¿Por qué se deja TV3 en manos del enemigo en unas elecciones cruciales para el futuro de España?
La historia de los conflictos bélicos de los últimos cien años estuvo
marcada por los medios de comunicación que predominaron en cada uno de
ellos. En la primera gran guerra del siglo XX se inició la manipulación
de la prensa escrita, distorsionando resultados y montando campañas de
propaganda a niveles nunca antes vistos.
En la segunda guerra mundial los nazis perfeccionaron la propaganda
gráfica a limites aun hoy ponderados. Pero en este segundo gran
conflicto fue la radio el medio a conquistar; utilizando su increíble
poder de sugestión actuó como un arma estratégica en todos los bandos
intervinientes en la contienda. La rosa de Tokio que hipnotizaba con su
ingles de acento japonés a los marines estadounidenses y los impelía a
deponer las armas, las radios inglesas que penetraban en el territorio
alemán y por supuesto la comunicación radial de enlace entre la
resistencia francesa son ejemplos de los usos variados que tuvo ésta
nueva arma en los años cuarenta. Así entre los nuevos objetivos de los
medios de comunicación en los conflictos bélicos pasan por la
justificación de las opiniones y decisiones de los estados parte en la
contienda, la conquista de la opinión pública y la transmisión de la
sensación de éxito para elevar la moral de los combatientes.
En Vietnam, Estados Unidos perdió una de las batallas más
importantes: la informativa. En ningún momento se llegó a pensar la
influencia que podrían tener las cámaras fotográficas y de televisión y
no se estableció un control estricto sobre el medio. Esto permitió a la
población norteamericana descubrir las atrocidades de las matanzas que
se venían registrando y formar una opinión publica contraria a la
continuación de la contienda. Las imágenes a partir de entonces pasan a
ser de interés militar. La televisión ha ampliado nuestro mundo y a la
vez lo ha reducido a lo que nos deja ver. ¿Qué ha pasado con las
guerras? ¿Tan diferentes fueron Vietnam, de la guerra del Golfo, de la
invasión a Irak? A todas ellas las separa el modo en que el mundo las
vio, el guión que se escribió previamente y que hizo que el público en
unas percibiese una crónica más de la locura del hombre o una nueva
versión de “la guerra de las galaxias”. Legitimar una guerra o hacer que
sea un crimen contra la humanidad es tan sencillo como personalizar o
no los datos, utilizar planos cortos, hacer explícito el dolor, una
cadencia rápida de imágenes que apelen a la sensibilidad, etc. A veces
las cámaras están en el lugar justo en el momento adecuado, a veces
ellas mismas crean el lugar y el momento. Sin dudas las estrategias
informativas son parte de la guerra.
En el conflicto que vive Cataluña con el resto de España tras la
asonada secesionista promovida desde la Generalidad, hay una diferencia
sustancial entre ambos contendientes. Mientras los independentistas se
han tomado el asunto de las elecciones autonómicas como un casus belli
contra España, a los llamados constitucionalistas no parece importarles
que TV3 siga siendo la punta de lanza del soberanismo a seis semanas de
la fecha decidida por Rajoy. No se entiende que entre las medidas
adoptadas para tamizar el desafío separatista, se les haya dejado el
control de una televisión pública que es a la pluralidad en la opinión y
la neutralidad en la información lo que Pablo Echenique a Usain Bolt.
Como recordaba hoy un medio nacional, los encarcelados por orden
judicial son «presos políticos», los «consejeros» no tienen la «ex» por
delante y, por supuesto, el pancatalanismo está presente en los mapas de
los «països catalans». Así están funcionando a día de hoy estos agentes
de la propaganda separatista.
Al final, lo de siempre, lo que describió trágicamente Machado.
Sangre de Caín tiene esa gente charnega. Mientras el presidente Rajoy se
niega a intervenir TV3, un medio que pagamos todos los españoles, esa
gente cainita, desalmada y de corazón helado ha olido el miedo y la
rendición de los principales partidos nacionales.
Una vez más, frente a la traición de nuestros dirigentes, nos toca a
los españoles de a pie mostrar nuestro corazón de acero en este trago
tan amargo. Y el camino no puede ser otro que convertir la economía
catalana en un erial, dejando de comprar sus productos y boicoteando sus
empresas, hasta reducir el PIB catalán al nivel de las cloacas.