El 23 de enero se cumplieron 27 años del
ataque a los cuarteles de La Tablada. Cuando todavía no se había
disipado el olor a pólvora, desde distintos sectores políticos se
levantaron gravísimas acusaciones contra la rama Capital de la
Coordinadora de la UCR, principal apoyo de R. Alfonsín para llegar a la
presidencia, señalando a varios de sus integrantes como los responsables
políticos de la acción en alianza con los terroristas del MTP. Este
tema quedó en el olvido y espera aún hoy una investigación de la
Justicia.
Abogados de erpianos
. Montanaro y la defensa fue asumida por los mencionados abogados.
Las relaciones con el gobierno
En el caso de Enrique Nosiglia
–Ministro del Interior de Alfonsín y titular de la rama Capital de la
Coordinadora- su hermana María Magdalena alias Pupi, Nora, hoy
desaparecida, fue integrante del ERP. Participó junto a su pareja Oscar
Ciarlotti, en el secuestro del contralmirante Francisco Aleman el 1 de
abril de 1973. Ciarlotti era sobrino del contralmirante. Refiriéndose al
suceso E. G. Merlo afirmó: “(…) Su sobrino, el Pato Ciarlotti y su
compañera, Nora, facilitaron la detención de ese contralmirante. Tanto
el Pato como Nora eran compañeros nuestros, Nora –se llamaba en realidad
María Magdalena Nosiglia– era hermana de Coti Nosiglia, era una gran
compañera, muy inteligente y de gran humildad. Desapareció en el ’76 en
Rosario (…)”.[2]
- G. Merlo hizo amplia referencia a los contactos de los sobrevivientes del PRT-ERP con el gobierno de Alfonsín: “Las conversaciones más importantes con el radicalismo las hicimos con Nosiglia, que en ese momento era Ministro del Interior y con Gil Lavedra, que lo secundaba en ese ministerio. Incluso el contenido de una de ellas fue publicado por los periódicos en los días previos a La Tablada (…)”.[3] Desde 1988 el jefe erpiano y del MTP vivía clandestinamente en un departamento en la calle Yerbal en el barrio de Flores alquilado a nombre de F. Provenzano, miembro del MTP e íntimo amigo de E. Nosiglia: “Esta relación entre Nosiglia y Provenzano fue muy publicitada en los meses previos al ataque por Guillermo Cherashny, ex rival del Coti en la Juventud Radical. Diez días antes del ataque del 23 de enero, Cherashny escribió una columna con el título “El ERP y la Coordinadora”. Allí decía que un sector del ERP liderado por G. Merlo y la Junta Coordinadora de la UCR –que lideraba Nosiglia– habían alcanzado un acuerdo táctico. En el mismo artículo, señalaba que G. Merlo había invertido un millón de dólares en un diario de centroizquierda. No aclaraba que era Página/12, pero se intuía (…). En su columna afirmaba que Nosiglia les había pedido a los dirigentes del MTP que denunciasen un pacto entre Menem y Seineldín. Cherashny también escribió sobre un encuentro entre Nosiglia y los dirigentes del MTP Felicetti y Provenzano a fines de diciembre en la confitería Paladiun”.[4]
Las relaciones no pasaron desapercibidas para los medios de comunicación El 14 de diciembre de 1988 el diario El Cronista Comercial alertó sobre el peligro de las iniciativas que convocaban a la resistencia civil en una columna de noticias titulada Espontáneas:
“Algunos sectores juveniles
del radicalismo, en especial de la militancia de la Coordinadora
bonaerense, que lidera Federico Storani, activan la formación de Comités
de Defensa de la Democracia, cuya integración no está limitada a los
cuadros radicales sino abierto a la participación de otros grupos
políticos y de sectores independientes. Entre los embarcados en la
iniciativa figuran por ejemplo, los militantes del Movimiento Todos por
la Patria (MTP), entre cuyos máximos dirigentes revista E. G. Merlo, ex
lugarteniente de M. R. Santucho y actual jefe de una de las facciones
del Partido Revolucionario de los Trabajadores”.[5]
Al terminar los combates en los cuarteles de La Tablada, el 26 de enero de 1989 el diario Ámbito Financiero publicó una noticia: “Se
ha comprobado también que insistentemente F. Provenzano se ha puesto en
contacto con Carlos Ochoa, funcionario de la Secretaría del Interior [de Cuba]
con quien mantiene un trato amistoso requiriéndole una entrevista con
el doctor Facundo Suárez Lastra, alegando que ya consiguió las cosas que
este último le había pedido y que al mismo tiempo espera unas
respuestas de su parte”.[6]
Ochoa era uno de los líderes más importantes del régimen castrista. La
información no aclaraba qué era lo que F. Provenzano le había conseguido
a Facundo Suárez Lastra, contra quien también se levantaron los dedos
acusadores tras el ataque al RIM 3. Provenzano murió en el ataque al
RIM 3.
Los encuentros entre E. Nosiglia y F. Provenzano también llamaron la atención de los propios radicales “A
fines de 1988, los seguidores del riojano estaban convencidos de que
sectores liberales del Ejército se opondrían de cualquier manera al
triunfo del justicialismo. Y manejaban dos hipótesis: un atentado contra
Menem o un golpe previo a las elecciones para asegurar la continuidad
radical. En uno de ellos no hablaba de Nosiglia, pero sí del sector
radical que él lideraba, y alertaba a estar atentos frente a un posible
hecho desestabilizador organizado por la Coordinadora que tendría como
objetivo la continuación del régimen socialdemócrata”.[7]
Radicales y peronistas sospechaban que un sector de la Coordinadora
intentaría alguna maniobra para privar al justicialismo de una segura
victoria electoral y asegurar la continuidad del gobierno.
El ex senador justicialista Horacio Félix Bravo Herrera escribió: “Medios
periodísticos de Porto Alegre (Brasil) revelaron en su momento –y
entre nosotros, nadie tuvo en cuenta esa información- que el intendente
comunal de esa ciudad brasileña había sido el anfitrión de una reunión
social de la que participaron Enrique Nosiglia, Carlos Becerra, Enrique
Gorriarán Merlo y Jorge Baños, en diciembre de 1988 (…). Es posible que
en aquel encuentro en Brasil, los funcionarios gubernamentales y los dos
miembros de la dirección del MTP hayan acordado los términos de una
operación de acción psicológica que se desenvolvería –como ocurrió- a
partir de enero de 1989, con la denuncia de una supuesta conspiración de
Menem, Seineldín y Miguel. También su financiamiento, que habría sido
abundante, al punto de tentar a Gorriarán Merlo y a Baños a continuar
por su cuenta con un operativo como el llevado a cabo en La Tablada”.[8]
La denuncia del senador era gravísima y nunca fue tenida en cuenta por
la Justicia. La reunión se habría realizado el 23 de diciembre de 1988
en un bar de Vila Madalena en San Pablo con el fin de coordinar las
acciones sobre el RIM 3.
La hipótesis sostenida por los peronistas se vio alimentada por los contactos que el Ministerio del Interior tenía con Jorge Baños, abogado del CELS que resultaría abatido durante los combates en La Tablada:“(…)
Los menemistas empezaron a prestarle atención cuando vieron que sus
denuncias ocupaban grandes espacios en los canales y radios oficiales
donde la Coordinadora tenía influencia. Además, se enteraron de que este
abogado frecuentaba el despacho de Nosiglia. Aun no se sabía que Jorge
Baños era el afortunado propietario de un departamento en Barrio Norte,
comprado gracias a un crédito del Banco Hipotecario Nacional, manejado
por la Coordinadora. En sólo tres días, en marzo de 1986, el BHN entregó
18.000 dólares. Sin dudas Baños era muy recomendado (…)”.[9]
Tras el ataque nada menos que el ex presidente Arturo Frondizi disparó contra la Coordinadora. El diario La Prensa en su portada del 19 de septiembre de 1989 publicó una noticia titulada Frondizi acusó en Córdoba a Becerra por el copamiento de La Tablada. En la misma informaba: “El
ex presidente Arturo Frondizi , acusó al ex secretario general de la
Presidencia del gobierno de Raúl Alfonsín, Carlos Becerra, de haber sido
quien organizó el copamiento del cuartel de La Tablada,
perpetrado en enero último por el Movimiento Todos por la Patria (MTP).
Él organizó todo –afirmó Frondizi-, porque es tan marxista como Marx. Y
allí gastó nueve millones de dólares. De manera que lo de La Tablada
fue organizado por el gobierno, dijo en alusión a la anterior
administración. Expresó que el gobierno llamado radical, desde 1983 en
adelante aplicó un plan soviético. Y esto se corresponde con las
opiniones que tenía el doctor Alfonsín. Yo no soy enemigo de él, pero
sostenía que el capitalismo es incompatible con la democracia, que era
un sistema agotado. La idea de él era adoptar el socialismo”.[10]
Becerra fue otro de los blancos de las acusaciones tras el ataque ya
que, además de ser integrante de la Coordinadora, en la Secretaría de la
Presidencia se desempeñaban como funcionarios varios ex miembros del
ERP e integrantes del MTP que participaron en el ataque al RIM 3.
Otras acusaciones llegaron desde los sectores liberales representados por María Julia Alsogaray y su padre Álvaro. El diario La Razón informó el 25 de enero de 1989: “La
diputada liberal María Julia Alsogaray adjudicó al Ministro del
Interior, Enrique Nosiglia, al jefe de la SIDE Facundo Suárez, las
máximas responsabilidades de lo ocurrido en el regimiento de La Tablada
pues, a su juicio los funcionarios solamente creen que la violencia
proviene de la derecha”.[11] Nuevamente se apuntó a la Coordinadora y a la SIDE.
Integrantes del ERP y del MTP
también figuraban en cargos menores dentro de la administración radical:
Oscar Ciarlotti (doble cuñado del Coti Nosiglia), Víctor
Carlos Marchesini, Juan Manuel Murúa, Aníbal Luis Viale, Julio Neder,
Marcelo Adrián Ambroggio (miembros del PRT-ERP) y el ex conscripto
Hernán Alejandro Invernizzi. Este último actuó como entregador al
permitir la entrada de un grupo del ERP al Comando de Sanidad del
Ejército Argentino el 6 de septiembre de 1973 . Juan Manuel Murúa, alias Federico o teniente Caña,
integró la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez, participó en el asalto
al Batallón 141 de Comunicaciones y fugó al Exterior junto con Enrique
Gorriarán Merlo luchando en la revolución sandinista. Posteriormente se
integró al MTP y murió durante el ataque al RIM 3. Julio César de Jesús
Santucho: también fue miembro del PRT–ERP. Con la caída de la dirigencia
de la organización se refugió en Italia. Volvió a la Argentina en 1996 y
se desempeñó como asesor del entonces diputado Federico Storani.[12] Fue autor del libro Los últimos guevaristas donde hizo amplias referencias sobre las relaciones entre la UCR y el PRT–ERP.
A pesar de todas estas
acusaciones, la hiperinflación, los saqueos y la salida anticipada del
gobierno de R. Alfonsín parecieron superar los hechos y la memoria y,
una vez más, la Justicia no investigó.
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[1] Diario Ámbito Financiero, Año 9, Nro. 2202, 4 de septiembre de 1985, p. 9.
[2] GORRIARÁN MERLO, Enrique Haroldo. Memorias. De los setenta a La Tablada, Buenos Aires, Planeta, 2003, p. 189.
[3] GORRIARÁN MERLO, Enrique Haroldo. Op. cit., pp. 491-2. El resaltado es del autor.
[4] GALLO Darío y ÁLVAREZ GUERRERO, Gonzalo. El Coti. El dueño de todos los secretos, Buenos Aires, Sudamericana, 2005, p. 225. El resaltado es del autor.
[5] Diario El Cronista Comercial, Año 80, Nro. 25373, 14 de diciembre de 1988, p. 6.
[6] Diario Ámbito Financiero, Año 13, Nro. 3073, 26 de enero de 1989, p. 41.
[7] GALLO Darío y ÁLVAREZ GUERRERO, Gonzalo. Op. cit., p. 220.
[8] BRAVO HERRERA, Horacio Félix. La guerrilla de papel. Toda la verdad sobre la apoyatura periodística que tuvo el asalto al cuartel de La Tablada, Buenos Aires, Sielp. 1992, p. 71
[9] GALLO Darío y ÁLVAREZ GUERRERO, Gonzalo. Op. cit., p. 221.
[10] Diario La Prensa, Nro. 41.435, 19 de septiembre de 1989, portada. El resaltado es del autor.
[11] Diario La Razón, Año 84, Nro. 28662, 25 de enero de 1989, p. 3.
[12] DIANA, Marta. Mujeres guerrilleras, cuarta edición, Buenos Aires, Booket, 2007, p. 311.