viernes, 30 de octubre de 2020

LA DOCTRINA CATÓLICA NO NECESITA UNA "REINTERPRETACIÓN" PERONISTA


La Doctrina Católica NO necesita una "reinterpretación" peronista (Nacionalismo Católico NGNP)

¡NO TE DEJES ENGAÑAR! el peronismo de los años 40 y 50 intentó sustituir a la Iglesia con una "religión política" cargada de mesianismo, con un catecismo propio -las 20 verdades-, su propia liturgia, sus ritos y hasta una figura que tenía como destino la canonización: Eva Perón. 


El resultado de la "peronización" de la Doctrina Católica, la destrucción de la Iglesia

Roberto Bosca (49) investigó a fondo la relación entre las dos primeras presidencias de Juan Perón y la Iglesia y llegó a una conclusión audaz. El peronismo tenía, a su juicio, una pretensión difusa, que nunca se expresó de una manera explícita, de pergeñar una Iglesia a su medida. El título de su reciente libro, lo sintetiza: La Iglesia Nacional Peronista, factor religioso y poder político (Editorial Sudamericana). 


Decano de la facultad de Derecho de la Universidad Austral, estudioso del derecho canónico (legislación eclesiástica), Bosca también analiza en su libro el impacto del conflicto entre la Iglesia y el peronismo en la caída de Perón. Y opina que ese enfrentamiento no fue el motivo del golpe militar de setiembre de 1955, pero sí "la gota que colmó el vaso".

-Pareciera que las relaciones entre Perón y la Iglesia empezaron muy bien. -Yo comencé la investigación con esa idea. Pero fui viendo que no tenían un tono tan rosado como parecía superficialmente. Y hasta llegué a ver que ni siquiera el peronismo estaba tan identificado con el mensaje cristiano.

-Pero Perón introdujo la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. -Había un decreto en ese sentido del gobierno revolucionario del 43. Perón lo ratifica con una ley de enseñanza religiosa optativa en las escuelas estatales, según la confesión religiosa de cada alumno. Eso fue bien visto por la Iglesia, pero conllevaba una pretensión del régimen de dominar la estructura eclesiástica. 

-Usted va más allá y afirma que el peronismo quería tener una Iglesia Católica hecha a su medida. -Mi tesis es que hubo una pretensión del peronismo de hacer una interpretación política del cristianismo. O sea, de manejarse con una versión justicialista del cristianismo distinta a la de la Iglesia Católica.

-¿En qué se basa para hacer esa afirmación? -En palabras y acitudes de Perón, Evita y de la dirigencia del régimen: tenían una forma de entender el cristianismo que intentaron impulsar de una manera sustitutiva a la Iglesia católica. Tengo fundamentos sólidos para afirmarlo. Uno de ellos es un documento emitido por todos los obispos del país en junio de 1955, donde hablan de una pretensión sustitutiva por parte del régimen de los contenidos cristianos tradicionales sostenidos por la Iglesia.

-Pero el peronismo siempre dijo que toma elementos de la doctrina social de la Iglesia, no que quería cambiarla. -Pero hay hechos concretos. Perón llamó al Episcopado y le dijo lo que tenía que hacer. Hasta le puso como ejemplo a un obispo peronista, monseñor Nicolás de Carlo, de Resistencia. O sea, que se constituyó en una cátedra ante los obispos.

-¿Usted cree que lo hizo movido por una cuestión religiosa o con intención de dominar a la Iglesia? -Creo que casos como el que menciono indican una pretensión de usar a la Iglesia como instrumento político al servicio del régimen. No digo que todos los peronistas fueron así. Pero sí que existió esa pretensión por parte del régimen.

-¿Pero qué reinterpretaciones de la doctrina católica hacía el peronismo? -En Evita se ve esto con enorme claridad. Creo que fue una verdadera adelantada de lo que luego se llamó la Teología de la Liberación. O sea, de una visión socialista del cristianismo. Ella, que no tenía ninguna formación teológica, creía en lo que después se denominaría "Iglesia Popular".
 
-O sea que usted piensa que todo tendía hacia una Iglesia nacional. -Cuando hablo de Iglesia nacional hablo de una iglesia subordinada al poder político. No cismática sino manteniendo incólume su estructura tradicional. Esto se ve muy claramente con la revolución sandinista en Nicaragua. Allí, clérigos como Ernesto Cardenal ocuparon inclusive puestos de gobierno.

-¿Pero en el caso argentino fue tan claro? -Fue una pretensión difusamente esbozada que estaba en la naturaleza de los hechos que se planteaban. Yo lo que digo es que si hubiera seguido la historia quizá podría haber cuajado en algo más importante. Abortó con la revolución del 55.

-¿Por qué el desencuentro de Perón con la Iglesia fue algo tan profundo? -No fue un conflicto que estalló de repente, sino que vino incubándose durante todo el gobierno con elementos que estaban bajo la superficie.

-¿Qué importancia tuvo el factor religioso en la caída de Perón? -Considero que el conflicto con la Iglesia fue el detonante de la caída de Perón. Fue como un martillo. No digo que Perón cayó por el conflicto con la Iglesia. Cayó por una situación mucho más compleja. Pero ese conflicto fue la gota que rebasó el vaso. No fue un conflicto exótico sino que estaba en la naturaleza de los elementos en juego.

-¿La Iglesia no coqueteó en un momento con Perón? -No se puede negar que hubo muchos cristianos y parte de la jerarquía que ejercitó una actitud de ese tipo por entender que el peronismo tenía cosas valiosas. Pero había situaciones por debajo que no eran muy auspiciosas. Por ejemplo, Perón no recibió durante cuatro años al Nuncio Apostólico.

-¿Usted piensa que Perón quería más poder? -Perón tenía la pretensión de ejercer el dominio de la sociedad a través del sindicalismo, los partidos políticos, la prensa y también las iglesias. No solamente la Católica. En esa línea, tuvo un intento poco conocido de estructurar un movimiento judío peronista que se llamó Organización Israelita Argentina y que pretendió reemplazar a las estructuras institucionales de la DAIA y la AMIA. E incluso uno más precario en el protestantismo.

-¿Cómo interpreta la quema de los templos en junio de 1955, luego de fracasar el primer intento de derrocar a Perón? -Es un punto que nunca fue aclarado por la historia. No hay claridad absoluta sobre quién fue el autor. Se acusa inclusive a los masones. Hay referencias bastante concretas de que el autor intelectual de la quema fue el entonces vicepresidente Alberto Teisaire, que tenía un gran poder en ese momento. Y puede establecerse fehacientemente que Teisaire era masón porque lo consulté con la masonería.

-¿Usted no cree que la Iglesia tuvo una actitud golpista? -Creo que hubo una pretensión de algunos de subirse al conflicto con la Iglesia para utilizarlo con el propósito de derrocar a Perón. El caso más gráfico es la famosa procesión de Corpus Christi, de la que participaron personas que en su vida habían pisado una iglesia. Y hubo quienes no tenían nada contra el peronismo sino que simplemente actuaban en defensa de la fe y de unos valores religiosos que ellos creían que estaban siendo sojuzgados. Eso los llevó a actitudes insurreccionales.

-El peronismo siempre fue considerado un partido de inspiración cristiana a diferencia de otros como el radicalismo de cuño más laico. -Hay que hacer una distinción. Perón siempre negó estar enfrentado a la Iglesia. Decía que había diferencias con algunos sacerdotes, concretamente con monseñor Manuel Tato y Ramón Novoa, a quienes expulsa del país. Y que motiva que el Vaticano decrete la excomunión de todos los que habían participado en esa expulsión. Inclusive, Perón negó que los hubiera expulsado. Pero Perón decía que su doctrina estaba inspirada en el cristianismo. Y en realidad lo estaba. Pero era una reinterpretación personal del cristianismo.

-¿No tiene miedo que lo califiquen de gorila después de escribir este libro? -Nunca fui ni soy gorila ni me considero antiperonista. Es más, cuando comencé esta investigación tenía una simpatía por el peronismo y, en muchos aspectos, la mantengo porque el peronismo expresó muchos valores. Creo haber sido bastante objetivo.


El resultado de la "peronización" de la Doctrina Católica, la destrucción de la Iglesia