Oberdan Rocamora para JorgeAsisDigital.com. jueves, 3 mayo , 2018.
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El boleto autopicado
“Cuando quiera el Dios del cielo/ Que la tortilla se vuelva”.
escribe Oberdan Rocamora
Redactor Estrella, especial
para JorgeAsísDigital
Lo dicen los viejos bardos (como en el poema olvidado de Heberto Padilla):
“Cuando a quien gobierna se le reprocha por la bandejada del catering es porque lo vacunaron”.
Peor aún es cuando al gobernante se le meten con los alfajores de arroz de un ministro.
O cuando le subrayan la apasionada inclinación hacia el descanso.
Significa que, al que gobierna, le perdieron el respeto. Está perdido.
O que se pica el boleto solo. Se lo auto-pica.
Poco y nada les importa a los contadores de costillas y de alfajores semejantes “la imagen estallada del país”.
O que el funcionario pase un papelón nacional, por ejemplo ante la
poderosa dama francesa, a quien se honró con una “souper” de gala.
Próximas morsas
Cuesta entender, en la plana mayor del macrismo, la magnitud del mensaje.
Antes de lo previsto, Clarín ya comienza a tomar su distancia. Desfilan
críticas entre sus páginas e ironías severas en sus pantallas.
Ya no se trata apenas de los elementales aprietes para que le estampen, de una vez por todas, la aguardada firmita que legitima.
Editorialmente se percibe que les llegó la hora de alejarse. Del mismo modo que toma ganancias el tenedor de Lebacs
.
El
ciudadano oculto en un Fondo de Inversión, que interpreta que se está
por terminar la ceremonia del negocio. Llega el momento de recuperar los
dólares. Ponerlos en el norte. Con superior seguridad.
“Y estos -confirma la Garganta-, ante el menor riesgo de corrida la ponen”.
Para que no se vaya muy arriba, la ponen. Exprimirlos, entonces, es “pan comido”. Como hurtarle la golosina al niño dormido.
El ministro pecaminoso, el que la junta, se sacrifica abnegadamente por
la patria, para conseguir los dólares prestados que, por la
incompetencia estructural, son absorbidos por ese conjunto de atorrantes
que se conoce como “el mercado”.
Para mantener alta la mística del Colectivo Cambiemos no alcanza con los
encorsetados voceros televisivos que se reportan a Marcos Peña, El Pibe
de Oro. A esta altura ya superaron, incluso, el infantilismo nostálgico
de “6, 7, 8”.
Aún degradan de manera tan aplastante a los reconocidos delincuentes
que, por la pérdida de credibilidad, ya comienzan a resultar casi
simpáticos. Mientras tanto preparan, sin gran pudor, la próxima
selección de morsas, modelo 2019. En la próxima entrega se las va a
identificar. La morsa sindicalista y la morsa distrital.
Tampoco basta ya con el apoyo incondicional de La Nación. No alcanza.
Aunque alguno de sus más altos directivos se sienta, con aceptable
frecuencia, en una de las tantas mesas chicas que pueblan los
innumerables operadores de la justicia.
Una manga de audaces que intenta influir, desde la “inteligencia”, o
desde la jineta de los despachos, en los celulares de los jueces
federales que ya tienen la piel de cuero. Y amontonan, por las dudas,
causas.
Dista
de ser casualidad que el macrismo hoy se preocupe más por los recovecos
sustanciales del Poder Judicial que por el circuito viciado del Poder
Legislativo.
En la plenitud del retroceso iniciado, resulta más aconsejable alcanzar
una buena posición ante los jueces, que ante la histeria mediática de
los diputados.
Abundan las causas que aún no preguntan, como las mesas del “Cafetín de Buenos Aires”. Pero tampoco se cierran.
Ya preocupa ostensiblemente que “cuando quiera el Dios del cielo/ la tortilla se vuelva”.
En lo que concierne al control de la justicia, a propósito aquí ya se
superó con amplitud, en materia de intromisiones, a la tropilla
alborotada de La Doctora.
Lograron, incluso, que algunos jueces federales les teman. Por la proeza
de haber doblado totalmente, y a su favor, la Cámara Federal entera,
donde hoy queda un solo juez, como muestra o memoria histórica. O como
mero fundador de doctrina homónima. Irurzun.
Cometieron la insolencia de apartar un camarista para jubilarlo por sus
problemas del corazón. Y tuvieron el coraje de desplazar a otro (por ser
amigo de don Javier) hacia un distrito menos fastidioso. Para poner,
como piezas del recambio, “cuadros del palo”.
Es para felicitar a los amarillos que vinieron a cambiar.
Caramelo de madera del comunicado
Trasciende que Mauricio Macri, El Ángel Exterminador, Presidente del
Tercer Gobierno Radical, está profundamente decepcionado con los
empresarios.
De ellos esperaba, como un joven ambicioso y crédulo, inversiones. Pero
percibe de pronto que pretenden conformarlo con el caramelo de madera de
un comunicado solidario con el trabajo sucio del tarifazo que se veía
venir.
El comunicado desacredita a los opositores, por demagógicos y
populistas. Y les sugiere, desde el Olimpo, que cesen en “el afán de
confrontar con el gobierno”.
La
ternura indescifrable la suscribió el Foro de Convergencia. Concentra a
esplendorosas organizaciones de gloria eterna como la Sociedad Rural,
la Bolsa de Comercio, Asociación Empresaria Argentina, la…
“Foro de Garcas”, confirma la Garganta.
El comunicado representa, para Macri, el abrazo del oso. Se colocan con
énfasis a su lado como si lo apoyaran ciegamente, en medio de la
vorágine del conflicto tarifario y del descenso atroz de la
credibilidad. Y en las encuestas (de las que dependen).
Para colmo, según Peña, El Aito, en caso de aprobarse el proyecto
irracional de los opositores asociados, El Ángel Exterminador se
dispondrá a vetarlo. Para alcanzar el éxtasis del onanismo colectivo que
ni siquiera produce un placer íntimo, intransferible y personal.
Al Ángel Exterminador corresponde hoy compadecerlo. Los adversarios
multiplicados denuncian que “gobierna para los ricos”. Cuando su
obstáculo principal son, precisamente, los ricos.
Los que le redactan solemnes comunicados, caramelos de madera. Pero no le confían sus capitales.
Prefieren también las Lebacs. Para procurar emocionarlo, después, con el miserable apoyo moral.
Estratégica perversidad
Muchos que lo votaron (y tal vez volverían a votarlo), se sienten, con perplejidad, perjudicados.
Son damnificados que supieron defenderlo con fanatismo deportivo. Sienten también que se picaron el boleto. Solos.
Insultan
los fervorosos combatientes de la clase media y alta que en un momento
creyeron que, para ser felices, bastaba con desalojar del poder a los
kirchneristas “que se robaron todo”. Los que dejaron la herencia atroz
(pero menos grave de la que se va a dejar).
Son seres sensibles de decepción fácil. No bancan. En especial cuando no pueden pagar las cuentas.
Deben optar entre pagar las expensas o el colegio privado. La prepaga o
el seguro del auto. O achicarse. Dramas cotidianamente existenciales.
En vez de trabar los aumentos, para la oposición sería más redituable
facilitarlos. Con estratégica perversidad. Para que la afectada clase
media deje de votarlos. Y permitir tranquilamente que se hundan. Con el
boleto autopicado.
A este ritmo, relativamente pronto el cronista va a tener que inmolarse y
defenderlos. Para mantener la fortaleza vigente del sistema
democrático.