domingo, 10 de mayo de 2020

CAP-55-FINAL-LA ESPERANZA CRISTIANA


ASALTO TERRORISTA AL PODER
55 LA ESPERANZA CRISTIANA

Por eso, como yo soy también un hombre de esperanza como Alejandro el Grande, sólo que la esperanza que yo tengo es en Cristo Nuestro Señor, y Señor de la historia, y lógicamente, las cosas serán, no de acuerdo a estas corrientes inmanentistas, inexorables que llevan según Perón al socialismo continental, y después al universal, sino que las cosas serán según Dios disponga que sean. Porque claro, toda esta gente cuando habla de la historia, no tiene en cuenta ni la libertad del hombre, ni la omnipotencia de Dios, su Divina Providencia, ni tiene tampoco en cuenta el papel que el demonio juega en la historia del hombre, tanto personal como nacional. Pero, quisiera comentar finalmente, es la esperanza de que en este país, donde se ha perdido la vergüenza, la vergüenza vuelva. Vuelva, y le devuelva al hombre el sentido del honor, porque el hombre argentino hoy desprecia el honor. Desprecia el honor, porque ha perdido el sentido de que la vida es servicio, la vida es disposición al sacrificio, la vida la tenemos para entregarla, para entregarla por algo grande y definitivo. Nosotros estamos hechos para la grandeza, porque hemos sido hechos a imagen y semejanza de Dios. Dios quiere para cada uno de nosotros, ese anhelo, esa apetencia, esa disposición para las cosas grandes, verdaderas, esenciales, eternas. Por eso, leyendo a Saint Exupéry en su libro 'Ciudadela', he recogido estas expresiones que son realmente finas. Dice, «Yo he comprendido a aquél que yo llamo un hombre, porque no transige, porque no pacta, porque no hace componendas. Odio al hombre sumergido en el ganado, odio al hombre sumergido en la masa, en la multitud que aúlla, en esa gran bestia que ya habla Platón en su diálogo 'Gorgias', y en la 'República'. Odio al hombre sumergido en el ganado, vaciado de su substancia y sin vida interior. No quiero ni como jefe ni como maestro, castrar a mi pueblo, y cambiarlo en una multitud de hormigas ciegas y sumisas. Odio sobre todo a los que no son. A los que no son, esa raza de perros que se creen libres porque son libres de cambiar de parecer y de renegar. Libres de trampear, de perjurar y de abjurar. No se trata de la sumisión de cada uno de nosotros a todos, a la multitud; se trata de la sumisión de cada uno a la obra que hay que realizar. Cada uno debe forzar a los otros a engrandecerse, aún por el acto de oponerse, que es lo que uno intenta. Porque lo que interesa es la persona de cada uno de nosotros...» Solamente la persona puede edificar la comunidad de los hombres, y puede vivir en comunión con los otros hombres, en comunión en la verdad, en comunión en la justicia, en comunión en el esfuerzo, para realizar la obra de verdadera liberación. La liberación significa la afirmación del señorío, del señorío personal, y del señorío nacional, del señorío político. Nosotros, por el camino que vamos, vamos a ser sumergidos, aniquilados. No solamente vamos a ser humillados, interiormente, y lo habremos merecido, sino que además, vamos a sufrir una gran humillación exterior, porque uno ve como se configuran las cosas. Por un lado el Brasil avanza incontenible en la cuenca del Plata, edificando las obras más imponentes, con las aguas del Paraná, las represas, los diques, las usinas, más fabulosas del mundo. Por otro lado, se está construyendo esta base naval, y de cohetería, en el Golfo de Araujo, que domina toda la Patagonia argentina, a la altura de Neuquén. Y la Argentina, toda la Patagonia está poblada por chilenos. Mañana puede haber un plebiscito democrático, la sagrada voluntad popular puede pronunciarse por una segregación del resto de la Argentina. Como la decisión es de la multitud, ellos son más del setenta por ciento. Me enteré hoy también que en la frontera de Misiones con Brasil, a la altura de Oberá, en las escuelas públicas, se enseña el portugués. Porque resulta que no hay maestros argentinos, es un poco lejos, es un poco difícil la vida, y entonces los maestros son también brasileños. Y en las escuelas del país, pagadas por el dinero argentino, se enseña portugués. Nosotros en la frontera no hemos hecho jamás una política de afirmación de la soberanía nacional. Ni en la frontera con Chile, ni con el Paraguay ni con Bolivia ni con Brasil. Porque nosotros hemos siempre abandonado a su suerte a las fronteras. Nosotros tenemos un millón de kilómetros de montaña en el país, de terreno montañoso, casi totalmente despoblado de argentinos. Los pocos habitantes que hay son chilenos o bolivianos. Todo a lo largo de la Cordillera de los Andes. Y las otras fronteras las ocupan los paraguayos o los brasileños. Y hoy me entero que en las escuelas, en lugar de estudiarse el castellano, como son colonias totalmente brasileñas, estudian y hablan el idioma vernáculo de ellos que es el idioma portugués. Aunque los brasileños suelen decir que ellos no hablan portugués sino brasilero. Porque son tan chauvinistas, que hasta niegan los orígenes egregios que ellos tienen también, por venir de una gran nación, como venimos nosotros de España. De manera entonces que éste es el problema. La socialización en cualquiera de sus formas es la destrucción de la persona humana, y de todas aquellas instituciones que protegen el desenvolvimiento de la persona humana, comenzando por la familia. Y todas las estructuras económicas, sociales, políticas, culturales en las cuales la persona puede desplegarse. No se trata de eliminar todo aspecto de socialización. Se trata de que incluso esas formas o estructuras, socializadas, inevitables, en todos los terrenos, preserven siempre la persona humana. Por ejemplo, vamos a tomar un ejemplo en el terreno económico. Hay una forma de asociación, de socialización en que no sólo se compromete a la persona humana, sino que favorece su desenvolvimiento; es lo que se llama sobre todo en el campo, las cooperativas. Cuando usted encuentra una asociación de productores pequeños y medianos, que se integran en un conjunto, en una sociedad, que Ies permite mantener a cada uno su propia individualidad, integrarse en un gran conjunto que puede funcionar como una gran empresa, que puede adquirir las máquinas más modernas, que puede comercializar los productos del mejor modo, usted tiene allí una forma de socialización, donde la persona humana está mantenida, en sus expresiones más propias, que son la propiedad privada, que es la iniciativa personal. Lo que es monstruoso, es toda forma de socialización que quebranta, que anula estas dos cosas sobre las cuales se sostiene, materialmente la persona humana. Porque ¿qué es un hombre, una familia, sin un patrimonio suficiente?. Está en la condición de un esclavo, esclavo del Estado o esclavo de otro. ¿Qué es una economía donde la persona humana no tiene la plenitud de su iniciativa personal?. Y usted cómo puede desplegar su iniciativa si no tiene un patrimonio, si no tiene con qué hacerlo. Este es el problema. Esto que se llama la inflación, que estamos soportando nosotros, en esta forma galopante, progresiva, incesante, no es la causa de la socialización, pero la acelera. Y permite esas dos grandes concentraciones monstruosas: la concentración de la plutocracia, de la riqueza, en manos de unos pocos, lo que podríamos llamar la centralización del poder del dinero, y el estatismo cada vez más avanzado, porque el Estado se va haciendo absorbente y destructor de la persona humana. La lucha es precisamente contra ese socialismo, que nos lleva al Leviatán, al Estado monstruo, que absorbe y destruye la persona humana. La lucha ha de ser precisamente para que reine en la Patria; en vez del dinero, reine Cristo. Es la única salida que tenemos, el reinado de Nuestro Señor Jesucristo, que toda la Patria sea reconstruida en Él, la persona, la familia, la propiedad, la empresa, la escuela, la universidad, las fuerzas armadas, el Estado, todo reconstruido en Cristo. Ese señorío sí lo podemos aceptar, incluso un señorío totalitario, porque todo le pertenece a Él, porque es el Creador y el Redentor. En la medida que Él preside, se afirma la personalidad de cada hombre. Porque Él no ha venido para la multitud, para la masa, para la humanidad en general, ha venido para cada hombre en particular, para restablecer en Él la imagen y semejanza de Dios, y para devolvernos a Él por la fuerza de su gracia, y de la libertad del hombre, a la unión con Dios. O la Patria sumergida en esa cosa monstruosa y satánica, que es el Estado socialista, o la Patria restablecida en Cristo, para contribuir a Su Reinado. Esta es nuestra esperanza y empeño.
Este libro se terminó de imprimir el 27 de Octubre de 1999, en la ciudad de Santa María de los Buenos Aires, al cumplirse el 25° aniversario del fallecimiento de Jordán Bruno Genta Librería y Editorial Santiago Apóstol Lavalle 1894 - Tel: 4 371-8057