martes, 11 de febrero de 2020

'El libre examen y el comunismo'




1 'El libre examen y el comunismo'1  
Hace veinticinco años estoy dedicado a la enseñanza de la filosofía y de la teología, es decir, al estudio y a la comunicación, al testimonio de las verdades de Dios y de las verdades esenciales, además, la proyección de esta luz en la existencia, en los problemas candentes de la política, que están planteados a nuestra responsabilidad de católicos y argentinos. Esos veinticinco años, los he consagrado al testimonio de la verdad, y lo que le pido a Dios es que me conceda perseverar hasta el fin de mis días en este testimonio, y me ayude también, a estar dispuesto a quedarme solo como otras veces, recordando que la Verdad misma, que se hizo carne y habitó entre nosotros, en la hora decisiva, quedó enteramente sola: sus discípulos, incluso aquél que más se había comprometido a estar a su lado en la hora de la prueba, lo negó tres veces. Digo esto, porque en realidad, estamos viviendo en un mundo de farsa y de mentiras cotidianas, y la verdad, se hace cada vez más difícil. Vivimos en una hora de conformismos, y en que una propaganda abrumadora nos confunde la mente y ablanda nuestro corazón. Esa propaganda, por ejemplo, plantea falsas antinomias: como que el ‘comunismo’ se contrapone al ‘capitalismo’; como que el ‘comunismo’ se contrapone a la ‘democracia’; o que el ‘comunismo’ se contrapone a la ‘libertad’. 

Y en verdad, así lo estimo yo, todas éstas son falsas antinomias. Con relación a la primera (capitalismo-comunismo), el capital es un elemento imprescindible en la actividad económica, no puede faltar jamás: hace falta siempre una acumulación, una reserva de bienes, materiales, de dinero o equivalente, para montar cualquier empresa. De manera que no puede haber, menos en los tiempos que vivimos, un orden cualquiera, un régimen cualquiera en donde esté ausente el capital. El problema se plantea con 1 GENTA, Jordán Bruno. El libre examen y el comunismo. Conferencia pronunciada en el Salón de la librería Huemul (Buenos Aires), el 2 abril de 1960. Disponible en: http://www.quenotelacuenten.org/jordan-bruno-genta/. El presente escrito es una desgrabación y adaptación, con el fin de divulgar la profunda claridad con la que el Prof. Genta sintetiza este tema (sobre el que más ampliamente publicó, al mes siguiente, el libro El libre examen y el comunismo. 1ª ed. Buenos Aires: Librería Huemul, 1960, disponible en: https://archive.org/details/JordnBrunoGentaLibreExamenYComunismo/page/n2). 2 respecto a quiénes son los poseedores del capital. La forma más natural, más normal, más propia, es que el poseedor sea la persona privada (privada y conocida) por las razones que Aristóteles2 expuso hace veinticuatro siglos, y que santo Tomás recoge en la ‘Suma Teológica’: ‘cada uno está siempre mucho más aplicado a aquello que le concierne que a lo que es común; además, cada uno está siempre mejor en aquello que sabe, en aquello que es su oficio, en el cuidado de su vida, que en cuidados comunes; y por último, cada uno está siempre más conforme con lo suyo’. Pero hay otras formas de posesión del capital. Está esa otra forma de posesión privada, pero anónima, impersonal, internacional incluso, que se disimula, que se esconde, a los efectos de poder consagrar ese capital a un lucro infinito, a una cría de él mismo, sin límites. Ésta forma de capitalismo financiero, sobre todo, que se oculta en la posesión anónima, es una forma anormal, antinatural, en la línea que también señaló Aristóteles: esto que ocurre con el dinero, es reflejo de la actitud que busca que el dinero tenga cría, que aumente, siendo como es en realidad, un medio, un medio de cambio. Y hay, finalmente, un capitalismo de Estado, en el que el sujeto de ese capital es el Estado, el poder comunista (y un ejemplo es el poder soviético). Y, además, en los hechos ha acontecido lo siguiente: el capitalismo financiero (los poderes financieros, los grandes banqueros y bolsistas) han sido los que han financiado, los que han sostenido, los que han acompañado hasta el día de hoy al poder comunista. Lenin y Trotski, como es público y notorio, fueron financiados por la banca ‘Khun & Loeb & Co’3 (la misma, a cuyo frente está hoy un hijo de Loeb, es la que ha obtenido las concesiones petroleras más onerosas, y más inicuas, para nuestra patria). De manera que, y en los hechos se documenta, entre la plutocracia y el comunismo hay más bien coincidencia que oposición.Pasemos a la otra antinomia (democracia-comunismo). Cuando decimos hoy la palabra ‘democracia’, se ha de entender en el sentido en que hoy la practicamos, en que la vivimos: la democracia jacobina, mecánica, 2 Cfr. ARISTÓTELES. Política, Libro II, (1262a4), trad., y notas de Manuela García Valdés, Barcelona: RBA, 2014, vol. III, p.282: “(...) todos se preocupan especialmente de las cosas propias, y menos de las comunes, o sólo en la medida en que atañe a cada uno”. 3 Banco de inversión multinacional estadounidense fundado en 1867. En 1984 fue adquirido por American Express. 3 cuantitativa, del sufragio universal, de la soberanía popular, en la cual, todos los ciudadanos, todas las calidades, todas las jerarquías, todas las categorías, se resuelven en el uno vacío e indiferente; y lo que se contabiliza en las urnas, es la suma de esos unos vacíos e indiferentes, donde todo está allí nivelado, confundido y subvertido. Esta democracia es el vehículo del comunismo; por eso Marx y Engels, dicen categóricamente así (al referirse a la organización del proletariado como clase, como clase en el orden nacional y en el orden internacional para la lucha contra la burguesía): ‘el primer paso de la revolución obrera es la constitución del proletariado en clase dominante, la conquista de la democracia’4. Pensemos en lo siguiente: dentro de un régimen en el cual, todas las categorías, todas las calificaciones, todas las jerarquías desaparecen, y todos (dirigentes y dirigidos, jefes y subalternos, peones y empresarios y técnicos, labradores y productores) son reducidos a unidades abstractamente iguales; si, los que desempeñan en una sociedad las funciones de obediencia (de ser dirigidos, las menos calificadas, las menos responsables) suman siempre, ese personal subalterno (no lo digo en sentido despectivo, sino en el sentido de la ubicación dentro de la sociedad) es una inmensa mayoría con respecto al conjunto de los jefes y los dirigentes, que naturalmente conducen toda sociedad; si esa clase, llamada proletariado, que es el inmenso conjunto de los manuales del campo y de la ciudad, y el personal subordinado de todas las instituciones jerarquizadas, se organiza en clase para la lucha de clase, ¿cómo no va a conquistar la democracia?, ¿cómo no se va a constituir en clase dominante? Es absolutamente evidente que, incluso por la vía llamada ‘legal’ y ‘democrática’, se tiene que dar lógicamente este hecho, que podrá ser contenido aquí y desviado allá, pero necesariamente la dialéctica interna del proceso conduce a esta situación: que los inferiores se van a constituir necesariamente en los dirigentes, no ellos mismos, sino a través de sus representantes. Pero ¿quiénes son los representantes de ese personal subordinado?, ¿acaso las jerarquías naturales? De ninguna manera, son aquellos que mejor reflejan sus pasiones, que mejor reflejan sus intereses, que mejor 4 Cfr. MARX, Carlos y Federico ENGELS, Manifiesto del partido comunista, trad. y notas de Jabobo Muñoz, Barcelona: RBA, 2014, p.336: "(...) el primer paso en la revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante, la conquista de la democracia". 4 reflejan sus apetitos, y sobre todo los que se han dedicado a desquiciar, a sembrar el descontento en las almas aprovechando, claro está, las injusticias y abusos que, en el orden de los hechos, se producen en las sociedades y que se han agudizado en el mundo contemporáneo. Por eso, Lenin, en un ensayo que escribió en momentos en que se disponía a erigirse en el conductor de la revolución comunista en Rusia, dice que ‘solo en la sociedad comunista, cuando hayan desaparecido los capitalistas, cuando no haya clases, solo entonces desparecerá el Estado y podrá hablarse de libertad; sólo entonces será posible y será realidad una democracia verdaderamente completa,una democracia que no implique ninguna restricción’5. Es decir, una democracia utópica, en la cual todas las desigualdades habrán desaparecido. Los hombres liberados de la esclavitud capitalista, de los innumerables horrores, bestialidades, absurdos y vilezas de la explotación capitalista, se habituarán poco a poco a la observación de las reglas elementales de la convivencia, conocidas a lo largo de los siglos y repetidas desde hace miles de años en todos los preceptos, y se acostumbrarán ahora a observarlos sin violencia, sin coacción, sin subordinación, sin ese aparato especial de coacción que se llama Estado. Y el Estado mismo habrá desaparecido. Es el ‘salto a la libertad’6, en la terminología de Engels. Porque, como veremos más adelante, la causa de todos los males (de los odios, de las envidias, de la explotación del hombre y por el hombre, que ha sido la característica de todas las sociedades hasta el día de hoy) es, justamente, la existencia de desigualdades artificiosas, convencionales, arbitrarias, violentas, que han alterado la situación originaria del hombre, que es un estado de igualdad natural (con leves diferencias de un ejemplar a otro, las mismas, dice Rousseau, las mismas que existen entre los 5 Cfr. LENIN, V. I., El estado y la revolución. 1ª ed. Madrid: Fundación Federico Engels, 2009, p. 37-38: "Las clases desaparecerán de un modo tan inevitable como surgieron en su tiempo. Con la desaparición de las clases, desaparecerá inevitablemente el Estado. La sociedad, reorganizando de un modo nuevo la producción sobre la base de una asociación libre de productores iguales, enviará toda la máquina del Estado al lugar que entonces le ha de corresponder: al museo de antigüedades, junto a la rueca y el hacha de bronce". 6 Cfr. ENGELS, Federico. Anti-Düring. La revolución de la ciencia por el señor Eugen Düring. 1ª ed. Madrid: Fundación Federico Engels, 2014, p.379: “Es el salto de la humanidad desde el reino de la necesidad al reino de la libertad”. 5 animales irracionales de cada especie). Como se ve, la democracia jacobina, cuantitativa, del sufragio universal, es el vehículo del comunismo.Con respecto a la tercera antinomia (libertad-comunismo), cabe decir que la palabra ‘libertad’ es una palabra equívoca, ya que en el uso habitual (corriente) la libertad es libertad liberal, que se afirma frente a toda autoridad, comenzando por la autoridad de Dios. Es esa libertad que el hombre reivindica como una posición de radical autonomía, o como ‘raíz de independencia’7. San Agustín comentaba que la raíz psicológica del pecado es ese deseo en el hombre de una autonomía propia y total, de independencia, de ser un punto de partida, de ser el comienzo de todo (del pensamiento, de la vida, de las decisiones). Y por eso, cuando el hombre se sitúa en el punto de vista de esta libertad, que es lo que históricamente se llama el ‘libre pensar’ (el derecho a juzgarlo todo, a criticarlo todo, a dudar de todo, a someterlo todo al juicio de su razón, y admitirlo o rechazarlo según salga aprobado o no), cuando el hombre reivindica para sí esa libertad, vamos a ver en la dialéctica interna de la misma y en el orden histórico, cómo esa libertad ha engendrado, engendra y engendrará siempre el comunismo.Y antes de entrar en el análisis de fondo, quiero referirme al siguiente hecho. Obsérvese lo que pasa en estos momentos en el mundo. Nikita Khrushchev8, que es un verdadero Caín, masacrador de pueblos cristianos a la vista de un mundo que no hace nada más que declamar sobre los sagrados derechos de la persona humana, es recibido triunfalmente en esas llamadas democracias occidentales. Y hombres que aparecen en el mundo como campeones de los derechos humanos, le tienden la mano, se pasean con ellos, y a veces, como está ocurriendo en Francia en estos días, poblaciones enteras aclaman a Caín. Y ocurre que algunos de estos personajes van a misa los domingos y hasta comulgan. Y hace poco ha estado aquí, el general Dwight 7 Cfr. MARITAIN, Jacques. La libertad. Conferencia dictada en los Cursos de Cultura Católica. (Agosto-Setiembre) 1936, p. 24. Disponible en: http://www. jacquesmaritain.com/pdf/04_MET/09_M_Libert.pdf. 8 Primer Secretario del Partido Comunista de la URSS (1953-1964), y Premier (1958-1964). Reprimió sangrientamente el movimiento reformista en Hungría en 1956. 6 Eisenhower9. Y ¿qué dijo en nuestro país, y repitió en todas partes? ‘Ésta es una hora de comprensión. Todos los pueblos del mundo tienen que entenderse; ésta es una hora de acercamiento, ahora que los progresos de la tecnocracia y de las comunicaciones permiten que haya un intercambio de información continuo’. Y cuando nombró a los tiranos de la historia, nombró a muchos que lo fueron y a otros que no lo fueron, pero se olvidó completamente de un Lenin, de un Stalin, de un Khrushchev. ¿Qué significa esto? ¿Qué significa este idilio, esta solidaridad en el hecho? Lo que significa, para nosotros cristianos, para nosotros católicos, es lo que ha dicho el cardenal Ottaviani, en ocasión de una misa para el pueblo de Hungría: ‘un cristiano que no siente más lo que es el anticristianismo no participa ya en la vida del Cuerpo Místico. Se puede ser el hombre más elevado en el rango social, y estar muerto. Se puede todo, salvo vivir en este estado de insensibilidad. Un ser está podrido, se descompone, cuando no reacciona más. Frente a un masacrador de cristianos, frente a aquel que no se contenta con negar, sino que insulta a Dios, y flagela en cruel desafío a sus servidores y sus hijos, ¿puede un cristiano sonreír?, ¿puede un cristiano ser complaciente?, ¿puede un cristiano optar por alianzas con los auxiliares, con los aliados de aquellos que sostienen y preparan el advenimiento de un régimen anticristiano de terror en los países todavía libres? Este comentario, dirigido a los católicos, o lo que hacen los católicos en el mundo, a estos gobernantes que están hablando constantemente de los tiranos y de la rebelión de los pueblos contra los tiranos, y que no se les cae de los labios la defensa de los sagrados derechos de la persona humana, están dedicadas estas palabras.’10Es la insensibilidad que les decía al principio; esta falta de reacción, esta cosa tremenda que ocurre hoy, que resulta que todavía la gente se 9 Presidente de los Estados Unidos (1953-1961), considerado campeón de la democracia, y de los derechos humanos, conductor de los ejércitos que dieron la victoria, la democracia y la libertad. 10 Cfr. OTTAVIANI, Alfredo. No seamos insensibles a los sufrimientos del Cuerpo Místico. Discurso del 07.01.1960, en: OTTAVIANI, Alfredo. El baluarte. Barcelona: Cruzado Español, 1961, pp. 55–62, op. cit. en: JIMÉNEZ URRESTI, Teodoro Ignacio. El cardenal Ottaviani. Su fidelidad al magisterio político y su legado yuspublicista. Revista Española de Derecho Canónico [en línea]. 1980, 36(103), 193-206, p. 194. Disponible en: https://summa.upsa.es/high.raw?id =0000005274&name=00000001.original.pdf.

7 estremece (y la propaganda también) frente a los crímenes de los nazis (que no los vamos a excusar, por supuesto). ¿Y estos crímenes? ¿Y estas cosas tremendas que están pasando delante de nuestros ojos? Este exterminio de pueblos enteros, esta dispersión de pueblos enteros, esta esclavitud de millones y millones de seres en el mundo, ¿resulta que no mueve a nadie?, ¿qué reacciones hay en el mundo? Los defensores de la democracia y de la libertad, hablan de comprensión, de tolerancia, de mano tendida, asustando a la gente con que si ocurre una guerra va a ser un exterminio general (como si no fuéramos a morir lo mismo). Y como si el problema para nosotros fuera ése, vivir unos años más o vivir unos años menos. Como si fuera mejor llegar a vivir como se está viviendo hoy (no solamente en la media humanidad, sino en esa situación de tremenda incertidumbre y en la angustia permanente en que están los otros pueblos del mundo). A fines del siglo pasado, dos hombres de mente lúcida formularon presagios y vaticinios que se han cumplido del modo más riguroso. Y que son los que nos van a colocar en la verdadera cuestión del comunismo: que no es una cuestión económica, ni es una cuestión social ni política; es estrictamente una cuestión religiosa, una cuestión teológica. Uno de ellos, Dostoievski, le hace decir a uno de sus personajes, a Shatov, lo siguiente: ‘si en Rusia alguna vez hay una revolución, comenzará irremisiblemente con el ateísmo’11; y a otro personaje de la misma obra, a Verhovenski, le hace decir lo siguiente: ‘hacen falta una o dos generaciones más, depravadas, depravadas hasta lo inaudito, ¡eso es lo que hace falta!; y un poco de sangrecita fresca para que se vayan acostumbrado’12. El otro testimonio es el de Nietzsche, este hombre atormentado y tremendo, lleno de alternativas de lucidez genial y de locura total, que dice: ‘Sacrificar a Dios en aras de la nada; ese paradójico 11 Cfr. DOSTOIEVSKI, Fiódor, Los demonios. 1ª ed. Barcelona: Alba. En: Clásica Maior, 2016, p. 321: “para que haya una revuelta en Rusia, hay que empezar de todas todas por el ateísmo”. 12 Cfr. Ibidem, p.597: “(...) ahora son imprescindibles una o dos generaciones de libertinaje. Un libertinaje inaudito, abyecto, ese que convierte al hombre en un bicho repugnante, cobarde, cruel y egoísta. ¡Eso es lo que hace falta! Y un poquitín de sangre fresca para irse acostumbrando”. 8 misterio de una extrema crueldad será la obra de la próxima generación, y todos nosotros estamos en el secreto’13. Y nuestro siglo, que es de la generación siguiente a estos personajes, ha realizado justamente esa revolución. Y la revolución en escala mundial ha comenzado con el ateísmo, o con el sacrificio total de Dios. Porque la verdadera contraposición, el único antagonismo, el único que existe, es entre comunismo y cristianismo o, mejor dicho, entre comunismo y catolicismo. Esa es la real antinomia. No hay otra. Por eso el comunismo no es un fenómeno asiático ni oriental; es un fenómeno estrictamente occidental (ahora se ha extendido en el mundo entero). Y la revolución comunista, en el orden ideológico, comenzó hace cuatro siglos en Occidente, comenzó en Alemania, en el momento en que un monje agustino renegó de Cristo y de su Iglesia, a la cual pertenecía como sacerdote para la eternidad. Hubo siempre herejías, y las habrá seguramente; pero una herejía se convierte se convierte en una cosa tremenda cuando el poder político la abraza, porque entre la política y la religión existe una entrañable solidaridad. Cuando Constantino se convirtió al cristianismo (en el año 313), todo el imperio romano se hizo cristiano; cuando el príncipe Vladimiro I de Kiev se convirtió al cristianismo (en el año 988), toda Rusia se hizo cristiana; cuando los príncipes alemanes abrazaron la rebelión de Lutero (en el año 1517), la Reforma se constituyó en una fuerza tremenda, porque la política es indivisible de la religión (o de la anti-religión). Por eso, cuando toda política deja de ser religiosa, se hace irreligiosa. ¿En qué consistió la rebelión de Lutero? El verdadero sentido de esa rebelión es desintegrar a Cristo en la convicción, en el pensamiento. Dividir a Cristo es el secreto, la clave de toda herejía. Lutero dice que ‘solo la fe justifica, sin las obras’; que ‘el único agente de la salvación es Dios’; que ‘el hombre no es libre en absoluto para el bien’; que ‘hagas lo que hagas en la vida, si estás entre los llamados y justificados, te salvas; si estás entre los condenados, 13 Cfr. NIETZSCHE, Friedrich, Más allá del bien y el mal. Preludio de una filosofía del futuro, (55),trad. de Carlos Vergara, Barcelona: RBA, 2014, vol. II, p.436: “Sacrificar Dios a la nada; el misterio paradójico de suprema crueldad, estaba reservado a la generación presente; de ello todos nosotros sabemos algo”. 9 te pierdes’. Cristo ha sido disuelto, ha sido dividido: lo eterno ha sido dividido de lo temporal. Esta vida temporal no tiene nada que ver con la vida eterna. El mundo del hombre no tiene que ver con el mundo de Dios. ¡Tendrá que ver el hombre después de esta vida! Pero en esta vida no tiene nada que ver (ya está resuelto lo que le va a acontecer en la eternidad). La libertad del hombre está dividida de la gracia. Cristo ha sido partido, ha sido dividido en el pensamiento de Lutero. Y éste es el verdadero origen del comunismo. Porque el comunismo no es nada más que nihilismo puro, es la confusión de todo con todo, es la subversión de todas las jerarquías y de todas las distinciones, es la nivelación en lo ínfimo (en la materia indeterminada y enferma). Todas estas consecuencias están encerradas en el momento en que nosotros lo rechazamos a Cristo, como lo hizo Lutero, dividiendo lo divino de lo humano, dejando lo humano librado enteramente a sí mismo. Esta división se reflejó después, en el plano filosófico, en Descartes (padre de la filosofía moderna), que separa enteramente las verdades de la fe (o sea, las verdades reveladas acerca del misterio de Dios) de las verdades de la razón. La fe es para entender, es una gracia de Dios para aumento de la inteligencia del hombre en las cosas que son primordiales, y que son fundamentales, y que son las cosas de Dios, que son las cosas del alma, y las cosas del destino del hombre. De tal manera, entonces, que la fe es algo para potenciar la mente en aquel fin para el cual ha sido creada por Dios. Si se divide la fe de la razón, so pretexto de que la razón fue sirvienta de la fe o de la religión (como si el hecho de estar subordinada a lo que viene del mismo Dios no fuera justamente el lugar propio, o no fuera el estado mejor que se pueda anhelar), lógicamente, una vez separada la fe de la razón, tenía que ir extinguiéndose poco a poco la vida contemplativa de la inteligencia. Y la inteligencia tenía que promoverse cada vez más exclusivamente en el manejo y en el uso de las cosas temporales. Sin embargo, la inteligencia está hecha para conocer a Dios y para conocer las esencias de las cosas. El sentido de la inteligencia es la contemplación, la celebración, el testimonio de la verdad, y el servicio de aquellas verdades de Dios. Hay una parte de la inteligencia, por lo mismo que el hombre es una inteligencia carnal, que se aplica a la administración de las cosas temporales y mudables. Esa parte de la inteligencia que se aplica a las verdades para usar, que son las verdades que estudian las 10 ciencias exactas y experimentales de los fenómenos es una partesubordinada que no tiene ninguna función para lo trascendente del hombre. Tiene significado sí, para la satisfacción de las necesidades transitorias de la vida, pero son verdades que no le dicen nada al hombre ni de la verdad, ni del error, ni del bien, ni del mal, ni de lo mejor, ni de lo peor, ni nada acerca de su destino. Vivimos en una época de vulgaridad tan extrema que la gente se cree que porque está ganando los espacios siderales aumenta en algo el conocimiento de su destino. Si uno abre hoy los ‘Diálogos’ de Platón, o las ‘Confesiones’ de San Agustín, sabrá allí cosas definitivas acerca de lo que el hombre es y el fin para el cual el hombre existe. Pero, yendo a velocidades vertiginosas por todos los espacios, no se avanzará absolutamente nada en el conocimiento de las cosas que son esenciales y fundamentales para la vida del hombre. Y con Descartes, se inicia el sentido de la ciencia como una ‘praxis’, como una práctica. Lo dice él mismo: “en lugar de la filosofía especulativa, enseñada en las escuelas, es posible encontrar una práctica, por medio de la cual, conociendo la fuerza y las acciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos y de todos los demás cuerpos, que nos rodean, tan distintamente como conocemos los oficios varios de nuestros artesanos, podríamos aprovecharlas del mismo modo, en todos los usos a que sean propias, y de esa suerte hacernos como dueños y poseedores de la naturaleza”14. Y la verdad es que la ciencia, conducida en ese sentido, ha tenido progresos realmente maravillosos, pero que al hombre ¡no le significan absolutamente nada para lo que es fundamental!El problema del hombre se plantea lo mismo en la Edad de Piedra que en la Edad del Átomo. Lo mismo es que el hombre ande en una carreta, que éste se deslice en un avión supersónico, para lo que es fundamental. Esto es algo que ya las gentes, llamadas ‘ilustradas’ en estas cosas, han perdido. Porque, claro está, esa división de Cristo, de lo divino y de lo humano (que está unido en Él hipostáticamente en su persona); esa división de las verdades de fe de las verdades de razón; esa proyección de la inteligencia exclusivamente 14 DESCARTES, René. Discurso del método, trad. y notas de Manuel García Morente, Barcelona: RBA, 2014, vol. I, p. 142. 11 hacia lo que sirve a la vida animal y transitoria del hombre, ha hecho que cada vez más el hombre esté encerrado y clausurado en su indigencia y en su miseria espiritual y moral. Si no, cómo se podría escuchar al jefe de una gran nación, como decía el otro día el señor presidente Eisenhower, que en esta hora de la tecnocracia se están venciendo las enfermedades y se está lanzando hacia el idilio universal. ¡Venciendo las enfermedades! Es realmente ridículo. Es como si uno, muriéndose de otra enfermedad (que esa que más o menos se combate), hubiera resuelto el problema del hombre y su destino.Se ha perdido el sentido, aquél que tenían incluso los paganos (aquellos que fueron eminencias, claro está, como un Aristóteles). Más vale vivir un solo año para un fin elevado, que arrastrar una larga vida vanamente. ¿Qué importancia tiene vivir unos años más, unos años menos, si tenemos que morir? Y por más penicilina, y por más progresos, y por más aviones supersónicos, ¡nos vamos a seguir muriendo! Y el problema está en que nos morimos. Y lo mismo da que sea de una cosa o de otra, en un accidente o en una enfermedad, de viejos o de niños (lo mismo da en cuanto a lo esencial, en cuanto a lo fundamental). Y bien, ¿qué aconteció después de esta división de las verdades de fe y de las verdades de razón? Que la teología y la metafísica fueron eliminadas progresivamente de la vida civil. Y llegamos al siglo XVIII, y en este siglo, siguiendo la dialéctica de ese proceso de división de lo eterno respecto de lo temporal, de lo divino de lo humano, de la fe respecto de la razón; ese hombre librado a sí mismo, empieza a desconocer el pecado original. Toda la enseñanza milenaria del cristianismo se borra de la ciencia oficial. Y surge la idea de la bondad natural del hombre. Para esto, antes, el judío Spinoza, había dicho (en la línea de Lutero y de Descartes) que la ley de la naturaleza humana es el egoísmo, que el egoísmo es un movimiento natural del hombre, y la ley natural reivindica para el hombre el derecho de llegar hasta donde llega su poder, y de no tener en cuenta nada más que a sí mismo.15 Esto que es la 15 Cfr. SPINOZA, Baruch. Tratado teológico-político, trad. de Emilio Reus y Bahamonde, Barcelona: RBA, 2014, vol. II, p.239-240: “(...) cada individuo tiene un derecho sobre todas las cosas que puede alcanzar, es decir, que el derecho de cada uno se extiende hasta donde se extiende su poder determinado. Y como la ley suprema de la naturaleza es que cada cosa trate de mantenerse en su estado en tanto que está en sí, y no 12 figura misma del pecado, esto que es la figura misma de la naturaleza viciada y herida es erigido en ley natural, en el principio bueno de la naturaleza. Piénsese que Platón le decía a Arquitas: ‘recuerda que nada de lo que eres y de lo que tienes y de lo que has recibido, lo has recibido para ti sólo, sino también para tu patria y para tus amigos’16. ¡Y esto lo decía un pagano en el siglo V a.C.! Y, en el siglo XVII d.C., ya en nuestro mundo cristiano, se hace del egoísmo la ley natural del hombre. Le sigue la idea de Rousseau, de ‘la bondad natural’17. ¿Qué significa esta idea? Un paso más en la división entre lo divino y lo humano, entre el mundo de la gracia y la libertad; significa un paso más en el sentido del hombre girando en sí mismo como en su propio sol (según palabras de Marx), y edificando desde él el pensamiento, la voluntad, la vida, la ciudad, las instituciones. Y así tenemos el planteo de la democracia jacobina, sobre la base de una supuesta bondad natural del hombre; sobre la base de una supuesta y primaria igualdad entre los hombres; sobre la base de una fraternidad posible, cuando estén suprimidas las desigualdades arbitrarias que se han creado a lo largo de la historia. Porque la desigualdad, la diferencia engendra odio. ¡Suprime las desigualdades, suprime lo mío y lo tuyo, suprime jefe y subordinado, suprime director y dirigido, suprime maestro y discípulo, y entonces, todo emparejado y nivelado, tendrás la fraternidad! De esa forma se plantea esta cosa monstruosa que es la revolución contra Cristo y contra el orden natural que lo refleja a Él: el lugar del sentido de sociedades naturales, de sociedades que son exigencias de la naturaleza humana confirmadas por la ley divina (como la familia, como el mismo Estado, la sociedad política -sociedad perfecta en lo temporal-) es teniendo razón sino de sí misma y no de otra cosa, se deduce que cada individuo tiene un derecho soberano a esto (...)”. 16 Cfr. PLATÓN. Carta IX, (358a), trad., intr. y notas de Juan Zaragoza, Barcelona: RBA, 2014, vol. II, p.459: “(...) debes tener en cuenta una cosa: que cada uno de nosotros no ha nacido sólo para sí mismo, sino que la patria reivindica una parte de nuestra existencia, otra el resto nuestros amigos, y también una gran parte se concede a las circunstancias que se apoderan de nuestra vida”. 17 Cfr. ROUSSEAU, Jean-Jacques. Emilio o la educación, trad. de Francisco Luis Cardona Castro, Barcelona: RBA, 2014, vol. II, p.257: “Que sepa que el hombre es naturalmente bueno, que lo sienta y juzgue de su prójimo por sí mismo pero que vea cómo la sociedad deprava y pervierte a los hombres (...)”. 13 reducido a esta cosa artificiosa, convencional e histriónica que significa convertirla en una asociación de vida, en el fruto de un contrato y de una convención. Poco a poco todo ha ido siendo mediatizado a la libertad humana. Poco a poco el hombre se ha constituido en el punto de partida, en el comienzo absoluto. Lo mismo en el orden religioso (de ahí las variaciones infinitas del protestantismo); en el orden filosófico (las variaciones infinitas del subjetivismo, del idealismo, del inmanentismo en todas sus formas); y en el orden político (todo va a ser mediatizado a esa libertad, a ese principio absoluto en que se ha erigido el hombre: la familia va a ser un contrato, que se ata y se desata a voluntad; la sociedad civil va a ser también un contrato, las clases van a ser convenciones de intereses, de coincidencias de grupos). Y poco a poco, se han ido derribando todas las cosas que nombran a Dios, que nombran al Verbo creador y redentor. Todas las distinciones y todas las jerarquías se han ido suprimiendo. Viene la confusión de todos los credos (todos son relativamente válidos, todos los pensamientos y opiniones son igualmente válidos o inválidos). Y las sociedades, donde el hombre tiene que desarrollar su vida y su personalidad, son también convenciones y arbitrariedades humanas. Y se asiste a la locura de las Constituciones de los Estados, con artículos que expresan que se pueden cambiar toda o en cada una de sus partes cuando lo decida la voluntad de la mayoría. ¿Qué sentido de fidelidad, de responsabilidad, de lealtad continuada, qué sentido de la majestad y de lo solemne puede caber donde todo está sujeto a la mediatización de esta libertad de discutirlo todo, de deshacerlo todo, de volver para atrás, de volver para adelante? El comunismo no es nada más que la etapa final de todo este proceso. El comunismo tuvo ya su primer ensayo histórico inmediatamente después de Lutero. La primera revolución comunista que hubo en el mundo fue la que se produjo en la Baja Alemania (entre 1524-1535). Fue la revolución del comunismo Anabaptista, que arrasó a los campesinos, que vivían efectivamente expoliados por los señores feudales de Alemania, una rebelión iniciada y gestada por los discípulos de Lutero (Thomas Müntzer fue el jefe de esta revolución). El programa de democracia popular y de comunismo integral, cuya concreción efectiva se desarrolló entre los años 34 y 35 en la ciudad de 14 Münster, bajo la tiranía de Jan Matthys y Juan de Leiden, fue como todo ensayo comunista: confiscación y exterminio, terror puro. Y, cuando las fuerzas de los príncipes alemanes y del obispo pudieron entrar a sangre y fuego en Münster; cuando Leyden, antes de ser llevado al calabozo, fue interrogado por el obispo de la ciudad, le preguntaron: ‘¿De dónde pretendes tú que habías recibido la autoridad y el poder que ejercías sin límites?’. Jan de Leyden contestó: ‘Esa autoridad, ese poder, me lo dio el pueblo, en nombre de Dios’. ¡Se lo dio el Pueblo! Y el nombre de Dios, seguirá figurando en los Preámbulos de las Constituciones (como pasa en la nuestra, que se lo nombra en el Preámbulo y después no se lo encuentra en ninguna parte). El segundoensayo comunista siguió a la Revolución Francesa, fue el Terror Jacobino (entre 1793-1796), que culminó en el intento frustrado del famoso Babeuf con su ‘Manifiesto de los Iguales’. Después estuvo el ensayo, que no se concretó (del año 1848). Luego se implantó el comunismo, precariamente, en las comunas de París (en 1871) con las características de siempre. Y en lo que va de nuestro siglo, tenemos la Revolución comunista en Rusia, primero ‘frustrada’ (en el año 1905), y luego ‘triunfante’ y de escala mundial (en 1917); luego los sucesivos connatos en diversas partes del mundo (México, España, América Latina). Y en el día de hoy, en pleno desarrollo en Cuba, Bolivia, Venezuela, y también en nuestra encarnecida patria. El comunismo es nihilismo puro. Comunismo es sencillamente la negación y el odio a todo lo que es distinción y jerarquía en todos los terrenos (en el orden de la inteligencia, de la acción, de la política, de lo social, de lo económico, en todo). Para el diagnóstico del comunismo basta simplemente saber si se realiza aquello que dice Santo Tomás: ‘no es dignificar el orden de las cosas exaltar lo inferior en detrimento de lo superior’. En este sentido, un gran humanista español del siglo XVI, Juan Luis Vives, comenta la revolución comunista anabaptista de la Baja Alemania, y constituye lo que es el esquema de todo programa y de todo movimiento y toda acción comunista en el mundo:"En otro tiempo, en Alemania, las cosas de piedad estaban de tal suerte constituidas que se mantenían firmes y estables... Mas alguien advino que se atrevió a discutir algunas, al principio moderada y medrosamente, muy luego 15 sin rebozo (...) para negarlas, suprimirlas o rechazarlas, mostrando tanta seguridad como si el objetante hubiese bajado del cielo conociendo los secretos designios de Dios, o se tratase de coser un zapato o un vestido (...) De las discrepancias de opiniones surgió la discordia de la vida (...) y entonces, a los que habían suscitado la guerra en el fementido nombre de libertad e injustísima igualdad de los inferiores con los superiores, sucedieron los que decretaron, pidieron y exigieron no ya aquella igualdad, sino la comunidad de todos los bienes".18Todo comienza en Cristo. Después se pasa al plano de las verdades que estudia la razón. Después se pasa al plano de las jerarquías políticas y sociales y finalmente llega el planteo de la comunidad de los bienes materiales. Este orden, que va de lo religioso y desciende hacia lo económico pasando por lo político y social, se repite y se repetirá siempre en todo ensayo comunista. Como se ve, el de Vives es un comentario escrito hace más de cuatro siglos, y allí ya está el diagnóstico y el pronóstico de la enfermedad. Y antes de esto, ya está en los libros sagrados. En la epístola de San Juan se lee: “Porque han invadido el mundo muchos seductores que no confiesan a Jesucristo manifestado en la carne. ¡Ellos son el Seductor y el Anticristo!”19. ¿Qué significa que Jesucristo haya venido en carne? Dios creador del mundo, decide por amor, descender en su Hijo, hasta el universo creado, y elije; y elije porque el amor es preferencia y distinción. Lo elige al hombre, que participa de los dos mundos por el cuerpo y por el alma. Y entonces Él, que ‘ha creado al hombre sin el hombre, pero no salva al hombre sin el hombre’20, ya tenía dispuesta y preparada a la criatura que iba a participar y colaborar activamente en la Encarnación y en la Redención; y le solicita, por el ángel, su consentimiento. Y en ese ‘sí’ de María, ¡está toda la creación diciéndole sí a 18 VIVES, Juan Luis, De la comunidad de los bienes. Brujas, 1535, op. cit. en GENTA, Jordán Bruno, El libre examen y el comunismo. Buenos Aires: Librería Huemul, p.13. 19 2 Jn 1,7. 20 Cfr. SAN AGUSTÍN, Sermón 169, 13: “Dios te hizo a ti sin ti. Ningún consentimiento le otorgaste para que te hiciera. ¿Cómo podías dar el consentimiento si no existías? Por tanto, quien te hizo sin ti, no te justifica sin ti.” 
 Dios! Y el Hijo de Dios nace en la carne, como nacemos todos los mortales. ¿Y para qué viene en la carne? Simplemente para levantar, para volver a reunir a la criatura que se dividió de Él por el pecado. Para poder reunirla, en la persona divina, en la unidad de las dos naturalezas. Desde este momento, se ha quedado con el hombre, al punto que cuando subió a los cielos, envió su Espíritu, su amor; y todavía, para acompañar al hombre, y para asistirlo siempre, dejó su Iglesia (prolongación de la Encarnación y Redención). E hizo más: por la transubstanciación, convierte el pan y el vino, para alimentar y nutrir al hombre con su Cuerpo y su Sangre. Comprendan que esto lo ha hecho Dios por amor y por misericordia, porque el hombre ha quedado disminuido, ha quedado debilitado, de tal modo que no puede elevarse por sí solo. Lo único que le pide es lo que le pidió a María: el consentimiento, el asentimiento. Esta colaboración, esta participación, cuando el hombre la niega, divide a Cristo(en su conciencia, en su pensamiento, en su conducta, en su vida, en la ciudad, en todo); el hombre librado a sí mismo no puede ser más que protagonista de destrucciones, de subversiones y de desórdenes. Hace dos siglos que se proclamó la fraternidad humana, y es evidente que las carnicerías más espantosas de la historia vienen desarrollándose desde entonces. Las dos últimas guerras las ganó la libertad, y se ve que los progresos de la esclavitud son pavorosos. Se habla de la igualdad, y las desigualdades son más monstruosas. ¡Mientras se destruyen las jerarquías y distinciones naturales, se agrandan hasta lo monstruoso las desigualdades más artificiosas y más convencionales!Y, entonces, ¿cuál es la salida? La salida es, simplemente, el camino de retorno. El retorno de la separación a la unidad. A la unión con Dios, en Cristo y en María. ¿Por qué los que han dividido a Cristo desconocen también a María? Porque María es la evidencia permanente de esa colaboración activa de la libertad de la criatura a los designios de la misericordia divina. Finalmente, he visto que en estos días se han reunido congresos de damas en esta ciudad, para estudiar los problemas de la mujer; uno tendría que decir: ¡Vuelvan los ojos a María! Contemplen a María, estudien a María, y sabrán lo que es ser mujer, y cuál es el papel de la mujer sobre la tierra