron a surgir las dudas de la calidad de los trabajos, que podrían haber herido de muerte al submarino y a todos sus ocupantes.

“Un marino en actividad contó a Clarín que en 2014 hubo problemas de filtraciones de agua y también dificultades con los planos, aunque desde Defensa no lo confirmaron”, resalta el diario que como adelantamos en otra nota, a la nave se le practicaron soldaduras en el casco, el “replacado” de 960 baterías, la alineación de los generadores y se le cambiaron 37 kilómetros de cables, entre otras reparaciones.

El empresario que entrevistó Clarín, del cual no trascendió su nombre, se dedica a realizar trabajos navales y le dijo al diario que se sintió molesto cuando vió que “lo usaron” para justificar un concurso de precios. Es decir, lo incluyeron, tanto a él como a otros, para “guardar” las formas, pero en la realidad el trabajo ya lo tenían asignado a otra empresa parte de la banda. Recordemos que era la modalidad kirchnerista de truchar las licitaciones. Así lo hicieron con la obra pública en santa Cruz y todo el país.

El empresario le contó al medio que su costo para desmontar, montar las nuevas baterías y hacer la interconexión de las mismas, fue de unos 118.000 pesos, sin embargo, se quedó con el negocio un subcontratista desconocido por un precio de entre 400.000 y 450.000 pesos.

Declarado así, está demás decir que responde al ABC de la corrupción del krichnerismo, cuestión que de todas maneras no podrán ocultar por razones obvias, ya no están en el poder. Aún sin tener los restos de la nave, con solo seguir el derrotero administrativo, las licitaciones, las adjudicaciones, los pagos, los registros de calidad, los registros y anotaciones en los talleres de Tandanor y el Cinar, los bancos de pruebas y llamar a declarar a todos y cada uno de los involucrados, la jueza de Caleta Olivia Marta Yañez (en caso que esté bajo su jurisdicción), podrá poner blanco sobre negro e imputar a los responsables profesionales y políticos por esta desgracia donde 44 argentinos perdieron la vida; entre ellos Nilda Garré, Arturo Puricelli, Agustín Rossi, Cristina Fernández de Kirchner, habrá que ver si Planificación de Julio de Vido no tuvo injerencia y también deberá hacerlo sobre Mauricio Macri como responsable político actual y Julio Martínez, quien estuvo al frente durante dos años.

Cae sobre la jueza federal de Caleta Olivia, de esta manera, siempre y cuando ésta causa esté bajo su determinación e investigación, una responsabilidad inconmensurable, al punto que podríamos decir que se juega su futuro como jueza en esta investigación. Del otro lado hay miles de personas, pertenecientes a las familias de los 44 marinos, los cuales se multiplican por miles más entre el pueblo argentino, que exigiremos resultados, pruebas, celeridad y castigo.

Si la Dra Marta Yañez no hace bien su trabajo y decide permanecer en las responsabilidades primarias sin ir a las máximas responsabilidades anteriores y actuales, así como en la Armada Argentina y en el estado Mayor de las FFAA del país habrá un antes y un después del ARA San Juan, también para ella habrá un cambio radical en su carrera judicial.

Los familiares, la sociedad y las instituciones armadas se lo van a exigir. La comunidad internacional la tendrá bajo la lupa y algunos medios, nos encargaremos de replicar las veces que sea necesario, los avances y los retrasos, las omisiones y las acciones que acometa en el curso de la investigación.

En este país ya no hay cabida para tibios, inútiles o cómplices, ni en la política, ni en la justicia. El caso Maldonado fue un punto de no retorno. En poco tiempo más la tragedia del ARA San Juan, hundirá a muchos y hará que reflote la dignidad, la honestidad y la moral de quienes tienen el poder en sus manos y deben castigar a los ladrones, corruptos y asesinos de guantes blancos, aquello que nunca tocaron un arma con sus manos, pero las tienen manchada de sangre. 


Thyssen-Krupp tomó distancia, las baterías no se cambiaron y nos acercamos a la teoría del desastre inducido 



El día 21 de este mes publicamos una nota donde nos preguntábamos si el ARA San Juan no había sido víctima de la corrupción K, del relato, de la vanalogrización política fácil, el exitismo gaucho y el populismo que tanto mal nos hizo y nos hace a los argentinos dentro y fuera del país. Claro está que con cargo mayor al gobierno anterior quien tomó la iniciativa de mandar al submarino al escalón de media vida en talleres nacionales, pero sin esquivarle al bulto de responsabilizar al actual que hace dos años está operando estas máquinas y todas las Fuerzas Armadas del país, sin decidir si las quiere, cómo las quiere y para qué las quiere.

Dicho esto y en virtud de los negros nubarrones que se ciernen sobre el destino de la nave, ya que transitamos el 8vo día, con la flota de la OTAN y sus alrededores peinando el fondo marino sin resultados positivos y el agravante de tomar cuerpo el concepto fatídico de “Anomalía acústica”, que lleva a pensar en una explosión, las miradas comienzan a girar hacia los constructores del submarino y preventivamente la empresa Thyssen-Krupp salió a dejar las cosas en claro, tal como hoy detalla Clarín: “El ARA San Juan’, un submarino del tipo TR 1700, fue construido en nuestra antigua planta Nordseewerken de Emden y entregado al cliente en 1985“. Lacónico el mensaje, deja claro una cosa: a partir de 1985 Alemania dejó de tener injerencia en la máquina y el más importante de los escalones preventivos, no se hizo en fábrica.

El eslabón perdido


No es una presunción, en la web de Tandanor en el apartado “Grandes obras”, figura la reparación de media vida, corte, re motorización y energía del ARA San Juan y en la sección “Baterías”, dice expresamente: “También se le realizó un replacado y la reparación integral de cada una de las 960 baterías que hacen funcionar al submarino y se repararon las válvulas y demás mecanismos del submarino para alcanzar su condición original”.

En los sitios especializados del mundo, se puede encontrar suficiente información sobre el avance en materia de acumuladores de energía, que han dejado de utilizar los ácidos reactivos y el plomo para la excitación de las placas y se han sustituído por componentes menos peligrosos, materiales más livianos, volúmenes más pequeños y capacidades de almacenamiento mayor que aquellas viejas baterías de 500 kilos cada una, buenas para su época pero superadas hace 30 años.

En el ARA San Juan las baterías nunca se cambiaron, sino como dice Tandanor, se procedió al “replacado”. Como mala comparación es parecido a la vieja tradición de los años 70/80 cuando en el país se vendían las baterías para auto “acondicionadas a nuevas”, que costaban la mitad. Para tal fin, el Ministerio de Defensa, hizo un convenio con la fábrica de baterías “VARTA” y como señala hoy clarín, asignándole cargo a una fuente naval, dice: “La Armada tenía “un convenio con Varta y capacitan en forma permanente a personal de la Armada para las tareas de reemplazo porque las baterías pueden perder hidrógeno, que es muy peligroso”.

Hoy ya trasciende con carácter de hecho consumado, que el problema de la “anomalía acústica” está asociado a una explosión, producto de un cortocircuito, como consecuencia de una deficiencia en las baterías.

El diario la Nación expresa hoy: “Una de las versiones más verosímiles es la de una explosión producto de un cortocircuito en el bloque de 960 baterías que dan energía al TR-1700. Ese cortocircuito habría generado un arco voltaico entre las baterías y el casco de la nave. Algo así como un relámpago en un recinto cerrado, un relámpago imparable. De haber ocurrido eso, la onda expansiva podría haber tenido consecuencias letales dentro de la nave, aun cuando no hubiese puesto necesariamente en riesgo de colapso el barco”. 

Ecos falsos y tiempo exiguo



Por Javier Walter Sofía (3)
Disculpen la crudeza, pero entre los imbéciles de un lado y otro de la mesa discutiendo lo hipotético y blandiendo teorías de conspiración, docenas de expertos en asuntos que nada tienen que ver como los 33 mineros y las torres gemelas, y una interminable prole de descerebrados diciendo cualquier cosa por las redes sociales y en los comentarios de las noticias de prensa; detrás de ellos en el dintel del edificio Libertad están parados, desesperados y desamparados los familiares de los tripulantes.

La prensa ha demostrado, una vez mas, su bajeza y mediocridad tal como lo hizo con el avión extraviado del aeropuerto de San Fernando, con Maldonado y otros tantos sucesos que contemporáneos nos han dolido a todos.

Ninguno de los políticos de la “década ganada” abrió la boca para decir algo, y como lo dije antes me juego que los políticos del “cambio”, seguro de la mano de su asesor espiritual (exactamente como lo hizo con Maldonado) se estará refregando las manos para aprovecharse del tema políticamente, no por nada la única comunicación oficial de carácter político fue por Twitter.

Pero lo fáctico se lo han pasado bien por el orto, hemos asistido a un “no hay problema, es solo problema de comunicación, el submarino debe estar en superficie al garete” por parte de voceros de la Armada, cuando lo correcto hubiera sido enviar DE INMEDIATO a una nave de apoyo cuando el S-42 (ARA San Juan) declaró una avería.

¿O acaso no sabían que en las reparaciones de Tandanor se declaró (literalmente) que “la situación del navío requirió una intervención de esta magnitud para mejorar la calidad de navegación deteriorada por las emisiones de hidrógeno de sus baterías que ponían en riesgo a la tripulación y al propio submarino”? (aprovechen y vean el video antes que lo saquen de la página de Tandanor).

¿Tampoco sabían que esas fueron las mismas baterías que se “reacondicionaron” y que se reemplazaron por baterías iguales y de la misma antigüedad en depósito?, claro, comprar baterías de alta tecnología, nuevas y que no fueran de plomo/ácido significaba un costo relativo de cerca del 30% del valor de la nave, cosa que parece que nadie estuvo dispuesto a afrontar… total ninguno de los políticos corruptos habrían de jugarse la vida dentro del S-42.

Y digo esto porque si leemos en detalle los manuales técnicos del modelo TR 1700 de Thyssen Nordseewerke (el fabricante del S-42, ARA San Juan), veremos que recomiendan el cambio cada 5 años de los bancos de baterías por unidades nuevas. Como añadidura ya para el año de los trabajos de media vida existían baterías de alta tecnología mucho más livianas, seguras y de mejor rendimiento que las que fueron reinstaladas en el ARA San Juan, en raro que a las que pusieron no las hubieran -además- atado con alambre.

Ya la cadena alemana DW ensayó en lavado de manos cuando declaró que “las baterías del submarino fueron reparadas en un astillero argentino”, cosa seria viniendo de los alemanes.

La ignorancia supina se derramó, otra vez, sobre el sufrimiento de las familias; un conductor de televisión llegó a preguntar “si el submarino está a 100 metros de profundidad ¿pueden abrir una escotilla y salir a la superficie?”, una burla absurda, una falta de respeto tanto para la tripulación como para sus familiares.

El desconocimiento del mar, de lo mas elemental de él demuestra que estamos de espaldas a ese territorio que por argentino podría representar el futuro del país, pero claro, allí no hay votos y los pocos que lo navegan son solo “milicos” como dijera aquel gobernador promotor de la obra pública inconclusa olvidándose del Comandante Luis Piedra Buena, un marino que la hizo en Patagonia y que sin su coraje -y el de otros- estas tierras tendrían otra bandera.

¿Qué queda?, tal vez callarse la boca y rezar por que la tripulación vuelva a sus hogares, porque lo otro ya es conocido: en esta nuestra querida Argentina nadie se hace responsable de algo, nuestra vida vale nada tanto para salir a un parque a disfrutar el verde y ser asesinado por un moto chorro como para internarse en la dureza del océano en un nave que por ninguna razón debería haber recibido la orden de “seguir a puerto” con sus antecedentes.

Ya lo dije: ¿ustedes pensaron que las consecuencias de la corrupción, la falta de previsión y la incompetencia se terminaron por haber cambiado de partido político?, voy a decepcionarlos, todavía faltan muchos años y mucho sufrimiento para que llegue a su fin.

Y sí, acá hay responsables pasados y presentes pero dudo mucho que tengan los cojones bien puestos para hacerse cargo.