LA GRAN Y PERSISTENTE HEREJÍA DE MAHOMA (Hilaire Belloc) - Parte 6
FALSO PERFECCIONAMIENTO DE LA DOCTRINA CRISTIANA
Todas las grandes herejías – excepto esta del mahometanismo – parecen pasar por las mismas fases. Primero surgen
con gran violencia y se ponen de moda; lo hacen insistiendo en forma
exagerada sobre alguna de las grandes doctrinas católicas; y porque las
grandes doctrinas católicas combinadas forman la única filosofía
completa y satisfactoria conocida por la humanidad, cada doctrina está
íntimamente relacionada con un atractivo especial. Así, el arrianismo
insistió en la unidad de Dios, combinada con la majestad y el poder
creador de Nuestro Señor. Al mismo tiempo apeló a las mentes imperfectas
porque trató de racionalizar un misterio. El calvinismo a su vez tuvo
un gran éxito porque insistió en otra doctrina principal, la de la
omnipotencia y omnisciencia de Dios. Sacó a todo el resto fuera de
proporción y se equivocó violentamente con la predestinación; pero tuvo
sus momentos de triunfo cuando pareció que conquistaría a toda nuestra
civilización – algo que hubiera conseguido si los franceses no lo
hubieran combatido en su gran guerra religiosa conquistando sus
adherentes sobre ese suelo de la Galia que siempre ha sido el campo de
batalla y el banco de pruebas de las ideas europeas. Después de esta
primera fase, cuando las herejías están con su vigor inicial y se
extienden como un incendio de persona a persona, sobreviene
una segunda fase de declinación que dura, aparentemente (de acuerdo a
alguna oscura regla) , cerca de unas cinco o seis generaciones: digamos
un par de siglos o poco más. Los adherentes a la herejía se vuelven
menos numerosos y menos convencidos hasta que finalmente sólo una
reducida cantidad puede ser llamada plena y fielmente seguidora del
movimiento original. A esto le sigue la tercera fase, cuando la herejía
desaparece por completo como dogma: ya nadie cree en la doctrina, o bien
queda siendo creyente solamente una fracción tan minúscula que ya no
cuenta. Pero los factores sociales y morales de la herejía permanecen y
pueden seguir teniendo efectos poderosos por generaciones adicionales.
Lo vemos en el caso del calvinismo en la actualidad. El calvinismo
engendró al movimiento puritano y de él surgió como consecuencia
necesaria el aislamiento del alma, el retroceso de la acción social
corporativa, la competencia irrestricta, la codicia y por último el
establecimiento pleno de lo que llamamos “capitalismo industrial” a raíz
del cual nuestra civilización se halla en peligro por el descontento de
una amplia mayoría indigente frente a sus escasos amos plutocráticos.
Ya no queda nadie, excepto quizás un puñado de personas en Escocia, que
realmente cree en las doctrinas que Calvino enseñó; pero el espíritu del
calvinismo sigue siendo muy fuerte en los países que originalmente
infectara y sus frutos sociales permanecen. Ahora bien, en el caso del
Islam nada de esto sucedió, excepto la primera fase. No hubo segunda
fase o gradual declinación en la cantidad y en la convicción de sus
seguidores. Por el contrario, el Islam creció en fuerza adquiriendo más y
más territorios, convirtiendo a más y más seguidores, hasta que se
estableció como una civilización bastante separada y llegó a ser algo
tan parecido a una nueva religión que la mayoría de las personas olvidó
que en su origen había sido una herejía. El Islam creció no sólo en la
cantidad y en la convicción de sus seguidores, sino en territorio y en
poder político y militar real hasta cerca del Siglo XVIII. Menos de 100
años antes de la guerra por la independencia norteamericana un ejército
mahometano estaba amenazando con invadir y destruir la civilización
cristiana y lo hubiera conseguido si el rey católico de Polonia no
hubiera destruido a ese ejército en las afueras de Viena. Desde entonces
el poder militar del mahometanismo ha declinado, pero no ha declinado
en forma apreciable ni la cantidad ni la convicción de sus seguidores y,
en cuanto a los territorios que anexó, a pesar de que perdió lugares en
los que había gobernado sobre mayorías de súbditos cristianos, ganó
nuevos adherentes – en cierta medida en Asia y mayormente en África. De
hecho, en el África continúa expandiéndose entre las poblaciones
negroides y dicha expansión representa un importante problema futuro
para los gobiernos europeos que se han dividido el África entre ellos. Y
existe una cuestión adicional en conexión con este poder del Islam. El
Islam es, aparentemente, inconvertible. Los esfuerzos misioneros
llevados a cabo por grandes Ordenes católicas que durante casi 400 años
se han ocupado de tratar de convertir a los mahometanos al cristianismo
han fallado por completo en todas partes. En algunas partes hemos
expulsado al amo mahometano y liberado a sus súbditos cristianos del
control mahometano, pero difícilmente hemos logrado efecto alguno en
materia de convertir a mahometanos individuales, excepto quizás una
pequeña cantidad en el Sur de España hace 500 años atrás; y aún ello fue
más bien un ejemplo de cambio político que de cambio religioso. Ahora
bien, ¿cómo se explica todo esto? ¿Por qué, de entre todas las herejías,
sólo el Islam ha de exhibir esta continua vitalidad? Quienes simpatizan
con el mahometanismo, y más aún aquellos que son realmente mahometanos,
lo explican proclamando que es la mejor y más humana de las religiones,
la mejor adaptada a la humanidad y la más atractiva. Por extraño que
parezca, existe cierta cantidad de personas altamente educadas,
caballeros europeos, que de hecho se han unido al Islam; esto es: que se
han convertido personalmente al mahometanismo. Yo mismo he conocido y
he hablado con algo así como media docena de ellos en varias partes del
mundo y existe una cantidad muchísimo mayor de personas similares,
europeos bien instruidos, quienes habiendo perdido la fe en el
catolicismo o en alguna forma de protestantismo en la que fueron
educados, sienten simpatía por el esquema social mahometano a pesar de
que no se unen a él ni profesan una fe en su religión. Constantemente
nos encontramos con personas de esta clase entre quienes han viajado por
el Este. Estas personas dan siempre la misma respuesta: el Islam es
indestructible porque está fundado sobre la simplicidad y la justicia.
Ha mantenido aquellas doctrinas cristianas que son evidentemente
verdaderas y que apelan al sentido común de millones de seres y se ha
desembarazado de la clerecía, los misterios, los sacramentos y todo el
resto. Proclama y practica la igualdad humana. Ama la justicia y prohíbe
la usura. Produce una sociedad en la cual las personas son más felices y
perciben su propia dignidad más que en cualquier otra. Ésa es su fuerza
y esto es por qué sigue convirtiendo personas, perdura, y quizás
volverá a tener poder en un futuro cercano. Ahora bien, no creo que esa
explicación sea la verdadera. Toda herejía habla en esos términos. Toda
herejía dirá que ha purificado la corrupción de las doctrinas
cristianas y que, en general, no ha hecho más que bien a la humanidad
satisfaciendo el alma humana y así sucesivamente. Y sin embargo,
todas excepto el mahometanismo se han desvanecido. ¿Por qué? A fin de
hallar la respuesta al problema tenemos que subrayar en qué difiere la
trayectoria del Islam de todas las demás grandes herejías y cuando
hayamos destacado eso creo que tendremos la clave de la verdad.