jueves, 20 de febrero de 2020

“Pindonga” la teología que viene. Por Miguel De Lorenzo

La semana pasada Marcelo Sánchez Sorondo celebro Misa en el Vaticano. A la ceremonia de  carácter reservado, asistieron únicamente el presidente argentino y la comitiva que lo acompañaba.
La celebración litúrgica tuvo lugar en la capilla San Pedro. Se destacaba sobre el altar  un retrato,  innecesario,  por decir lo menos, del cura Mugica. Durante  la homilia,   tratándose  de una ceremonia en cierto modo a medida  de los asistentes,  no olvidó   declarar su profesión de fe peronista, apostando a  que alguno de ellos realmente lo fuera.
Pero por sobre todas estas precariedades, el dato estremecedor es que  lo hemos visto dar la eucaristía,  bajo las dos especies,  al presidente y  a la actual  pareja,  y  al grupo que acompañaba, casi todos caracterizados,  por  su fervoroso  alejamiento de la Igleia católica.
Sin embargo Sorondo no titubeó.


Para que el  espanto fuese aún mas tenebroso,   antes de la misa el presidente y comitiva,   comulgantes todos, declarararon  su firme disposición  a  promulgar la ley del aborto en el país. Con el dato adicional que el ministro del área designado  no es otro que el mismísimo  doctor aborto.

No recuerdo haber encontrado  en la historia vaticana  un obispo,  canciller de una academia Pontificia,  que en la propia sede papal y durante la santa Misa, haya consentido y participado,  con pleno conocimiento de lo que hacía, en  un acto sacrílego de tal magnitud.

Entonces sería extraño no concluir que este cura  ha perdido enteramente el sentido de lo sagrado. Es doloroso, pero no podríamos enterderlo  sino a través de esa línea  definitoria de  Machado: “Aquel trueno, vestido de Nazareno”

 Desde otro ángulo,  pero sobre lo mismo,  es difícil suponer,  por no decir imposible,  que lo haya hecho  sin que el Papa estuviese al tanto, que los esperaba  a metros de la capilla,  y que,  todos sabemos, fue el artífice de la visita del presidente  y  del desarrollo de las ceremonias

Nadie ignora  que en esas especiales circunstancias,  nada, absolutamente nada   se improvisa en el protocolo  y que cada uno de  los pasos a seguir se acuerdan previamente entre las partes, y es aún más evidente que con una  pequeña dosis de diplomacia  y  mínimo   respeto por lo sagrado podía haberse evitado el innecesario escándalo.

Es el catecismo que enseña: “Eucaristía, de la que a nadie es lícito participar sino al que cree ser verdaderas nuestras enseñanzas y se ha lavado en el baño de la remisión de los pecados y vive conforme a lo que Cristo nos enseñó”. Ah no olvidamos que el catecismo es antiguo y hay que cambiarlo

Después de la  Misa celebrada  sin otro  propósito a la vista aparte de la foto,   Fernández se reunió con Francisco.

Dicen que   hablaron de la economía del mundo, de la paz,  de los pobres,  de la deuda externa,  etc.,  es decir de aquellas cosas que ocupan a  Francisco a tiempo completo, encaramado más en su rol  de propulsor  del nuevo orden mundial, que en el papado,  daría la imresión de que el Vaticano en estos tiempos  fuese algo así como una sub sede de la ONU -“a la que hay que obedecer” según nos dijo Francisco.

De Cristo poco, es que interesa menos. No deja ser coherente,  dado que el tema de la teología del pueblo  tiene menos que ver  con la redención y la alvación eterna, que con pasarla bien en la tierra, que a nadie le falte un choripan y será feliz.

Al cabo del encuentro,  Alberto  mostró preocupación   por el comunicado oficial de Roma sobre la reunión, donde incluían en la conversación  la cuestión del aborto. Sorprendido, el devoto presidente,  rápidamente se comunicó  con Bergoglio y este le respondió que “lo mandaba a arreglar de inmediato”. Y así fue, el Vaticano pidió dsiculpas por el error,  no fuera alguno a pensar que al Papa lo inquieta aquello que el concilio califica como  “crimen aberrante”.

No obstante hoy en el mensaje dominical, es decir a los dos días de estos hechos,  el mismo Papa que recibió con honores al presidente abortista, sostuvo   que: “la vida comienza desde la concepción”.  Y es cierto.   Aunque de atenernos a estas – digamos así -señales contrapuestas, daría la impresión que la vida empieza desde la concepción, definitivamente, los días domingo, y con altibajos, el resto de la semana. Por  ejemplo,  si un jueves  aparece Fernández un abortista, kirchnerista, de la izquierda peronista, o sea   un buen  amigo de la casa, ese jueves la vida  empieza  un poco más tarde.

Por eso a esa teología de la liberación,  del pueblo, o lo que fuera,  hay quienes prefieren llamarla  teología “pindonga”,  adaptando la feliz expresión de Cris. Una teología  alternativa, de alguna manera pagana,  turbiamente izquierdosa, una tercera marca pero  tan falsificada  que queda  camuflada y oculta tras  una religiosidad vacía

En el encuentro,  el profesor  Alberto le explicó al cardenal Parolín que  san Agustín y santo Tomás estaban a favor del aborto,  por lo que él no era sino  un continuador  del pensamiento de los doctores de la Iglesia y de esa manera, además,  protegía a las mujeres pobres.

Y con la palabra pobres,  magicamente, quedó definitivamente zanjada la dificultad.

Lo que no sabemos es la contestación de Parolin, pero en el fondo mejor, porque en  la respuesta de un concurrente  a la reunión del grupo  Bilderberg  podríamos encontrarnos con la argumentación de Bill Gates o de Soros.

Al retirarse Fernádez,  después de la Misa y comunión con Sorondo, después de  diálogar  con Parolín y aún  con  el Papa, declaró su  irrevocable decisión  de promulgar  la ley aborto en la Argentina.   Otro rotundo éxito Vaticano,  muy  similar al del tratado con China.