martes, 7 de noviembre de 2017

¿Por qué se deja TV3 en manos del enemigo en unas elecciones cruciales para el futuro de España?

05/11/2017
REDACCION | 3988 lecturas

¿Por qué se deja TV3 en manos del enemigo en unas elecciones cruciales para el futuro de España?


AR.- Desde la primera guerra mundial se considera que la primera víctima de un conflicto armado es la verdad. Desde ese momento las partes enfrentadas consideran que el estado de guerra las autoriza a controlar el contenido de la prensa. A partir de ese punto se incrementó la percepción de que las guerras no solo se ganan en el campo de batalla sino en el corazón de la población, así fueron tomando forma las guerras mediáticas que observamos actualmente.
La historia de los conflictos bélicos de los últimos cien años estuvo marcada por los medios de comunicación que predominaron en cada uno de ellos. En la primera gran guerra del siglo XX se inició la manipulación de la prensa escrita, distorsionando resultados y montando campañas de propaganda a niveles nunca antes vistos.

En la segunda guerra mundial los nazis perfeccionaron la propaganda gráfica a limites aun hoy ponderados. Pero en este segundo gran conflicto fue la radio el medio a conquistar; utilizando su increíble poder de sugestión actuó como un arma estratégica en todos los bandos intervinientes en la contienda. La rosa de Tokio que hipnotizaba con su ingles de acento japonés a los marines estadounidenses y los impelía a deponer las armas, las radios inglesas que penetraban en el territorio alemán y por supuesto la comunicación radial de enlace entre la resistencia francesa son ejemplos de los usos variados que tuvo ésta nueva arma en los años cuarenta. Así entre los nuevos objetivos de los medios de comunicación en los conflictos bélicos pasan por la justificación de las opiniones y decisiones de los estados parte en la contienda, la conquista de la opinión pública y la transmisión de la sensación de éxito para elevar la moral de los combatientes.

La colaboradora de TV3 Amparo Moliner, con una estelada.
La colaboradora de TV3 Amparo Moliner, con una estelada.

En Vietnam, Estados Unidos perdió una de las batallas más importantes: la informativa. En ningún momento se llegó a pensar la influencia que podrían tener las cámaras fotográficas y de televisión y no se estableció un control estricto sobre el medio. Esto permitió a la población norteamericana descubrir las atrocidades de las matanzas que se venían registrando y formar una opinión publica contraria a la continuación de la contienda. Las imágenes a partir de entonces pasan a ser de interés militar. La televisión ha ampliado nuestro mundo y a la vez lo ha reducido a lo que nos deja ver. ¿Qué ha pasado con las guerras? ¿Tan diferentes fueron Vietnam, de la guerra del Golfo, de la invasión a Irak? A todas ellas las separa el modo en que el mundo las vio, el guión que se escribió previamente y que hizo que el público en unas percibiese una crónica más de la locura del hombre o una nueva versión de “la guerra de las galaxias”. Legitimar una guerra o hacer que sea un crimen contra la humanidad es tan sencillo como personalizar o no los datos, utilizar planos cortos, hacer explícito el dolor, una cadencia rápida de imágenes que apelen a la sensibilidad, etc. A veces las cámaras están en el lugar justo en el momento adecuado, a veces ellas mismas crean el lugar y el momento. Sin dudas las estrategias informativas son parte de la guerra.

En el conflicto que vive Cataluña con el resto de España tras la asonada secesionista promovida desde la Generalidad, hay una diferencia sustancial entre ambos contendientes. Mientras los independentistas se han tomado el asunto de las elecciones autonómicas como un casus belli contra España, a los llamados constitucionalistas no parece importarles que TV3 siga siendo la punta de lanza del soberanismo a seis semanas de la fecha decidida por Rajoy. No se entiende que entre las medidas adoptadas para tamizar el desafío separatista, se les haya dejado el control de una televisión pública que es a la pluralidad en la opinión y la neutralidad en la información lo que Pablo Echenique a Usain Bolt. Como recordaba hoy un medio nacional, los encarcelados por orden judicial son «presos políticos», los «consejeros» no tienen la «ex» por delante y, por supuesto, el pancatalanismo está presente en los mapas de los «països catalans». Así están funcionando a día de hoy estos agentes de la propaganda separatista.

La reinstauración del orden legal en Cataluña antes del 21-D será prácticamente imposible si no comprende una transformación de las realidades implantadas por el nacionalismo en estas últimas décadas. Una de ellas ha sido la sumisión de TV3 y Catalunya Radio que, a día de hoy, no renuncian a seguir siendo palmeros del separatismo. El Gobierno ha cometido un error al no actuar en estos medios sectarios para garantizar la libertad de información y su neutralidad política, más que necesarios ante unas elecciones autonómicas que para los separatistas tendrán carácter plebiscitario. Tan absurdo como si en una operación policial contra una banda de narcotraficantes, se optara por no decomisar la droga descubierta. O como aceptar que en una competición deportiva, una de las partes actúe bajo los efectos del dopaje. Forzosamente tenemos que colegir que los españoles estamos siendo gobernados por una banda de inútiles, de cobardes o de traidores.

Al final, lo de siempre, lo que describió trágicamente Machado. Sangre de Caín tiene esa gente charnega. Mientras el presidente Rajoy se niega a intervenir TV3, un medio que pagamos todos los españoles, esa gente cainita, desalmada y de corazón helado ha olido el miedo y la rendición de los principales partidos nacionales.

Una vez más, frente a la traición de nuestros dirigentes, nos toca a los españoles de a pie mostrar nuestro corazón de acero en este trago tan amargo. Y el camino no puede ser otro que convertir la economía catalana en un erial, dejando de comprar sus productos y boicoteando sus empresas, hasta reducir el PIB catalán al nivel de las cloacas.