martes, 8 de mayo de 2018

PERÓN SALVA A INGLATERRA DE LA BANCARROTA (A COSTA DE LA ECONOMÍA NACIONAL)


viernes, 4 de mayo de 2018

PERÓN SALVA A INGLATERRA DE LA BANCARROTA (A COSTA DE LA ECONOMÍA NACIONAL)




Por Cristián Rodrigo Iturralde


Mi corazón siempre ha estado con Inglaterra, y en mi trayectoria lo he demostrado muchas veces.
Miguel Miranda

Los ingleses siempre estarán presentes en el corazón de los argentinos (…) Somos tan amigos de Gran Bretaña como siempre.
Juan Domingo Perón


          Lo que sigue es tan solo un adelanto de una de las cuestiones que abordamos en un libro a editarse en el transcurso de los próximos meses, titulado ¨Breviario de la traición peronista (Perón y sus relaciones con la sinarquía internacional) ¨. Lo que allí probaremos es que no sólo el mandamás populista resultó en los hechos un férreo continuador de las carnales relaciones con Gran Bretaña de sus antecesores, sino que incluso prodigó a la pérfida Albión uno de los máximos servicios que recuerde su historia: salvarla de la extinción, aun en grave perjuicio de la propia economía de su salvador.
          Por razones de espacio, no abundaremos aquí en detalles o en cuestiones ampliamente estudiadas como la nacionalización de los ferrocarriles (de cuales los ingleses deseaban desprenderse desde comienzos de los años 30´), los decretos de 1944 o los acuerdos Miranda-Eady (1946) y el llamado Pacto de los Andes (1949). Todo esto se encuentra analizado en la publicación que anunciamos ut supra . Para estudiar el derrotero peronista habrá que estar atento a distinguir forzosamente la retórica de lo fáctico: bien sabemos que la especialidad de Perón residía en combinar ¨antiimperialismos verbales con entregas de hecho¨, como espetara Arturo Frondizi en su momento. Aunque en este caso, curiosamente, el líder justicialista no se verá contradicho por sus propias palabras. 



¨Los ingleses¨, según el presidente del Banco Central y ministro de economía peronista, Miguel Miranda:


Tengo la satisfacción de poder anunciar que me ha sido fácilmente posible entenderme con estos caballeros. El plan de nacionalizar los ferrocarriles, respetando y teniendo siempre presente lo que ha hecho el capital británico en nuestro país y reconociendo al capital los derechos que le pertenecen (…)  Hemos llegado a unos acuerdos que ponen termino a las negociaciones entabladas con la misión que Su Majestad británica ha tenido a bien enviarnos como prueba de especial amistad y consideración, para que discutiésemos en nuestra propia casa y bajo nuestro pabellón, los puntos básicos que en lo sucesivo regularan las relaciones comerciales y financieras entre el Reino Unido y la Republica Argentina. En estos acuerdos están las bases que sostendrán íntegramente la recuperaron de nuestra economía (…) Mi corazón siempre ha estado con Inglaterra, y en mi trayectoria lo he demostrado muchas veces  (…). 


¨Los ingleses¨, según Juan Domingo Perón: 


Somos tan amigos de Gran Bretaña como siempre (…) De esta negociación en general surgen dos grandes satisfacciones: que hemos llegado a un acuerdo y que hemos comprobado que somos tan amigos de Gran Bretaña como siempre (…) Los ingleses siempre estarán presentes en el corazón de los argentinos (…) Las características de la formación del país a partir de su independencia hicieron preciso que capitales extranjeros impulsasen su desarrollo y el progreso de nuestro pueblo y de sus actividades industriales. En este aspecto representaría ingratitud de nuestra parte no reconocer cuanto hicieron otras naciones en el sentido expuesto, y de un modo muy señalado la Gran Bretaña, cuyo espíritu emprendedor tantos beneficios ha reportado a la civilización. Vaya pues, a ella en este acto la expresión de nuestro reconocimiento, porque al arriesgar su dinero de manera extraordinario (ayudó) a que nuestra país sea lo que (es) hoy.


          Inauditos elogios a Gran Bretaña prodigados por Perón y su ministro predilecto (Miguel Miranda); encomios que ni el más leal de los agentes ingleses locales hubiera pronunciado sin ruborizarse. Las falsedades y desvaríos vertidos por Perón en aquel discurso no son menores, como podrá deducir por si mismo el lector y tibiamente han reconocido algunos intelectuales peronistas.